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JAULA DE AMOR por rurufusu

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Notas del capitulo:

al fin estoy libre de examenes¡¡

por fin podre esceibir con mas tiempo mis fics espero les agrade como va estarara historia

 

Recorría con calma el camino de piedra hasta su mansión oculta, le irritaba la sola idea de irse dejando por varios días a su pareja en aquella hermosa jaula, abriendo la reja con calma se adentró en su  nido de amor. Teniendo cuidado de no hacer ruido que alterara a su oso salvaje ingreso a la mansion, debia tener cuidado con su hermosa fiera podría ceder a ciertas cosas sin quitar de en medio su salvaje carácter.

-Takafumi, estoy de regreso-recorriendo con la mirada la sala espero encontrarlo, al no verlo se dirigió a la planta baja, estaba ansioso por verlo y sentir su dulce aroma. Seguía intentando doblegarlo y ganarse su corazón, quería dejarlo libre el miedo a que este huyera lejos de su lado era tan aterrador que no se atrevía a dejar a su ángel libre en la mansión principal. Aun debía asegurarse que su amante no huiría en cuanto encontrara una puerta abierta.

Le aterraba la solo idea de imaginar a su hermoso ángel lejos, no podía ni soportar pensar que su dulce amante pudiera escapar de sus manos. La desagradable sensación de Sakura llego de golpe, detestaba a la mujer tanto como una vez la amo o creyó amarla, la mujer era hermosa de cuerpo envidiable cintura pequeña, largas piernas y hermoso busto acompañado de un rostro por demás hermoso y delicado demasiado sensual, había caído tan fácil ante sus encantos y provocación, demasiado fácil se dejó seducir.

*Me gustas Zen. Estoy enamorada de ti* las más falsas y vacías palabras que pudo haber escuchado de su boca. Ese día se dejó llevar por Sakura, sus asquerosos besos cargados de lujuria, sus caricias las que de seguro muchos hombres habían tenido antes que él y su cuerpo uno que muchos otros habían tomado y poseído, debió ver que solo buscaba su creciente fortuna. Zen había sido demasiado ciego para no verlo lo que todos veian, Sakura no era más que una trepadora y promiscua mujer, después de separarse de ella supo de sus numerosas infidelidades con tantos hombres que le fue difícil asimilarlo.

*¿Realmente me amaste Sakura?* se sentía estúpido de solo pensar que una vez se dejó seducir por esa mujer.13 amantes había tenido durante sus 2 años de matrimonio,9 de sus accionistas y 4 empleados de su compañía se revolcaban con su "esposa" ¿Era eso o una prostituta que contrato? ¿Cómo podía llamarla? Fue gracias a Hatori que logro echarla a patadas sin un centavo y sin su preciosa joya, lo deseara o no aun escuchaba rumores de ella. Haruhiko le conto solo un año después de su divorcio que su ex esposa se había casado de nuevo con uno de sus amantes y ex accionista de su empresa, compadeció al idiota que se casó con ella era un hecho que solo lo usaría hasta encontrara a otro que pudiera usar para tener una vida de lujos y princesa.

De solo recordar a la mujer su cabeza había comenzado a doler, le parecía ahora tan idiota en la forma que actuó en ese tiempo, solo podía agradecerle haberle dado a su pequeña hija, la adoraba y no podía ni considerar tenerla lejos no podía cambiar el tenerla en un internado a pesar de su corta edad, odiaba mantenerla en ese lugar. Realmente deseaba encontrar una pareja que pudiera ayudarlo a cuidar a su pequeña hija ¿Podría ser su hermoso ángel esa persona? ¿Él quien cuidaría a su pequeña como la madre que necesitaba?, así lo deseaba no podía asegurar que así fuera.

Con paso calmado entro al comedor buscando con la mirada a su amante, encontrándolo sentado y comiendo un tazón de cereal en la cocina, usando una holgada polera verde, verlo así le resultaba una vista por demás hermosa. No podía explicar cómo solo verlo así le resultaba algo tan hermoso, los ojos azules de su amante se clavaron en él, mostrando su claro desconcierto por verlo en la jaula ese día.

-¿Ya es fin de semana? pensé que Haruhiko vendría esta vez contigo prometió traerme ropa-mirándolo confundido, su calendario decía que no vendrían hasta dentro de 3 días más la sorpresiva visita del castaño lo asusto, su cuerpo se estremeció de miedo al sentir la mirada depredadora del hombre, por instinto retrocedió por cada paso que el otro daba.

-Quiero divertirme un rato contigo-la sonrisa en sus labios alerto al más joven, viéndolo retroceder cada que el avanzaba. Indicándole que esta vez tendría que forzarlo a tener relaciones, no parecía dispuesto a jugar sonrió de lado tendría que someter a su oso, con violencia lo empujo contra la pared sostuvo con fuerza las muñecas del más joven sobre su cabeza, este solo cerro los ojos no pelearía esta vez.

-Vamos cariño al dormitorio ¿o acaso quieres hacerlo aquí?-su voz mezclada con burla ocultaba su deseo, el susurro el oído del pelinegro lo estremeció. Lo vio cerrar los ojos y aun temblando negar con la cabeza, besando con demanda logro arrancarle el aire, soltando sus muñecas lo empujo en dirección al dormitorio.

Mordió su labio inferior conteniendo cualquier sonido, evitando producir ruidos manteniendo sus ojos fuertemente cerrados, las lágrimas se acumulaban en ellos, sentía dolor mezclado con vergüenza. Su orgullo estaba siendo aplastado poco a poco por la presencia de ese insoportable hombre, sus manos atadas le impedían moverse libremente su propio cuerpo reaccionaba contrario a su mente, su cerebro se sacudía confundido sin saber cómo reaccionar manteniéndolo al borde de un abismo.

-¡AAHHA!..Aahh...mas...aaahh... lento-pidió entre gemidos y  jadeos, sus piernas abiertas de par en par, reposaban sobre los hombros de su captor. Estaban por cumplirse 3 meses desde su secuestro, de sufrir violentos encuentros sexuales, aun no se rendía cada día intentaba escapar y cada día sus muñecas eran atadas cuando era vencido y humillado.

-¡Ah! tan bueno...ugh...tu cuerpo es delicioso-aumentando la fuerza de las embestidas, sujeto la cadera de su amante permitiéndole mas acceso a su interior. Apoderándose de los labios suaves de su ángel devoro con una intensidad arrolladora su boca, le había costado un mes entero lograr que su oso salvaje dejara de intentar arrancarle el labio cuando lo besaba.

Su hermoso ángel le parecía el ser más delicado y perfecto, chocando con su espantoso carácter, resultaba ser una autentica fiera un verdadero oso salvaje luchando por ser libre. Siempre había deseado conocer un hombre o mujer así de orgulloso, anciaba tener a una persona que pudiera permanecer a su lado por amarlo a él y no la fortuna que tenía.

-Aaahhh. Me vengare...aahh...de esto idiota-cerrando con fuerza sus ojos y puños llego al clímax manchando su vientre con su propio semen. Sus paredes anales se contrajeron apretando el miembro de Zen estimulándolo a terminar dentro, como siempre el semen del castaño lo lleno y solo después de unos minutos salió de su interior junto a un camino fino del líquido blanquecino que fluía desde la dilatada y aun enrojecida entrada.

-Te odio, te detesto ya verás que huiré de este lugar y no podrás encontrarme-dándole la espalda al castaño, cubrió su desnudo cuerpo con la delicada sabana de seda. Su orgullo era mancillado cada vez más, su propio cuerpo parecía traicionarlo al reaccionar a la piel y caricias de Zen, no quería ni admitiría lo agradable que le resultaba el calor del cuerpo de su amante, cuando lo tomaba en sus brazos después de hacer el amor y dormían juntos.

-Takafumi. Te amo, mi ángel- obligándolo a girar su rostro lo beso, era cálido y suave por reflejo aun teniendo sus muñecas atadas coloco sus palmas sobre el pecho del otro, correspondiendo al beso. Había luchado sin descanso 2 meses contra aquel hombre y sin darse cuenta poco a poco cedía complaciendo a Zen, este desato lentamente sus muñecas permitiéndole al joven mover sus adoloridos brazos.

Ya era costumbre que Zen rodeara su cintura con su fuerte brazo, atrayéndolo a su cuerpo y obligándolo a recostar su cabeza en su pecho, cedió a quedarse en esa incomoda postura. No le gustaba la idea de dormir así tenía muy malas experiencias evitando dormir de esa forma y todas habían terminado con sus muñecas atadas a la cabecera de la cama y su amante aferrado a él. Ahogando su orgullo tenía que ceder a los caprichos del hombre, este poco a poco comenzaba a soltarle las cadenas que lo ataban a su jaula, gracias a eso tenía una cocina equipada con todo, mudas de ropa y había ganado el derecho a salir al jardín privado de su jaula, Zen le daba ciertas libertades cada vez que domaba su orgullo.

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Su mente divago una vez más, el cansancio era cada vez más grande. El sueño termino por vencerlo y los recuerdos llegaron de nuevo, podía sentir casi real el calor del pequeño cuerpo de su castaño acurrucado a su lado. Despertar  con su pequeño a su lado era una sensación gratificante, acaricio con cuidado sus finos cabellos aspirando su aroma a flores y miel, una sonrisa tonta se dibujó en sus labios al verlo removerse aun dormido y formar un infantil puchero en sus delicados labios, su pequeña mano lo busco a tientas al sentirlo lejos, los dedos de Misaki encontraron su mano y por instinto comenzó a acercarse a Haruhiko para volver a acurrucarse a su lado, no podía negar cuanto amaba a ese niño.

-Bu...e...nos días Haruhiko-san-los ojos esmeralda de Misaki se abrían con pesadez delatando el sueño que aun tenia, tallándolos un poco trato de despertar. Acurrucándose en el pecho del mayor  trato de volver a dormir, deslizando la sabana dejo al descubierto su pequeño y menudo cuerpo desnudo con las marcas de los besos de su amante en su cuello y pecho.

Era un delito tener sexo con un muchacho de 16 años casi por cumplir 17, era un delito mantener una relación amorosa con Misaki y aun sabiéndolo Haruhiko no podía imaginar su vida sin su amante a su lado, acaricio con cuidado su cabello y beso sus labios. Unos meses atrás su pequeño niño se declaró, una semana después tuvieron su primer encuentro sexual manteniendo desde ese día relaciones sexuales constantes, cada uno parecía un adicto en busca de una dosis de su droga. Misaki amaba con pasión infantil e inocente a Haruhiko, buscando tenerlo satisfecho como amante y de cualquier forma posible.

-Buenos días Misaki ¿Estas bien?-vio la mueca de dolor en los labios del menor, sabía que podía ser muy violento y salvaje durante el sexo de forma inconsciente, se odiaba cuando no podía controlarse y hería a Misaki. La cálida sonrisa del castaño lo calmo, este acaricio la mejilla de ser amante con ternura, besando sus labios.

*estoy bien, siempre que este a tu lado estaré bien* las lágrimas recorrieron sus mejillas al recordar la dulce mirada de Misaki, su suave voz y sus lindas mejillas sonrojadas cada vez que lo miraba. Maldecía el día en que permitió a Akihiko entrar a su hogar, permitir que ese día Misaki se fuese solo a esa fiesta y más aun no haber podido protegerlo como le había prometido, ahora su castaño dormía profundamente sin querer despertar. Despertó atontado por la voz del chofer, su corazón aun dolía con solo recordar a Misaki, trato de calmarse antes de ir a buscar a Zen  no le mostraría esa parte tan vulnerable a ese hombre.

-No me paga suficiente para hacer estas cosas-exclamo furioso, esa mañana habían tenido una junta y el presidente se la salto olimpicamente. Nadie había podido contactarlo y Haruhiko se hacía una idea de dónde podía estar y con quien.

Haruhiko abrió la reja automática que Zen había instalado después del tercer intento de Yokozawa por huir y el más exitoso había logrado salir de la casa, llegando hasta los rosales antes de ser sometido y llevado de regreso. La herida en la cabeza de Zen hecha por su amante demostró que su oso salvaje no se dejaría domar tan facil. Algo debía reconocer del hombre su orgullo no podía ser fácilmente sometido.

Al entrar a la pequeña mansión encontró al pelinegro desayunando, con su clásica polera verde y unos shorts de tela negros. Yokozawa desvió la mirada, no podía ver a los ojos al hombre no después de lo ocurrido un mes atrás. El propio Haruhiko se impactó al encontrar a Zen teniendo sexo con su amante en pleno pasillo, por el desastre en la casa se podía deducir como fue de feroz la batalla dada por el pelinegro antes de terminar sometido y desnudo bajo el cuerpo del castaño obligado a ceder a sus deseos.

-Buenos días Yokozawa-san ¿Dónde está Zen?-Haruhiko se sentó en la mesa del comedor el pelinegro, se levantó regresando a la cocina para servir un poco de café al recién llegado. Les resultaba incomodo el tratarse después de esa penosa escena, recibiendo del pelinegro la taza de café negro, este regreso a comer su desayuno en calma.

-Sigue dormido en la jaula ¿No es su descanso? ¿Porque vienes a buscarlo?-no es que le interesara mucho pero odiaba estar solo dentro de esa mansión, una vez por semana Zen se quedaba 2 días con él. Estando aislado ansiaba el contacto humano, aceptando con facilidad la presencia de Haruhiko dentro de su jaula de oro, el hombre era el encargado de tener todo para el amante de su jefe, trayéndole pequeño regalos, como películas o prendas de ropa si fuera por su jefe lo tendría desnudo por toda la casa.

-Miiiiaauuuu...prrrr...prrr-un pequeño gato negro se restregaba contra los pies de Haruhiko intentando llamar su atencion, este lo tomo en sus brazos.En un intento de mantener al pelinegro ocupado le habia traido un gatito de regalo, Sorata podía considerarse un soporte importante en la cordura de Yokozawa, el pequeño animalito lo mantenia entretenido.

-Sorata vamos al patio, Haruhiko ya puedes golpearlo y gritarle a tus anchas-el pelinegro tomo al gatito dirigiéndose a una puerta escondida detrás de la barra junto al exhibidor de licores, aparentaba ser un muro de madera tallado, solo algunos sabían que era una puerta que daba a un jardín de 17.5 metros repleto de rosas, azucenas y jazmines aun estando cercado con un muro de 2 metros cubierto de enredaderas el lugar era hermoso.

-Ya no puedo soportar esto, ya no puedo-el pelinegro se dejó caer en el césped, sus ojos empezaron a arder, quería llorar, gritar su frustración ya no podía soportar más estar encerrado. Zen se negaba a dejarlo salir de esa jaula de oro, se negaba darle su libertad. Así como los gorriones cantan en las jaulas al mirar al cielo y aletear para intentar ir a él y sentir la briza cálida del aire, Yokozawa se sentía de esa forma, encerrado como un gorrión viendo el cielo y aleteando por ser libre de la jaula donde lo tenían encerrado.

Las lágrimas escaparon de sus ojos gruesas y amargas, su corazón dolía, ansiaba tanto ser libre, sentirse dueño de nuevo de su propio cuerpo, aquel cuerpo que noche a noche era tomado por la fuerza, violado de formas brutales y salvajes por un hombre que lo tenía encerrado entre muros de oro y seda. Los muros de oro, terciopelo y seda solo cubrían con una bonita presentación el infierno de su cautiverio, sin importar el lujo que pudiera tener o el brillo tentador del oro no era más que una prisión que lo tenía retenía poniéndolo a merced de los bajos deseos y pasiones del hombre que decidió encerrarlo.

Haruhiko recorrió el camino hasta la habitación donde debería estar su jefe y amigo, suspiro con pesadez y fastidio, aun no podía creer que fuese tan irresponsable para dejar su trabajo de lado solo por pasar un rato  junto a su amante. Cerro los ojos con fuerza, recordando a su dulce Misaki, sus ojos verdes como el jade, su piel blanca y suave, su sonrisa cargada de inocencia y sus mejillas teñidas de carmín "Haruhiko-san me gustas" le dolía pensar en él, recordar que ahora su dulce castaño yacía recostado en una cama de hospital conectado a una jungla de cables y un respirador, sumido en el sueño profundo del coma.

No tardo en ir al cuarto indicado, estaba molesto e irritado por culpa de su irresponsable jefe toda la mañana se vio rodeado de gritos y reclamos de los accionistas. Lo encontró desnudo ahora solo era un idiota irresponsable desde que había secuestrado al joven vendedor. Sin el mayor  tacto o cuidado  lo pateo fuera de la cama, haciéndolo despertar del golpe.

-¡Levántate ya idiota! tenemos que irnos. No puedo creer que dejaras todo por venir a joderte a tu amante-un molesto pelinegro recogió del piso la ropa de su jefe solo para arrojársela a la cara. Le molestaba su forma de actuar, tan egoísta y desconsiderado.

-No iré hoy a la oficina. Nos iremos mañana a una firma y no poder tener a mi ángel 4 días entre mis brazos, así que vete Haru-el castaño se levantó del suelo arrojando las prendas a un lado, la sola idea de apartarse de su adoración le producía un dolor insoportable.

-Pareces un niño al que le intentan quitar su juguete favorito y se aferra a él. Solo son 4 días no es mucho tiempo, regresaras y podrás llevártelo a la cama-intentaba sacarlo de esa casa y alejarlo de su amante lo más pronto posible, esa noche habría una cena en la mansión de un accionista y debían preparar todo no quería cargar todo el solo, no podía permitirle saltarse más de sus responsabilidades en esta reunión tan importante.

La sola idea de separarse de su hermoso amante, no podía separarse de su ángel  dejándolo varios días sin su cuidado, era dejar también sin atención a su más valiosa y amada joya, no podía separarse de ellos sin sentir que moriría por estar lejos.^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^

Le dolia, recordar su distante libertad, cubriendo sus ojos con su brazo evito llorar. Su pequeño gatito se echó sobre su pecho, acurrucándose sobre él.

-Seremos libres Sorata, nos iremos de aquí-una idea, una promesa que lo mantenía aun peleando con todas sus fuerzas para romper los barrotes de oro que lo mantenían encerrado. Ya no recordaba cuantas veces había sido violado desde su llegada.

Su cuerpo exhausto de ser violentado por ese hombre cada día se rindió al sueño, su cerebro no podía descansar siendo atormentado por el recuerdo del castaño ¿Cuánto tiempo tenia de haber dejado de pensar en Masamune? ¿Cuándo se había resignado a entregarle su cuerpo? deseaba ser libre y poder caminar sin tener una correa atada al cuello.

*Nunca me doblegare ante ti, jamás cederé a ser tu juguete sexual*

¿Debía enterrar su orgullo y arrodillarse ante él?  ¿Resignarse a estar ahí? cualquiera lo haría pero no él, no se dejaría someter tan fácil. Jamás se dejaría vencer sin darle pelea, podía aceptar entregarle su cuerpo algunas veces para tener libertad y algunas comodidades, solo eso nunca le entregaría su orgullo o su dignidad ¿Desde cuándo ansiaba tanto sentirse amado? ¿Porque no podía apartar de su mente el recuerdo del castaño? podía sentir que algo dentro cambiar, una parte de su alma estaba siendo arrastrada hacia Zen.

Masamune estaba volviéndose un recuerdo distante y difuso, las primeras semanas lloraba  recordando el rostro de su amor secreto, recordando cada instante que había pasado a su lado por amargo que fuera verlo sonreírle a otro, besar los labios de otro, cada caricia que Masamune le regalaba a ese muchacho dejándolo a un lado como un espectador de aquel hermoso amor. Zen era violento, salvaje, posesivo todo un manojo de defectos e insoportable en extremo, pero un amante pasional y sobreprotector, cada caricia que le daba estaba impregnada de pasion, amor y una oleada de sensaciones nuevas para él.

-¿Que me está pasando? ¿Porque no puedo apartar el rostro de Zen de mi mente?-su mente estaba más que confundida, odiaba estar encerrado en esa jaula, odiaba ser forzado a tener sexo con Zen pero no odiaba cuando era él quien buscaba el contacto, se estaba volviendo dependiente de la presencia del castaño, le aterraba estar solo y ese sentimiento lo llevaba a aferrarse con todas sus fuerzas al hombre que lo había secuestrado.

 

Notas finales:

n.n..espero les guste como se esta desarrollando esta trama


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