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Reservoir por sleeping god

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Notas del capitulo:

Uan disculpa enorme. Ya habia anunciado un hiato y lo tomé sin terminar los proyectos pero ya tengo un gran adelanto asi que conpensaré transicribiendolos pronto.

Sin más, espero les guste.

Los paquetes deben de llegar entre 7 y 15 días hábiles. En caso de algún error o maltrato en la mercancía favor de comunicarse al 01 300 1548 2360.

¿Cuál número se supone marque en caso de esto?

-Puedo explicarlo, Tom.

-¿Puedes Shizuo?

-No, no puedo.

Por esa conversación deberé empezar con la segunda valencia de la palabra joder.

Fue hace 20 segundos que tocaron a mi puerta, la abrí, recibí una caja grande donde vendría la nueva mesa de centro en cedro negro y una caja más pequeña con una silla del mismo material; firmé de recibido y decidí ponerme a armar la primera, la grande, para encontrar a Shizuo con Izaya en una posición por demás incómoda para terceros: a Izaya con la piernas abiertas en su cintura, con el pecho en el suelo de la caja y a Shizuo con la manos bajo la camisa negra de ese.

Definitivamente esto no tiene explicación diferente a la lógica.

-¿Alguno de ustedes quiere explicarla?

-No puedo. La pulga puede hacerlo.

-No quiero, Shizu-chan.

-¡IZAYA-KUN!

 

Volvamos un poco a lo que vi y que nadie más notó aquel día, creo que ni Izaya o Shizuo. Pero temo que si alguno se enterara me metería en un gran lio.

Su servidor Kida a las órdenes, esta vez con algo que decir.

Ese día volvía a casa, tomaría el tren de las 11 de noche. Mi novia me esperaba así que apure el paso y sobre el puente peatonal (si, sobre la reja que lo cubre) estaba un bulto y si no hubiera sido por la mata rubia de cabello me habría acercado a ayudar. Me quedé quieto cuando pasó el tren porque bajo el sonido de este que se alejaba pude distinguir un gemido. Creí que sería un perro. Pero no fue así, era un llanto y venía de Shizuo.

Fue incómodo.

Si lo confrontaba aunque sea para confortarlo seguro me mandaría a volar (literalmente) y si no hacía nada me sentiría mal. Así que no me moví, solo bajé la cara con vergüenza a ese leve sonido dolido y tenue, culpable. Cuando alcé el rostro para tomar la primera opción vi a Izaya con un cuchillo en alto. Ya no lloraba el otro, parecía dormido. De un momento a otro pareció decido a clavárselo pero entonces se levantó y lo cobijo con su chaqueta, dándole una pequeña patada en la cabeza rubia que no logró despertarlo.

Eso es lo que vi: a una pareja que se acababa de pelear. Lo demás lo sabe mi linda novia.

 

A diferente de Kida-kun yo no tuve la intención de estar acosando a esos dos.

-Oye.

Fue una coincidencia. Cuando volvimos a Ikebukuro decidí salir por las tardes mientras Kida-kun acosaba a esos dos.

-¡No hacia eso!

Un lunes, mientras volvía de realizar las comprar para la cena, un par de sujetos pasaron corriendo a mi costado, el más alto huía del otro, entrando a una oficina postal a punto de cerrar, aunque seguí caminando vi como se caían dentro de una caja, gritando, pataleando y arrojando fuera las bolitas blancas de hule-espuma fuera. De un momento a otro se callaron. No le di importancia y continúe.

-Por eso no sabemos qué pasó para que se calmaran.

-Así es, solo una cuadra más adelante salió un camión repartidor de mensajería.

 

Joder, ya volvieron. Repito, no estaba triste, solo cansado. Bueno, ya he despertado y a juzgar por el tren que me ha atropellado deben ser las 8 a.m.

-¿Qué es esto?—creo que es la chaqueta de la pulga, debió olvidarla. Esta rota así que aquí la dejaré.

Vuelvo a casa a darme una ducha y cambiarme, esperando que el día de hoy no me joda más esa pulga. Ah, daría todo por un día de paz, solo uno.

Después de pedir algo de sushi y comer…

-¿Por qué no me dejas mencionar nuestra platica, Shizuo?

-¡a callar, Simón! ¡No fue nada importante!

-Pero mencionaste a Izaya…

-¡Largo!

Listo. Será mejor ir con Tom a cobrar lo que deben esos chicos de los videojuegos.

-Debo hacer una llamada, Shizuo—me dice apenas lo encuentro.

-Está bien—nos sentamos en unas bancas y prendo un cigarrillo.

-Es por la entrega de unos paquetes que aún no me han llegado. Si, ya tiene una semana. Le confirmo la dirección…

Espero que no tengamos que ir a cobrar eso también.

Me alejo un poco cuando un olor nauseabundo me llega.

Demonios.

Hoy no es ese día de paz sino otro de solo joder.

Tiro el tabaco que apenas iba por la mitad para empezar a correr en dirección contraria de Izaya y escucharle riendo.

Un solo maldito día, solo uno, le daría lo que fuera por ello.

Entro corriendo a un almacén abierto y por mirar detrás caigo dentro de una caja llena de hule-espuma y después la pulga encima.

-¡Maldito, ya deja en paz!

-No, Shizu-chan—acusa mientras corta el moño de mi cuello, le empujo pero por el espacio reducido no puedo quitarlo y por estar apretados no puedo salir sino que me meto con mayor insistencia. Sin embargo le sujeto su mano con el arma antes de cortar mi rostro y noto que solo viene en playera negra.

-No traes tu chaqueta.

-No ¿Y?

-Yo la encontré, la aplastó el tren.

-¡¿Te la dejó y la tiras a las vías del tren!

-¿Me la dejaste?

No esperaba esa reacción en la pulga, siempre intimidante y ahora dudando.

-Sí, si te resfriabas cómo podría seguirte jodiendo.

Paz, solo deseaba eso. Y él solo quiere estar jodiendo.

Suspiro y simplemente le doy las gracias.

Tira el cuchillo e intenta salir de inmediato atorándose entre mis piernas.

-¡Déjame salir, maldito monstruo!

-¡Deja de moverte!

Y así es como terminamos en esa incómoda posición.

¿Cómo llegaron mis manos ahí? Bueno… pues…

Por lo incomodo nos quedamos callados incluso cuando un sujeto con enormes audífonos vino a cerrar la caja y mientras la llevaban al camión y en el camino pues, ya saben, los autos se mueven, los cuerpos también y se frotan e Izaya no estaba acomodado en un lugar muy favorable, por eso amablemente le dije:

-¡¿Puedes dejar de restregar tu trasero contra mí!

-¡No lo hago apropósito!

-¡Entonces para con esos suspiros!

-¡Golpeándome el pecho contra el suelo, claro que voy a suspirar y… auh, gemir!

No vino bien esa palabra. Un tope. Otro arrimón y estoy seguro voy a ponerme duro.

-¿Qué pasa, Shizu-chan? ¿Te excito?

Joder.

-Claro que no, marica de mierda.

-¿Marica? Si tu… ¡Ah, Shizu-chan, la navaja!

No planee que se me parará, además la elección de palabras fue mala.

-¡No es mi culpa! ¡Es una reacción fisiológica!—me justifico mientras se restriega más, apretando mi miembro y luego dejando un espacio libre como para acomodarse mejor entre sus nalgas. Maldición, la sangre ya está fluyendo a mi rostro y hacia abajo.

-¡No, estúpido! ¡Mi navaja!

-¡Ves como también andas…!

-¡ESCUCHAME BIEN, BESTIA! ¡MI NAVAJA, LA NAVAJA ESTÁ DENTRO DE MI CAMISA!

Doy y daré las gracias porque no vio mi rostro. Ustedes tampoco me vean, cualquiera se puede confundir.

-Sácala, esta fría.

-Bien, pero no te muevas.

-Shizu-chan.

-¿Qué?

-Estás duro.

-¡Ya lo sé! ¡Cállate!

Meto las manos para buscarla por su vientre mientras  me percato (vagamente… ¡intente pensar mientras se encuentren en una situación similar!) como mueven la caja.

-Shizu-chan—dijo en voz baja.

-¿Qué?

-Deja de frotarte.

No voy a explicar algo que no estoy haciendo.

Aquí está. Paso mis dedos desde el arma hasta uno de sus pezones. Se retuerce hacia atrás y automáticamente me empujo como si pudiera meterme en él.

-izaya-kun—le digo agachándome para informarle, no pedirle permiso, que voy a retirarle el cinturón.

Entonces entra luz y ahí es cuando Tom descubrió antes que yo mismo el nuevo significado de joder, o al menos el que le daría la pulga.

Respecto a su pregunta: no, no puedo explicarlo porque puedo ver incluso en sus rostros que estuvieron presentes que no pueden creerlo, que mi intención no era realmente.... al final quizá pero… no. Como sea, váyanse al demonio.

 

Ya que es incómodo estar así debo hacer algo.

-¿Podrías romper la caja? Me estoy clavando el cuchillo—ups, creo que Shizuo acaba de sonrojarse, jaja.

-Claro—menciona Tom sin quitar la vista del monstruo.

-El fin, tengo que irme. Nos vemos Shi-zu-chan.

-¡No me llames de esa manera!

Que Shizuo intente explicarlo aunque con eso entre los pantalones será difícil.

 

Acabo de llegar a mi departamento y otra vez siento ese cosquilleo en el vientre. Anoche pasó lo mismo cuando iba a acuchillar a Shizuo, le miré completamente como un tigre dormido, era bastante imponente y me percaté de que su cierre estaba abajo, dejando ver unos bóxer grises. Sentí un cosquilleo molesto y ansioso. Lo tapé para no ver más eso, me revolví lleno de ansias y lo pateé para tratar de quitar esa sensación. Fue muy tarde, en esa conversación en el chat, en la que me di cuenta que mi acción se pudo mal interpretar. Pero volvamos a mi departamento y la excitación de mi cuerpo.

Dando hacía atrás, en ambos sentidos, tuve a Shizu-chan y parecía muy molesto, además pronto acabaré matándolo o haciendo que se suicide con este juego.

Quiero seguir jodiéndolo y parece que piensan lo mismo que yo.

 

Segunda valencia de la palabra joder.

 

Sé que dije que quería que ambos se comportaran como adultos y tuvieran una cita pero no esperaba que esto terminará así, más correctamente: aquí.

-Los dejaré solos.

Vengan, déjenlos en paz, parece que tendré que cambiar las sabanas. No es que exageré, uno saca conclusiones lógicas cuando se encuentra a su propio hermano con los pantalones en los tobillos, la camisa abierta y con otra persona entre las piernas.

Pueden quedarse si quieren pero no quiero interrumpir la felicidad de mi hermano.

 

Les daré una explicación después, por ahora.

-Chupa—le ordeno.

-¿Seguro?

-Sí—no aguanto más.

-Tú lo decidiste—por fin lo veo metérselo en la boca y succionar. Se me relajan los hombros y puedo suspirar a su saliva mojándome.

Es como cuando me enfurezco, mi cuerpo actúa antes que mi mente así que detesto verme subiéndolo a la cama de mi hermano y rompiéndole el pantalón.

Repite mi nombre sin el chan, como esperando que me calme.

-Abre las piernas—le ordeno, entonces me golpea y mejor se las abro yo hasta tener un tenedor en la frente.

-Te dije que esperes.

Me retiro el utensilio.

-Recuéstate—me dice y por lo extraño que es coopero. Entonces se sube encima, empieza a frotarse hasta que me aprieta los testículos y me levanto casi tirándolo si no es porque se aferra a mi cuello—Pídemelo—ordena.

-No voy a pedírtelo.

-Entonces no lo haré.

-Lo haré yo mismo.

-Entonces me quejaré todo el tiempo.

-Mejor.

-¿De verdad?—se lo mete un poco y su cara de contra de placer. Me siento a punto de venirme.

-Por favor.

Lo odio.

-Ah, que rico… que grande lo tienes.

Lo odio de verdad.

-Metete más—le pido a este odioso informante de cuerpo delgado… piel suave… y culo estrecho.

-No puedo… me vas a lastimar. Es mucho para mí.

Odiosas palabras que exaltan el orgullo masculino.

Su cuerpo pegándose provocadoramente al mío que elevan mi libido.

Odiosa pulga que exagera su placer obligándome a dárselo realmente.

Empiezo a embestirlo aunque él subía y bajaba a su gusto, escuchándole gemir entre hilos de saliva que brotan de su boca hasta caer fríos en mi pecho. Se abraza con fuerza a mi espalda, gritando y soltando cálido aliento en mi cuello.

-Shizu-chan…—dice mirándome y besándome.

Odio a este niño que no se parece a la pulga.

Lo beso lentamente y comprobando que sus ojos siguen siendo los de Izaya decido poner su pecho contra la cama.

-Con cuidado.

No sé ya si habla enserio o no porque no mueve su trasero, espera a que se lo meta y gritonea. Ya no sé si es apropósito o lo estoy obligando a gemir así.

Empiezo a embestirlo lento para sacarle la camisa y dejarlo desnudo.

-No es justo—alega—tú me ves sin nada y yo no puedo verte así.

Ese tierno rostro no es de él.

Me retiro la camisa y el saco.

-¿Mejor?

-Sí, Shizu-chan luce sexy con pantalones—se ríe. Esa no es su risa.

Estoy demasiado excitado para ver las cosas claras.

Sigo cabalgándolo hasta hacerlo más fuerte.

Me giro un poco para verle morder las sabanas, contraer el cuerpo y el rostro y luego parecer más tranquilo. Bajo mi mano a su miembro y lo noto húmedo.

-Te gustó ¿verdad?—le digo al oído y me responde con un beso.

-Faltas tú.

No odio a Izaya, no ahora.

Me vengo dentro de él, lo más profundo que puedo y me quedo pegado un momento.

-Shizu-chan.

-¿Sí?

-Salte, me duele—le hago caso y que quedó dormido.

Cuando despierto le veo recorrer la casa de Kasuka en una playera corta de él.

-¡Quítate eso en este momento!

-Pero, Shizu-chan—canturrea acariciándose sobre ella.

Demonios, acabo de hacerlo y ya…

-Seré yo quien decide cuando joder, Shi-zu-chan.

Odio a Izaya.

 

-Abrieron un nuevo restaurante a un lado del Ru…

-“Quería preguntarte ¿tienes una relación con Izaya?”

-No es una relación, es otro cosa—entonces porque no se atreve a mirarme.

-“¿Qué cosa?”

-No lo sé. Quiero salir de esto pero es imposible. Termino haciendo lo que él decide.

-“¿Y qué tal si tu empiezas una relación?

-¿Cómo?

-“Sí, eso no está en sus planes.”

Notas finales:

Gracias por leer.


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