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Coffe and snuff. por DepressionLandJustPerfect

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The scients by ColdPay.

 

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SeHun piensa que el café es aún más adictivo que un simple cigarro de tabaco, sin embargo, podría considerarse que él es un suicida adicto al café.

 

 

 

Humeante y delicioso café cargado; un deleite.

 

 

 

Lo bebe en las mañanas posteriormente de ser arrojado de la cama por unos fríos dedos y una ronca voz de hombre, justo antes de irse al trabajo y minutos después de la ducha.

 

 

 

Lo bebe en las tardes luego de revisar el último trámite o papeleo de la oficina, segundos después de recibir la llamada del mismo sujeto que lo arroja de la cama en las mañanas y casi nada antes de sonreír y colgar.

 

 

 

Lo bebe en las noches mientras sentado en el sillón de la sala mira pasear a su gato de un lado otro por su lujoso apartamento, a continuación de un grito del sujeto que le llama y lo arroja de la cama.

 

 

 

Y sí es sincero SeHun se pregunta siempre al terminar el día que es más adictivo; besar al estúpido sujeto que le ha robado la vida, beber café casi todo el día o fumar tabaco con la misma pasión con que odias al chico que te folla todas las noches.

 

 

 

_______________________________________

 

 

 

La puerta del apartamento se abre por los fríos y blancos dedos de SeHun, el hombre suspira al empujar la puerta y después de cerrar se frota el cuello con la palma de la mano derecha, arroja el maletín al sillón y se sienta con las piernas abiertas, su cuerpo se desparrama lentamente y es consciente de los reclamos que están por llegar, razón, el trabajo.

 

 

 

—Llegaste tarde —LuHan dice, su voz es severa. SeHun cierra los ojos y suspira, de otra forma hablar con LuHan sólo le pondrá irritable e histérico—. El trabajo de nuevo, ¿cierto?

 

 

 

SeHun cuenta uno.

 

 

 

—Podrías sólo decirme que estas con él de nuevo y ya. ¡Maldición!

 

 

 

SeHun cuenta dos.

 

 

 

—Tal vez te ahorrarías toda esta porquería de llegar y verme.

 

 

 

SeHun cuenta tres.

 

 

 

—Y yo me iría y sería feliz con otro, follaría todo el día y fumaría todos los cigarros que quisiera.

 

 

 

SeHun arroja su paciencia por el suelo. Se levanta del sillón y empuja por el cuello a LuHan, el menor sonríe de lado cuando su espalda choca contra la pared y contiene el siseo de dolor que está por escapar. SeHun tiene fuego en la mirada, el mismo que a LuHan le gusta mirar en esos ojos marrón oscuro porque es la prueba de la cólera del mayor, SeHun se mantiene serio y es en algún extraño punto cuando LuHan cae al suelo con el labio sangrando y los parpados entrecerrados. SeHun le dedica una mirada mortal desde arriba y finge una sonrisa, LuHan se levanta del suelo con el labio partido y le toma por el hombro, su puño impacta en el pómulo izquierdo del mayor y este gruñe, LuHan sonríe con sorna y con su lengua limpia la sangre que le escurre por el labio.

 

 

 

SeHun trata de mantener el equilibrio después del golpe, se estabiliza y lleva sus dedos fríos a la herida, tantea con suavidad y después con ambas manos empuja a LuHan de nuevo contra la pared, el menor sisea en esta ocasión y entrecierra los parpados. SeHun lo mira con seriedad, y después su mirada baja hacia los labios ensangrentados, tan finos y suaves, llenos de rojo y el dolor palpable.

 

 

 

SeHun sonríe de lado y estampa su boca contra de LuHan ahogando con su lengua el chillido que emana de la garganta del menor. Sus labios se mueven con salvajismo, un estúpido e ilógico beso desquiciado que provoca choques de dientes y mordidas fieras.

 

 

 

LuHan es el primero en alejarse escupiendo saliva al suelo con una mueca de asco. Pero SeHun no acepta el mal trato de un chiquillo malcriado, le toma las manos con fuerza y las sube por encima de su cabeza, junta sus labios en un nuevo beso igual de fiero que el anterior y lo empuja contra la pared con fuerza, como si tratase de romper el concreto. LuHan se resiste hasta que sus labios ceden y su cuerpo se enciende.

 

 

 

Alejados de toda ciencia de razón posible porque tristemente estamos locos.

 

 

 

Y es con delicadeza, un cambio radical en el ambiente, SeHun procura besar con suavidad cuando están en la cama, llena de chupetones y mordidas lentas la piel sensible de LuHan, el menor murmura lo mucho que le vuelve loco la blanquecina piel de SeHun y el mayor le recompensa dejándolo tocar y besar, cada centímetro y parte de piel, ambos, y es salvaje y delicado, no con cariño o amor porque ellos son conscientes de que eso jamás pasará en su relación así que sólo es suave para enloquecer.

 

 

 

Pero el café y el tabaco son igual de adictivos e igual de engañosos.

 

 

 

Entonces la relación de pelear y besar, debe cambiar en algún momento. Al menos en los pensamientos de uno de ellos.

 

 

 

···

 

 

 

¿Cuántas veces me he dicho la misma hilarante y cruel mentira?

 

 

 

···

 

 

 

A él le gustaba el tabaco tanto como le gustaba follar con desconocidos, tanto como le gustaba mirar el atardecer y desear tener una vida normal, tanto como siempre creyó que algún día podría ser feliz y encontrar el amor.

 

 

 

Tanto así era su afición por el tabaco.

 

 

 

Y por alguna mala broma del destino un día de porquería como otros, LuHan conoció a SeHun. Dos años mayor, un niño lindo y bien portado, alumno estrella, capitán del equipo de americano y otras tonteras más, sí, el chico perfecto para la romántica historia cliché de miles de libros de librería. Pero no tan perfecto, y puede que no tan cliché.

 

 

 

LuHan detesto a SeHun.

 

 

 

Se llenó de odio porque la vida de SeHun era tan aparentemente perfecta que en algún pequeño instante deseó estar en su lugar y ser como él, tener la magnífica vida del otro y ser feliz.

 

 

 

Tanto lo deseó que fue un año posteriormente cuando SeHun le habló y en diminutos pasos surgió la amistad.

 

 

 

Hablaron de sus intereses, de una parte de sus vidas, de la afición de SeHun por el café y de cómo LuHan adora fumar tabaco.

 

 

 

SeHun dijo que amaba tanto beber café que era tal vez con la misma intensidad con la que odiaba ser el centro de atención, tanto como su odio por la vida perfecta que no tiene, tanto como la falsa sonrisa que adorna su rostro y tanto como se odia a él mismo.

 

 

 

Puede que haya sido después de esa confesión o inclusive después de la tristeza en la mirada de SeHun pero dentro de Luhan se encendió una chispa. Algo desconocido que sinceramente era preferible no saber.

 

 

 

Tuvo que pasar un año más hasta que SeHun conoció a BaekHyun, el chico sexy y salvaje de la universidad, el rompecorazones, y ciegamente el niño bueno de volvió salvaje sólo para obtener los besos a escondidas que BaekHyun le daba durante el almuerzo.

 

 

 

El juego sucio y secreto duró medio año hasta que llegó la graduación y fue allí cuando BaekHyun rompió el corazón de SeHun, lo pisoteo frente a todos y se rió lo más fuerte que pudo.

 

 

 

Justo en ese momento sólo había dos cosas que SeHun podía hacer: la primera fue gritar en medio de su dolor y la impetuosa lluvia, la segunda fue aceptar el abrazo de LuHan y besarlo, aferrarse a él como si fuera las ganas de vivir que le faltaban, como si se tratase del aire que no tenía en los pulmones, como si él fuera BaekHyun. Y no.

 

 

 

Tal vez fue después de esa noche pero la chispa dentro de LuHan comenzó a brillar tenue, con ilusión, con un poco más de alegría y un sentimiento confuso y especial.

 

 

 

···

 

 

 

Pero no se puede..., yo no te amo ni tú a mí.

 

 

 

···

 

 

 

—Fumar te matará —SeHun dice mirando directamente a LuHan, el menor se encoge de hombros y da una profunda calada al cigarrillo en su mano derecha-. Podrías escucharme aunque sea una maldita vez —su voz se eleva y LuHan a regañadientes arroja el cigarrillo al suelo y lo pisotea.

 

 

 

—Contento.

 

 

 

—No.

 

 

 

La fila para el café ha durado veinte minutos, agotando la paciencia de LuHan, el castaño mira las avenidas y calles de alrededor con el ceño fruncido.

 

 

 

—Todo sea por su maldito café de mierda —murmura mosqueado.

 

 

 

— ¿Qué dijiste? —pregunta SeHun alzando el cuello para mirar por encima de las cabezas de la gente, el olor a café más cerca y delicioso.

 

 

 

—Nada.

 

 

 

Cuando al fin SeHun tiene su americano en las manos, lo bebe con una sonrisa en el rostro y ambas manos alrededor del vaso, el olor que emana es tan fuerte que LuHan se frota la nariz.

 

 

 

Sus pies los llevan al edifico donde trabaja SeHun, una empresa de modelos, al entrar los empleados saludan a SeHun con entusiasmo y sonrisas brillantes. El mayor sonríe de vuelta y el estómago de LuHan se revuelve en su interior. Llegan al elevador. Suben hasta la planta alta y caminan hacia la oficina de SeHun, el mayor saluda a su secretaria y ella con aspecto avergonzado inclina la cabeza y sonríe. En el interior de la oficina SeHun se limita a sentarse en su silla de cuero frente al escritorio.

 

 

 

—Odio a esa secretaria. Despídela —LuHan dice.

 

 

 

—Sólo siéntate y pórtate como un maldito niño bien. De acuerdo.

 

 

 

—Dije que no me gusta.

 

 

 

—Y yo dije que te sientes, maldición.

 

 

 

—Dile que se vaya.

 

 

 

SeHun da un sorbo a su café, sonríe sutil cuando el líquido pasa por su garganta y luego mira a LuHan.

 

 

 

—Te recuerdo que no tienes derecho a pedirme eso. No hay amor, no hay reclamos. Entendido.

 

 

 

LuHan se da la vuelta, al salir azota la puerta y fulmina a la secretaria al pasar.

 

 

 

Al caminar es consciente de las palabras de SeHun, es bastante consciente de su relación, de su salvaje y malditamente estúpida relación. De cómo jamás habrá algo más, de que jamás será correspondido y del dolor en su pecho. Una sonrisa se curva en sus labios al recordar que la idea de salir sin esperar sentimientos de amor fue de él. Estúpido.

 

 

 

— ¡Hey! ¡BaekHyun! -Luhan para en seco en medio del pasillo, detrás de él un chico saluda a otro. Gira la cabeza lentamente y su mirada se topa con la última punzada de dolor que puede soportar—. Qué te trae por aquí, de nuevo —murmura el chico alto, BaekHyun le sonríe.

 

 

 

—Vine a ver a SeHun. Me llamó ayer.

 

 

 

El alto sonríe con picardía.

 

 

 

—Él y tú se ven tan bien. Porque no confirman ya su relación.

 

 

 

BaekHyun menea la cabeza.

 

 

 

—Sólo hablamos de trabajo. Sabes que estoy saliendo con JongDae.

 

 

 

Y es doloroso. No con sorna y burla, no con palabras altisonantes o bruscas, no como los besos salvajes de SeHun, no con fuerza y salvajismo, no como los golpes y gritos del mayor, no, esto es simplemente doloroso, imposible de ocultar con una sonrisa o palabras frías de reclamo.

 

 

 

Esto es hilarantemente doloroso.

 

 

 

Conformarse sólo con el veneno, unas migajas de nada y palabras hirientes.

 

 

 

Son las ocho esta vez, SeHun llega a casa y tropieza en cada intento de caminar, LuHan se levanta de la cama y apaga el televisor de la alcoba, al llegar a la sala SeHun está sentado en el suelo frente al sillón, huele tanto a alcohol que cuando LuHan se acerca a él contiene la respiración.

 

 

 

—Mierda, apestas a alcohol —dice LuHan con el ceño torcido y los labios rectos.

 

 

 

Pero SeHun no sólo apesta a alcohol. Él... también está llorando lagrimas gruesas y tiene la mirada perdida.

 

 

 

—Encima estás llorando como nena. Deja tus porquerías SeHun.

 

 

 

Dolor.

 

 

 

—Soy tan idiota, cierto LuHan —murmura SeHun, su voz es tan baja, lleno de dolor y tristeza.

 

 

 

—Claro. Eres el idiota número uno.

 

 

 

Dolor.

 

 

 

—No fui tan salvaje para él, nunca fui tan bueno para recibir su amor.

 

 

 

Dolor.

 

 

 

Lágrimas.

 

 

 

—No fuiste tú, fue él.

 

 

 

—Hice todo lo que pude, tú lo sabes, traté hasta que fui expulsado y llegué al hospital, porque no sólo me amó como yo a él...

 

 

 

LuHan atrae el rostro de SeHun a su pecho, es delicado, sutil y amable, porque eso es lo que SeHun merece. El mayor solloza, sus manos se aferran a los omóplatos de LuHan, una escena estúpida y lamentable, LuHan le acaricia la cabeza, sus cabellos, su espalda, y retrocede un paso de sus esperanzas, de sus ilusiones y anhelos, se encadena a la locura de no ser correspondido.

 

 

 

SeHun alza el rostro, sus labios resecos y el rostro húmedo se acercan a LuHan, sus bocas se funden en un beso hilarante, demandado y con las palabras olvidar y desear impregnadas.

 

 

 

Absurdamente sólo eso pueden darse: uno la oportunidad de olvidar y el otro el deseo de sentir.

 

 

 

Esa noche SeHun no es amable, no es tranquilo o sutil en la cama, esa noche se hunde en el cuerpo de LuHan como si quisiera romperlo en dos, gime alto y tiene la mirada pérdida y sombría, sus caricias son toques urgentes y vacíos. Esa noche sólo fue sexo salvaje e idiota. Esa noche LuHan no sintió más que dolor y frío sofocante.

 

 

 

···

 

 

 

No quiero regresar al comienzo. No allí donde sé que no me elegirás a mí. No allí cuando tal vez no esté para ti.

 

 

 

···

 

 

 

Una semana después LuHan camina por las calles, llega a un parque y accidentalmente se topa con KyungSoo un amigo de cuando iba a la universidad. El bajito le saluda y conversan, ríen tan alto que las personas les miran mal y se abrazan tan fuerte como si fueran más que amigos.

 

 

 

LuHan le habla sobre SeHun y él le habla sobre ChanYeol, hablan del amor, del sexo y la mierda que es el destino.

 

 

 

Tres horas después LuHan llega a casa sólo para encontrar que SeHun duerme en la alcoba, sonríe con melancolía porque de algún modo esperaba que el mayor le estuviera esperando con el ceño fruncido y algunos reclamos que es bastante claro que nunca llegarán.

 

 

 

Se mete a la ducha y sale con una toalla alrededor de su cintura, se cambia de ropa y se arregla lo mejor que puede. Sí SeHun se divierte él también debería. Llama a KyungSoo para invitarlo a un bar y sonríe cuando su amigo acepta. Sale a las siete de la noche y se da el lujo de no dejar una nota.

 

 

 

Llega al lugar, una discoteca de moda, KyungSoo ya está allí y LuHan sonríe con malicia porque KyungSoo se ve tan bueno dentro de esos pantalones ajustados y esa camiseta holgada que deja a la vista sus clavículas. KyungSoo también le mira con deseo y esa noche mientras bailan y beben se olvidan de su exterior y se entregan a la pasión en la habitación de hotel barato.

 

 

 

Ninguno se pelea por ser el dominante porque KyungSoo susurra contra los oídos de LuHan como quiere que lo penetre con furia, sin delicadeza ni parsimonia y LuHan es obediente hasta que acaba.

 

 

 

La mañana siguiente es bastante borrosa, LuHan esta tendido en la cama con KyungSoo sobre su pecho y el delicioso aroma del champú del otro. KyungSoo le abraza y murmura un suave 'Buenos días', LuHan se siente sucio por haber usado a su amigo y es hipócrita, tan hipócrita porque sabe cómo se siente ser usado.

 

 

 

—No me pidas que lo olvide porque no lo haré —murmura KyungSoo—. Y no porque te amé, no te creas tanto, sólo no quiero olvidarlo porque de alguna manera quería estar contigo así. No me siento usado ni nada, fue bueno y seguiremos siendo amigos. No quiero que tú lo olvides así que no lo hagas y sigamos nuestros caminos.

 

 

 

LuHan asiente con una suave sonrisa, deposita un sutil beso en la cabeza de KyungSoo y lo estruja contra él.

 

 

 

Se despiden y prometen hablarse a menudo. LuHan camina casa sin la carga de la culpa y una sonrisa, en sus manos trae un cigarrillo a medio terminar y mientras tararea cancioncitas felices llega a la puerta del apartamento. Entra al apartamento con la misma felicidad que antes, felicidad que se esfuma cuando su cuerpo se estampa contra la pared detrás de él.

 

 

 

Sisea y la colilla del cigarrillo cae al suelo.

 

 

 

— ¿¡Dónde demonios estabas!? —SeHun tiene un aspecto de mierda, la voz ronca y está usando demasiada fuerza en el cuello de LuHan.

 

 

 

— ¿Te importa? —trata de responder LuHan, una mirada desafiante y las manos intentando alejar a SeHun.

 

 

 

—Sí me importa. Responde.

 

 

 

—Mierda, me lastimas —LuHan dice, con fuerza empuja a SeHun, el mayor retrocede y LuHan se frota el cuello con delicadeza—. Estaba caminando por allí.

 

 

 

—Vestido de puta.

 

 

 

LuHan trata de disfrazar la mirada sin vida que aparece después de la acusación de SeHun. En su lugar sonríe de lado.

 

 

 

—Sí. Me encontré con mis clientes de antes y follamos hasta cansarnos. Y antes que digas más me iré lejos de tus mierdas, ya no quiero estar contigo y-

 

 

 

SeHun lo besa, es salvaje, con veneno, lo toma de la cintura y caen al suelo, sus cuerpos se rozan con descaro, los labios de LuHan se mueven tan rápido como puede, lenguas entrelazadas y el dolor palpable.

 

 

 

Algunas heridas se abren, otras se cierran, y algunas son eternas.

 

 

 

SeHun le muerde el cuello, le lame las clavículas, se frota contra él de forma lenta, sonríe, y LuHan sólo quisiera llorar, no es agradable, se siente estúpido por permitir eso pero de alguna manera es lo único que puede ocurrir.

 

 

 

La ropa se esparce por el suelo, los sonidos salvajes emanan de sus labios, cada jadeo lleno de perversión, cada respiración entrecortada y los nombre llenos de misticismo flotan en el aire.

 

 

 

Algo malditamente sucio, lleno de locura, lleno de unas pocas esperanzas y palabras mórbidas.

 

 

 

···

 

 

 

El tiempo transcurre. Un mes después LuHan se ha acostumbrado al dolor, a no esperar palabras lindas o sentimientos sutiles, las lágrimas se han vuelto frías al resbalar de sus párpados, los sentimientos se han congelado a la espera de ser devueltos.

 

 

 

Sin embargo, LuHan atesora todo; cada beso, cada pelea, cada vez SeHun le dedica una sonrisa sádica y le toma de la cintura, cada mañana de domingo cuando fuma un cigarrillo en la terraza y SeHun le acompaña bebiendo una taza de café humeante, esos pequeños momentos en que SeHun duerme e irresponsablemente le abraza por la cintura y pega sus pechos, esas veces en que hay felicidad y anhelos de que tal vez algún día pueda existir algo más.

 

 

 

Y puede que nadie haya dicho que era fácil pero estúpidamente tampoco mencionaron que era tan difícil.

 

 

 

En la mesa hay una taza de café.

 

 

 

En la mesa hay una colilla de cigarrillo.

 

 

 

En el aire flotan los infinitos “Tal vez”.

 

 

 

En el aire danzan las miles de palabras sin vergüenza.

 

 

 

Y dentro de una simple alcoba encontramos mentiras, besos suaves y el típico “¿Por qué no me amas a mí?”, de remitentes y destinatarios diferentes cuando allí solo están LuHan y SeHun arrastrando hacia una vida caótica.

 

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Notas finales:

Gracias.


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