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La Cita. por Dashi Schwarzung

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Notas del fanfic:

Traducción de la genial, asombrosa y encantadora dwindling-flame de quien recomiendo todos y cada uno de sus fanfics (son AoKaga :v así que... yay!! )

Tuve el permiso de ella de traducir esta genial historia que me agradó con demasía.

Notas del capitulo:

Sí, ya sé que tengo fanfics por actualizar, sólo quiero decirles que las vacaciones me hicieron mal... no tuve mucho tiempo libre, pero bueno, no hay excusas.

Además de que entré a la convocatoria de un grupo AoKaga y me estoy volviendo loca con ese fanfic, porque tengo que terminarlo el siguiente fin de semana ;n; creo que moriré.

Como sea, sólo quiero aclarar que los fics "Hogar, Dulce Hogar" y "Propiedad de Aomine Daiki" los actualizaré tan rápido como termine mi pendiente.

Gracias por su comprensión.

Espero que les agrade ese fanfic, porque personalmente me encantó c: <3

…:::La cita:::…

..::::..

.::.

.

 

Kagami no estaba  seguro qué esperar al mismo tiempo en el que se dirigía hacia el hogar de Aomine.

Caminaba por las calles familiares, metió las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, preguntándose el por qué Aomine quería que fuera a su casa tan tarde. Era raro. El moreno no sólo lo llamó tan de repente, demandando que fuera a su casa, ya que usualmente, Aomine siempre era el que iba al departamento de Kagami sin anunciar. El chico peliazul había llamado aquella mañana, diciéndole a Kagami que se asegurara de estar libre para llegar a la residencia de éste a las 7:30– ¡Y bien vestido!

 

Tuvo el presentimiento de que, sólo tal vez, Aomine había ordenado comida de más y lo había llamado para comer con él. Tal vez el moreno quería llevarlo y salir aquella noche para tener un poco de diversión. Aunque…. Si Aomine no le hubiera dicho que vistiera bien, Kagami podría fácilmente asumir que…

a)      Quería follar. Ó..

b)      Jugar basquetbol.

 

Honestamente, incluso la a) era una buena opción.

 

Kagami suspiró, sacudiendo su cabeza. A todo esto… ¿Por qué estaba saliendo con Aomine?

En serio. ¿Qué era lo seductor en el chico de piel morena, mirada de ojos azules y de comportamiento tan malditamente que lo hacía sentirse tan atraído? Después de todo este tiempo, Kagami aún no podía contestar a esa pregunta.

 

Haciendo su camino hacia la agradable casa de dos pisos de los padres de Aomine, Kagami caminó hasta llegar al frente de la puerta principal, presionando el timbre para que su novio supiera que estaba afuera. Caminando un par de pasos hacia atrás, Kagami pudo escuchar unas pisadas dentro del lugar.

Unos cuantos segundos pasaron, y en lugar de ver la puerta abriéndose, notó que las luces de adentro estaban apagadas.

 

Parpadeando curiosamente, el pelirrojo se acercó a la ventana, tratando de ver a través de las cortinas. De repente, escuchó cómo quitaban el seguro de la puerta antes de abrirla, revelando la mirada nerviosa de Aomine.

—¡H-hey! Ya estás aquí.

—¿Qué te refieres con ‘ya’? Técnicamente vine tarde, son las 7….— Kagami sacó su celular— 7:35—

—Oh…— Aomine frotó la parte trasera de su cuello tímidamente.—Uhm…— Miró sobre su hombro hacia atrás, justo donde se hallaba la oscuridad en la casa.

¿Qué demonios estaba mirando? Está tremendamente oscuro allí adentro.

—¿Vas a invitarme a pasar o sólo quieres ver mi linda cara?—

Aomine lanzó hacia él una mirada que decía ‘¿En serio?’ antes de agitar su cabeza.

—Claro, pasa.—

Kagami se burló, musitando un suave ‘Con permiso’ al mismo tiempo que se quitaba los zapatos y la chaqueta después de haber entrado.

—¿Por qué está tan oscuro aquí adentro? No puedo ver nada. ¿Puedo encender la lu—

—¡¡No!!— Aomine cerró la puerta detrás del pelirrojo con un poco más de fuerza de la necesaria.

—De acuerdo, de acuerdo… rayos.— Kagami habló, cruzando los brazos a la altura de su pecho mientras caminaba hacia la pared.  De repente, no se sintió tan seguro.

 

Aomine caminó a un lado de él, parpadeando por la oscuridad.

—Espera aquí.—

—Sí señor. No pensaba moverme de este lugar. No es como si pudiera ver nada desde aquí, señor.—

—Ya basta con esa actitud, tú, idiota.—

—¿A quién le llamas idiota? Tú fuiste el único que me llamaste para que viniera, y ahora que estoy aquí actúas como si no quisieras verme.

—¡No es así!—

—Bueno, no veo razón para tu extraño comportamiento. ¡Demonios, no puedo ver nada! ¿Qué demonios hiciste? ¿Pusiste tablas de madera sobre las ventanas, o qué?—

—Ugh, a veces eres todo un bebé.—

 

Kagami quería responder a ese último comentario, y tal y como sus ojos se ajustaron a la oscuridad, podía vagamente ver cómo la silueta de Aomine se dirigía hacia él. Frunció el ceño, sabiendo que el moreno probablemente no podía ver su rostro. El otro chico se detuvo frente al pelirrojo, mirando directamente a sus ojos, Kagami lo miró de vuelta, esperando a que su novio hiciera el siguiente movimiento.

 

Nada…

 

—Ok. ¿Qué demonios haces ahora?—

—¿No confías en mí?—

—¿Ah?

Aomine caminó otro paso hacia el frente, presionando su pecho gentilmente contra el de Kagami. Alcanzando los brazos cruzados del pelirrojo, gentilmente los desenvolvió, atrapando sus dedos entre los suyos, uniéndolos en un toque tierno.

—¿Confías en mí?—

—S-sí… ¿Por qué no debería?—

 

Aomine sonrió. El de Seirin no podía ver del todo bien, pero sí podía sentir. El moreno se inclinó hacia adelante, juntando sus labios gentilmente; fue un beso tierno, en donde solo sus labios sin lengua se juntaron. Sus bocas se amoldaban perfectamente, al mismo tiempo en el que Kagami se encontró rozando el pecho de Aomine.

El de Tōō se apartó; Kagami gimoteó levemente, haciendo que una pequeña risa escapara de los labios de Aomine.

—No te asustes. ¿De acuerdo?—

—¿Asustarme? ¿Por qué debería? ¿Qu—

 

Tal como Kagami abría la boca, sintió cómo Aomine soltaba sus manos y alcanzaba su rostro, y prontamente empezó a poner una larga y sedosa tela sobre sus ojos.

—Cálmate, no voy a herirte.—

Instintivamente las manos del de Seirin se levantaron, tomando al moreno de las muñecas, causando al otro frenar sus acciones.

—Lo siento… es un reflejo.—

Deshaciendo su agarre del peliazul, Kagami dejó que el otro completara sus acciones de vendarle los ojos, lo cual honestamente no tenía sentido. ¿Para eso no estaban apagadas las luces?

 

Después de que Aomine asegurara la tela sobre los ojos de su novio, nuevamente tomó la mano de éste, guiándolo lento a través de la casa en penumbra.

Kagami no había memorizado por completo la casa, no podía saber a dónde lo estaba guiando el moreno, pero podría decir que Aomine lo estaba llevando hacia el comedor.

El de Tōō detuvo a Kagami, dejándolo un momento para tomar una silla y haciendo que el pelirrojo se sentara en ésta.

 

Caminó alrededor de Kagami, antes de que éste escuchara el sonido distintivo de la mecha de un cerillo encenderse. Aunque no podía ver nada, había un pequeño brillo que podía ver en la esquina de la tela que rodeaba sus ojos.

—Lo siento… el tiempo voló tan rápido que no pude encender las velas antes.—

—¿Cuál es el punto de encender las velas si no puedo verlas?—

—Bueno…— Aomine apagó los cerillos, poniéndolos sobre la pequeña caja y situándolos sobre la mesa —No tengo intenciones de que las veas.—

 

El moreno caminó lejos y Kagami sólo pudo escuchar sus pisadas moverse dentro de la cocina llegando hasta el refrigerador.  Escuchó cómo el vidrio de una botella golpeó con los vasos que Aomine llevaba en las manos.

También escuchó cómo aquellos artículos eran puestos sobre la mesa, y sintió cómo el moreno caminaba detrás de él.

Aomine se inclinó sobre él, colocando un dulce beso sobre sus labios.

 

—¿Qué rayos haces?— El pelirrojo preguntó, tan rápido como Aomine quitó los labios de los suyos.

—Sólo quise intentar algo nuevo.—

—Explícate.—

Aomine rió.

—Quiero jugar un pequeño juego.—

—Hum… ¿Un juego en el que tengo que estar vendado?—

—Así es.—

Aomine se alejó un poco de él, poniendo el contenido de la misteriosa botella dentro del vaso.

—Decidí que podría tratar de cocinar para ti.—

Kagami podía escuchar la vergüenza en aquella voz, y no tuvo el corazón para burlarse del moreno. El pensamiento de Aomine intentando cocinar para él hizo que su corazón golpeteara fuerte.

—Preparé muestras de varios platillos. Tanto occidentales como japoneses. Me gustaría que intentaras comerlos, uno a uno y adivinar qué platillos son.—

 

Kagami enarcó una ceja, sintiéndose de repente cómodo sobre la silla.

—Hmmm. ¿Cuál es el truco?—

El de Tōō rió, inclinándose sobre el pelirrojo.

Kagami sintió cuán cerca estaba el moreno, incluso pudo escuchar su respiración estable; levantando el rostro, giró al sitio donde provenía la voz de su novio.

—No eres un idiota después de todo.—

—No me provoques.—

—Por cada platillo que atines, ganarás un beso especial de mí.—

—¿Ganar? ¿Por qué crees que tus besos son especiales?—

—Me gusta pensar que soy un buen besador.—

Kagami rió.

—Eres muy lindo a veces.— Comentó, para luego sentir cómo los dedos de Aomine acariciaban su mejilla. El toque tierno lo hizo estremecerse.

—Tú eres el único lindo, Bakagami.—

 

Kagami sonrió y frunció sus labios en dirección a Aomine, quien entendió el gesto, se inclinó y dejó otro beso tierno sobre los labios ajenos.

—De acuerdo, Ahomine. ¿Qué pasa si no atino correctamente?—

—Ah, esa es la parte divertida. Tendré que quitar una prenda de tu cuerpo.—

—¿Eh?— Frunció el ceño, sus cejas rozaron con la tela que tenía sobre los ojos —Así que… ¿obtengo un beso o me desnudas? ¿Y cómo gano?—

Una pequeña y sensual risa escapó de los labios de Aomine, causándole al otro un escalofrío recorrerle la espina.

—Créeme, Kagami…. No hay modo para ti de perder.—

 

Kagami respiró hondo, él sabía exactamente lo que Aomine estaba ocultando.

—De acuerdo. ¿Podemos empezar?— El moreno preguntó, y el más bajo de altura pudo escuchar el extraño tono en el que el peliazul había hablado. Kagami asintió, al saber que en realidad ya era tiempo de comenzar.

 

Aomine miró desde arriba al pelirrojo, notando cómo éste esperaba pacientemente. Sonriendo maliciosamente, no pudo resistir ser un poco maldito… Alcanzando el plato con la primer ‘muestra’, jaló una silla para sentarse cerca de Kagami, tomando una pieza pequeña de rábano picante hacia la boca de Kagami.

 

—Abre la boca…— Miró cómo los labios de su novio se abrían, y tuvo que morder su labio al intentar ahogar su risa.

Kagami tomó entre su boca lo que el otro le estaba ofreciendo

El de Tōō miró con anticipación cómo el rostro del de Seirin cambiaba a uno de confusión y miró cómo escupía el bocado.

—¿¿¡¡¡¡Qué carajos!!!!??? ¿¿¡¡Me diste a comer un rábano picante!!??—

 

Las defensas de Aomine desaparecieron, miró con diversión al pelirrojo que trataba de respirar intenso con la boca.

—L-lo siento… tenía qué…—

—¡¡¡¡Maldito bastardo, te mataré!!!!—

Sonrió antes de acercar su rostro al del pelirrojo, plantando un firme beso contra la boca de Kagami; pudo probar el sabor del rábano picante tal y como su lengua se sumergía dentro de la boca del chico de Seirin.

Podía escuchar al pelirrojo aun tratando de gritar obscenidades contra el beso, y Aomine tuvo que tragar cada uno de esos insultos.

Esperando a que el más bajo de altura se calmara, Aomine se alejó, acariciando la mejilla contraria.

 

—No lo haré de nuevo, lo prometo.—

—¡Confié en ti, idiota!— Kagami gritó, sus mejillas estaban rojas; Aomine estaba seguro de que Kagami no tenía idea de lo lindo que se veía de esa forma, pues sus mejillas eran iluminadas por la luz naranja que despedía la vela.

 

—Sigamos..— Aomine giró hacia la mesa, tomando un ‘York Peppermint Pattie’ (una especie de malvavisco de menta cubierto con chocolate). —Empezaré con el postre.— Tomó el dulce y lo situó sobre los labios de Kagami, y miró cómo la lengua de su novio probaba el objeto, cerciorándose de que era un alimento adecuado para comer.

Lo que sea que haya probado, debió haber sido suficiente para calmar sus nervios, así que el pelirrojo mordió el alimento.

 

Masticó lentamente, con su ceño frunciéndose al instante.

—Tiene un sabor familiar…. Puedo probar… chocolate… y… ¿es menta?—

Aomine situó el codo en la mesa y su cabeza en la palma de su mano.

—Sí. ¿Pero qué es? No puedes ganar mis besos diciéndome solo los sabores.—

—Umm…— Kagami llevó una mano hacia su barbilla mientras bajaba la cabeza —es occidental. ¿Cierto?—

—Mmmm…—Aomine mordió un pedazo del dulce mientras Kagami trataba de adivinar.

—Oh, creo que mi papá me mandó uno de esos alguna vez. ¿Es un ‘Peppermint Pattie’?—

—Correcto.—

 

Antes de que Kagami pudiera celebrar, los labios de Aomine tomaron los suyos una vez más. Esta vez, el de Seirin pudo probar el dulce sobre los labios del moreno.

Le tomó unos segundos notar que Aomine lo estaba alimentando con otro pedazo de chocolate que tenía entre la boca.

El chocolate, la menta y Aomine se derretían en un delicioso sabor causando que Kagami tuviera que succionar la lengua del moreno dentro de su boca.

El pelirrojo situó sus brazos alrededor del cuello de su novio, acercándolo más a él; Aomine sonrió en el beso, alejándose justo cuando la última pieza de chocolate y menta se disolvieron entre sus bocas.

Tragando la deliciosa combinación de dulce y ‘Kagami’, el moreno lamió sus labios, dejando a un Taiga enrojecido y un poco… caliente.

 

—Hay que seguir…— Aomine alcanzó el siguiente platillo, tomando una pequeña pieza de pollo a la barbacoa entre los palillos chinos, poniéndolo cerca de los labios de su novio. El pelirrojo ansiosamente aceptó, basándose solo en el olor.

—Barbacoa.—

Aomine miró con diversión cómo el de Seirin envolvía sus labios alrededor de los palillos succionando el pollo dentro de su boca.

—Creo que necesitaré más información que eso.—

Kagami masticó felizmente la comida, dejando salir de su boca un pequeño ‘hmm’ mientras trataba de adivinar qué tipo de carne podría ser

—¿Acaso es… ‘jingisukan’? (barbacoa japonesa a base de carne de cordero)

—No, es pollo a la barbacoa. Parece que necesito aprender a cocinar mejor.—

—Rayos… estuve cerca.—

—Tú lo has dicho..— Aomine se levantó de su asiento, dirigiendo sus manos hacia el pecho de Kagami. —El chaleco… fuera.—

 

El pelirrojo suspiró, al momento en el que alcanzaba los botones de su chaleco, y pronto fue removida esa pieza de ropa tirándola sobre el piso, rápido regresó el rostro justo hacia la dirección en la que creyó que Aomine se situaba.

—De acuerdo, sigamos.—

—Estás ansioso. ¿Cierto?—

—¿Por qué no debería estarlo? Mi novio cocinó para mí, y en realidad es algo delicioso que no me está matando.— Kagami ignoró la pequeña rabieta de Aomine. —Me está alimentando, besando y desnudándome… estoy excitado por ver cómo cambian las cosas.—

—Siempre abierto a los retos. ¿Verdad?—

—¿Acaso no es eso lo que amas de mí?—

—Claro que lo es.— El moreno desvió la vista del otro chico, el juego apenas empezaba.

 

Tal como la noche lentamente pasaba, Aomine alimentaba a Kagami con una pieza de todo lo que había preparado para la noche. El de Tōō no estaba seguro si debería sentirse feliz o decepcionado al saber que el pelirrojo había atinado a la mayoría de los platillos. Aunque también estaba el pensamiento de que cocinaba bien, ya que Kagami podía identificar la comida fácilmente.

De cualquier manera, cuantas más veces Kagami acertaba, menos piel bronceada podía ver.

Desde que empezaron a jugar, Aomine sólo se había deshecho del chaleco, la camiseta, el pantalón y los calcetines.

Ok, de acuerdo, Kagami estaba prácticamente desnudo… pero él no estaba completamente desnudo.

Aomine quería verlo todo. ¡Demonios! Él sabía que había tenido que quitar la ropa interior antes que los malditos calcetines.

 

—De acuerdo, Bakagami. El último.—

—Oh. Espera… antes de que comencemos… vamos a hacer las cosas más interesantes.—

—¿Ah sí? ¿Cómo?—

Kagami sonrió, presionando su mejilla contra su mano al momento en el que su codo descansaba sobre su rodilla.

—Si adivino éste último platillo, tú te vendarás los ojos y yo tendré acceso total a ti.—

—¡¡¿Qué?!! ¡P-pero… éste último es muy fácil!—

—¿Eso importa?— Kagami se inclinó hacia donde estaba Aomine, alcanzó su mano, sintió la silla en donde estaba sentado el moreno antes de posar su mano sobre su rodilla. —No importa lo que pase, ninguno de los dos perderá.—

 

Aomine dejó caer su vista del rostro del pelirrojo hacia la mano que lentamente se deslizaba hacia arriba de su pierna, alcanzó la mano de piel bronceada y entrelazó sus dedos, levantando aquella mano hasta rozar sus labios.

—Hecho.—

Kagami sonrió, sus dientes blancos como perlas brillando bajo la luz tenue de las velas.

Aomine suspiró, alcanzando el plato sobre la mesa, tomando entre sus dedos el último artículo.

Sabía totalmente que Kagami iba a adivinar con facilidad, no había oportunidad de que se equivocara. Lamiendo sus labios, llevó la comida hacia la boca ansiosa del pelirrojo.

 

El de Seirin mordió el alimento, Aomine sonrió, metiendo el resto de la comida dentro de la boca de su novio. Kagami tragó el bocado, sintiendo la dulce fruta cruzar por su garganta.

—¿Fresa?— en verdad ese último era fácil.

 

El moreno dejó escapar una pequeña risa antes de atacar de nuevo los labios de Kagami, saboreando el dulce de la fruta y de su novio juntos, en alguna parte del desastre del beso y las lenguas, Kagami se quitó la tela que cubría sus ojos, dejándolo descansar sobre su cuello antes de romper el beso.

Quitándose dicha tela de sus hombros se la pasó a Aomine.

El moreno miró el artículo que había recibido.

—¿Tengo que vendarme a mí mismo?—

—Y hazlo apropiadamente, porque lo revisaré.—

Sonrió disimuladamente al mismo momento en el que cubría sus ojos con aquella tela.

—Ah… estás enfermo, Bakagami.—

 

Kagami permaneció parado, mirando detrás del moreno todas las cosas situadas sobre la mesa.

Un largo plato se encontraba en el centro de la mesa, donde las migas de la comida yacían; el vaso a medio llenar de vino se encontraba junto a dicho plato, con la botella situándose no tan lejos de donde Kagami se encontraba parado.

Había tres velas de tamaños distintos sobre la mesa danzando con movimientos lentos.

Aquello era tan simple pero tan hermoso.

 

Regresando su atención hacia el ahora chico vendado, Kagami no pudo hacer más que pensar en hacer tantas cosas sucias con él.

Caminando más cerca de la mesa, Kagami tomó la botella de vino, luego la vela y las atrajo hasta que esos artículos quedaron muy cerca de ellos.

 

—Oi. ¿Qué haces?—

Se escuchó la pregunta, pero Kagami permaneció en silencio. Al menos se movió hasta estar frente a Aomine, presionando su palma en la mejilla morena.

—Te amo…—

El cuerpo de Aomine se tensó.

—¿Huh?—

—Te amo.— El pelirrojo repitió, en verdad que quería encender las luces. Sabía que Aomine se había sonrojado, pero las luces de las velas no eran suficientes para mostrar aquel sonrojo en la piel morena.

—También te amo, idiota.—

Kagami sonrió ante las palabras recientemente escuchadas.

—Te voy a hacer sentir bien esta noche…—

—Tonto, se supone que esa es mi línea.—

 

Kagami lo tomó de los hombros, empujándolo más cerca de la mesa.

—Sabes… Déjame agradecerte por esta cita tan romántica.—

Antes de que Aomine pudiera protestar, el pelirrojo lo besó, apasionadamente, parecía que el moreno no era el único que sabía cómo besar de esa forma.

Sabía que Kagami era un asombroso besador, pero había algo más fuerte en aquel beso; era apasionado, poderoso, lleno de amor que Aomine sintió que sus rodillas se convertían en gelatina.

 

Kagami sonrió en el beso, batallando con la lengua contraria por dominancia; sabiendo que no había forma fácil de tomar el control del beso, posó una rodilla entre las piernas de Aomine y rozó con ésta la protuberancia que se estaba formando en los pantalones contrarios.

 

Aomine gimió, permitiendo que la lengua de su novio explorara libremente su boca, luego envolvió sus brazos alrededor del cuello de Kagami, permitiéndole explorar todo en él, al menos por el momento.

Tenía claro que no pasaría mucho tiempo antes de que el pelirrojo se retorciera de placer debajo de él. Pero no era tan mala idea dejarlo tener su momento de diversión.

 

Kagami se empujó hacia adelante, causando que el moreno agarrara el borde de la mesa para buscar soporte. El pelirrojo tomó firmes las muñecas de Aomine, levantándolas solo un poco y posicionándolas justo encima de la mesa, sintiendo cómo la pierna del moreno se enredaba entre la suya, acercándolo para sentir sus caderas juntas.

 

Rompiendo el beso, el pelirrojo levantó a Aomine de la silla y comenzó a despojarlo de su camiseta, antes de chocar nuevamente contra su pecho, haciendo que éste se recostara ligeramente sobre la mesa.

El de Seirin relamió sus labios, vislumbrando cómo los músculos de Aomine se movían con cada respiración que tomaba.

—Sabes, Aomine…—

—¿Qué?—

 

Kagami se estiró lo suficiente para alcanzar la botella de vino que descansaba sobre la mesa. Sin advertencia, vertió el líquido frío en el cuello de Aomine,  notando cómo dicho líquido caía desde la yugular del moreno y hasta su vientre, donde algunas gotas se detuvieron en el ombligo.

Aomine se recostó sobre la mesa, dejando que el líquido escurriera por sus costados, en especial a ambos lados de su estómago.

El de Seirin bajó de su posición, trazando con su lengua el camino de fluidos creados por el vino; lamió desde la cadera de piel morena hasta su ombligo antes de ascender y llegar hasta el pecho.

Aomine suspiró al sentir cómo la calidez de la lengua de su novio se mezclaba con el frío vino.

Kagami mordisqueó el cuello de Aomine antes de llegar hasta su oído.

—Aún estoy hambriento…—

 

Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir cómo el pelirrojo atacaba el lóbulo de su oído, mientras trepaba por la mesa, poniéndose a horcajadas sobre él.

Trató, con sus manos morenas alcanzar la tela que cubría sus ojos, para moverla hacia arriba y poder ver al pelirrojo, por fin moviéndola solo un poco.

Kagami se irguió, sentándose sobre el regazo de Aomine, permitiendo que ambas erecciones rozaran juntas en un acto delicioso.

El moreno mordió su labio antes de posar su vista hacia el rostro de Kagami, la mirada del pelirrojo lo hizo perder el aliento, sintiendo cómo su corazón palpitaba fuerte dentro de su pecho.

 

Los ojos de Kagami se posaron sobre Aomine, con una mirada hambrienta, como si el moreno fuera nada más que comida.

Sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos inundados de lujuria.

El de Seirin nuevamente se recostó sobre el pecho ajeno, paseando sus manos sobre el pecho desnudo de piel morena, relamiendo sus labios con una pequeña sonrisa depredadora grabada en sus rasgos perfectos.

—Y tú eres mi comida favorita…—

 

El de Tōō se quitó el pedazo de tela que yacía aún en su rostro para aventarlo lejos.

Demonios…. Él no debería de haber visto. Aquella mirada extraña que Kagami le estaba regalando, le dio a entender en todos los sentidos que sin duda alguna Aomine no iba a ser el activo por esa noche.

Notas finales:

Qué? querían lemmon? yo también :'v no, en serio, yo quería lemmon, pero aún así me gustó bastante este escrito, por eso quise compartirlo con ustedes.

Espero que les haya gustado tanto como a mí <3


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