Capítulo único: Realidad congelada.
Sostenía en sus piernas aquel cuerpo inerte de la persona que había sido su fortaleza en el momento que más lo necesitó. Aquel que lo acompañó toda una vida entera.
Imposible creer que, a pesar de todo, siguió estando a su lado; haciendo hasta lo imposible para poder verlo, aunque sea, una vez más. Y hasta en el último momento, su último suspiro, fue demostrarle una cálida y pacifica sonrisa para hacerlo sentir un humano otra vez. Ese acto lo estremeció en todo sentido.
En el momento en que lo vio llegar, con dos tazas de café en las manos, se sintió extremadamente sorprendido y casi sin aliento. No podía creer la situación en la que estaban, increíble verlo en frente de sus ojos…
Él ya lo sabía y no había necesidad de ocultarse, ya no. Era su amigo la persona que estaba en frente de él, demostrándole un hermoso gesto. Estaba tan conmovido que no le prestó atención a nada más que no fuera la dulce voz de Hide, persona que había extrañado tanto.
Una breve conversación que hizo que todo su ser cambiara de repente. Por partes estaba feliz, pero por otra, extremadamente preocupado…
Lo hizo sonreír, después de tanto tiempo sin haberlo hecho, sólo Hide podía hacer algo así. Tal vez eso fue lo que quiso hacer desde un principio, hacer sonreír a Kaneki en sus últimos momentos… y lo logró. Le sobró y bastó para poder estar tranquilo después de ver esa silueta en sus labios.
Ahora se encontraba tendido en el suelo, con los parpados cerrados y descansando.
—Vamos a casa, Hide — Dijo, sintiendo como su voz se quebraba a cada segundo que pasaba. Sus ojos cansados de tanto derramar lágrimas conjugadas de dolor, agonía, cólera y sangre.
Su alrededor estaba en llamas. Anteiku ya no existiría, porque fue ahí donde todo comenzó y donde todo terminó. Porque para él todo había terminado, ya nada le importaba.
Besó la frente de su fiel compañero con una abrumadora pasión y tristeza. Lamentablemente no pudo salvarlo, tampoco protegerlo, que era lo que más quería.
No se puede salvar al mundo, el mundo estaba podrido. Por culpa de eso, muchas personas pagaban con sus vidas. Personas que él amaba con toda su alma.
Levantó a Hide con delicadeza y lo sostuvo entre sus brazos. Se encaminó hacia las afueras para hacer algo que debió hacer hace tiempo. No importa nada más, ni siquiera los pasos que escuchaba detrás suyo, no, era solo él y Hide… lo que quedaba de él.
En sus brazos reposaba lo único y último de humanidad que le quedaba. Aquel ser humano que lo había mantenido con vida. Aquel muchacho que había sido todo y ahora ya no había más nada que el hiriente recuerdo.
"Esto que ven, esto que sostengo con fuerzas, fue parte de mí en algún momento, fue la persona que estaba dentro de mí, mi humanidad."
“…Cuando me vuelvo loco dejo de respirar
No se puede deshacer, ya no se puede deshacer, incluso la realidad se congela
Enloqueceré, no enloqueceré, estoy demente, no estoy demente
Me puse a temblar cuando te encontré…”
Estaba solo en ese mundo. Un mundo que vivía con ideas equivocadas. De no haber sido por él, sus amigos, compañeros y Hide estarían con vida. Todo era su culpa, ¿verdad? Siempre lo fue. Ahora tenía que vivir con ello.
Caminaba entre medio de la multitud de personas, observando su alrededor y, principalmente, a su amado amigo. Sus mechones rizados que se movían a la par de la frialdad de los vientos, le daban un toque angelical, transmitiéndole algo de paz.
Quería romper en llanto, ¿pero cómo? Ya ni siquiera podía llorar, estaba tan cansado de todo que hasta podría dar acabada su vida.
“…En este mundo distorsionado cada vez me hago más transparente y nadie puede verme
No me encuentres, no me mires
No quiero lastimarte en el mundo que alguien más imaginó
por eso recuérdame, mi lado alegre…”
Tantos intentos de protegerlo, de alejarlo de lo que era su infierno, resultaron inútiles.
Al llegar al final de su camino, depositó a Hide con cuidado en el frío suelo níveo. Se lo veía descansando tan pacíficamente, como un ángel, como aquel ángel que lo acompañó y rescató. Su corazón no podía tolerarlo, estaba todo perdido.
Su mirada hundida en el vacío. La humanidad perdida en el camino. El sentimiento muerto por el cruel destino.
Enfocó sus ojos sollozos en su camino para luego encontrarse con un investigador en frente de él. En ese mismo instante, toda la soledad comenzó a envolverlo; vacio profundo. No había razón de pelear, ya no.
“…Cuando la soledad extendiéndose, infinitamente me rodea, tengo recuerdos donde reía inocentemente
No me puedo mover, No me puedo mover, No me puedo mover, No me puedo mover, No me puedo mover, No me puedo mover
Desenredando el mundo…”