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Nightmare por Onny

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Notas del fanfic:

Bueno, este es uno de esos FanFics que se te ocurren un día lluvioso y que está cargado de melancolía y de amor. Espero que sea capaz de transmitir los sentimientos que puse en cada línea y también espero que disfrutéis mucho con la lectura. Los personajes son completamente de mi cosecha y realmente es el primer original que hago ya que los otros FanFics que he hecho eran de personajes ficticios de otra persona. Os mando muchos besitos y que disfrutéis de la lectura~

Grité y me retorcí en la cama, las pesadillas me acechaban de nuevo aquella noche, pero no pasó mucho tiempo hasta que unos cálidos y confortables brazos me abrazaron una vez más.

 

— Noah, cariño, despierta. Es solo una pesadilla.

 

Un último grito y me desperté sudando, asustado, desorientado y temblando mientras las lágrimas asomaban a mis ojos.

 

— Maverick... ¡Maverick! — lloré y salté a sus brazos.

 

— Tranquilo, cariño, estoy aquí.

 

Sus manos, grandes y cálidas, acariciaron con ternura mi cabeza y mi espalda.

 

— Hazme el amor, Maverick, necesito sentirte, necesito saber que estás aquí — rogué observando sus hermosos y expresivos ojos de color ámbar.

 

— Lo que quieras, Noah, sabes que soy todo tuyo para lo que quieras — susurró antes de bajar la cabeza y darme uno de esos dulces besos que hacían que mi estómago se conviertiera en una jaula de mariposas.

 

Poco a poco y con ternura y suavidad mi esposo me tumbó de nuevo en la cama y sus besos revolotearon por mi cara y mi mandíbula hasta mi cuello, donde me sometió a una sensual tortura de besos y suaves mordisco. Cuando se vio satisfecho allí siguió bajando hasta llegar a mis pezones, los cuales lamió y mordisqueó suavemente hasta que ambos botones se encontraron erectos.

 

— Maverick... — gemí. Y mi voz se escuchaba ronca.

 

Él me sonrió mirándome desde abajo y siguió moviéndose hacia el sur, entreteniéndose un momento en mi ombligo antes de llegar a la cinturilla de mi ropa interior, en la cual un bulto no dejaba mucho a la imaginación de lo que había ahí abajo.

 

— Oh, cariño, me encanta cuando estás tan dispuesto para mi — susurró mi gran hombre besando el hueso de mi cadera antes de quitarme los calzoncillos tomándose su tiempo para acariciar mis piernas con las yemas de los dedos.

 

— Siempre estoy dispuesto para ti — jadeé en un susurro puesto que la cálida boca de Maverick había rodeado mi duro miembro.

 

Él empezó a tararear suavemente haciendo que las vibraciones procedentes de su garganta provocaran un escalofrío que atravesó toda mi espalda por el placer ocasionado. Movió la cabeza arriba y abajo, primero lentamente y luego acelerando la velocidad mientras que mi respiración se convertía en jadeos y largos gemidos escapaban de mi garganta. Enredé los dedos entre las ebras pelirrojas de la cresta de Maverick antes de tirar suavemente.

 

— Maverick, para — jadeé — quiero que estés dentro de mi cuando me corra — rogué con los ojos ardientes y brillantes del placer y deseo que se encontraban en mi sistema.

 

— Cariño, eres demasiado sensual como para resistirme a ti — murmuró Maverick cuando soltó mi miembro de entre sus labios.

 

Subió por mi cuerpo hasta llegar a mi cara y fundió nuestros labios en un ardiente beso que hizo que mi mente sobrevolara las estrellas. Se separó de mi con una sonrisa y pegó su frente a la mía durante unos momentos antes de estirarse hasta la mesita de noche para coger el pequeño tubo de lubricante.

 

Humedeció sus dedos suavemente antes de jugar un poco alrededor de mi entrada y yo gemí de placer, amando esos pequeños juegos previos que siempre me conducían a la locura. No pasó mucho tiempo hasta que el primer dedo se encontró dentro de mi y provocó un escalofrío que recorrió toda mi columna vertebral.

 

— Eres tan dulce cuando pones esas expresiones, cuando haces esos sonidos y cuando te entregas por completo a mi — murmuró Maverick mientras besaba mi cuello con ternura.

 

Arañé su espalda llenas de adorables pecas que habían sido uno de los motivos que me habían atraído de mi esposo antes de siquiera conocerlo y abrí un poco más las piernas en busca de más contacto.

 

— No pares, Maverick, te necesito, te necesito de verdad, por favor... — rogué sin lograr hacer una oración coherente.

 

— También me encanta cuando me ruegas — me dio una traviesa sonrisa y luego metió un segundo dedo en mí mientras rodaba mis pezones entre sus dedos sabiendo que me encantaba la sensación que producían sus cálidas manos pellizcando mis sensibles botones rosas.

 

Lo único que se podía escuchar en la habitación era el sonido de mis jadeos y de los besos que los labios que Maverick depositaba en cualquier trozo de piel que pudiese alcanzar. Esto había sido una costumbre desde que empezamos a vivir juntos, gracias a las suaves caricias de Maverick estaba consiguiendo superar poco a poco ese peso que consumía mi vida.

 

Aquel horrible día me hizo madurar a mis escasos diez años de edad. Siendo pobre toda mi vida vivía con mis padres, y con varias pequeñas pobres familias más, en un albergue que nos daba comida y lugares para dormir y asearnos. No necesitábamos más, no pedíamos más, pero los ricos nos veían como un estorbo, uno al que había que eliminar y eso fue precisamente lo que hicieron. Lo primero fueron unos golpes excesivamente fuertes en la puerta con los cuales todos nos asustamos. Mis padres y algunos otros escondieron a sus hijos, es decir, a nosotros, en una despensa a la cual se accedía por una trampilla en el suelo oculta por una pesada alfombra. Todos estábamos asustados, temblando abrazados unos a otros pero sin hacer ni un pequeño ruido. Solo éramos capaces de escuchar nuestras superficiales respiraciones y luego el lento chirriar de la puerta del albergue. Al principio no pasó nada, solo dos voces hablando tranquilamente pero, si no iba a pasar nada, ¿Por qué nos habrían escondido allí? Los murmullos se transformaron en voces fuertes y las voces fuertes, en gritos, haciendo que algunos de los niños más pequeños comenzasen a llorar en silencio.

 

Un disparo.

 

Y entonces todo el caos se desató. Gritos, golpes, disparos, súplicas, llantos... todo causa de una estúpida diferencia social. Todo causa de la avaricia, de la estupidez del dinero, del odio a lo diferente, del miedo a lo desconocido y todo ocasionó un enorme trauma en cada una de las cabezas de cada uno de los niños que nos encontrábamos allí abajo, eso y la imagen que todos pudimos observar cuando salimos de nuestro escondite al calmarse todo. Los cuerpos masacrados de nuestros progenitores fue la imagen más horrible que alguna vez pude imaginar. Varios a los que conocía acabaron suicidándose con el tiempo, algunos otros se metieron en el mundo de la droga y el alcohol, otros en la prostitución pero, por suerte aunque en un número muy reducido, algunos logramos salir adelante con algunos pequeños trabajos y ganándonos la vida como pudimos sin tener que ofrecer nuestro cuerpo.

 

De repente la voz de Maverick me devolvió al presente.

 

— Cariño, vuelve conmigo — fue un susurro muy suave, pero lleno de sentimiento.

 

Parpadeé un par de veces y Maverick pasó su pulgar por mi cara con una mirada de ternura y amor. Al principio no noté el por qué de su acto hasta que noté la humedad de las lágrimas bajar por mi cara.

 

— ¿Sabes? Si aún puedes pensar en algo más que no sea lo que te estoy haciendo eso significa que no lo estoy haciendo bien — me dijo con una pequeña sonrisa.

 

— Lo siento Ma... — no me dejó acabar porque sus labios se encontraron sobre los míos en un segundo.

 

— Te he dicho mil y una veces que no te tienes que disculpar por nada. Solo relájate, deja de pensar y disfruta.

 

Asentí rápidamente con la cabeza y rodeé su cuello con mis brazos trayéndolo de vuelta hacia abajo para poder atacar su boca con hambre y desesperación. Los dos dedos que tenía en mi interior se convirtieron en tres. Cada uno de mis gemidos murió ahogado en la boca de Maverick mientras me preparaba como si fuese la cosa más preciada de su mundo, cosa que me confirmaba cada vez que tenía oportunidad y que me hacía sentir de dos metros de alto.

 

Me separé un poco de él para arquear mi espalda y dar un largo gemido cuando sus dedos encontraron mi próstata. Maverick besó mi cuello expuesto y movió los dedos en todas direcciones y de dentro a fuera. Eso solo provocó que mi cabeza se moviese hacia ambos lados y que murmurase palabras incoherentes. A mi pesar los dedos se fueron demasiado pronto, haciéndome gemir en disgusto por la pérdida pero me vi acallado rápidamente por la cabeza del pene de Maverick que se introdujo dentro de mi con lentitud.

 

El aire se quedó atorado en mi garganta mientras mis brazos y mis piernas rodeaban el cuerpo del pelirrojo. Mi cara estaba contra su cuello y jadeos y gemidos escapaban de mis labios aún recordaba como si fuera ayer el día en que conocí a Maverick.

 

Estaba trabajando como camarero en El trébol, uno de los bares gay con más clientela de Nevada, cuando, una noche, un hermoso pelirrojo se sentó en la barra. Tenía el pelo corto peinado en una cresta, unos preciosos y vivaces ojos de color ámbar que lo observaban todo con atención y un asombroso cuerpo bien trabajado. En resumen, el sueño húmedo de todo hombre gay. O más bien, mi perfecto sueño húmedo, todo cubierto de pecas. Me acerqué a él y le di una amistosa sonrisa.

 

— ¿Qué te pongo? — pregunté.

 

— ¿Tu número de teléfono? — me preguntó de vuelta con una dulce sonrisa.

 

Mi sonrisa se ensanchó y mi cara se cubrió de calor, posiblemente pareciendo un completo tomate en el exterior. Aquella noche hablamos cada vez que yo tenía un segundo libre en el que no tuviera que atender a los clientes y a partir de ese momento comenzamos a vernos más seguido y a conocernos cada vez un poco mejor hasta que, después de seis meses saliendo juntos, él me pidió matrimonio. Tuvimos una ceremonia muy privada y perfecta, solo él y yo y nos pasamos toda la noche haciéndo el amor, toda la noche mostrándonos sin palabras lo que sentíamos el uno por el otro y la necesidad de estar juntos.

 

— ¿Otra vez, Noah? ¿Qué estoy haciendo mal? — preguntó mi hombre haciendo un puchero muy poco masculino.

 

— Nada, Maverick, perdóname, estaba pensando en el día que nos conocimos y en que eres lo mejor que me ha pasado en la vida — susurré mirándolo a los ojos.

 

 

— Tú también eres lo más importante de mi vida, cariño — susurró de vuelta.

 

— Ahora hazme tuyo una vez más, Maverick, hazme sentir vivo y a tu lado — rogué suavemente con los ojos húmedos una vez más.

 

Su cabeza pelirroja asintió y se introdujo en mi interior por completo. Ambos gemimos. Yo por la sensación de encontrarme lleno y completo y él por la sensación de ser cálidamente rodeado por mi interior. Nuestros labios se unieron desesperados una vez más aquella noche y Maverick comenzó a moverse dentro de mi. Al principio lento y con cuidado pero luego aumentó el ritmo, haciéndole el amor a todo mi cuerpo.

 

— Te quiero tanto — susurré separándome un momento de sus labios para poder expresar mis sentimientos verbalmente.

 

La más dulce de las sonrisas apareció en la cara de Maverick.

 

— Te amo también — me dijo en un jadeo.

 

Grité. Grité porque Maverick golpeó mi punto dulce con su pene, grité por que alcancé uno de los orgasmos más fuertes de mi vida y grité porque mi esposo me amaba. Todo mi cuerpo se tensó y apreté el miembro de Maverick dentro de mí provocando su propio orgasmo que me llenó por completo de su semilla. Mi pelirrojo jadeó sin aire sobre mi y estuvimos así unos momentos hasta que ambos pudimos volver a respirar con normalidad. Salió de mi cuerpo y ambos gemimos suavemente por la sensación de pérdida. Maverick se tumbó a mi lado y me escondió entre sus brazos.

 

— Te amo, mi hermoso pelirrojo, por venir a mi vida como una cálida llama y espantar esa horrible pesadilla en la que estaba viviendo.


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