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Woman to Woman por Blacki

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Notas del fanfic:

Las que leyeron mis historias(normalmente pierdo el pass y creo una cuenta nueva) quiero aclarar que sigo en ello, que la historia "Un beso robado" que tengo en esta cuenta y que tuve que actualizarlo esta semana, no lo pude hacer por falta de tiempo, necesito corregir detalles antes de subirlo, asi que dejo este corto que lo tenia guardado para compensarlo ツツツ

¿Como habían terminado las cosas así? La observe de reojo, su expresión lucia de lo más normal, me preguntaba si por dentro se encontraba igual.

 

Las imágenes cambiaban en la televisión, las voces iban  y venían, y nuestras miradas se concentraban en ellas.

 

Volví a mirarla de reojo, para luego mirar la televisión, ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? ¡En su cama!

 

Suspire, cerrando momentáneamente los ojos, pero los abrí cuando sentí un movimiento en la cama.

 

-¡¿Joyce?!- La llame, más que sorprendida al verla encima de mí.

 

Trague saliva, de pronto una canción empezó a tocar en mi celular. Leaving California de Maroon 5.

 

Iba estirarme para tomarlo, pero acerco peligrosamente su rostro al mío, por lo que detuve cualquier musculo y la mire, nuestras miradas chocaron. Fue un golpe directo al corazón, el cual empezaba a bombardear aun más fuerte.

 

-Mi… alarma.- Pronuncie, sintiéndome mareada.

 

Su olor invadía mis sentidos, estaba oliendo endemoniadamente bien.

 

¡Ah! ¡Qué demonios está sucediendo! ¿Por qué no puedo decir nada? O mejor dicho, ¡¿Por qué nadie dice nada?!

 

La música que recién comenzaba, había inundado con su sonido aquella habitación.

 

La vi llevar sus manos a la parte baja su camisa, la mire confundida pero aun mas cuando con ambos brazos se los saco, desordenando algunos mechones en su acción. Trague duro.

 

-E…Espe…ra.- Tartamudee.

 

Cualquiera pensaría que aquí era yo la menor, y que ella con apenas 17 años cumplidos era en realidad la de 22.

 

Sentí sus labios a un lado de mi oreja y la piel se me erizo, ¿Qué era este sentimiento? Lleve mis manos a su cadera, pero inmediatamente las volví a alejar.

 

-Espera… Joyce.- La volví a llamar.

 

Presione mis manos, formando un puño. Por primera vez comprendí lo que era luchar contra uno mismo y lo duro que era tomar el control.

 

Lo deseaba, quería… moría por tocarla, y aquella, ¡Aquella maldita canción no ayudaba!

 

Gemí, cuando sus labios rozaron mi cuello, mis manos rebeldes volviendo a sujetarse a su cadera, resbalándose a su trasero, volví a gemir. Mi mente parecía una nube de humo, donde mirase, no podía ver nada.

 

La vi alejarse centímetros, entonces nuestras miradas volvieron a cruzarse. Su mirada de un color claro tan embriagante, igual a la miel.

 

Desvié la mirada a sus labios, entonces la vi formar una sonrisa, enseñándome que esos labios podían ser incluso más provocativos.

 

Me beso.

 

Un inocente beso, cuando sentí que abrió aun más la boca, imite inmediatamente su gesto, nuestras lenguas se rozaron, para volver a rozarse, iniciando un juego de caricias.

 

La sujete con fuerza del trasero, volviendo a deslizar mi mano por sus caderas, llegando así al botón de su jeans, bajando un poco más, me encontré con su cremallera.

 

Separamos unos segundos nuestros labios, el ambiente estaba demasiado caliente y el aire empezaba a ser escaso.

 

Recobre un poco de razón, volviendo a alejar mis manos de ella.

 

-Por dios.- Dije, percatándome de lo que estaba haciendo.

 

Mi alarma había vuelto a iniciar la canción, esperando a que alguien lo apagase.

 

-Basta, Joyce.-  Dije con una voz firme.

 

Frunció ligeramente el ceño, y cuando noto que trataba de sentarme, llevo ambas manos a mis hombros, forzándome a que volviese a acostarme.

 

-¿¡Por qué no quieres!?- Grito, mirándome tan fijo que logro intimidarme.

 

-No… no es eso.- Desvié la mirada, me costaba sostener aquella mirada.

 

-¿Entonces lo quieres también?- Abrí grande los ojos.

 

Había dicho indirectamente que si lo quería, volví a mirarla.

 

-Es solo que me sorprendiste.- Conteste, percatándome que seguía sin camisa.- No esperaba que esto fuera a suceder entre nosotras.

 

-Te amo.- Pronuncio, haciéndome temblar.- Te lo dije hace muchos años, te sigo amando.

 

Abrí grande los ojos, recordando cuando ambas éramos más niñas, y que yo no le había dado importancia a sus palabras, porque ella ni había entrado en la pubertad.

 

Esboce una sonrisa, desviando la mirada, desde aquel entonces, ambas habíamos cambiado.

 

Incluso se había vuelto más alta que yo, su cuerpo había cambiado tanto que me avergonzaba admitir que recién ahora podía mirarla como a una mujer y no como a una pequeña hermana, siendo que ella siempre me había mirado como a una mujer.

 

Me costaba permitirme disfrutar, siendo que al comienzo la rechace.

 

-Mírame.- Ordeno, y la mire.

 

Volví a sentir sus labios contra los míos, eran increíblemente suaves. Mi corazón estaba desesperado.

 

-Te ame, te amo, y te amare.- Pronuncio al cortar el beso, haciendo que la mire aturdida.

 

Cada beso, cada movimiento hacia que me marease, que me sintiese drogada, en éxtasis.

 

-Nunca hice esto con nadie, solo quiero hacerlo contigo.-

 

-“Basta”-  Si sigue no podre resistirme.

 

-¿Cómo puedes seguir queriéndome?- Baje la mirada.- Ni siquiera te había respondido en aquel entonces, solo una estúpida sonrisa.- Murmure.- Deberías odiarme…- Volví a mirarla.

 

Su cara de sorpresa se reflejo en mis ojos, seguido de una sonrisa, abrí grande los ojos.

 

-Yo tenía siete años en aquel entonces, y recuerdo que siempre insultaba a todos, y te molestaba todo el tiempo.- Se rio al recordarlo.

 

-Pero tú siempre estabas ahí, con tu sonrisa, regañándome para que cuidara mi lenguaje.- Hizo una pausa, acostándose sobre mi cuerpo.

 

Su mejilla contra mi pecho.

 

-Sabes, si te lo pones a pensar, tu reacción fue la más correcta.- Se rio.-  Tu ibas por la adolescencia y yo aun tartamudeaba al leer una oración.

 

-Te verían como una pervertida o algo así.- Dijo pensativa y yo curve los labios al escuchar lo que pude haber sido.

 

-Además.- Continuo.- Si ahora me rechazas, estaré destrozada.- Suspiro, volviendo a mirarme.

 

Un corto y tímido beso en mis labios y luego sonrió.

 

-¿Podrías amarme?- Como un golpe certero al corazón.

 

La abrace, buscando sus labios. Un beso desesperado, con pasión.

 

Hace más de dos años me había fijado en ella, seguía igual de grosera, pero amaba su delicadeza, cerré con fuerza los ojos, pegando mí frente a su hombro.

 

Su mano se había colado entre mis piernas, infiltrándose entre los pliegues de mi falda.

 

Su delicadeza, pensé sonriendo, para luego volver a gemir, al sentir como un dedo presionaba en el punto exacto, su carácter tan dominante, y que jamás le importase lo que pensasen de ella.

 

Siempre había amado eso en ella.

 

Rodee su cuello con mis brazos, tratando de contener aquellos gemidos rebeldes que salían sin que yo lo permitiese, era vergonzoso.

 

-¿Desde cuándo eres tímida?- Me pregunto, seguido de su risa.

 

Me sonroje, ¡era normal! Era la primera vez que alguien me estaba tocando como lo estaba haciendo ella.

 

Volvimos a besarnos, deslice una mano por su espalda, por donde tocase, me ardía la mano, su esbelta figura era tan embriagante para todos mis sentidos.

 

Sentí sus manos en mi cadera, y con un movimiento me levanto, pegando mi entrepierna a la suya, gemí.

 

Mi rostro estaba ardiendo demasiado, su carácter fuerte y dominante no solo lo era en situaciones normales, estaba descubriendo que era igual en la cama.

 

Botón por botón, la vi desvestirme, mi pecho subía y bajaba, su respiración acelerada se iba mezclando con la mía, una vez que dio con el ultimo botón la vi sonreír.

 

Desvié la mirada cuando el aire fresco dio con mi piel desnuda, estaba al igual que ella, solo con sujetador.

 

-¡Ah!- Salió un gemido de mi boca, y mis piernas trataron de cerrarse pero imposible con ella en medio.

 

-Que linda.- La escuche decir, sonriendo.

 

La mire frunciendo suavemente el ceño, siempre disfrutaba molestarme.

 

Pero ahora sus manos se aferraban a mis senos, y la forma en cómo los apretaba eran demasiado placentero, tanto que sentía un cosquilleo terrible entre mis piernas, casi igual a una tortura.

 

-Despacio…- Murmure, cerrando los ojos, llevando la cabeza atrás.

 

Sus manos seguían presionando mis senos, con un pequeño movimiento, subió mi sujetador, dejándome al descubierto, sentí aun más caliente el rostro.

 

-Es vergonzoso.- Dije y solo volvió a reírse.

 

Podía sentir su excitación, eso provocaba  aun más calor en mí, sabía que estaba tan excitada que no podía hablar nada coherente, su mirada se concentraba en la punta de mi pezón.

 

Presione mi labio inferior, tratando de callar otro gemido.

 

-Ah… Joyce, por favor.- Rogué y ella me miro sorprendida.

 

Con mis piernas aferrándose a su trasero, haciendo que su entrepierna presione la mía, tratando así de calmar aquella sensación, pero no podía con la dureza de su cremallera que daba directo con mi zona más sensible.

 

Aquella tela infernal, llamado jeans, me impedía disfrutar. Con frustración me erguí ligeramente, desabrochando el primer botón de su jeans, para luego dar con su cremallera, lo baje, entonces la mire y pude notar una sonrisa nerviosa que salía a flote, provocando que me riera, ¿Ahora le estaba dando vergüenza?

 

Con un empujón, termino su espalda contra la cama, arrebate su prenda inferior, dejándola solo con unas bragas.

 

-¿Tímida?- Pregunte, riéndome en su cara, ella frunció el ceño y volvió a erguirse.

 

-¿Yo? ¿Alguien tímida te haría las cosas que te hago yo?- Me miro con firmeza, desnudándome con la mirada.

 

Sus manos apoyadas a un lado de mis piernas. Me beso, la abrace, profundizando aun más el beso.

 

Sentía que podría volverme adicta a esos labios, y ¡Oh dios! Su lengua me volverá loca a este paso.

 

Podía recordar las veces en que peleábamos, en como odiaba verme con alguien y como con el paso de los años la  fui queriendo, su lado tierno, su lado molesto, incluso aquel lado grosero, tan poco tacto en sus palabras, la hacían increíblemente encantadora.

 

Sus labios fueron descendiendo por mi mejilla, a mi cuello, hasta uno de mis senos, gemí. La humedad en su boca, y lo caliente que se encontraba su lengua provocaba un ardor en mi pecho, en el pezón que tanteaba en morder de vez en cuando.

 

Baje el rostro dando con el de ella, sus ojos cerrados, dejando ver unas largas pestañas, mas bajo su respingada nariz y por ultimo sus labios que me apresaban. Lleve la cabeza para atrás al sentir de vuelta esos dientes que sin piedad se frotaban con mi piel tan sensible.

 

Era como si estuviese a punto de llegar al clímax, con solo tener mi pezón en su boca, con la forma en cómo estrujaba el otro con su mano, me haría perder la cabeza.

 

-Me volverás loca…- Murmure, sintiéndome mareada.

 

Cerré los ojos, sintiendo la humedad de sus labios pegándose a los míos, me fue empujando, hasta quedar acostada, me hizo separar las piernas, metiéndose entre ellos.

 

-Tú ya me tienes loca.- La escuche decir y sonreí.

 

Una de sus manos traviesa llego a mi pierna, tanteando la zona de mi muslo, me moví inquieta.

 

Movió ligeramente su cadera para atrás, dejando que su mano se colase entre nosotras, acariciando mi muslo, lleve la cabeza para atrás.

 

Me estaba torturando, y lo estaba disfrutando.

 

Su boca, sus besos, su lengua enrollándose con la mía, una verdadera lucha que no estaba dispuesta a perder así se me nublase la mente.

 

Sentí la palma de su mano acariciarme directamente, y pegue un gemido, abrazándola por el cuello, intentando cerrar las piernas por reflejo.

 

-¿Duele?- Pregunto.

 

Acerque mi nariz  a su cuello, respirando dificultosamente, no era eso- Pensé. Volví a sentir el tacto de su mano contra la tela de mi ropa interior y gemí, hundiéndome en su cuello.

 

-No… no toques tan directo.- Murmure.

 

Me había puesto muy sensible, no podía decírselo, maldita vergüenza que me atacaba, esa sensación tan fuerte, cuando me rozo su mano en la parte más sensible de mi cuerpo, no podría soportarlo sin perder la poca cordura que me quedaba.

 

Me dio un tierno beso en la frente y la mire, su mirada miel me atravesó, junto a una sonrisa coqueta, mi corazón sufriría un infarto a este paso.

 

Di un suave beso en sus labios y la abrace, separando ligeramente las piernas. Se dejo caer encima mío, sin echar todo su peso.

 

Podía sentir cada caricia, y como temblaba mi cuerpo, dos dedos traviesos, ligeramente separados, palpando mí zona más intima.

 

- Esta muy mojado.- Me susurro en el oído.

 

-Cállate.- Conteste sonrojándome aun más y ella se rio.

 

-Me hace feliz.- Volvió a darme otro beso en los labios.- Saber que te puedo poner así.

 

Su mano se deslizo para arriba, infiltrándose en mi ropa interior, trate de cerrar la pierna aunque no quería realmente, mis instintos reaccionaban por sí solo.

 

Lleve nuevamente la cabeza para atrás, cuando su dedo toco directamente en el punto más sensible de mi cuerpo.

 

-¡Joyce!- Chille, llevando ambas manos a mi boca.

 

Ella continuo, ahora con dos dedos, mis piernas se aferrado a su cadera, mientras su mano continuaba torturándome de aquella forma, moría por sentirla, lo necesitaba, en verdad lo necesitaba.

 

-¡Joyce!- Volví a gritar, y ella volvió a reírse, respirando con dificultad.- ¡Deja de torturarme!

 

Apenas lo dije, sentí como esos mismos dedos entraban dentro de mí sin aviso previo, grite, aferrándome a ella.

 

-¡Lo siento!- Sentí sus nervios.- No… pensé que entraría tan fácil entonces yo…- Negué con la cabeza con desesperación.- ¡Muévelo! ¡Por dios! Joyce, muévelo.- Rogué.

 

La mire al rostro, mostrándole mi desesperación, pude ver como su rostro se volvía tan rojo.

 

No me hizo esperar. El movimiento de sus dedos en mi interior, era increíblemente placentero, y aquella lentitud con la que lo hacía, como una tortura bastante placentera.

 

Deje caer mi cabeza sobre la almohada, cerrando los ojos sin poder dejar escapar mis gemidos, ya no me importaban, solo quería disfrutarla dentro mío.

 

-Más… fuerte.- Murmuré con dificultad, apretando sus dedos en mi interior.

 

Mis caderas habían empezado un extraño vaivén, nunca me había imaginado perdiendo la cordura y el control de mi cuerpo, solo quería concentrarme en cómo sus dedos me hacían perder la cabeza.

 

Saco sus dedos por un segundo para volver a introducirlo, fruncí ligeramente el ceño, seguido de un ardor igual que al comienzo. Un intruso, un tercer dedo se había colado en mi interior.

 

-Es tan… estrecho, me gusta… me gustas, Gisella, te amo.- Mi cuerpo tembló, al escuchar como sonaba mi nombre con aquella ronca voz.

 

-¡Ah…!- Jadee con dificultad.

 

La mire encima mío, su torso expuesto, su abdomen tan trabajado, y como mi mano se deslizaba por el costado de ella para llegar a su entrepierna, sentí como dejo escapar un fuerte suspiro en mi cuello, pegando su frente a mi hombro.

 

La acaricie, sintiendo el calor que emanaba de su intimidad, me excitaba tanto aquello, cerré los ojos tratando de coordinar mis movimientos.

 

-Eres tan… lenta.- Escuche a Joyce, susurrarme al oído.

 

Con su mano libre sujeto la mía, introduciendo dentro de sus bragas, jadee, volviendo a gemir, por como sus dedos seguían acariciándome por dentro y sentir su humedad entre mis dedos provocaba que me excitara aun mas.

 

-Me estas matando…- Volvió a susurrarme, mi corazón daría un hueco en algún momento.

 

Su mano sujeto tres de mis dedos, entendiendo rápidamente, me dirigió a su entrada y con un movimiento la termine penetrando, la escuche gemir, hundiendo su rostro en mi cuello.

 

-¡Te amo!- Grito, y los hundí aun mas en su interior.

 

De la misma forma en cómo sus dedos entraban y salían de mi interior, lo hacia dentro de ella, lentamente llegando al clímax, cerré los ojos, tratando de aguantar lo mas que pudiera.

 

Mis piernas se tensaron, y la mente se me nublo totalmente, gemí con cansancio, sintiendo espasmos en mis muslos, pude sentir como retiraba sus dedos y un fuerte ardor invadía mi intimidad, sonreí, sintiéndome extrañamente feliz.

 

Una muestra de que había perdido algo, pero la felicidad de habérselo entregado a alguien especial.

 

Esto recién comenzaba entre nosotras, había tantas cosas que ahora quería hacer con ella, dispuesta a entregarle mi corazón a esta tonta niña que logro cautivarme con los años.


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