Las primeras impresiones no deberían ser tan importantes.
El tic-tac del reloj llenaba mis oídos, mezclándose con el leve sonido de la música que retumbaba en las paredes de mi habitación. Me encontraba sentado en mi escritorio con la vista al frente, plasmada en la página en blanco abierta en el computador. Era la página de un nuevo libro que tenía que terminar en 6 meses más.
Había iniciado a las 23:30 hrs. Como siempre mi ritual era preparar una exquisita taza de café, escuchar un poco de música que llene mis sentidos y hagan a mis neuronas capturar emociones para poder hacer volar mi imaginación y comenzar a teclear sin control hasta darme cuenta que había avanzado mucho más de lo que esperaba. Pero este típico ritual no fue el caso de hoy. Habían pasado dos horas y media y solo logré escribir una sinopsis y un pequeño-asqueroso y miserable prólogo.
Cerrando mis ojos, di un suspiro de derrota mientras estiraba mi cabeza posándola en el suave terciopelado respaldo de mi silla, fijé mi vista al techo mientras el imparable bass seguía reventando mis paredes, mi piso, mi escritorio, mi silla, y bueno, todo.
Levantando mis manos las llevé a mis sienes que pedían a gritos un masaje tranquilizador por el constante ruido. Tenía dinero, podía instalarme en un lugar más lujoso y lejos de toda la bohemia que quizás inundaba el estúpido ruidoso departamento de al lado. Pero me consideraba una persona tacaña, no gasto dinero porque sí, además el lugar era tranquilo, lo había escogido hace un año cuando escapaba de él…me di cuenta que era acogedor y para darle un plus tenía un bonito sendero para poder conectarte con la madre naturaleza.
Pero nunca pensé que de un día para otro mi cabeza estaría martilleando molesta por aquellos sonidos. A la mierda se fue todo lo tranquilo.
Hace una semana atrás, había conocido al nuevo vecino, al protagonista de la ruidosa fiesta, incluso lo saludé y le sonreí. El chico se llamaba Park Chanyeol pero extrañamente me pidió que lo llamase Yeol, me mofé ante la absurda petición, Yeol es como el nombre que le pondría a un personaje de alguna novela erótica. Qué absurdo.
En la vida real, Chanyeol era un muchacho universitario de 23 años con una fuerte sonrisa, aún recuerdo el día en que llegó subiendo cajas al departamento de al lado, apenas me divisó por su periferia se giró y se presentó, era toda sonrisas y de inmediato lo califiqué como una persona tranquila y acogedora, incluso agradable con el que, si el futuro nos daba la oportunidad, podríamos entablar una linda y tranquila amistad.
Sí… muy tranquila. Esa palabra ni se acercaba a la situación que estaba viviendo ahora.
Cerré mis ojos, pero al segundo que mis párpados bajaron me arrepentí, mis demás sentidos se bloquearon mientras mi audición se concentraba para ayudar a mi cerebro a percibir con mayor notoriedad las risas, las voces y la música, tanto así que en cualquier minuto mis oídos empezarían a sangrar. De acuerdo, fui exagerado, pero la estaba pasando mal.
Saltando de mi silla me dirigí al pequeño cuarto de baño, y giré la delicada llave para ver caer un chorro de agua y lanzármelo a la cara. ¿Estaría siendo demasiado exagerado? Pero realmente quería terminar el maldito libro, necesitaba imaginación, mucha imaginación y con el ruido no la estaba captando.
Soltando un prolongado suspiro lleno de frustración, me paseé en círculos por la sala de mi departamento, tenía dos opciones que mantenían en una disputa mi enredada cabeza, nunca fui un chico problemático, pero estaba entre ir a insultarlo por no respetar a los demás vecinos o simplemente aguantar y quedarme aquí y poder empezar mañana.
La segunda opción parecía mucho más mi estilo, pero ¿por qué tenía que aguantar las acciones de un desconocido?. Es decir, soy Byun Baekhyun, conocido públicamente como Byun, autor de los suspiros y anhelos de muchas lectoras.
Con un valor que salía de algún lugar de mi cuerpo, aspiré una boconada de aire y a grandes zancadas me decidí a salir del departamento. Mantenía un ceño fruncido y serio cuando toqué el timbre de al lado. Mofé ante aquella tonta acción ¿Quién atendería si quizás medio Seul se encontraba ahí ahogado en alcohol? Ni siquiera escucharían el timbre.
Moviendo impaciente mi zapato contra la cerámica que cubría todo el largo pasillo de los departamentos, esperé mientras repasaba en mi cabeza todo el diálogo que mantendría con Chanyeol, hasta que el sonido de la puerta abriendo me saca de mis pensamientos.
Cuando dejé de morder mi uña del pulgar, presté atención a la alta morena que me sonreía mientras sostenía un vaso de quizás que asquerosidad en su interior. Créanme mi tolerancia al alcohol era nula.
—H-hola busco a Park Chan-… —no alcancé a terminar la estúpida y tartamudeada frase por mis torpes nervios, cuando la chica rió suave y me examinó de pies a cabeza.
—Wow, eres lindo para no haberte visto en el campo de la universidad, ven… —ladeó su cabeza y estiró su mano esperando a que la recibiera con la mía, cosa que no hice ya que mi cerebro parecía trabajar a carbón en comparación con el de ella, que en menos de 1 segundo me arrastró hacía el lugar.
Y por todos los bebés del cielo, nada salió como lo había planeado en mi cabeza. Sí, era demasiado inocente porque la hipotética historia, era hablar con el vecino en la puerta, pedir amablemente bajar la música y por alguna empatía caída del cielo el vecino entendería mi situación, me sonreiría y seriamos todos felices; yo podría seguir con mi novela y quizás hasta alcanzaría a llegar al capítulo donde los protagonistas tienen un encuentro carnal inspirado en todo el deseo comprimido de mi vida. Sí Baekhyun total nerd. Total nerd.
Me sentí mareado al estar dentro de lo que según yo era una sala de estar, que estaba improvisadamente transformada en una pista de baile. Jóvenes de mi edad manteniendo un agarre de muerte en sus vasos con líquidos que los harían olvidar al día de mañana todas las cosas vergonzosas que quizás harían hoy. Cuerpos pegados bailando al compás de la música, bocas unidas y alguna que otra pareja que ni siquiera les importaba ser vistos como exploraban sus cuerpos a la presencia de todos.
Una solitaria bola brillante giraba en el centro de la sala iluminando de diferentes formas la alfombra, los cuerpos y las paredes.
Cuando el fuerte humo entró por mis fosas, tosí involuntariamente como un demente al sentir como las toxinas se impregnaba en mis pulmones. Tampoco toleraba el cigarrillo, si fumaba uno, el dolor de cabeza sería horrible. El denso aire envuelto en risas, sudor, y alcohol me hizo sentirme sofocado y con falta de oxígeno. Gruñí por lo bajo pensando en que mi misión no sólo consistiría en llegar a localizar al idiota de mi vecino que interrumpía mi concentración, sino que ahora estaba el hecho de que el paso me era impedido con la masa de gente atestada frente a mi visión.
Cuando noté que no se encontraba entre la muchedumbre de la pista, supe que tendría que cruzar sea como sea. Por alguna extraña razón me estaba tomando este camino como algo de vida o muerte, y como si fuera poco las luces se hicieron aún más baja de lo que se encontraba, solo podías ver la siluetas de los cuerpos bailando en conjunto y una que otra cara revelada cuando la pequeña luz de la bola se posaba en un rostro. Genial. Ahora esto sería algo de 10% vida y 90% muerte.
~
Cruzar no fue fácil, y aunque solo eran 5 metros en diagonal llegar hasta lo que era la cocina, fue un reto. Me sentí tocado por todas partes caminando entre la gente al ritmo de ellos improvisadamente, algunos me sonreían al pasar, otros me alzaban sus vasos y bueno los más extremas y extremos se aprovechaban de la situación para tocarme. ¿Cómo esto se convirtió en una prueba de terror? ¿Podía sentirme más violado? Creo que no. O tal vez sí.
Pasando por el marco que daba la entrada a la cocina, observé alrededor y me percaté que el lugar no era muy distinto al mío, las habitaciones estaban distribuidas de la misma manera y el blanco piso de loza y la larga meza de mármol le daban un toque elegante a su terreno. Divisé un par de gente lo que me hizo castigarme mentalmente para no olvidar desenvolverme con ellos.
Actúa normal, actúa normal, eso buen chico.
Moviendo mi cabeza al ritmo del desagradable sonido que estallaba de los parlantes, fui avanzando entre las parejas para lograr divisarlo. Habían dos parejas prácticamente absorbiendo sus lenguas en el otro y uno que otro chico molestando o haciéndose fotos.
Con cualquier persona con la hiciera contacto de ojos le sonreía con una cara de ”Ey es divertido”, sin embargo, moría de la vergüenza por dentro ,¡Dios! era tan incómodo, que mi sonrisa fingida me hacian lucir como un psicópata de esas películas donde empiezo a matar a todos en la fiesta. Okey cálmate. Realmente mi imaginación volaba.
¿Podía escribir un libro erótico de terror? wow, venir aquí sirvió, me hice un anota mental de tomarlo como una opción o sugerencia para el futuro.
Al notar que mi vecino no estaba, entre las cabezas besándose y los chicos tratando de hacerse una foto con la pose más ridícula del mundo, me dirigí al pasillo. Realmente esto se veía como mi departamento, el largo espacio era alfombrado y sus extensas paredes se teñían de un suave blanco invierno de donde desprendían unas elegantes lámparas para el iluminar el camino. Traté de buscar en cada rincón antes de dirigirme a alguna habitación y encontrarme con alguna situación que haga sangrar mis ojos.
Concentré mi vista en un apartado lugar de la sala de estar, había un grupo de muchachos haciendo cualquier idiotez menos estar en una fiesta, observé cada uno de sus rostros, realmente estaba siendo un total psicópata, y hasta me pregunté si realmente mi intención era parar la fiesta… Wowowowo. El aroma a sexo, alcohol y cigarro del lugar realmente afectaba mis neuronas tenía que salir, y rápido.
Cada rincón era observado en detalle por mi vista. Nada. Cuando decidí probar en las habitaciones, me hice paso hasta la puerta mas cercana e interrumpí descaradamente a una pareja de muchachos que iban camino a la primera fase. Sentí como mis ojos se abrían de la impresión y mi rostro lentamente se llenaba del color de la vergüenza, desvié mi mirada al chico de ojos grandes que me observaba de la misma manera y quizás concordábamos en el mismo color de nuestros rostros.
Rapidamente pasé mi mirada al chico que se encontraba encima de él, sus ojos eran más feroces, tan feroces que junto con su oscura piel lo hacían lucir mucho mas intimidante, como si estuviera cuidando el hecho de que podría robarle su presa. Volví mi vista al otro chico pensando con lástima, era una presa. Pobrecito. Lo único que mumuré antes de salir, fue que hacían una linda pareja, y sin esperar una respuesta a mi estúpido y patético comentario, cerré de golpe la quedándome en el pasillo con mi respiración agitada, como si nunca en mi vida hubiera visto porno. Ni siquiera era porno lo que hacían, sólo se besaban… aunque iban al porno. Agité mi cabeza para poder sacar los estúpidos pensamientos que conllevaban al porno, realmente el humo del ambiente afectaba potencialmente mis neuronas.
Rogando al cielo para que la última pareja no se acuerde de mi rostro o de mi o de mi existencia, me acerqué a la puerta de al fondo. Era el último lugar que quedaba y las probabilidades de interrumpir a otra pareja iban más allá del cien por ciento.
Me quede a un metro contemplando el trozo de madera, rogando a que estos minutos que usaba para discutir existencialmente con mi ser en si entrar o no, no estén en una fase que realmente me hagan sentir incómodo. Dando un gran suspiro me alenté mentalmente diciéndome que puedo hacer esto, no vine aquí por nada, no vine por curiosidad, vine amablemente a pedir que pararan la fiesta. Sí, esa era mi misión.
Mordí mi labio inferior buscando comprimir el nerviosismo y agarré con fuerza la manilla para girarla y abrir de un golpe la puerta.
Ah.
Ahí estaban… pero ellos iban muy por encima de la fase 1.