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Rosa de Sangre por RazorBladeHaysel

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Notas del capitulo:

((Las notas se encuentran al final del capítulo))

Música del capítulo:

-Adagio in G Minor (Albinoni)

 

Una extraña atmosfera se percibía en ese paraje y un sonido envolvía el lugar; El sonido del viento y la nada.

Las últimas hojas que quedaban aún en las ramas muertas de los árboles caían y cada que tocaban el suelo se escuchaba un crujido. Era un sonido vacío, casi cruel. Las hojas se rompían.

Y encima de los árboles marchitos y las enredaderas, un cielo nublado aplastaba al mundo.

Los copos de nieve eran acarreados por el viento, un viento frío.

Todo, absolutamente todo era gris. No había otro color ni en la nieve ni en las hojas. No había color ni siquiera en las nubes. No había nada.

 Solo decadencia.

 Y allí en medio de las hojas marchitas que estaban esparcidas entre la nieve, se encontraba un ataúd.

Era un ataúd tallado en madera blanca, barnizada y hermosamente brillante. La madera del ataúd poseía molduras finas y muy detalladas, y aunque parecía que las hojas caerían sobre él, algo las arrastraba lejos de éste. Ni siquiera los copos de nieve lo tocaban.

Dentro del ataúd, debajo de una delgadísima capa de tela blanca traslucida que lo cubría, reposaba una figura que causaría una profunda conmoción a cualquiera que la viera.

Era un joven, tal vez de unos 20 años, pero con apariencia delicada y andrógina. Su cabellera era de un color lila pálido que cubría la parte derecha de su rostro mientras que el mechón izquierdo era sostenido por su oreja. Sus ojos cerrados poseían largas pestañas negras y los parpados tenían un leve tono rojizo; Su piel era de un tono pálido y de una textura hermosa como la porcelana. Su boca de un tono rosáceo, degradado. Pero lo que más enmarcaba su rostro y le daba esa apariencia melancólica eran el par de cejas que daban a su hermoso rostro una expresión de dolor y profunda tristeza.

Sus delicadas manos se encontraban entrelazadas en su pecho y entre sus largos dedos sostenía un ramillete de rosas rojas como la sangre que eran lo único que contrastaba entre tantos colores pálidos.

Su delgada figura estaba ataviada con una camisa blanca de seda y un pantalón del mismo color.

 Era como observar la pureza y la inocencia hecha una persona. Para ser más exacto, un hermoso joven.

 Se podría decir que era la muerte más hermosa y triste que se pudiera contemplar. Una figura inocente y petrificada que yacía en un hermoso ataúd relleno de rosas blancas, y esa rosa roja simbolizando la sangre y la muerte.

La imagen causaba dolor. Era doloroso ver a un ser tan bello que alguna vez tuvo tanta vida y estuvo perdido entre tantos sentimientos, y ahora, ya no podía sentir nada.

Un pequeño hilo de sangre resbaló por las comisuras de su boca, y la nieve que se encontraba debajo del ataúd empezó a obtener un tono rojizo. Era un rojo de un tono tan brillante como el de la rosa.

Era su sangre.

 Una mano con un tono un poco más oscuro que el de la piel del joven recorrió con sus dedos el rostro de este. Acarició sus mejillas, acarició las comisuras de sus labios, su delgado cuello, sus hombros…

Era un hombre de apariencia mucho más madura que la de él, aunque muy parecido. Su cabello era de un tono violeta y los rasgos, aunque eran más varoniles que los del joven, no dejaban de mostrar similitudes. El mayor se acercó. Lo observó con esos fríos ojos lilas durante un largo rato.

El hombre se acercó aún más hasta que sus rostros casi se tocaban, y lo besó.

Besó esa figura inocente, algo que desde algún tiempo atrás no hacía.

Fue un beso delicado, ese beso del último adiós. Despedía a aquel con el que pasó una gran parte de su vida.

Sí, sentía algo extraño. Era una especie de dolor mezclado con un gran cargo de conciencia.

 

“Algunas cosas se obtenían a cambio de otras”.

 

El hombre se alejó del rostro del chico, pero la sangre de este había manchado sus labios.

Se levantó sin limpiar el rastro y dio media vuelta. Era mejor no verlo.

 Había alguien más que lo acompañaba, una chica. La pequeña joven de cabello corto y castaño se quedó sentada en una banca de piedra que se encontraba a unos metros del ataúd observando como la figura alta ataviada en negro se alejaba.

 -¡Shuu!- le gritó. El hombre se quedó estático un momento entre la nieve. –Encontré algo de él que debes leer.

El hombre no tenía el valor de girar y encontrarse con ella, porque lo vería a él de nuevo. Simplemente ya no quería hacerlo.

-Revisa en la mesa de tu habitación…- escuchó y siguió caminando sin siquiera parpadear aún con esa especie de nudo en la garganta.

 

Caminó a través de los rosales blancos, atravesó el enorme jardín, pasó a lado de la fuente, y por fin después de caminar durante más de cinco minutos llegó al pórtico de la exorbitante mansión.

La puerta beige se levantaba colosal frente a él. Se sentía completamente incapaz de adentrarse en su propia mansión.

Su conciencia no estaba bien.

 

Sin darle mayor importancia al sentimiento de impotencia que se crecia en él, se adentró en la mansión. Atravesó el hermoso vestíbulo que estaba adornado por candelabros del más fino cristal, las rosas rojas se encontraban en cada esquina. El aroma de estas flores se apoderó de él y su cabeza comenzó a arder.

Aceleró el paso empapado de sudor frío. Cruzó las elegantes habitaciones, subió las escaleras de piedra, y por fin llego a su habitación. Ni una rosa.

 Entró y cerró la puerta con un golpe. Se recargó contra esta y jadeó como si hubiera corrido kilómetros. El nudo en su garganta no lo dejaba respirar. Sentía que se sofocaba.

Definitivamente su conciencia no se encontraba bien.

 Recordó las palabras de la chica y pudo distinguir algo en la pequeña mesa que se encontraba a lado de su ventana. Era una especie de libro.

Se acercó y lo contempló.

Una pequeña libreta forrada de terciopelo rojo que tenía dos iniciales manuscritas marcadas en la portada. “V.R.”

Lo tomó entre sus manos y tomó asiento en el sillón que se encontraba a lado de la mesita.

 Suspiró un poco antes de abrirlo, y al hacerlo volvió a inhalar el perfume de las rosas. Se sintió asqueado, pero debía hacerlo.

 “Mi querido Shuu; Maestro, amigo, mentor, único compañero en estos años:

Mi última voluntad si llego a morir, es que leas esto.

Morir es simplemente un vago pensamiento que tengo desde hace tiempo, pero no podría irme sin confesar lo que siento.

Tuyo por siempre, Kanae V.R.”

 Las hojas estaban finamente enmarcadas, y había flores disecadas guardadas entre estas. Todas estas flores fueron reconocidas por Shuu. Él se las había dado a Kanae, el joven que ahora se encontraba muerto.

 Algo le decía que no debía leer lo que fuera que se encontrará en las páginas de ese libro, pero aún así lo abrió.  A pesar de todos sus intentos para concentrarse algo se lo impidió. No sabía si era la fragancia de las rosas, o que con cada palabra, frase, oración, había pensamientos en su cabeza que no debían estar allí.

 “Llevo 5 años trabajando para esta familia y pronto cumpliré los 6. Siempre he admirado mucho al señor de este hogar, mi maestro Shuu. Él me ha enseñado todo lo que sé, y me seguirá enseñando con ese increíble talento que tiene para tantas cosas. Él me ha inspirado para ser lo que soy, y mi mayor aspiración es ser como él en todos los aspectos”.

 A pesar de intentar concentrarse y leer lo escrito con la voz de Kanae que resonaba fuertemente en su cabeza, otro pensamiento ocupaba su mente.

 “Él. Su cabello negro con blanco. Cabello que alguna vez fue completamente negro o completamente blanco. Su aroma, su fragancia que me envuelve aún pasados tantos años.

Él, Kaneki. Su cuerpo, su forma de ser…”

 Pero en su cabeza seguía resonando la voz de Kanae. Intentó seguir leyendo.

 “…Últimamente el maestro Shuu ha estado hablando constantemente de un chico llamado Kaneki. Por alguna extraña razón me duele mucho el pecho. Es como si sintiera algo que nunca había experimentado.

Quisiera ser el único en la vida de Shuu. Quisiera que hablara de mí así como habla de Kaneki.

Quisiera que me viera como lo ve a él.

Me preocupa porque ha dejado de ir a clases, y porque hay veces que no llega a cenar. En todo el día no aparece. Hace poco lo encontré vagando en la azotea de cierto edificio y se mantuvo allí cinco horas hasta que llego el otro chico. Sólo intercambiaron unas palabras.

¿Qué tiene él que no tenga yo? Duele…”

 Sintió un nudo en su garganta. La conciencia comenzaba a pesarle de nuevo y no pudo evitar volver a reemplazar lo que leía.

 “Oh Kaneki. Ahora mismo dónde te encontraras…Lo siento Kanae, lo lamento mucho.

Pero Kaneki…yo daría todo por ti. Daría mi vida por obtener una mirada tuya, una sonrisa. Por poseerte.”

 La presión era tanta que tuvo que levantarse del sofá y dar vueltas por la habitación.

Siguió aún un poco desconcentrado, mientras seguía pensando en Kaneki. Su cabeza daba vueltas teniendo esa figura mirándolo como la primera vez que se conocieron. Kaneki era su pecado.

 “Estoy realmente feliz, hoy sucedió algo que no puedo olvidar.” Al comenzar a leer esto, sabía que algo no estaba bien. Comenzó a sudar frío. “…El maestro y yo tuvimos un encuentro. Fue algo como nunca he sentido. No puedo explicarlo. Mientras tocaba el violín como cada tarde él se quedó observándome como nunca lo había hecho. Dijo que mi aroma era muy diferente y entrelazó su mano con la mía. Me miró fijamente y me besó.

No puedo explicar lo que sentí, ¿tengo una oportunidad?” Shuu se tuvo que recargar contra la pared.

Jugar con los sentimientos de alguien en esa manera…

El hombre sabía bien lo que pasaría después. Recordaba ese día.

Kanae tenía tan solo quince años, y él, aún en el frenesí de pasar tiempo con Kaneki tenía que desahogar ese deseo de alguna forma. Si no podía tener a Kaneki al menos podría tener a….

 Shuu bajó la mirada. No se sentía orgulloso de lo que había pasado, pero tampoco se sentía particularmente triste. Kanae había sido un buen sirviente. Después de todo eso era lo único, un sirviente.

No quería seguir leyendo eso. No quería pensar en Kanae.

Ahora estaba muchísimo mejor que antes. Había vuelto a ver a Kaneki, tal vez ya no como cuando eran amigos, pero ahora lo tenía más cerca.

Kaneki vagamente lo recordaba y, al igual que los viejos tiempos, pasaban horas platicando de libros y de música. Shuu se lo estaba ganando de nuevo, pero ya no para comerlo, sino porque era necesario.

Sin Kaneki, él no tenía una razón para vivir, y ahora ya no lo dejaría ir.

 

Dejó el diario sobre la cama y salió de la habitación. Iría a cazar y después a platicar con Kaneki, ahora llamado Haise.

Olvidó por completo la muerte de Kanae, olvidó su figura, olvidó lo que había sucedido esa tarde de otoño en la que lo único que quedó de Kanae fue una flor marchita, la flor con la que Shuu se había divertido ese día y siguió divirtiéndose durante muchos más.

 

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El mismo ataúd, aquella noche.

Era como si el cuerpo no se hubiera descompuesto en lo más mínimo. De hecho, ahora poseía más vida.

 

Sus parpados se separaron lentamente dejando al descubierto unos hermosos ojos rojos.

Sintió el sabor de la sangre en su boca, y lo único que podía distinguir era que se encontraba envuelto en una tela blanca y muy delgada, y sentía el frío de los copos que caían sobre él.

La noche estaba nublada, y por lo que sentía, el viento soplaba muy fuerte.

 

¿Qué había pasado? Se levantó con muchas fuerzas y sintió un terrible dolor en el abdomen.

Al apartar la tela de lo primero que se percató fue de su vestimenta. Todo, absolutamente todo era blanco, y una enorme mancha de sangre cubría de la mayor parte de su camisa y una parte de su pantalón.

Miro su derredor. “Rosas blancas, rosas manchadas con esta sangre. ¿Qué está pasando?”.

Estaba dentro de un féretro. Un féretro.

 Sus ojos estaban muy abiertos y su cara tenía una expresión de horror puro. Observó sus manos manchadas de sangre y el ramillete de rosas que portaba.

En un ataque de histeria comenzó a gritar. Salió del ataúd lo más rápido que pudo, pero sintió el punzante dolor proveniente de su abdomen y cayó de rodillas en la nieve presionando la herida.

Las lágrimas resbalaron por su hermoso rostro pálido. Lágrimas de dolor, de soledad y de decepción.

 “Es tut weh…tut weh.” No soportó el dolor y se dejó caer en la nieve. No estaba muerto, pero necesitaba comer. “Scheiße”.

 No entendía lo que sucedía. El hermoso Kanae Von Rosewald al parecer seguía siendo muy inocente. Al parecer seguía creyendo en el amor, pero no por mucho tiempo.

Shuu Tsukiyama lo había hecho. Había planeado todo, pero no entendía por qué.

 

Pasó un largo rato hasta que por fin pudo comprenderlo.

 

“Ken Kaneki….Ken…Kaneki….” abrió los ojos. Sintió una terrible furia dentro de él. Una furia vengativa.

Shuu había hecho eso para apartarlo del camino.

 

Y así es como Kanae Von Rosewald, sirviente personal de Shuu Tsukiyama, de había dado cuenta que la vida no era como los cuentos de hadas.

El amor no existía y nunca existió para él. No tuvo nunca un amor familiar, nadie había mostrado compasión por él, y en realidad él no era malo.

Pero el amor causa muchos sentimientos dentro de las personas, y él, a pesar de ser ghoul, era bastante inocente. Pero…el tiempo se había acabado, y al igual que las rosas rojas que sostenía entre sus manos se deshojaban poco a poco, su cordura también. Su inocencia también.

 

“¿Qué opinas rosa? ¿Qué crees que sea lo mejor?” le preguntó al ramillete con una sonrisa demente en el rostro. Carcajeo por un momento.

 

“Lo pagaras Shuu….lo juro sobre la tumba en la que estoy.” Miro el ramillete por un rato más y después lo lanzó muy lejos.

 

“No puedes matar a alguien que ya está muerto.”

 

Notas finales:

Aquí esta el primer capítulo del primer fanfic inspirado en los siete pecados capitales. Esta vez escogí a Kanae Von Rosewald para representar la envidia.

Kanae es uno de mis personajes favoritos de Tokyo Ghoul RE, y estoy seguro de que el pequeño nos depara muchas cosas para más adelante, y también estoy seguro de que lloraré mucho :'v

Pero bueno, debo de agradecer a Ishida por crear personajes tan bien desarrollados (aunque en el anime los hagan m*erda lol).

Y si no han leído el manga de RE, vayan ahora, porque sé que Kanae y Tsukiyama darán mucho yaoi y muchos feelings

Espero les guste chicos, ¡y si quieren dejar reviews serán bienvenidos! Aunque realmente no los considero muy importantes, pero siempre ayudan a mejorar :)

Espero les guste, Haysel <3


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