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JAULA DE AMOR por rurufusu

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Notas del capitulo:

n.n..trayendoles un nuevo capy

lo siento!! word copio 2 veces el texto y me a costado horrores correhirlo

 

Asqueado de esas juntas comenzaba a meditar mandar todo al diablo, no soportaba mas estar rodeado de tantas hipócritas sonrisas. Comenzaba a pesarle estar rodeado de todas esas personas, arto de todo salió de esa fiesta con la cabeza punzándole decidido a mandar todo al demonio, su empresa no se caería si dejaba la ciudad esa noche calculaba que llegaría al amanecer a su mansión.

Sacando del bolsillo de su saco su celular, se apresuro a salir del salón caminando lo mas rápido que podía sin detenerse hasta llegar a un pasillo vacio, buscando con impaciencia en número del sub director  su víctima del mal humor fue de nuevo Haruhiko, siendo las 9 pm sabia que aun podían encontrarle un vuelo que lo llevara de regreso.

-¡Maldición eres un maldito explotador! es domingo idiota ¡Mi descanso!- tratando de aliviar el dolor en su cuello por haberse quedado dormido en aquella silla, froto con sus manos la zona adolorida. Desde el despertar de Misaki se quedaba a dormir en el hospital para cerciorarse que el castaño no tuviera una recaída.

-No me interesa como consigue un vuelo, estoy arto de esas reuniones- no estaba dispuesto a seguir en ese lugar y perdiendo el tiempo muy valioso para él, su pequeña hija solo estaría 21 días a su lado antes de regresar al internado. Maldecía esa estúpida reunión de última hora, simplemente lo había tomado con la guardia baja sin ningún pretexto para evitar rehusarse a ir, solo 2 días había podido pasar con su hija antes de dejarla sola.

-Eres un maldito ¡Me debes un aumento! deja ver si encuentro algo- observo a su pequeño dormido ya sin esa jungla de cables, alejando su inicial miedo de una recaída empezaba a disiparse al ver lo rápido que se recuperaba el pequeño a pesar de su cuerpo tan delgado y débil que parecía se rompería con solo levantarse de esa cama.

*Ya estoy arto de todo esto quiero regresar con Hiyo y Takafumi*

Su hermoso amante le había brindado una despedida ardiente, tan frágil y delicado cuerpo lograba calentarle la sangre con gran facilidad, su suave piel y su hermosa boca lo volvían un  adicto a su sabor desesperándolo por regresar y probar de nuevo ese dulce sabor. El sonido de unos tacones acercándose por su espalda lo incomodo, chasqueando la lengua trato de esconder su molestia resultándole claro que lo habían seguido desde el salón.

-No has cambiado en nada Zen, sigues igual de apuesto y atractivo- aquella voz lo tenso, la reconocía demasiado bien por más suave y hermosa que fuera pertenecía a una bruja, una de la creyó librarse 4 años atrás. Su presencia le causo una desagradable sensación de nauseas estaba a un paso de salir corriendo y echar fuera toda la cena que había comido.

-No tienes derecho a venir y llamarme por mi nombre, ya no somos nada- controlando la ira que lo invadía trato de apartarse, viendo rápidamente su brazo atrapado por las manos de la mujer habría deseado darle un puñetazo, conteniéndose de hacerlo al ver como algunas parejas empezaban a transitar por aquel pasillo.

-Vamos amor ¿Sigues enfadado? era joven y no sabía lo que hacía- sentir como presionaba su brazo con sus senos provoco una repulsión en todo su cuerpo, estremeciéndolo por completo con una desagradable sensación su propio cuerpo rechazaba el contacto con esa mujer, un sentimiento completamente diferente al sentir la piel de su ángel rozar la suya  y ver esos hermosos ojos azules tan puros y limpios como el mar.

- Si no te parto la cara a golpes es porque están viéndonos, suéltame ahora o me olvidare de que eres una mujer- trato de soltarse sin parecer  brusco del agarre de su ex esposa, está lejos de soltarlo lo empujo en dirección al bar del edificio. No le interesaba hablar con ella ni saber porque después de 4 años de separación se comportaba tan amorosa de repente.

No era un idiota para no darse cuenta que estaba buscando algo, ya no era el mismo imbécil que se creía cada palabra de su boca mas con el coqueteo tan descarado que le daba, controlándose evito golpearla dejándose llevar hasta el bar a una mesa bastante escondida.

El tiempo no parecía haberla afectado aun podía ver esos rasgos que amo ciegamente, ese cabello sedoso, su rostro tan delicado, su voz suave y ese cuerpo tan sensual capaz de volver loco a cualquier hombre, cualquiera menos él ya tenía un hermoso amante en su cama uno del que podía ser la envidia de cualquiera, con ese cuerpo endemoniadamente sensual y la pureza que sus hermoso ojos color del mar reflejaban.

-Quiero ver a mi hija Zen, ella no puede crecer sin una madre y yo quiero recuperar el tiempo perdido- la ira lo invadió tentándolo a levantarse de la silla y molerle la cara a golpes, conteniéndose gracias a todas las personas en el bar esa arpía sabía muy bien cómo moverse, llevándolo a un lugar donde sabia no podía agredirla.

-No te dejare que te le acerques ¡¡Ella no te necesita!! Ninguno de los 2 te necesitamos- deseaba golpearla, molerla a golpes y alejarla de su hija. Estaba a un paso de irse y mandarla al demonio, no se explicaba porque ahora fingía estar interesada en su pequeña, podía darse una idea del porque su repentino interés en meterse por la fuerza a sus vidas.

Haruhiko mas de una vez menciono que su ex esposa había sangrado hasta dejar casi seca la cuenta bancaria del idiota con el que se caso después de su divorcio, forzándolo a sacar fuertes prestamos al banco solo para mantener la vida de lujos que ella deseaba, si ahora lo estaba buscando solo significaba que usaría a Hiyo para ingresar de nuevo a la mansión y posiblemente usaría ese pretexto para intentar recuperar su fallido matrimonio.

-Vamos Zen, Hiyori no puede crecer sin una madre ¿No recuerdas nuestra relación? podríamos retomarla por el bien de nuestra hija- el descarado coqueteo, las sonrisas tan insinuantes y las descaradas caricias que deba a su mano empezaron a molestar al castaño, respirando hondo y controlándose para no golpearla aparto su mano.

-Por Hiyo no te preocupes están cuidándola, te diré que  sales sobrando en nuestra vida, no voy a engañar a mi pareja por ti y si es todo de lo que querías hablar me retiro- pudo ver una mueca de desagrado aparecer en su rostro con la mención de su amante.

-¿Así que ya tienes puta privada? los rumores solo dicen que te acuestan con cualquiera que llame tu atención. Soy hermosa y podríamos pasarla muy bien junto- escuchar como insultaba a su ángel fue lo último que pudo soportar, su amante no era  como ella una prostituta que se acostaba con cualquiera por dinero, reuniendo su poca paciencia se levanto de la mesa tragándose las ganas de gritarle y mandarla al demonio.

-Aquí la única puta eres tú, mi hermosa pareja me es fiel, me ama y a diferencia tuya no se vende por un puñado de dinero...Me entrego su virginidad y su corazón, atrévete a insultar de nuevo a mi ángel y te arrepentirás- sin darle tiempo de responder o reaccionar el castaño sale del bar casi corriendo, furioso y frustrado mando todo al diablo, subiendo a su limosina ordeno al chofer lo llevara al aeropuerto, se iría esa noche de esa ciudad.

Un mal presentimiento se instalo en su pecho, conocía demasiado bien a esa mujer para saber que haría lo que fuera necesario solo para asegurarse de vivir una vida llena de lujos y comodidades, el solo insinuar que deseaba acercarse a su hija lo tenso no dejaría que esa arpía ingresara de nuevo a su hogar, su amante e hija no se verían involucrados con esa mujer una que los usaría y lastimaría si con eso obtenía lo que deseaba.

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Su pecho dolía gracias al peso instalado sobre él, el calor del pequeño cuerpo acurrucado encima lo tenían sudando, tenía un par de horas despierto sin desear moverse para evitar despertar a su pequeña niña teniendo que soportar al insistente gato que se restregaba contra su cara claramente pidiéndole comida, no ahuyentaba al inoportuno gato por miedo a despertar a Hiyo quien estaba aferrada a su pecho.

Acostumbraba levantarse cerca de las 8 am muy diferente a Hiyo que dormía hasta las 9; 30 am, si su niña dormía sobre su pecho la historia cambiaba no se movía ni un milímetro dejándola descansar el tiempo que quisiera. La incomodidad crecía en su espalda por el peso extra en ella, solo haciendo muecas de dolor se limito a esperar.

-Mami...no te vayas- sintió a su niña removerse y aferrarse más a su regazo, escuchando pequeños y débiles sollozos escapar de su boca, teniendo cuidado de no despertarla empezó a acariciar con cuidado su pequeña mejilla trato de reconfortarla.

-Mamá no irá a ningún lado, mamá esta aquí hija- abrazándola intento calmarla, le dolía ver llorar a su pequeña ahora entendía el porqué se aferraba tanto a estar a su lado, Hiyo tenía miedo de quedarse sola de nuevo. Las escasas conversaciones donde habían tratado el tema de su madre biológica Hiyo se incomodaba con solo mencionarla "No es una mujer buena" era como la definía parecía no tenerle ningún cariño.

Sentía como se removía sobre su pecho indicándole que pronto despertaría para alivio de su espalda, un pequeño bostezo sirvió para anunciar que ya había despertado, su mano froto sus ojos tratando de quitarse el sueño. Libre del peso por fin pudo levantarse sin darle tiempo a su niña de despertar por completo la llevo al baño, sus cálculos decían que solo quedaban 3 días antes del regreso de  su amante y serian sus últimos días con Hiyo.

-¡Mira mami! ¡Ya puedo solita!-moviendo sus pequeñas manitas se mantenía a flote, orgullosa de su logro mostraba a su madre cuan valiente era estando sola en el agua.

-Maravilloso mi niña ¡Eres muy valiente!- sonriendo vio como su pequeña chapoteaba salpicando agua en todas direcciones, muy parecido a los pajaritos al bañarse en una fuente, no podía resultarle más tierna la imagen de su niña.

Contrario a lo que había pensado inicialmente Hiyo disfrutaba mucho bañándose con él en la tina, haciéndose la valiente chapoteaba sola a unos centímetros de las manos de su madre si sentía que se hundía se arrojaba a ellas, solo una vez su niña se había hundido en el agua gracias a que Takafumi estaba atento pudo sacarla solo unos segundos después.

Hiyo se negó a bañarse sola desde entonces por miedo a hundirse, si se anima a chapotear era solo si su madre le tenía los brazos extendidos hacia ella, solo una vez se atrevió a alejarse de esas manos que tanta seguridad le daban para dar una mini vuelta en la tina y regresar a toda velocidad a los brazos de su madre, Hiyo disfrutaba mucho los mimos que obtenía de su amorosa mami haciéndola sentir querida e importante.

-Vamos amor es hora de salir, debemos desayunar- el pequeño cuerpo de su niña se acurruco en su pecho, tomándola con seguridad entre sus brazos salió de la tina, colocando una gruesa toalla sobre sus hombros cubrió el menudo cuerpo de Hiyo aun acurrucado en su pecho, apresurando su paso regreso al cuarto directo a la cama donde esperaba un vestido blanco con flores rojas, debía apresurarse a vestir a su niña.

-Mami ¿Podemos jugar a las escondidas?- seco con cuidado su pequeño cuerpo, poniéndole el vestido recién hecho unos días atrás este poseía un bordado de corazoncitos por los bordes además de tener bordado "Hiyo" a la altura de su corazón, este era un vestido corto debajo traía un short de tela rojo permitiéndole mas libertad.

Era un asco haciendo ropa debía admitirlo, solo por Hiyo se  había atrevido a tomar una  aguja y coserle vestidos, ya teniéndola vestida solo le hiso unas coletas dejándola sobre la cama se encamino al vestidor aun le daba pena vestirse frente a la niña, debía admitir que era demasiado tímido frente a otros un claro ejemplo era su amante, podían tener medio año teniendo sexo y aun se moría de vergüenza al mostrarse desnudo frente al castaño.

Optando por una polera gris holgada junto a un simple short de tela azul marino algo corto apenas sobresalía debajo de la polera dejando expuestas sus largas y torneadas piernas, la tela resbalaba dejando a la vista su cuello y un hombro, le molestaba un poco tener que usar esa clase de ropa pero su amante desechaba cualquier prenda que cubriera sus piernas forzándolo a usar solo shorts, algunos exageradamente cortos  muy ajustados dándole la sensación de usar una ropa interior y no un short.

-Tengo hambre, quiero pastel-extendió sus brazos esperando a ser llevada por los cálidos brazos de su madre, sabía que se estaba volviendo caprichosa ella nunca lo había sido, siempre se conformaba con la poca atención que le daban, su padre era un hombre muy ocupado y no podía ponerse exigente con él, algo muy diferente con su madre sabia que toda su atención era para ella no tenia que compartirla con nadie y por egoísta que sonara no estaba dispuesta a compartir el cariño de su madre de hecho no estaba segura de querer compartir a su mami con su padre.

 Takafumi vio como Hiyo parecía meditar algo y molestarse con eso, verla así resultaba muy extraño ella siempre mostraba una sonrisa, decidió no interrumpir a su niña dejándola pensar. El tiempo se fue muy rápido para ambos en las tareas del hogar que finalizadas les permitió jugar, sentándose en el suelo frente al sofá cubrió sus ojos empezando a contar.

Escucho claramente como su pequeña bajaba escalón por escalón, teniendo que contar hasta el 10 de la forma más lenta posible, la escucho correr y abrir una puerta, descubriendo sus ojos aguardo unos minutos antes de ir a buscarla, conocía demasiado bien a su niña y sabia donde estaba: debajo de la cama, no era la primera vez que jugaban escondidas y en todas ellas Hiyo se escondió bajo la cama , la más creativa fue cuando se cubrió con una mini-toalla su cabeza creyendo que así no la verían.

Bajando despacio por las escaleras se tomo su tiempo antes de abrir la puerta del cuarto, finjiendo ya haberla buscado en las demás habitaciones.

-¿Donde podrá estar? ¿Estará aquí?- camino hasta la puerta del baño abriéndola, escucho una risita, sonriendo se quedo quieto fingiendo pensar, tomo un mechón de su largo cabello retorciendo, teniendo 6 meses encerrado y sin poder realizar un corte tenía ya una larga cabellera negra ébano hasta la cintura acentuando bastante su delicado rostro.

Él no poseía un cuerpo frágil o delicado, todo lo contrario su cuerpo era totalmente acorde a un hombre de 1.80 lo único "suave" en su cuerpo era su cara, dándole un aire delicado a su aspecto. Más de una vez su amante había mencionado como su rostro le restaba "presencia" haciéndolo ver adorable "un hermoso ángel".

-No estaba ahí ¿Estará aquí?- abriendo las puertas del vestidor, observo de reojo como su pequeña se asomaba debajo de las sabanas dejando escapar una suave risita, fingiendo no haberla visto camino hasta la cama dejándose caer "derrotado", acostándose boca abajo sonrió ya era hora de terminar el juego. Tan concentrado estaba jugando que no escucho la puerta abrirse, el tamaño enorme de la mansión amplificaba los sonidos.

Un agotado castaño recorría con la vista la sala y cocina al no ver a su amante decidió buscarlo en el jardín sin encontrarlo ahí tampoco, resultándole mas que claro que su hermoso ángel estaba en la recamara completamente ansioso bajo rápidamente las escaleras, encontrando la puerta abierta y la hermosa escena de su ángel recostado en la cama con un conjunto demasiado provocativo.

Entro sin hacer ruido, no deseaba asustar a su hermoso ángel tragándose su ansiedad por írsele encima y poseerlo, decidió de inicio hacerle saber que estaba ahí de forma ágil logro colarse hasta la cama, siéndole muy fácil sorprenderlo.

-Te extrañe tanto- susurro suavemente, tomando por sorpresa a su hermoso amante logro aprisionarlo usando el peso de su cuerpo, besando su nuca para atrapar sus muñecas sobre su cabeza. Ignorando la tensión de su pareja empezó a besar su cuello colando una mano dentro de la polera, acariciando con las yemas el delicado y suave pezón.

-¡No! ¡¡Detente ahora!!- se removió con fuerza al sentir los besos y caricias, su niña estaba debajo de la cama y no podía dejar que su amante lo desnudara. Tratando de liberarse lo empujo con fuerza, sus labios se vieron devorados en un beso desesperado y hambriento  casi haciéndolo perder la conciencia al ser invadido por una oleada de placer solo al sentir como intentaban arrebatarle la polera reacciono, empujándolo lejos de sus labios.

-Vamos Takafumi ¿No sabes cuánto deseo poseerte?- recorriendo con la lengua el cuello logro robar suaves suspiro de su pareja, esta aun se resistía a entregarse.

Asustada por ver entrar a un hombre desconocido y escuchar a su madre decir "Detente ahora" temblaba asustada, no sabía qué hacer para defender a su mami del "hombre malo" con sus ojos color miel recorría la alfombra buscando con que defenderse, arrastrándose con cuidado de no hacer ruido tomo una pantufla si la arrojaba con todas sus fuerzas estaba segura que lastimaría a esa persona. Respirando hondo y armándose de valor salió rápidamente de su escondite, enfoco a su madre y el hombre sobre él.

-¡¡ALEJATE DE MI MAMI!! ¡¡MONSTRUO!!- cerrando los ojos arrojo la pantufla directo a la cara del agresor, sin notar que era su padre. Decir que casi muere de un infarto se quedaría corto, ver a su hija en ese lugar le helo la sangre, el insignificante golpe en su rostro fue nada comparado con escuchar "Aléjate de mi mami", aprovechando su descuido Takafumi lo empujo fuera de la cama, lo vio ponerse de nuevo la polera y correr a abrazar a su hija.

Su pequeña Hiyo se escondió en el pecho de su amante, este trataba de calmarla arrullándola en sus brazos. La sorpresa fue remplazada por la ira la inepta niñera de su hija no había reportado su desaparición, escuchar los sollozos de su pequeña bebe lo hirió.

-Hiyo, amor. Soy papá, no llores- la cabecita castaña salió de su escondite dejando ver las lagrimas en los ojos color miel, se odio por hacerla llorar. La sorpresa en el rostro de su ángel al escuchar que era padre de Hiyo fue algo imposible de ignorar.

-¿Papi?- su pequeña se arrojo a sus brazos buscando consuelo, solo pudo abrazarla reconociendo lo mucho que había extrañado a su hija. Mirando fijamente a su amante le indico con la mirada que saliera del cuarto, debían aclarar cómo demonios su hija termino encerrada con su amante, los 3 caminaron de regreso a la sala.

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Recibir una llamada de Haruhiko en plena madrugada lo alerto, un sudor frio recorrió su espalda temiendo lo peor. Sus temblorosas manos tomaron el celular.

*Haruhiko ¿Que ocurrió? ¿Como esta Misaki?*

*Despertó, Hatori. Quiere ver a Chiaki*

*¿Que estas?...*

*¿Puedes venir al hospital? necesito hablar contigo*

*¿Cómo? ¿No estás bromeando, verdad?*

*¡No seas idiota! nunca jugaría con algo así de delicado*

*Haruhiko no se si Chiaki pueda con esto, una noticia así*

*Lo comprendo, trata de prepararlo para ese día ellos deben reunirse*

*Hare todo lo posible para llevarlo, solo danos tiempo*

Apenas pudo tomar nota de donde lo estaría esperando Haruhiko, sin decirle nada a su amante salió mas temprano de lo habitual, agradecía que Chiaki no preguntara nada. Este parecía entender el porqué de sus salidas tan repentinas, todo gracias al despacho que parecía disfrutar mandando al diablo sus planes con Chiaki.

Los nervios lo carcomían al llegar, solo ver ese hospital le invadieron amargos recuerdos aun frescos de aquel accidente. Intentando no parecer un cervatillo asustado avanzo con un paso firme aun cuando por dentro se desmoronaba de miedo, tuvo que respirar para calmarse al estar frente a esa puerta y aun así podía ver sus manos temblar.

-Tardaste demasiado en llegar, tengo varias horas esperándote- el shock en su rostro eras evidente al ver a Haruhiko recostado en la cama de hospital, no podía creer que ese hombre tan fuerte y casi inquebrantable estuviera postrado en una cama de hospital. Siguió impresionándose con la historia, el gran Haruhiko Usami había sufrido un desmayo, ser testigo del despertar de Misaki el gran hombre no logro soportarlo.

-Misaki esta consiente sobre el tiempo que paso dormido. Es tan necio, quiere ver a Chiaki- podía ver la clara vergüenza y frustración del hombre por estar en esa cama, aun hospitalizado seguía emitiendo una imponente presencia, Haruhiko era el único hombre al que respetaba plenamente por su gran capacidad.

-No sé si sea buena idea, ya sabes cómo es Chiaki no me crear nada de esto- sentándose a un lado de la cama, reflexiono como revelar la noticia a su amante sin alterarlo y más aun revelar esa noticia sin causar conmoción en el castaño, sabía bien lo frágil que era su amante y temía que se derrumbara con solo escuchar esa revelación.

-No pueden negarse, él necesita verlos. Hatori te lo pido como un favor tráelo- solo asintió antes de irse, prometiendo traer al castaño lo antes posible en cuanto Chiaki pudiera asimilar la idea y se sintiera listo para visitarlo.

La espera solo duro 2 semanas...

Caminaba lento aferrándose a la firme mano de su amante, se negaba a creer esa historia no podía ser posible. Una parte deseaba aferrarse a esa idea de ver a su amigo despierto y otra parte seguía repitiendo que no debía ir a ese cuarto no merecía el perdón de ese muchacho después de todo era su culpa aquel accidente.

No podía actuar como un cobarde más tiempo, no había tenido el valor para visitarlo en  esos largos años por miedo a ver el estado del otro castaño. Tenia pánico con cada paso que daba podía sentir el miedo invadirlo, no sabía que esperar si era cierta la noticia no podía aspirar al perdón así de fácil, no podía exigir algo así resignándose desde antes a no poder recuperar su vista, considerando un pago justo vivir en las tinieblas por causar ese accidente tan horrible y doloroso para todos.

-No te preocupes Misaki no te culpa de nada-Hatori oprimió con delicadeza la pequeña y temblorosa mano de su amante, podía ver los nervios que consumían al pequeño castaño, no podía culparlo conociéndole tan profundamente sabia cuanto arrepentimiento y culpa invadían a Chiaki por aquel terrible accidente, el único culpable era Akihiko.

-Tengo miedo, el es mi mejor amigo y solo le traje desgracias-agachando la mirada apretó la mano buscando un poco de seguridad. No podía aspirar a obtener el perdón, solo deseaba disculparse por arrastrarlo a ese lugar. Siempre se repetía y reprochaba sus acciones egoístas que habían arrastrado hasta la desgracia a un inocente muchacho.

-Tranquilo amor, cálmate antes de entrar- se tenso cuando sus pasos se detuvieron sin desearlo empezó a temblar, invadido por el miedo se negó a entrar teniendo que calmarse para lograr tomar el tomo de la puerta.

Esperaba sentado en la cama observando por la ventana, una de sus manos acariciaba el suave cabello de su pareja, el hombre casi imbatible había caído dormido dejando su cabeza descansar en la cama "para descansar sus ojos" quedando dormido minutos más tarde. Misaki podía notar lo cansado y fatigado que estaba Haruhiko todo por la aparente salida del presidente, recordando todas las veces que su amante había llegado en las madrugadas por hacerse cargo de la empresa deslumbrando cada día mas a su inocente amante.

No había día que no agradeciera estar con su amado, muchas veces creyó que todo era pura suerte tener una relación con Haruhiko gracias a la diferencia de edades, un hombre tan culto como él no podía interesarse tan fácil en un muchacho tan escuálido y común como se describía así mismo Misaki, solo bastaba sentir la imponente presencia de Haruhiko para comprender lo imponente y extraordinario que era ese hombre.

-Chiaki...- su corazón se rompió al confirmar lo que Haruhiko había dicho: Chiaki estaba ciego, Hatori lo guiaba hasta su costado donde unas sillas los esperaban, de forma gentil Misaki despertó al agotado Haruhiko. Debían hablar y aclarar todo ese embrollo, él no culpaba a Chiaki por nada de lo ocurrido aun no sabía toda la historia solo que tenía 2 años en coma, un duro golpe a su mente y lo peor fue saber que su amigo estaba ciego culpándose por haber causado ese terrible accidente.

Conocer tan impactante noticia logro colapsarlo de golpe, digerir toda esa información estuvo a punto de romper su frágil mente de no ser por el apoyo de su amante de seguro se habría derrumbado con toda la presión.

-Chiaki ¿Porque te castigas as? no es tu culpa es culpa de Usami-san ¿Porque?-tomo con gentileza sus manos tratando de transmitirle seguridad, sus esmeraldas se llenaron de lagrimas al ver el cruel castigo auto impuesto por su amigo. Odiaba profundamente a Akihiko si no fuera por él ambos estarían viviendo una vida tranquila y feliz.

-Es mi culpa, si yo te hubiera llevado a ese día nada habría pasado- agachando su mirada las lagrimas escaparon de sus ojos, abriéndolos dejo ver a Misaki sus ojos carentes de brillo y vida, causando una opresión en el pecho de su amigo haciéndole sentir culpable por la difícil decisión que el otro había tomado impulsado por la culpa.

-Hay algo que deben saber, ese día me aterre al ser  secuestrado por Usami-san ya tenía todo planeado para sacarme del país, me lo dijo que sería suyo por la fuerza- aun sentía miedo por ese recuerdo, Akihiko le producía miedo ese hombre parecía capaz de cualquier cosa por cumplir sus deseos sin importar a quien pisoteara para obtenerlas.

Akihiko Usami le demostró como obsesión podía causar desgracias, ser acosado día a día y vivir con miedo a ser violado o peor aun por ese hombre, sabía que cometió un error al no decirle de inmediato a Haruhiko sobre el acoso, otro error fue alejarse de Chiaki aun después de notar como Akihiko lo miraba fue demasiado ingenuo creer que no pasaría nada, mas aun creerse la estúpida excusa de Akihiko "de hablar" y seguirlo.

-Chiaki debes operarte y recuperar la vista, quien debe pagar por esto es Akihiko.

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Escuchar de sus pequeños y temblorosos labios como lo había seguido lo tenso, había sido tan descuidado para no darse cuenta de su hija siguiéndolo. Se sentía culpable por ser tan descuidado, solo un poco aliviado al ver como su niña se había apegado a su amante, no imaginaba el instinto tan maternal que su ángel tenia hacia los niños.

-Quiero a mami conmigo, no quiero a mami lejos- las lagrimas en sus ojos partieron el corazón de su padre, no podía negarle nada a su hija, no podía negar el miedo a perder de nuevo a su amante teniéndolo en una difícil situación.

-Hiyo...-ver a su niña acurrucada en el fuerte pecho de su amante y aferrada a él les cerraron todas las posibles salidas, no podía romperle el corazón a su pequeña ya pensaría como mantener vigilado a su ángel y evitar otra huida de este.

-Zen yo no sabía que ella era- tenia pánico, no sabía como podía reaccionar su amante al saber que su hija estuvo a su cuidado por días, reconociendo lo impredecible que era el castaño. Podía pasar de ser un amante pasional a uno violento y brutal con demasiada facilidad, estaba acostumbrado a sus facetas y aun así sentía miedo por como actuaria.

-¡No me iré sin mami! ¡No me iré!-sollozando escondió su pequeña cabeza en el pecho de su madre, no dejaría tan fácilmente atrás a ese hombre no después de batallar tanto para encontrar una persona que la cuidara y amara como una verdadera madre. Pensar en dejarlo y regresar a vivir a un lugar donde nadie la quería le rompió su corazón.

-Hiyo ve por tus cosas ahora- la pequeña niña solo limpio las lagrimas, con su cabeza agachada y sin decir más bajo del regazo de su madre no miro a su padre, solo derramaba lagrimas en silencio dejando solos a los 2 adultos.

-¿Y bien Takafumi? ¿No piensas explicarme esto?- noto la tensión en su pareja con solo la mención de su nombre, sabía bien que Haruhiko había estado visitándolo esos días y su amante jamás menciono a la pequeña niña, no era muy probable que Haruhiko hiciera sus visitas de noche y su ángel estuviera dormido en todas las ocasiones.

El pánico lo invadió, tenía miedo de la reacción de su amante con la noticia del encierro de su hija con él, haciendo uso de todo su autocontrol evito temblar de miedo. De no haber estado cargando a Hiyo estaba seguro que estaría temblando de miedo como una hoja azotada por el viento, se odiaba por ser tan débil ante ese hombre, jamás había actuado así ante nadie ni ante Masamune ese hombre jamás lo vio temblar de miedo.

Siempre mostrándose ante todos con una gran seguridad, un hombre capaz de lograr superar cualquier obstáculo frente a él, ahora actuaba  sumiso como una colegiala enamorada cegada por su primer amor veía sus ridículas acciones frente al castaño con demasiada claridad, sentir la sangre hervir en sus mejillas y su forma tan estúpida de actuar con su amante tan torpe y tímida le producían unas enormes ganas de golpearse hasta dejar de actuar como una adolecente virgen en espera de su príncipe azul.

Le dolía reconocer como Zen había logrado domarlo sacando a la vista parte de su verdadero ser una que mantenía oculta para no ser considerado patético ante otros, odiaba ser tan débil con ese hombre dejarse arrastrar tan fácil a un terreno donde no tenía experiencia de ninguna clase, haber vivido enamorado de Masamune por 10 años y verse tan cegado por él le impidieron buscar tener una pareja y obtener experiencia, ahora el recuerdo de ese amor frustrado solo era una sensación agria y desagradable atrapada en su garganta ocasionándole un malestar pasajero.

Masamune su amor imposible, había amado demasiado a ese hombre entregado todo por él anteponiendo su bienestar al suyo  sin ser capaz de recibir ni una pisca de cariño de parte de ese pelinegro, que cruelmente solo lo usaba para beneficiarse. Obligándolo a resignarse a solo ser un amigo incondicional un espectador, viéndolo mas de una vez  arrastrarse por el suelo y llorar cada vez que una de sus relaciones terminaban, Masamune siempre demostró ser demasiado sensible con cada rompimiento gracias a un tormentoso romance vivido en su adolescencia y termino marcándolo de forma permanente.

Zen le había arrancado la virginidad, robado su primer beso y arrebatado su corazón dejando ridículamente indefenso ante él, patéticamente doblegado a los deseos sin salidas para lograr escapar. Aun sentía cierto resentimiento por cómo le habían arrebatado su virginidad aun si ahora estaba completamente seguro de estar enamorado no le perdonaría tan fácilmente esa horrible ofensa.

-Mi hija esta encariñada contigo y no puedo herirla separándolos de pronto, no confió mucho en que no huiras de nuevo. Te dejare salir con una condición- observando la reacción de su amante noto con claridad su confusión.

-¿Condición? no se que pienses pero no huiré de nuevo, zen lo juro no huiré- se levanto indignado por esa insinuación, había regresado por su propio deseo y saber que aun su amante desconfiaba de él lo hería, si tan solo pudiera decirle que lo amaba todo resultaría mas fácil, si no fuera tan vergonzoso lo habría hecho desde hacía mucho.

Antes de responder su pequeña hija regreso con su ropa atada a una camisa de su madre, las lagrimas aun escurrían por sus mejillas acompañadas por un hipo se negaba a ver a su padre estando dolida con él. Sin contener su llanto corrió hasta los brazos protectores de su madre, no quería irse y dejarlo atrás, Takafumi fijo su mirada en su amante este con la cabeza le indico que saliera, este solo acurruco en el regazo de su madre sollozando.

Takafumi sentía nervios de salir por fin de esa prisión, solo temía cuales serian las condiciones que el castaño impondría para tenerlo vigilado. La impresión de ver aquella mansión el triple de grande de donde había estado viviendo lo dejo sin habla, su niña aun se negaba a sacar su cabeza de su pecho sus pequeñas manitas se aferraban a la tela en un intento desesperado por retenerlo a su lado.

Hiyo se quedo dormida en su regazo llorando, su mano fue tomado por su amante guiandolo por los pasillos hasta la puerta de una habitación, abriendo las puertas encontró un lugar repleto de rosa. Dejando con cuidado a Hiyo en la cama la arropo, tenia pánico de como tendría que vivir ahora que su amante lo tendría mas controlado.

Zen lo esperaba recargado en la pared su intensa mirada clavada en su ángel lo hiso temblar, sin esperar lo acorralo contra la parece devorando sus labios con desesperación, había extrañado tanto el dulce sabor de esos labios y la tersa piel de su amante con desesperación, gozaba tanto la forma torpe en que su ángel correspondía al beso de forma tan inocente que solo podía desear arrancarle esa pureza. Conteniéndose de violarlo en el pasillo lo guio hasta su habitación a 2 puertas de la de Hiyo.

-Takafumi en esta casa podrás ir y venir a tu gusto solo si cumples ciertas condiciones, numero uno mañana te presentare ante la servidumbre como mi amante y mi "futura esposa", numero dos cuidaras de Hiyo como su madre no podrás dejarla sola y numero tres estarán siempre acompañados por 50 guarda espaldas- sentencio con autoridad, un tenue rubor apareció en las mejillas de su ángel ante la mención de "esposa" junto a un encantador ceño fruncido por ser tratado como mujer.

-¡Ni una mierda! ¡¿Estás loco 50 guarda espaldas?! Estas enfermo ¿Que podría pasarnos dentro de esta mansión?-´indignado era poco, no sabía porque demonios ese hombre estaba tan paranoico con su seguridad y la de Hiyo.

-¡No está a discusión! no permitiré que algo les pase, ¡Te amo! no podría soportar perderte de nuevo- la molestia en su voz era palpable, si su ángel creía que lo dejaría solo estaba muy equivocado, un hermoso ángel como él podía ser robado con facilidad y más aun ser deseado por otros, su amante poseía una sensualidad endemoniada y un cuerpo de infarto.

-¡Estás loco! 5 son suficientes, ¡Ya te dije que no voy a huir!- se irrito con esa estúpida forma de actuar, demasiado sofocante ser asediado así por Zen.

-¡Maldición 50 y no menos! ¡¿Que estas ciego?! Eras demasiado hermoso cualquier idiota trataría de tomarte- se levanto de golpe de la cama no cedería a dejar expuesto a su ángel a cualquier pervertido de la calle-

-¡No todos son unos locos violadores y secuestradores! Zen por favor desiste de esto, será muy incómoda para ambos tener un ejercito detrás de nosotros- cruzando sus brazos sobre su pecho se negó a ceder.

-Takafumi ¿No lo entiendes? es por su seguridad- no se dejaría doblegar por su hermoso ángel, debía hacerlo entrar en razón.

-No tendré sexo contigo si no desiste, no volveré a dejar que me toques- tensándose trato de mostrarse serio con su amenaza, por más que deseara tener sexo con el castaño y sentir su calor aguantaría ese deseo para forzarlo a desistir. El rostro impactado de su amante logro arrancarle una sonrisa de satisfacción, sabía muy bien que el castaño no soportaría el no tener sexo por un largo periodo de tiempo.

-16 guarda espaldas y no menos- chasqueando su lengua desvió la mirada derrotado, no se esperaba ser chantajeado con el sexo, no sabía que tan seria la amenaza y no planeaba averiguarlo no dejaría el sexo con su amante por una discusión.

-Está bien, creo que es algo- suspiro resignado dejándose caer en la cama, estaba cansado cerrando los ojos trato de calmarse, aun se sentía molesto.

Sentir su cuerpo presionado por su amante y su cuello besado lo obligo a abrir sus ojos, una cálida lengua recorría la piel expuesta, sintió como su cuello era succionado con fuerza la suficiente para dejarle una notoria  marca en su pálida piel, las manos de su pareja  le arrancaron sin cuidado la polera recorriendo su pecho expuesto.

 Un camino de besos húmedos recorrió su cuello y pecho deteniéndose en sus sensibles pezones, un jadeo escapo de sus labios al sentir como su pezón era chupado con violencia estando seguro que se irritaba con cada succión cada vez más fuerte a la anterior. Sus brazos rodearon el cuello del castaño arqueando su espalda al sentir como una mano entraba a su bóxer tocando con descaro su erección, sentía como su short empezaba a ser retirado junto a su bóxer dejándolo desnudo, sus mejillas se tiñeron de un intenso rojo al notar el miembro erecto de su amante bajo sus pantalones.

Sabía lo sensible que estaba por no haber tenido sexo tanto tiempo, su cuerpo deseaba ser tomado lo antes posible, mas al sentir como era masturbado por aquellas agiles manos. Fuertes jadeos escapaban de su garganta con la violenta velocidad en la que era masturbado tomándole solo unos minutos venirse en la mano del castaño, jadeando y aun sintiendo espasmos por el orgasmo contemplo a su amante empezar a despojarse de su ropa, embelesado por aquel hombre no perdió detalle de como se desvestía.

Estando completamente desnudo abrió las piernas de su ángel, usaría el semen de este como lubricante para dilatarlo con más facilidad, sentía una profunda desesperación por  poseer ese embriagante y adictivo cuerpo, colocando las piernas de su amante sobre sus hombros esparció el semen en sus dedos,   el dulce aroma del sexo invadió la habitación excitándolos aun mas, el castaño introdujo un dedo moviéndolo con suavidad.

Su erótica escena se vino abajo con un grito de Hiyo y el llanto de esta, estando tan cerca podían escuchar con claridad lo que su niña hiso. Takafumi recupero su cordura, bajando de golpe las piernas de los hombros del castaño se hiso aun lado de un brinco salió de la cama, tomo la polera colocándosela antes de salir corriendo del cuarto, su niña lo estaba llamando y eso basto para bajarle de golpe su excitación.  Dejando atrás aun excitado y frustrado castaño, que maldecía lo imprudente que había sido su hija en ese momento, aun si deseaba enfadarse con ella no podría hacerlo, solo podía resignarse a usar su mano y hacerse cargo solo de su dolorosa erección.

Notas finales:

n.n..espero les guste


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