Todo era diferente, todo había cambiado, el mundo no era el mismo. Era tan vacío, tan solitario, ya no se podían escuchar esos pequeños cantos de las aves, los ladridos de los perros, ni si quiera el pasar de los autos, todo era distinto.
Ahora solo podía ver el amanecer, ese color rojo anaranjado alumbrando de nuevo otro día, quitando esa obscuridad que me aterra, haciendo que mis temores se escondan por un momento para que después salgan.
Un día más en este mundo, escondido en este departamento con pocas provisiones y sin nada de alimento, acostado en la alfombra esperando tu llegada. Como siempre mi mirada no deja de dirigirse a ese gran cuarto, donde yacen nuestros amigos. No soporto verlo mis lágrimas caen, ¿Por qué todo tuvo que cambiar? ¿Por qué no podemos ser felices? ¿Cuánto tiempo podremos resistir? Pareciera que el mundo está contra nosotros, quiere destruirnos y hacernos sufrir, pero fuimos nosotros quienes lo provocamos, las consecuencias de nuestros actos han llegado.
La luz se va de nuevo, se despide de ese brillante color y me deja de nuevo con mis temores. Y tú aún no has regresado, se te ha hecho tarde, mi mente comienza a aterrarme, me hace pensar lo peor, por favor vuelve, no me dejes en este infierno. No quiero otro día sin ti. Se acerca la fecha, regresa.
Se repite, el sol toca de nuevo mi rostro, mi piel se siente fría presiento que algo te ha pasado, creí que te encontraría a mi lado, abrazándome y mirándome con esa gran sonrisa, pero no es así… comienzo a especular lo peor.
He querido buscar algo de comer en la nevera, tengo hambre desde hace tres días pero solo hay sobras… menos que eso, un pedazo de fruta casi servible, un cacho de pan y un poco de agua, tengo que guardarlo para después, lo necesitare.
Tres horas más se agregan, si mañana no vuelves lo daré por hecho. Solo ha pasado un momento y veo el reloj de nuevo ahora el tiempo pasa tan rápido, como cambia al principio era eterno. Una hora más, no dejo de mirar la puerta.
Me encuentro de nuevo en este sillón café, dirijo mi cabeza hacia la ventana y los recuerdos me invaden, nuestro primer beso, nuestra primera cita, escondidos en nuestro mundo, pero la realidad siempre llega, no puedes esconderte por siempre de ella.
Comienzo a sentir mi cuerpo débil, mi boca seca, mis manos frías, cierro mis ojos.
Me he quedado dormido, el atardecer ha comenzado, no puedo dejar de mirarlo con esperanza, escucho la puerta cerrarse, giro mi cabeza y me levanto instantáneamente, ahí estás parado con esa arma en tu mano, deseo que no sea un sueño. La sueltas y corres hacia a mí, puedo sentir tus brazos de nuevo rodearme, tu peculiar aroma lo extrañaba y tus labios chocar con los míos, encajando perfectamente uno con el otro, estás aquí.
- Perdón por tardar- tu voz, puedo sentirte de nuevo, puedo tenerte de nuevo conmigo
- Ya estás aquí es lo importante.- puedo ver de nuevo tus ojos, pero noto algo extraño en ellos.
Haz traído muchas provisiones medicinas, alimento, ropa, lo doy por hecho no podría sobrevivir sin ti.
Nos recostamos en la alfombra y comenzamos a ver nuestras fotos, cada una de ellas, con lentitud, hemos vivido tantas cosas, y seguimos sobreviviendo. Me acerco a tu pecho quiero escuchar tu corazón latir, saber que estás vivo.
Al parecer te encuentras preocupado, ¿Qué ha sucedido?... volteas a verme y me das un beso en la nuca.
La noche vuelve a llegar pero me siento tranquilo al estar a tu lado, recargo mi cabeza en ti e intento dormir, ¿mañana estarás a mi lado cierto? , No te vayas.
. . .
Abro mis ojos siento tu presencia, estas parado frente a mí con un soga, me incorporo y volteo a verte, tus ojos están rojos ¿Acaso has llorado? Estiras tu mano y me entregas ese lazo blanco. No dices ninguna palabra.
Te agachas por tu playera y al ponértela puedo ver perfectamente en tu hombro derecho una herida, una mordida, esto es imposible.
- Tienes que quemar todas las fotos, no tiene quedar ninguna ¿comprendes? – tu voz suena tranquila y a la vez triste.
- No puedo hacerlo, no me hagas hacer esto Por favor – mis ojos derraman lágrimas, no puedo detenerlas, esto es imposible, me agarras de mi muñecas y haces que te vea a los ojos.
- Hazlo – tus ojos muestran dolor – Tienes que hacerlo
Siempre supe que llegaría este día pero no estaba preparado, no podía dejarte, no aún. Lamentablemente esto ya no era una opción, esto significaba el adiós definitivo.
Arranque el auto, tenía que volver a ese lugar donde comenzó todo, ahí habías elegido. Un arma, cerillos y nuestras fotografías eran suficientes para terminar esto. ¿Por qué tuvo que pasar de esta manera? Mi temor más grande. Debería estar acostumbrado, debería saber que es lo mejor pero no puedo aceptarlo.
Hemos llegado, los arboles siguen como antes, el viento es tranquilo, agarro el álbum de fotos y me bajo del auto.
Tomo algunas ramas, me adentro por los árboles, hago un poco de fuego y me siento en una de las piedras. Ha llegado el momento
Abro el álbum de fotos y cojo una foto, fue del día en que me pediste que fuera tu novio, sonreí y sentí ese nudo en mi garganta, realmente era doloroso.
Tome tres fotos más y sin mirarlas las avente aquel chispeante fuego, ya no podía verlas, tenía que quemarlas, un suspiro sale nuevamente.
Ha comenzado hacerse tarde, pero el atardecer todavía sigue alumbrando una gran parte.
Voy de regreso con paso lento, de nuevo el miedo me invade. Saco el rifle del auto, otra vez esta arma en mis manos.
Camino hacia la parte trasera y mando el arma a la cajuela mientras la abro con cuidado. Ahí está él con las manos atadas, escucho su corazón palpitando. Sale del auto cuidadosamente y me ve con una triste mirada.
- Prométeme que seguirás sobreviviendo
- Yo- quisiera poder decirte que estaré bien, que nada me pasara pero no puedo- lo intentare
- Nunca me iré de tu lado, siempre estaré contigo por esa razón tienes que seguir con vida- una mentira antes de tu partida.
- Lo prometo
Comienzas a retorcerse, toces sangre y el brillo de tus ojos comienza a desvanecerse.
- Es hora – me dices y empiezas a correr lejos de mí, preparo mi arma y te apunto, veo por el pequeño orificio dirigiendo mi vista a tu cabeza, la hago a un lado y volteó a verte por última vez, me regalas una sonrisa y mueves tu boca desprendiendo esas palabras “Te amo”.
Tus ojos comienzan a tornarse, ya no eres tú, te has vuelto parte de ellos “Muertos caminantes” un ser desgarrador, que mata sin piedad, una mordida y estás perdido.
El sonido del arma se hizo presente. Un disparo en la cabeza fue suficiente, te habías ido.
- Yo igual te amo-mis últimas palabras, mi último recuerdo.
Ese gran color rojiso se hace vigente en mis ojos, una lágrima cae. Recojo todo y me dirijo a casa, para llegar otra vez a esa alfombra donde siempre te esperaba, donde dirigía mi mirada al reloj para ver cuánto te faltaba para tu llegada. Doy un respiro y tomo la única foto que guarde entre mis manos.
Al fin había llegado, este mundo nos separó, nuestro amor término. Mi gran temor se volvió realidad. Ya no estás a mi lado.