Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El recuerdo por Letbell

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer:

Ninguno de los hechos acaecidos en este relato ha ocurrido en la realidad; todo es pura y completamente ficticio.

La autora del relato no posee ninguna clase de derecho ni propiedad sobre los artistas citados en él, ni está vinculada en modo alguno con ellos, sino que utiliza sus nombres sin su consentimiento explícito. Con su trabajo, no pretende ofenderlos o causarles perjuicio alguno, sino, simplemente, crear una forma de entretenimiento para ella y quien quiera disfrutarla, sin obtener beneficio económico de ninguna clase.

Notas del capitulo:

Este fue el segundo fanfic que escribí y, aunque no me convence demasiado, pienso que ya que lo tengo en livejournal pues por qué no subirlo aquí también. 

Espero que os guste~

Baekhyun observaba a los clientes que iban entrando conforme la tarde pasaba. Normalmente los sábados había mucha gente, pero quizá el hecho de que era invierno y casi la gente ni se molestaba en salir de casa hacía que esa misma tarde no hubieran más que cinco personas en la cafetería. Pero no le importaba, porque eso implicaba más intimidad.
La persona con la que había quedado esa tarde entró por la puerta enredado en su característico abrigo negro, el cual casi le rozaba las rodillas, y su bufanda beige. No sabía de donde los había sacado, pero todos los inviernos los llevaba. Le sonrío y se acercó a la barra donde Baekhyun estaba acabando de secar los vasos que habían salido limpios del lavavajillas. Hacía mucho tiempo que no sonreía así, exactamente tres años, desde que su mundo se vio envuelto en algo negro.

—Buenas tardes bacon.

—Ya sabes que no me gusta que me llames así —Baekhyun se centró en acabar de secar el último vaso.

—Sabes que es un mote cariñoso.

—Lo sé, pero sigue sin agradarme.

Le sonrío con cariño y le pidió que le pusiera un capuchino de chocolate, el que empezó a pedirse cuando tenía veintitrés años y se enamoró de él.

—¿Vas a contármelo ya?

—Que impaciente eres...

—Solo quiero saber qué le pasó a mi mejor amigo para que decidiera que su vida había acabado.

—Tampoco exageres.

—¡Luhan te tiraste más de un año metido en tu casa, sin querer saber nada de nadie, y cuando parecía que ibas a salir de ese pozo negro decidiste que lo mejor era irte a dar la vuelta al mundo!

—Y no sabes lo bien que me lo pasé —la sonrisa de Luhan se ensanchó y le dio un sorbo a su ya servido capuchino.

—Luhan...

—Vale, vale. Sólo deja que me acomode.

Luhan se quitó el abrigo y lo dejó en el taburete de al lado, junto a su bufanda. Respiró hondo y después de darle otro sobro a su capuchino decidió empezar a relatarle todo.

—Fue hace cinco años, cuando empecé a trabajar para poder pagarme los estudios de la universidad. Yo era inexperto en el tema de trabajar, porque obviamente solo tenía veintitrés años y mi única meta en la vida era sacar las mejores notas para poder entrar en las mejores universidades —vio como Baekhyun se estaba impacientando. Luhan bufó y continuó—. El día en que le conocí todo había salido mal. Me habían dado la nota del examen de ciencias, el cual había suspendido aún y habiéndome pasado más de una semana estudiando, mi jefe me había echado la bronca y por si fuera ya poco mis padres habían decidido darme la noticia de que se mudaban de ciudad. No es que me sintiera mal porque se fueran, solo que ¿dónde iría a comer los sábados y domingos?

»Él estaba sentado en la tercera mesa entrando por la puerta, la que más apartada estaba y la que justo al lado tenía otra en la que siempre los mismos holandeses se sentaban para intentar ligar con Krystal, la camarera. Pero ella no quería a nadie porque su corazón ya estaba pillado, o eso decía ella, por Kim Jongdae el rompe corazones de su universidad.

Me acerqué a su mesa y le pregunte si ya sabía qué quería tomar. Mi humor obviamente no era bueno, pero eso pareció causarle gracia porque cuando estaba apuntando su pedido en la libreta me dijo «¿Tan mal te ha ido el día que no eres capaz ni de ser amable con un cliente?». Recuerdo que dejé de apuntar y le miré con ojos de enfado, no tenía ganas de aguantar nada más en lo que me quedaba de día así que le repetí lo que él me había pedido y me fui para poder darle el pedido a Kyungsoo que estaba detrás de la barra. Él me sonrío, dándome a entender que me entendía, y le devolví el gesto yéndome hacia la siguiente mesa para poder seguir atendiendo.

Los días fueron pasando y ese chico volvió a venir, sentándose siempre en la misma mesa. Ya era incluso como los holandeses, conocido por siempre sentarse en la misma mesa e intentar ligar con los camareros, pero en ese caso no era a Krystal ni a Kyungsoo a quien él buscaba, sino a mí. Siempre que llegaba hacía lo mismo: se quitaba el abrigo, uno negro largo que le llegaba casi por las rodillas, y lo dejaba en la silla de al lado junto a la bufanda beige; después iban sus guantes, unos negros que parecían calentar mucho, y para acabar se sentaba él con su característica sonrisa y me llamaba para que fuera a atenderle. Yo por supuesto no quería hacerlo, ¿por qué teníamos los camareros que aguantar este tipo de cosas? Pero eso fue cambiando conforme los días iban pasando. Un día me pidió que me sentara a su lado, que quería hablar conmigo. Al principio me negué, pero después de ver sus ojos suplicantes no pude hacer otra cosa más que retirar la silla que había en frente de él y sentarme a escuchar lo que quería decirme. Su nombre era Kai, bueno eso decía él porque realmente su nombre era Kim Jongin pero solo a mí dejaba llamarle de esa manera -era nuestro pequeño secreto-, y había nacido en Corea a diferencia de mí. Su familia había dejado de hablarle en cuanto decidió que él no quería seguir estudiando, así que tuvo que ganarse la vida trabajando de un lado para el otro ya que no duraba más de un mes en cada trabajo. Vivía en un piso con su mejor amigo Oh Sehun, el cual también había decidido dejar los estudios, y entre los dos pagaban el alquiler. Me contó otras cosas más, pero se olvidó de contarme lo más importante: era drogadicto. Pero no era el típico drogadicto, él podía regular la dosis y no estaba tan pegado a ella, pero si no dejas de tomarla -aún y sabiendo controlarte- eras uno más de los miles de drogadictos que corrían por Seúl. Pero incluso y sabiéndolo, no quise apartarme de él.

Fueron dos meses después de sus visitas que me di cuenta que me había enamorado de ese chico cuatro años menor que yo. En ese entonces yo tenía veintitrés años y él diecinueve, aunque la diferencia de edad no se notaba. Él incluso parecía más mayor que yo.

Me acuerdo de la primera vez que me pidió que tuviera una cita con él. Estaba tan nervioso, su voz temblaba e incluso llego a asustarme al principio. Obviamente acepté.
¿Sabes dónde me llevo? Primero me invitó a que viéramos una película en el cine, ni siquiera voy a decirte el nombre porque aún me avergüenzo de solo recordarlo, y después me llevó al restaurante donde tuve la cena más romántica de toda mi vida: al McDonald's. Yo no me creía que eso estuviera pasando, pero lo mejor de todo era que no hubiera podido pedir nada mejor. No necesitaba que me llevara a ningún lugar pijo, ya que ni yo mismo podía permitírmelo. Pidió dos hamburguesas para él y una para mí, acompañadas de sus respectivas bebidas y patatas. Te prometo que en mis veintitrés años de vida, en aquel momento, no había visto a nadie comer tanto. Cuando acabamos de allí todavía le quedaba estomago para un helado, y aunque el mío estaba por reventar no quería negarme, así que caminamos hasta que encontramos una pequeña heladería escondida entre dos calles. Kai fue muy amable pidiendo los dos helados, el mío de chocolate y el suyo de vainilla, y volvió a pagar. Lo que yo no sabía es que se estaba dejando casi todo el dinero que tenía de ese mes, lo había guardado para poder invitarme a salir. Caminamos de nuevo hasta un parque, el cual estaba vacío porque eran pasadas ya las once de la noche, y nos sentamos en un banco frente a una enorme fuente de la que salían dos chorros iluminados por bombillas de colores.


Hablamos de cosas triviales, y ahí fue donde me enteré de que su verdadero nombre era Jongin. Empezamos a molestarnos con los helados, hasta que sin querer manche parte de su boca con el mío. La sonrisa que se formó en su rostro todavía me pone la piel de gallina. Se acercó a mí y con una mirada desafiante pero sexy me dijo que debía limpiar eso, a lo que yo me negué, y su respuesta no fue otra que: «Pues si no lo limpias tú, lo tendré que limpiar yo contigo». En ese momento no sabía a qué se refería, pero no me dio demasiado tiempo para pensar ya que en nada sus labios estuvieron encima de los míos. Aunque me sorprendí cerré los ojos y me dejé llevar, porque aunque parecía mentira yo había soñado con eso desde que empecé a sentir lo que sentía. Los helados acabaron en el suelo y sus manos en mis caderas. Las mías subieron hasta su cuello y le acaricié el pelo. Fuimos moviéndonos hasta que quedé sentado encima de su regazo y él recostado en el banco. Cuando nos separamos por falta de aire su mirada estaba cargada de deseo, y eso me llenó por dentro porque nadie nunca me había hecho sentir así, haciéndome sentir que era deseado por alguien. Sonreí, sonreí como jamás lo había hecho y me junté de nuevo a sus labios.

Fue pasando el tiempo y yo cada vez me daba más cuenta de que me estaba volviendo dependiente a él. Cada día esperaba a que apareciera por la puerta y se sentara en su mesa, no sin antes darme un beso, para pasar la tarde con nosotros. Porque no solo venía a la cafetería por mí, ya que intentando que le hiciera caso ya se había ganado a toda la plantilla, incluso a Joonmyun que en aquel tiempo era el dueño de la cafetería.

Todo iba perfecto, incluso después de enterarme de su adicción. Fue un viernes, después de que saliera de trabajar. Fui hacia su casa como hacía cada viernes, la cual no quedaba demasiado lejos de la cafetería, y cuando me abrió la puerta me fundí en sus labios como también hacía cada viernes. Me acurruqué con él en el sofá después de haber llamado para pedir pollo y pizza, Jongin era un enamorado del pollo, y miramos la tele hasta que el timbre sonó. Esa vez invitaba yo, así que cogí mi cartera y fui a abrir la puerta para pagar a los chicos que trajeron la comida, que casualmente llegaron a la vez, y volví al comedor donde Jongin ya había preparado la mesa. Cenamos viendo una película y volvimos a acurrucarnos en el sofá. Cuando ésta acabó Jongin se excusó diciendo que tenía que ir al baño y yo de mientras busqué por los cajones para ver si encontraba otra película, ya que era muy tarde y solo había teletienda. Abrí un par de cajones antes de encontrar lo que nos marcaría para siempre. Cogí la bolsita con polvo blanco y la observé hasta que Jongin llegó del baño y me la arrebató de las manos. «¿¡Qué te crees que estás haciendo!?» me gritó, y yo no supe que decir así que cogí mis cosas y me fui. Fue lo más cobarde que hice, porque podría haberme quedado y hablar con él, pero no lo hice.

Al día siguiente Kai no apareció por la cafetería, ni al otro, ni al otro. Estaba empezando a preocuparme, porque ya ni siquiera me cogía las llamadas, así que el martes por la tarde cuando acabó mi turno me fui corriendo a su casa. Me abrió Sehun, su amigo, y me dijo que Kai estaba en su habitación y que él nos dejaba solos porque tenía que irse a no sé dónde. Me acerqué a su habitación, la cual ya conocía muy bien, y piqué. Me confundió con Sehun, echándome de allí a gritos, así que solo volví a picar y le hablé en susurros porque mi voz no daba más de sí. Entonces la puerta se abrió y pude ver a un Jongin sin camiseta y con unas ojeras que le ocupaban toda la cara. Me abrazó y me estuvo pidiendo perdón en lo que quedaba de tarde.

Las cosas mejoraron después de que le prometiera que iba a ayudarlo y que él me prometiera a mí que dejaría todo ese mundo. Pero que ingenuo era en ese entonces.
Jongin lo intentó, claro que lo intentó, pero no logró hacerlo.

Le sugerí que se viniera a vivir conmigo, así podríamos pasar más tiempo juntos y quizá eso le ayudaría a no pensar en otras cosas. Los primeros meses funcionaron bien, yo llegaba de la cafetería sobre las nueve de la noche y él estaba esperándome con la cena hecha. Cabe destacar que casi siempre cenábamos lo mismo: pollo. Pero no me importaba ya que sabía que eso le hacía feliz. Él con pocas cosas se conformaba.

Pero una noche todo cambio, ni siquiera sé por qué Jongin cayó de nuevo a ellas. Empezó a gritar de desesperación, necesitaba esas malditas pastillas y obviamente en nuestra casa no iba a encontrarlas. Le grité que se calmara, incluso le supliqué para que me escuchara, pero él solo quería poder saciar esa ansiedad que le atravesaba el cuerpo. Me acerqué a él harto de todo y le besé, le besé como nunca antes le había besado. Le besé con desesperación y pidiéndole por favor que se calmara y me escuchara. Aunque al principio no me devolvía el beso, al final puso todo su empeño para enfocarse solo en besarme. Nos acercamos a la cama y pasó lo que te imaginas, y entonces nos dimos cuenta que eso ayudaba a saciar su ansiedad, que pensar en otras cosas y hacer otras cosas le ayudaba a calmarse.
No ocurría todas las noches, por lo que algunas cuando nos metíamos en la cama para dormir lográbamos hacerlo del tirón, pero en las que se despertaba buscando por todos lados me acercaba a él y nos juntábamos en uno con desesperación. Parecía que ya no lo hacíamos con amor, que solo era para calmar esa sensación que le quemaba el pecho. Pero yo aún y así le quería, y seguía enamorado de él.

La noche que se me escapó, la noche que le dije te quiero, cogió la puerta y se marchó. Estábamos convirtiéndonos de nuevo en uno, pero esa vez de verdad, esa vez con amor, y mi cuerpo decidió que era la hora de decirle lo que sentía. Pero no fue como lo imaginaba, ni en un millón de años hubiera pensado que Jongin cogería la puerta y se largaría dejándome desnudo e indefenso en medio de nuestra cama. Lloré, lloré todo lo que no había llorado los meses posteriores de enterarme de su adicción, y lloré porque la persona a la que quería había huido de mí después de decirle que le quería.
A la mañana siguiente, después de oír la puerta de casa cerrarse supe que Jongin estaba en casa. Pero para mi sorpresa no llegó enfadado, e incluso había comprado el desayuno: churros con chocolate. Mi cara de sorpresa tuvo que ser extraordinaria porque Kai se rió y se acercó a mí para besarme y preparar después el desayuno. Comimos tranquilos, y sobretodo sin mencionar nada de lo ocurrido la noche anterior. No sé si fue porque a Jongin se le había olvidado o qué, pero decidí que era mejor no decir nada y seguir como si esa noche nunca hubiera existido. Y así fue, esas palabras nunca más volvieron a salir de mi boca.

Nuestra vida volvió a ser igual, otra vez. Yo trabajaba, él no sé qué hacía durante el día, y por la noche nos juntábamos en nuestra habitación para darnos el cariño que sentíamos el uno por el otro.

La noche de mí cumpleaños número veinticuatro Jongin me dio el mejor regalo del mundo. Y aunque no me lo dijo con palabras, me lo demostró con hechos: Kim Jongin me quería, me quería de la misma manera que yo le quería a él, y eso se quedó dentro de mí para siempre.

Pero al igual que me hizo el hombre más feliz del mundo, también me hizo el hombre más desconcertado. El miércoles después de mi cumpleaños Kai, que siempre venía a buscarme para que fuéramos juntos a casa, no vino. Esperé por el durante más de media hora, porque pensé que quizá le había surgido algo, así que cuando Joonmyun me hecho de allí porque ya tenía que cerrar me encaminé hasta casa para encontrármela vacía. Llamé a Jongin al móvil, pero no me lo cogió. Ni esa ni las cincuenta veces que la siguieron. Y tampoco fue a dormir esa noche a casa, ni las demás tampoco. No sabía nada de él, y me estaba desesperando.

Pero un día llegó a la cafetería, después de una semana sin verle, y lo único que puede hacer al verle fue girarle la cara. Había pasado una semana llorando por las noche preguntándome dónde estaba, si estaba bien, que qué se le había pasado por la cabeza para irse así sin decirme nada... pero él pareció entender que estuviera así y no dijo nada. Llegamos a casa esa noche y ninguno de los dos cenó, nos metimos en la cama e intentamos dormir.
Aunque ninguno de los dos pudo.

Un jueves por la tarde me dijo «Luhan por favor, no preguntes por qué y confía en mí.» ¿Pero cómo no iba a preguntar el por qué si estaba pidiéndome que le esperara hasta que volviera? Le rogué por favor que me contara a donde se iba, que me dejara ir con él pero lo único que me dijo fue «Solo espera por mí. Te prometo que voy a volver como sea, esto no va a poder conmigo, no va a poder con nosotros. Pero por favor te pido que me esperes, quiero que cuando esto de una vez por todas acabe estemos juntos para siempre» y después de besarme con desesperación y tristeza salió de casa para no volver más. «


Baekhyun soltó el aire que llevaba reteniendo, sin darse cuenta, en los pulmones. Todo eso es lo que había estado guardando Luhan dentro suyo estos años, y todavía no había acabado de contarle la historia.

Luhan estaba mirando a través de la ventana de la cafetería. Baekhyun pensó que estaba recordando a Kai, y eso le entristeció por dentro. Luhan miró a Baekhyun y éste pudo ver como los ojos de Luhan estaban llorosos. Estaba intentando aguantarse las lágrimas y eso a Baekhyun acabó por romperlo.


»—Le esperé por un año entero Baek. Cuando se acababa mi turno en la cafetería me quedaba una hora más allí esperando, y cuando Joonmyun me echaba de allí me iba a esperarlo en casa pero nunca aparecía. Nunca apareció. Y lloré Baek, lloré mucho, lloré hasta que mi cuerpo se cansó de hacerlo y entonces empecé a caminar bajo la lluvia. Eso al menos me acompañaba en mi tristeza, y lo agradecía porque no quería nada más en mi vida que no fuera él. Solo quería a Kai, quería a la persona que amaba a mi lado. ¿A caso pedía mucho?

Después de ese año sin saber nada de él, me encontré con Sehun paseando con el que en aquel momento era su pareja. Tao creo que se llamaba. Y entonces Sehun me abrazó, me abrazó como nunca lo había hecho -porque nunca me había abrazado. Me pidió perdón, y pude notar como mi hombro se humedecía. No tuve que preguntar qué pasaba porque sus ojos me lo respondieron, Jongin había muerto. Mis piernas no respondieron a mis ganas de correr y lo único que hicieron fue dejar de sujetarme. Caí al suelo y lloré, volví a llorar aún y creyendo que ya no me quedaban más lágrimas. Lloré y grité destrozándome completamente la garganta, me dolía pero no era ni la mitad de lo que me dolía el saber que Jongin se había ido para siempre.
Sehun seguía llorando también, mientras Tao intentaba consolarle e intentaba consolarme a mí aunque no me conocía de nada. Krystal salió de la cafetería y vino corriendo al escucharme gritar desesperadamente el nombre de Jongin, y detrás de ella salieron también Kyungsoo y Joonmyun, los cuales me cogieron y me llevaron a casa. Donde allí pasé, o intenté pasar, lo que me quedaba de vida. Pero no lo logré porque llegaste tú de Estados Unidos e intentaste sacarme por todos los medios de ese pozo en el que me encontraba. «

Baekhyun sonrío tristemente. Era verdad, él había llegado de Estados Unidos después de irse allí a estudiar la carrera universitaria que tanto deseaba. Pero él ni por asomo se imaginó encontrarse algo como eso, encontrarse al Luhan alegre que siempre había sido sumergido en una depresión de la que creía que nunca iba a salir. La vida de su mejor amigo se había sumergido en la más negra oscuridad, y él se culpaba por no haber estado allí ayudándole.

Luhan intentó beber de nuevo su capuchino olvidado, pero al darse cuenta de que estaba ya frío lo apartó y miró hacía la silla donde descansaban su abrigo y su bufanda.

—¿Sabes? —Baekhyun le miró—. Esos eran el abrigo y la bufanda favoritos de Jongin. Siempre en invierno los llevaba, y decidí quedarme con ellos y usarlos ya que él no podría hacerlo más.

—Luhan...

—¿Y sabes qué más? —Baek negó con la cabeza —. ¿Ves esa mesa de allí?

Baekhyun giró su cabeza hacia la derecha para poder ver la mesa que Luhan le estaba diciendo, pero no notó nada raro.

—Ahí era donde se sentaba Jongin cada vez que venía a la cafetería.

—¿Luhan qué estás-

—Hace tres años yo trabajaba aquí, donde el dueño era Kim Joonmyun, Do Kyungsoo era el chico que siempre se escondía detrás de la barra y donde Krystal tenía que lidiar con los holandeses.

—¿Cómo?

—Si Baek —Luhan sonrío con melancolía—, esto antes de que lo remodelaran era la cafetería donde yo trabaje y me enamoré de Kim Jongin.

Notas finales:

Y esto es todo~ 

Espero de verdad que os haya gustado ^^

 

Os dejo por aquí mi Ask.fm por si os surge cualquier cuestión sobre el fic: http://ask.fm/Letbell

 

Nos leemos pronto :*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).