Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Curry por AleXx

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Binan Koukou Chikyuu Bouei-bu Love! no es mío. 

El aroma del curry le enfermaba.

Muchos japoneses adoraban el curry, sabía que a la mayoría les remontaba a aquellos buenos tiempos en familia (o con amigos) en donde una mancha oscura en la ropa era un motivo más para mantener viva la conversación y no para generar discusiones tan tontas como innecesarias.

A Kinshiro le daban arcadas.

Se tenía que cubrir la nariz y la boca con la mano para no mostrarse vulnerable u ofender a alguien con su impropia e incontrolable manera de expresar asco. Nunca le había gustado el sabor ni la presentación. Lo supo desde el primer momento en que lo probó, el gusto le sabía igual de mal que la derrota y la mediocridad. Era la única cosa que no podía comer sin soltar una lista de quejas y explicaciones de por qué no se debía comer. Era el único alimento que no podía disfrutar con su mejor amigo.

Desde hace tiempo atrás se había dado cuenta de que el aroma y la imagen del curry se habían quedado clavados en su mente como una espina en la piel. Cuando cerraba los ojos casi podía jurar que sus párpados tenían tatuado el indigno alimento.

Ya habían pasado más de seis días desde que el festival cultural había terminado y él aún no podía llevarse nada a la boca sin sentir náuseas. El estómago le ardía y se sentía cansado, pero dolores tan tenues como aquellos nunca serían excusa para ignorar sus obligaciones. Como presidente del Concejo Estudiantil debía mostrarse fuerte y seguro, aún cuando una parte de él estuviera a punto de derrumbarse.

Ni siquiera dudó a la hora de, en un intento de racionalizar el intermitente olor a curry, dirigirse hacia los miembros del Club de defensa de la Tierra. Tocó con los nudillos y por primera vez en día deseó haberse quedado con el té que Akoya le ofreció antes.

Sentía la garganta seca.

Esperó a que las voces se apagaran y se mantuvo tenso ante la aparición de Atsushi. ¿Quién otro le abriría? Por lo menos era una persona razonable, por muy olvidadiza que fuera; le daban ganas de gritarle, darse la vuelta y marcharse. Pero se mantuvo mirándolo fijamente hasta que el de lentes se incomodó.

— ¿Sucede algo?

— Deben mantener limpio su club. Hay un olor desagradable y proviene de aquí.

— ¿Qué pasa? —Yumoto se asomó, entusiasmado por encontrarse con un estudiante que no dudase de la vida de su difunto profesor. Deshacerse del Consejo Estudiantil era igual de fácil que repartir amor.

— Es una obligación que mantengan el sitio limpio. No pue-

Kinshiro se tambaleó, y aturdido, se llevó la mano a la cabeza; su vista se había emborronado al mismo tiempo que el cuerpo parecía habérsele cubierto de un peso extra de manera tan uniforme que el piso a sus pies se movió.

— ¿Presidente? —Yumoto observó con curiosidad y luego con preocupación. Reconocía esos síntomas allá a donde fuera. Aún cuando sólo se hubiera resfriado una vez en la vida, sabía cuando alguien sentía debilidad con tan sólo observarlos. La fiebre era un poco más fácil de descubrir. Las mejillas de los enfermos se pintaban de un rojo poco natural. Éste no era el caso de su senpai, pero estaba claro para él que había enfermado.— ¿Se siente bien?

— Yo... —Antes de que pudiera sincerarse su mirada chocó con la de Atsushi. Desvió la cabeza y asintió con suavidad, esta vez mirando sólo al rubio.— Me encuentro bien. Uno de los miembros del Concejo Estudiantil vendrá a inspeccionar que todo esté en orden. Con permiso.

Tras aquello, dio la media vuelta y trató de retirarse lo más pronto de allí.

— Kin-chan... —murmuró. Observaba cómo su amigo se marchaba lentamente. Dejando atrás únicamente la imagen de su espalda.

— ¿Senpai?

— No es nada, es sólo que... Parecía muy cansado.

— ¡Eso es porque debe estar enfermo, ¿verdad?! —Dirigió la vista a los demás.

— ¿Por qué me lo preguntas a mí? —En trató de reprimir un bostezo. La pregunta le parecía más una afirmación que otra cosa, pero no lo mencionó. Explicarle cosas a los demás requería de energía que no planeaba malgastar. Io apenas levantó la cabeza de su computadora portátil para fingir interés.

— Debe tener mucho trabajo. —Comprendía que los miembros del Concejo Estudiantil tuvieran dificultades para mantenerse despiertos todo el tiempo. Con tantas responsabilidad y tan pocas personas a las cuales delegárselas debían de tener una vida muy ocupada. Él también la tendría si hubiera aceptado su oferta. O quizás no.

Lo único que sabía es que si uno de ellos dejaba sus pasatiempos y deberes de lado era porque sucedía algo malo. Él tendría algo malo si no estuviese invirtiendo ahora mismo su tiempo en negociar. 

— Aún así, es impresionante. —Interrumpió Yumoto.— Que se preocupe tanto por nosotros. 

— ¡Esa una muestra incuestionable de amor! —Exclamó Wombat, alzando su pata rosa al cielo. A sus ojos cualquier acto noble le parecía producto del amor.— ¡Debemos ayudarle con su trabajo! ¡La admiración entre estudiantes de cursos inferiores hacia sus superiores es un tipo de amor en peligro! 

Atsushi cerró la puerta detrás de sí y regresó a la mesa con una sonrisa triste. Ya se había sentido así antes. 

— Creo que no deberíamos molestarlo. —Repuso.— Podríamos causarle más problemas...

— Por mí bien, este lugar está limpio y no tengo tiempo que perder. Tengo una cita hoy —aseguró Ryuu, tecleando su celular con rapidez y luego mostrando una foto de una chica que ninguno de los presentes había visto antes.— Además, Kinugawa-senpai y Yufuin-senpai no tienen por qué mostrar ese "amor admirable", son del mismo curso que el presidente. 

 

 ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

 

Kinshiro se tambaleó por el pasillo en el mismo instante en que sintió una presencia detrás suyo, su primer instinto fue creer que se trataba de Arima o Akoya, pero no era ninguno de ellos. Se trataba de la persona que menos quería ver.

Atsushi le miraba con preocupación. Cómo odiaba verle esa expresión en la cara.

— Kin...

— ¿Qué es lo que quieres? 

— Es sólo que... —Bajó la mirada un momento, como dándose fuerzas para hablar.— ¡Quiero ayudarte! Parece como si te sintieras muy mal. Sé que no hablamos desde hace tiempo, pero estoy preocupado.

— No necesito tu ayuda. —El presidente dio un paso hacia delante para luego sentir cómo su peso lo aproximaba un poco más al suelo y la consciencia le abandonaba. No quería caer, pero los sentidos se le comenzaron a embotar mucho antes de que pudiese detener el movimiento de sus piernas.

Cayó sobre el frío piso del pasillo y el golpe fue suficiente como para otorgarle un momento de fuerza en el que se levantó con dificultad.

— ¡Kin-chan!

— Vete. Estoy bien... —Farfulló entre jadeos. Se apoyó en una pared y frunció el ceño. ¿Por qué él? ¿Por qué no otro? Sus piernas volvieron a perder estabilidad y apretó los ojos con fuerza. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no decirle como antaño. Sus labios se morían por pronunciar el nombre del otro, acortado, unido al sufijo que indicaba cariño y cercanía.— Puedo llegar solo a la enfermería... ¡Vete! ¿No tienes algo que limpiar?

— Pero...

Estaba siendo incongruente, deseaba que se quedara, que le dijera que era un tonto por ahogarse en penas del pasado. Pero eso no pasaría. El pasado había quedado atrás para todos, menos para él. Y conocía a Atsushi lo suficientemente bien como para decir que se marcharía.

— Yo no quiero que... —protestó. 

Yo no quiero que te vayas.

Las fuerzas le abandonaron y volvió a caer.

El cuerpo de Kinshiro yacía en el pasillo, hecho un ovillo, parecía más pequeño y vulnerable de esa manera. Allí tendido, no podía renir a nadie, ni siquiera a Atsushi. Sin pensárselo más de dos veces, el de lentes lo jaló hacia arriba y dejó caer el cuerpo inconsciente del otro sobre el suyo en un intento de llevarlo él mismo a la enfermería.

Pretendía transformarse, sólo por un momento, para hacer la labor mucho más fácil, pero el peso de Kin-chan le sorprendió o, más bien, la ausencia de éste. Parecía más liviano que él. Ahora sabía por qué En se había enojado tanto con él cuando lo había terminado cargando y protegiendo de uno de los monstruos de turno que se les aparecían.

Ahora comprendía lo que había sentido en esa ocasión: preocupación, miedo, enojo. La ligereza nunca había sido un sinónimo de fuerza, pareciera que estaba sosteniendo a una persona que podría romperse de un momento a otro si la dejaban sola. 

Ambos podrían romperse con esa facilidad.

A tropezones llegó a la enfermería y recostó a su amigo. Lo cubrió con una manta y fue a buscar a alguien para que lo atendiera y cuidara mientras él tomaba el resto de sus clases.

Era lo único que podía hacer para ayudarlo sin hacerlo enfadar.

Le echó una mirada triste antes de marcharse.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).