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JAULA DE AMOR por rurufusu

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Notas del capitulo:

perdon por la demora pero ya les tengo conty

 

No podía creer lo fácil que su vida podía ponerse como un verdadero infierno, su ángel permanecía molesto con él gracias a la presencia indeseada de Sakura dentro de la mansión, ignorándolo la mayor parte del tiempo en un notable ataque de celos por la presencia de su esa mujer, ahora solo se concentraba su atención en Hiyo evitándolo la mayor parte del día, por su parte su pequeña hija huía de Sakura.

*Cada día mas deseo molerte la cara a golpes, maldita bruja*

*Deseo tanto echarte a patadas de nuestra vida*

*Maldigo la hora en que te permití entrar de nuevo a nuestra vida*

Seguía maldiciendo su estupidez por dejarla pasar el umbral de su hasta entonces pacifico hogar, una sensación de asco y repulsión se instalo en su estomago con solo verla y escuchar su voz. Tener que soportar su descarado coqueteo y sus contantes intentos por abrazarlo o besarlo estaba por darle un puñetazo para alejarla, solo se contenía porque incluso golpearla seria perjudicial para él, se prometió soportarla hasta el regreso de Hatori y seria su abogado el encargado de sacarla por la fuerza de ser necesario.

-¿Cuando piensas largarte? Hiyo no te necesita, ella adora a mi pareja y NADIE te necesita, así que ahórrate tu asco de discurso barato de madre preocupada y lárgate- escupió con asco y fastidio por la presencia de la mujer, evitando arrojarle a su exageradamente pintado rostro su café recién hecho y con la taza partirle de un golpe la cabeza.

-¿Realmente crees que esa puta quiere a Hiyori? nadie podría cuidar mejor de ella que yo, soy su madre después de todo- tratando de contener su desagrado por la sola mención de la amante, trato de parecer lo mas calmada que podía estaba segura que esa escuálida mujer no podría competir contra ella y ganarse el cariño de una niña resultaría muy fácil.

-Mi amante se hace cargo del cuidado de Hiyori, es una excelente esposa muy dedicada y una maravilla en la cama, ¿Puedes largarte de una vez? no quiero que te vea-su voz empezaba a sonar con gran irritación y fastidio, no soportaba los aires de "gran señora" cuando todos sabían que esa mujer se acostaba con cualquiera con una buena cuenta bancaria.

*Te demostrare que esa mujer no me llega ni a los talones*

*Pronto veras que no podrás evitar caer de nuevo a mis pies*

Sonriendo con descaro cruzo las piernas, la tela resbalo dejando expuesta su larga y estilizada pierna, sintiéndose orgullosa de su bien trabajado físico. Conocía muy bien como los hombres enloquecían por un cuerpo hermoso y definido, uno como el que se había esforzado en tener en forma incluso después de haber dado a luz a su única hija.

La presencia de esa mujer le parecía cada vez mas insoportable, chasqueando la lengua trato de mantenerse calmado y no salir corriendo para encerrarse en la habitación junto a su amante, no podía ser tan irresponsable para olvidarse que su hija regresaría en menos de una hora ni loco la dejaría sola junto a esa bruja que fuese su esposa.

Ante su claro rechazo por cualquier intento de esa arpía por tocarlo, la vio hacer una mueca de desagrado. Pasando sus manos por su revuelto y aun húmedo cabello pudo percibir aun el aroma del sexo impregnado en su piel, sonriendo recordó el endemoniadamente sensual cuerpo de su ángel y su hermoso cabello negro ébano, amaba ese cabello.

Fue solo un descuido por verse perdido en los recuerdos aun fresco de su reciente ejerció sexual lo que le permitió a la mujer levantarse y aun dándose los grandes aires que solo la señora de la casa podía darse camino directo a la habitación, el castaño reacciono tarde al verla irse saliendo detrás de ella para verla abrir de golpe las pertas de la habitación donde su ángel aun se encontraba dormido.

El estomago se estrujo al ver entre las sabanas una larga cabellera negra destacar, un hombro apenas visible demostraban la delicada piel de la mujer que debía deshacerse. Una mueca se formo en sus labios, conocía los rumores sobre los amantes de una noche de su ex esposo aquellos a los que dejaba abandonados en habitaciones de hotel después de usarlos, ver a esa mujer dormir plácidamente en la cama solo le indicaban que esa tipa sin duda era una pareja permanente si no jugaba bien sus cartas seguramente seria la nueva esposa.

-¡¿Que demonios te pasa?!mi esposa esta dormida- jalando con brusquedad a la mujer la obligo a salir cerrando la puerta sin hacer ruido,  sin soltar su agarre la jalo de regreso a la sala no permitiría bajo ninguna circunstancia que esa mujer molestara a su amante. No deseaba que su ángel se topara con esa mujer y menos aun que pelearan.

-¡Vaya! quien diría que conseguirías una cualquiera para meter en tu cama, no creo que una mujer así sea adecuada para cuidar a Hiyori- le resultaba intolerable esa mujer, un obstáculo en sus planes y mas aun si aquel hombre empezaba a enamorarse de ella.

-Que te quede claro una cosa sobre mi ángel, mi amante no es como tu que le abres las piernas a cualquiera, fui yo quien le arranco la virginidad y seré el único hombre que toque su cuerpo-la clara molestia en su voz delataban que su escasa paciencia estaba por llegar a su fin, en tener que soportar la indeseable presencia de se ex esposa.

Las cosas empezaron a complicársele con solo regresar a la sala y ver entrar por la puerta a su pequeña hija cargando un par de bolsas, su luminosa sonrisa delataba su felicidad muy contrario a la cara de total repulsión que mostraba Hatori al ver a Sakura. Hatori conocía bien la historia del "accidente" de su pequeña hija, gracias a ese incidente el abogado exploraba la forma de impedir que esa mujer pudiera acercarse de nuevo a su hija.

-¡Papi! ¡Mira lo que compre para mami!- sin notar siquiera la presencia de la mujer corrió a brazos de su padre, completamente emocionada por lo que había comprado después de elegir un regalo para Chiaki, los vio un juego de camisetas con estampado de estrellas en la parte izquierda  en 2 tonalidades de azul pareciéndole tan bonitas para un regalo, por su insistencia la vendedora había colocado ambas camisas en 2 bolsitas color rosa.

-Hiyori amor ¿Porque no le das su regalo a Yoko-chan?- al escuchar la voz del otro hombre recordó el regalo que debía dar a su madre, atrayendo a su pecho su bolso de gatitos para sacar una de las bolsitas entregándosela a su padre. Sus ojitos color  miel por fin se dieron cuenta de la mujer que la miraba fijamente, no conocía a esa extraña pero un miedo muy fuerte se apodero de su pequeño corazón, su instinto le decía que esa mujer era mala.

Entendiendo la suplica muda de su hija la dejo partir, pudo ver el miedo reflejado en sus ojos resultándole claro que, a pesar de ser una bebe y no ser capaz de recordar  su instinto parecía decirle que debía alejarse de Sakura. En un rápido vistazo a Hatori pudo distinguir el claro enojo en su rostro, el hombre no soportaba a su ex esposa y había sido uno de los pocos que se opuso no solo al noviazgo también a su matrimonio.

-Jamás pensé que fueras tan descarada, regresar como si nada a esta casa después de lo que hiciste-el tacto era lo que menos poseía Hatori cuando se encontraba molesto, su rostro mostraba molestia con solo ver a esa mujer, aunque no conocía aun físicamente a Yokozawa por como lo describía su amigo, como un total idiota enamorado podía hacerse una clara idea de que aquel hombre era todo lo que esa familia necesitaba.

Ninguno de los 2 era capaz de soportarse después del divorcio, Hatori desde el inicio nunca pareció aceptar su relación, bien podría ser porque conocía los rumores entorno a Sakura  y sus continuas aventuras terminadas aparentemente por sus continuas infidelidades.

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-¡Mami! ¡Mira lo que te compre!- sin ocultar su alegría ingreso sin problemas a la habitación donde dormían sus padres, no le resultaba extraño encontrarlos en la misma cama ni  el encontrar a su madre desnudo en ella. Casi corriendo llego a la cama, poniéndose de puntitas logro alcanzar la mano que apenas sobresalía en el borde jalándola.

Aun estando agotado por haber tenido una larga sesión sexual no pudo dejar a su niña esperando, ahogando el dolor en su cadera y cintura se incorporo en la cama con cuidado atrajo a su regazo a su niña, teniendo cuidado de no dejar al descubierto por completo su desnudez aun sentía vergüenza de ser visto en esas condiciones.

-¿Que paso amor?, regresaste mas temprano de lo que creí-acariciando con ternura su mejilla la dejo acurrucarse cómodamente en su pecho, vio las pequeñas y redondas mejillas se tiñeron de un sutil rojo, al verla señalar tímidamente con la mirada  la pequeña bolsa rosa entre sus manos una muda petición de que tomara aquella bolsa.

Aquel detalle lo conmovió al ver que su niña se acordaba de él, la camiseta de color azul cielo con estrellas negras adornando el lado izquierdo sabia por el tamaño que le quedaría un poco grande, vio como su pequeña de inmediato noto la charola de plata repleta de bocadillos en la mesita de noche junto a la cama y sin esperar se fue a devorarlos, aprovechando ese momento se levanto sacando de un cajón del pequeño buro una bata de seda roja, le desagradaba tener que usar ropa de mujer pero su amante no le permitía tener ropa demasiado masculina "que le restara belleza a su ángel".

Observo con cierta incomodidad toda su ropa en aquel inmenso armario, toda  parecía demasiado "delicada" para un hombre y mas con su físico, lo mas que el castaño le permitía tener eran unos pantalones pescador lo demás eran shorts, algunos incluso muy pequeños y ajustados para su gusto sin mucha opción tomo unos pescadores blancos y una camisa de 3/4 azul marino de corte v junto a unos tenis azul marino con blanco, asegurándose que su niña aun estaba entretenida comiendo se adentro en el vestidor dejando caer la bata exponiendo de nuevo su blanca piel se dispuso a cambiarse.

Después de batallar varios minutos  con su largo y enredado cabello, tomo a su niña en brazos dirigiéndose al comedor donde esperaba ya estuviera su amante esperándolos para comer, se detuvo de golpe al escuchar la voz de su pareja y otras 2 que no conocía. Sin poder contener su curiosidad fue a hacia la sala donde creía estaban las 3 personas.

Una fuerte punzada en su pecho se formo al ver a su amante junto a esa mujer tan hermosa, su pequeña se escondió su cabeza en su pecho demostrando que esa mujer le daba miedo, sin ocultar su molestia por la presencia de esa mujer su ceño se frunció notablemente al ver el descarado coqueteo sobre su amante.

*Maldito idiota*

*Maldito imbécil ¡No dejes que te toque!*

*Maldito imbécil, echa a esa tipa de esta casa*

*Nunca imagine detestar a mas a una persona que no fuera Onodera*

*¡Cierra tu maldita boca! este es mi hogar no tienes derecho a meterte en el*

La tensión en el comedor era palpable, el pelinegro no soportaba como "esa" no dejaba de coquetearle a su amante, no dejaba de tocarlo e insinuársele saber además que esa era su ex esposa no ayudaba nada, sentía una inexplicable furia con ver a esos 2 hablar sus celos a flor de piel no le dejaban ver la incomodidad en la cara de su amante con cada roce nada disimulado, ignorándolo por completo se dedico a darle de comer a su niña en la boca.

*Zen...Zen...Zen*

Era todo lo que esa mujer perecía conocer, algo que lo molestaba además de tener que soportar su auto invitación para comer con ellos. Si no soportaba  verla con el castaño soportaba menos que esa mujer tratara de quitarle a su niña como si el ser su madre biológica le diera derecho a llegar y tratar de llegar a su hogar a sentirse la dueña de todo.     

Lo único que agradecía era el rechazo que Hiyo de forma instintiva mostraba a esa mujer, no dejaba que la tocara solo se pegaba mas a su pecho escondiéndose lo mas que podía en sus brazos, sintiendo la incomodidad de su pequeña decidió irse como una forma de proteger a su amada niña, había algo en esa mujer que no le agradaba en absoluto.

Decidió no dormir en la habitación que compartía con su amante estaba demasiado molesto y celoso para desear verle la cara sin tener deseos de gritarle o peor aun golpearlo, hoy dormiría con su niña. En el cuarto de su pequeña tenia varias muda de ropa que usaba para dormir por molesto que le resultara usar pijamas de mujer, así no tendría que verle la cara a su amante, los celos  y el enojo lo impulsaron a decidir no verlo.

Solo se encerró en la habitación junto a su niña, se bañarían antes de dormir pero para asegurarse que su amante no lo fuera a molestar cerro con llave, después de dejar a su pequeña en la cama se aseguro de poner el cerrojo. Su pequeña castaña estiro sus brazos a él para ser llevada a su armario algo que amaba su niña era dormir con una pijama de conejito de cuerpo completo, esa noche toda su atención estaría  en su pequeña niña.

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Tal como lo había predicho su amante fue a buscarlo por la noche y él lo ignoro completamente, lo ignoro al levantarse para ir a la cocina en un intento de no sentirse un completo inútil había tomado el control de la cocina haciéndose responsable de las comidas tanto de su niña como de su amante, sumándole su trato amable a los empleados de la mansión  había logrado ganarse la admiración de todos ellos en los escasos días que tenia en ese lugar, escuchando a las jovencitas sabia que muchas ya habían trabajado en otras mansiones y en la mayoría las trataban horrible.

*Tener a una señora como usted tan amable y considerada es como un sueño*

*La mayoría de esas mujeres son unas creídas, déspotas y horribles*

Le agradaba ser aceptado tan fácil en ese hogar, más aun que las pocas órdenes que llegaba a dar se cumplieran, lo único que no le agradaba mucho era ser llamado "señora". La aun encargada de la cocina no había objetado en que fuera él quien cocinara, agradecía que le permitiera distraerse cocinando y mas aun que lo ayudara a mejorar su cocina.

-Buenos días, ¿Le molestaría ayudarme a preparar brownie?, yo no se hacerlos y Hiyo me pidió un desayuno con ellos-agachando la mirada evito mirar a los ojos a la mujer, mas de una vez lo reprendió por consentir demasiado a Hiyo, sabia que era incapaz de negarle algo a su pequeña y adorada niña sin importar lo que fuera trataría de cumplirlo.

-No debe consentir tanto a la señorita, debe ser mas firme y ponerle limites, señora- sabia que era inútil decirle al hombre que fuera firme con esa pequeña, podía ver lo suave que era con el tema de los niños y mas aun con esa niña que sabia como manipularlo.

Sin decir mas solo empezó a buscar entre las gavetas los ingredientes para preparar el desayuno, en silencio el pelinegro se acerco ayudándola a buscar los ingredientes y utensilios que usarían para preparar la masa.

-¿Sabes si esa mujer se quedo?...-desvió la mirada incomodo, no quería parecer un idiota celoso con la presencia de esa mujer.

-Por lo que escuche no pudieron sacarla, esa mujer es horrible. Les grito e insulto a todos los empleados ¡como si fuera la señora de esta casa!-no había podido tratarla en persona y no deseaba hacerlo por lo que sus compañeras decían era una persona horrible, llegaba sin ser invitada y trataba de darse los aires de dueña.

Enfocándose en el desayuno casi olvida la llamada que minutos atrás habían recibido.

-Señora, son casi las 8 ¿Debería despertar a su esposo? su asistente llamo ayer para recordarle que tendría una junta hoy a las 9- la mujer de casi 50 años fue una de las sorprendidas con el anuncio dado por su jefe, un hombre como figura materna parecía imposible, esa fue su impresión inicial hasta que vio a ese hombre tratar con tanto cariño y amor a la pequeña hija del señor de la casa, si instinto materno la impresiono.

Teniendo cerca de 3 años trabajando nunca vio a la pequeña Hiyori ser caprichosa, siempre parecía conformarse con el poco tiempo que su padre le dedicaba, todo lo contrario con ese joven con quien la pequeña se mostraba caprichosa y exigente intentando acaparar la atención del hombre durante todo el día, actuando mimada se negaba a caminar sola queriendo estar  a todas horas en brazos de "su madre", lo único que veía mal era como consentía demasiado a la pequeña niña malcriándola.

Aun molesto por como esa mujer lo coqueteaba chasqueo la lengua, no quería verlo aun.

-Descuide, le pediré a una de las mucamas lo despierte- limpiándose las manos de la harina que tenían, se retiro, podía notar la molestia en el hombre con la sola mención de su pareja y no debía ser un genio para saber que se debía a la intromisión de la mujer el día anterior.

Solo después de tener completamente listo el desayuno fue a despertar a su pequeña, otra cosa que le consentía a su niña era desayunar en pijama, teniendo cuidado al despertarla la tomo en brazos para llevarla al comedor. El estomago le dio un vuelco produciéndole nauseas al ver a esa mujer sentada como si nada en la mesa.

-¡Ah! tu de nuevo, ¿Eres la niñera?, ¡olvídalo! realmente no me importa quien seas, dame a mi hija quiero que este conmigo-no sabia exactamente quien era ese hombre, solo podía ver lo apegada que estaba su hija a él y la clara incomodidad mezclada con miedo que la niña mostraba cuando se acercaba a ella como si recordara el accidente.

Sintió como su niña se escondía lo mas que podía en su pecho y sus pequeñas manos aferrarse a su camisa, esa mujer no le inspiraba confianza había algo en ella extraño. Ignorándola paso de largo, sentándose en su lugar habitual acomodo en su regazo a su niña que tímida sacaba su cabecita de su pecho para observar la mesa.

-Mira princesa es el desayuno que querías ¿Comemos?-regalándole una dulce sonrisa acaricio con ternura la pequeña mejilla, observo de reojo como esa detestable mujer parecía enojarse cada vez mas por ser ignorada.

-¡¿Quien te crees estúpido?! ¿Acaso no sabes quien soy?-ver como aquel hombre la ignoraba como si no estuviera ahí fue mas de lo que podía soportar, su hija no dejaba que la tocara demostrando que le tenia un miedo enorme. Levantándose de golpe camino furioso hacia ese impertinente hombre, pudo ver  como el pelinegro dejaba sentada a su hija para encararla, trago en seco al notar lo alto que era y su intimidante porte.

-Le agradecería que dejara de gritar, a menos que quiera que la saque a patadas de esta casa por respeto a su relación con Hiyo evitare esa vergonzosa situación-su escasa paciencia se estaba agotando con los aires de grandeza que se daba esa mujer, cruzando sus brazos sobre su pecho y tomando una postura seria freno en seco el avance de la mujer.

-Imbécil...pu...edo hacer que te corran con solo chasquear los dedos-la potente voz del hombre la atemorizo, recobrando su postura trato de parecer segura de sus palabras.

-En eso esta equivocada, quien puede correrla con solo una palabra soy yo, así que cálmese o le aseguro que la echare- sin moverse miro desafiante a la mujer, nunca había gozado de una gran paciencia y esa intrusa en su hogar le agotaba su escaso auto control.

Después de ser lastimado por su dañino amor a Masamune su corazón se negaba a compartir ni una pisca de amor o cariño de su amante, era consiente que Hiyo y él tenían una parte diferente en el corazón del idiota de su pareja una que complementaba cada rincón en el corazón del castaño de formas diferentes y únicas.

Hubiera dejado todo como estaba de no ser por pequeño detalle: la bruja en un intento por golpearlo había tomado una copa vacía y arrojado contra él, por reflejo lo esquivo solo para ver su error en esa acción después de escucharla romperse junto con el llanto de su pequeña niña, volteando para verla palideció al ver la sangre escurrir de la carita de su hermosa niña por un cristal que había cortado su frente.

La furia la invadió al verse brutalmente ignorada  sin considerar nada tomo otra copa arrojándosela al hombre, esta impacto el brazo cortando la piel haciéndolo sangrar, satisfecha por el resultado tomo otra dispuesta a romperle toda la vajilla de ser necesario para hacerle ver quien era la única que mandaba dentro de esa mansión.

*¿Que demonios paso aquí?*

*No puedo entender que demonios paso aquí*

Después de soportar que su amante lo abandonara por la noche encerrándose en la habitación con su hija, verse ignorado por su ángel incluso en la mañana lo tenían de un animo del demonio y solo tenia un culpable en mente: Sakura su insoportable presencia lo había arruinado todo, se derrumbo cuando una de las empleadas de servicio entro de golpe y paranoica tan pálida como una hoja de papel.

*¡Señor!...un accidente, la señora esta lastimada*

No supo como termino corriendo hasta la sala donde la habían dicho que estaba su ángel, la sorpresa lo invadió al ver enojado a su amante y su brazo sangrar. No entendía que pasaba se quedo estático observando la extraña escena, su hermoso ángel  enfurecido dejo de cubrir con su cuerpo a su hija caminando sin vacilar hasta su ex esposa y darle una fuerte bofetada con tal fuerza que le abrió el labio y tiro al suelo.

-¡Lárgate de esta casa y no regreses! ¡Maldita esto jamás te lo perdonare!-sin decir mas e ignorando a la aturdida mujer tomo en brazos a su pequeña, pudo verla aferrarse a su pecho aun llorando, no se quedaría en ese lugar mas tiempo.

-¡Takafumi!..-corrió hacia su amante confundido por todo y sin entender nada de lo que pasaba, se vio empujado por su ángel que lo aparto del camino después de clavarle una furiosa mirada y solo pudo verlo perderse en el pasillo. Su mirada se clavo en Sakura al caminar escucho el crujir del cristal romperse, fijando su atención en la mesa notando la ausencia de varias copas, rodeando la mesa hasta el lugar donde estaba su ángel pudo ver los restos de las copas en el piso entendiendo que paso.

Los pasos apresurados del pasillo lo hicieron fijar su mirada en el y ver regresar a su ángel furioso, su figura imponente se coloco frente a Sakura y con una orden casi muda le ordenaba irse de esa mansión, no había replica en esa orden y por esa postura era claro que de ser necesario la sacaría él mismo de la mansión.

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Sentía su conciencia irse con cada minuto que pasaba, la anestesia empezaba a surtir efecto odiaba los hospitales y ahora tenia que estar en uno, Hatori considerando que seria bueno tener un apoyo para ese momento lo había internado en el mismo hospital donde Misaki se encontraba hospitalizado y en recuperación, para sorpresa de todos el castaño mostraba unos avances considerables en su recuperación siendo ahora capaz de moverse usando andadera sin ayuda de otros para mantenerse en pie.

*No te preocupes Chiaki, todo saldrá bien*

*Tengo miedo de lo que pasara después, tengo miedo*

*Debes tener confianza en la operación, todo saldrá bien*

*Recuerda que Misaki te estará esperando y desea verte después de la operación*

*Espero poder ganarme su perdón*

Una parte ansiaba ser capaz de recuperar la vista y otra parte estaba aterrada por los resultados de la operación, los análisis mostraban muy altas posibilidades de que la operación fuese un éxito. Los remordimientos aun calaban fuerte en su pecho por aquel accidente sintiéndose aun responsable, ahora era consiente que la culpa se debía completamente a Akihiko y su obsesión por Misaki, pero aun sentía que parte de la culpa se debía a su capricho por ir a conocer al escritor, lo admiraba por sus obras.

Por lo que decía Misaki de aquel hombre era un idiota engreído, además de obsesivo que creía poder tener  todo con solo desearlo y no supo aceptar el rechazo del castaño. El constante acoso sobre su amigo y las lesiones que llevo a verle le demostraban claramente lo peligroso que era, odiaba completamente a ese hombre y su estúpido asistente, ese tipo lo separo de Misaki, lo beso y ocasiono su pelea con Hatori.

Yuu ese detestable hombre, no era la primera vez que lo encontraba para se total desagrado, las oficinas de la editorial donde publicaba Akihiko estaban en el mismo edificio donde se encontraba el despacho de Hatori y para su desgracia mas de una vez se había topado con ese desagradable hombre, aun después de dejar en claro que no estaba interesado en tener contacto con él de ningún tipo, a pesar de dejarle en claro su postura no pudo evitar el acoso de ese hombre.

*Misaki, perdóname*

*Quiero poder perdonarme y ganarme de nuevo tu confianza*

Apenas era consiente del movimiento a su alrededor y los médicos moviéndose para llevarlo preparándolo todo lo que seria necesario para trasladarlo, el quirófano  ya se encontraba listo para la operación aguardando únicamente por el paciente. Un castaño apenas había podido llegar a la habitación con gran dificultad por la pesada andadera esperando poder desearle buena suerte en su operación solo que no había podido llegar a tiempo, encontrándolo ya sedado.

Tomando la mano de su amigo le deseo suerte antes de verlo partir, ansiaba verlo de nuevo  y ser capaces de leer juntos los libros que sabia Chiaki había comprado para él después del accidente como una clara muestra de arrepentimiento por ese día. Sentía un extraño malestar recorrerle el cuerpo como si intentara advertirle que algo malo estuviera a punto de pasar, algo por lo que había terminado llamando a Haruhiko.

*Quiero verte, ven pronto por favor*

No sabia porque sentía una fuerte opresión en el pecho, muy similar a la que sintió ese día cuando Akihiko lo arrastro a ese auto, un escalofrió recorrió su espalda al recordar a ese hombre, se perdió en sus pensamientos al avanzar lentamente de regreso a su habitación.

*Estoy esperándote en la habitación Misaki*

El mensaje de Haruhiko lo regreso a la realidad con pasos lentos y pausados camino de regreso  hasta su habitación, su corazón se hincho de felicidad al ver al hombre que amaba sentado junto a la ventana leyendo un libro, el aroma de las rosas frescas inundo sus pulmones sin poder evitarlo una sonrisa boba se dibujo en sus labios.

Se aseguro de cerrar la puerta detrás suyo y caminar con una sonrisa directo hacia el hombre que amaba, tan sumido estaba por ver a su pareja que ignoro por completo el sonido de la puerta abrirse de nuevo. Haruhiko se levanto de golpe dejando caer el libro dejándolo desconcertado al ver el su rostro de pánico total.

-¡¡Misaki!!-su sangre se helo con ese grito, no supo que paso exactamente en ese momento solo ver a Haruhiko correr hacia él, lo siguiente que supo fue verse en el suelo y escuchar gritos. La sangre manchar el suelo y su amado forcejear contra otro hombre, entonces reconoció esa voz, una que detestaba desde hacia mucho y pudo ver un filo metálico brillar.

-Akihiko...-su cuerpo dolía por el golpe, trato de levantarse sin éxito y las lagrimas se agolparon en sus ojos al ver de donde provenía la sangre: uno de los costados de su amado sangraba y el cuchillo aun estaba en manos de Akihiko, se aterro al ver el rostro de ese hombre y la locura reflejada en sus ojos misma que mostraba al tratar de matar a su pareja.

*¿Porque paso eso? ¿Porque no puedes dejarnos en paz Akihiko?*

Notas finales:

owoi..espero les guste


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