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Overtime por Nielie

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Notas del capitulo:

~

Niel recibió al menor con una cálida sonrisa, al parecer se encontraba mejor. El menor tenía el temor de que pudiera darle fiebre o algo parecido, pero al parecer el chico no era tan débil como creía.

 

-¿Te sientes bien?

 

-Sí, el calor del sol es muy agradable.

 

El pelinegro se sentó al lado del chico, sintiendo como el sol se posaba en su piel descubierta y la llenaba de calidez.

 

-Sabes, te tengo una propuesta.

 

Hablo luego de unos minutos el menor.

 

-¿Qué es?

 

-Ven conmigo.

 

El castaño volteo rápidamente su rostro hasta encontrarse con la mirada del menor, sus ojos se habían abierto por las palabras de este y su boca estaba entre abierta.

 

-¿Qué?

 

-Vive conmigo en mi hogar, al menos hasta que estés mejor. Supongo que también piensas que tienes amnesia y estas perdido.

 

-Sí, lo he pensado. Pero…

 

-¿Piensas quedarte aquí hasta que tu memoria vuelva por si sola?

 

-La verdad… no lo sé.

 

-Entonces ven conmigo.

 

-¿No te molesta?

 

-No. Aunque cuando mi abuelo regrese no sé cómo le diré que alguien más vivirá con nosotros… Bueno hasta que recuperes tu memoria.

 

-Gracias.

 

Ambos se prepararon para irse, extrañamente el castaño sentía algo de nostalgia por dejar aquel lugar, lugar que lo acompaño por esos pocos tres días, que le dio un refugio, que le dio algo que le producía felicidad, una extraña sensación de libertad. Antes de encaminarse hacia el hogar del menor pasaron por un pequeño supermercado para llevar lo que sería esencial  en el hogar. Mientras compraban el mayor miraba a todos lados sorprendiéndose muchas veces con los productos que habían a su alrededor. Changjo pensó que tenía a un niño pequeño en su primera visita al supermercado y lo quería todo, pero Niel solo se quedaba mirándolos por un momento y de vez en cuando preguntaba por alguna cosa al menor.

 

-¿Qué es esto?

 

El mayor se quedó mirando una pila de redondas figuras en el pasillo de las frutas y verduras.

 

-Es una sandía y los del lado son melones.

 

-Wow. ¿Cómo saben?

 

-Bien, no son de mis preferidos pero saben bien.

 

La mirada del mayor lo obligo a comprar una sandía y un melón, sintiéndose satisfecho con la sonrisa y las gracias que le dio el mayor por aquel regalo.

 

Al salir ya con sus compras caminaron unos minutos hasta dar con un pequeño viejo templo, lo rodearon y siguieron su camino por un paisaje un tanto desolado y lleno de árboles, después de unos minutos el menor se detuvo.

 

-Espera un poco.

 

Dijo el pelinegro antes de llegar a cierto lugar. Su castaño acompañante se quedó detrás de él esperando, hasta que el pelinegro dijo algo que no entendió en un muy bajo susurro que se perdió en el aire. De a poco algo se comenzaba a formar frente a ellos, como si fuera una alucinación el aire comenzaba a moverse. Changjo tomó la mano de su acompañante y lo guío entre aquel espacio de aire moviéndose, parecía un espejismo. Después de unos segundos y como si hubieran entrado a algún mundo paralelo, una casa estaba frente a ellos, era un hanok, se mostraba majestuoso ante los ojos del castaño.

 

-¿Qué fue eso?

 

-Una barrera… te lo explicaré luego.

 

-Está bien.

 

Aunque el castaño no entendió aquello, no le importaba demasiado, ahora estaría en aquella casa, con él, y eso lo hacía estar completamente excitado de emoción, ahogando el hecho de que no recordará nada de su pasado, de su familia, de los seres que quería, si es que tuvo alguna vez uno.

 

-Es un poco grande y algo sombría, pero es muy cálida.

 

-No te preocupes, no voy a ser exigente con nada.

 

Ambos rieron. Al darse cuenta de que aún estaban tomados de las manos se pusieron nerviosos y se separaron lentamente entre risas nerviosas.

 

-Sígueme.

 

Se adentraron en aquella enorme casa, la entrada era un pequeño patio con un camino de piedras, pasaron por varios lugares, aunque no sabía que hacia detrás de cada puerta ya que iban por los pasillos exteriores, el chico delgado miraba a los alrededores contemplando aquel lugar, todo tenía aire a elegancia, aunque todo estuviera hecho de madera, aunque todo fuera nuevo, lo que más le sorprendió fue el patio central, tenía una pequeña fuente de agua, y pudo distinguir algunos peces de colores nadando en ella.

El menor hizo esperar al castaño mientras él iba a dejar las bolsas en la cocina, cuando volvió retomaron su caminata. De pronto se detuvieron en la parte trasera de la casa, donde se ubicaban las habitaciones.

 

-Este será tu cuarto.

 

Anuncio el menor y corrió la puerta, ya que estás eran las que usaban en aquella casa. El interior del cuarto era simple, una cama, un velador y una ventana con las cortinas blancas, nada más, pero tenía un aire acogedor, los rayos del sol iluminaban brillantemente la pieza, y el movimiento de las cortinas por el viento era simplemente hipnotizante.

 

-¡Es genial!

 

Entro rápidamente mirando alrededor, su rostro se mostraba feliz, se sentó en la cama sintiendo su suavidad y textura con las manos y se recostó en ella.

 

-Es demasiado genial.

 

Cerro sus ojos y dio un fuerte respiro, se sentía tan cómodo, es como si nunca se hubiera recostado en una cama así, aunque hubiera estado en aquel parque durmiendo en el frío pasto, sintió que desde hace mucho más que eso su cuerpo no sentía la suavidad de una cama de esas características. El menor solo se le quedo mirando embelesado por aquella acción, parecía un niño pequeño al cual le han regalado el mejor juguete del mundo.

 

-¿Tienes hambre?

 

-Un poco.

 

-Ven, vamos a cocinar algo.

 

Ambos se dirigieron a la cocina, ahora el castaño sabía de su ubicación, era amplia y muy bien equipada.

 

-¿Sabes cocinar?

 

-Sí, desde pequeño he aprendido a cocinar junto con mi padre.

 

-Vaya, yo nunca he metido mis manos en la cocina o eso recuerdo.

 

-Entonces, ahora aprenderás a meter tus manos en ella. ¿Qué quieres? ¿Algo en especial?

 

El castaño se quedó pensando en aquellas preguntas, su memoria no podía recordar nada, solo aquello que aquel joven le había dado, lo cual eran en su mayoría comida chatarra, y pan. Trato de hacer memoria pero nada le venía a la mente.

 

-Cualquier cosa esta bien.

 

Aquello sorprendió un poco al pelinegro, pero no quería preguntar cosas de más por el momento.

 

Les tomo alrededor de hora y media hacer la comida. Changjo sonreía con las expresiones en el rostro de su mayor al probar cada bocado, riendo por lo bajo cuando este comentaba que estaba delicioso y, que nunca había probado algo igual.

 

 Al terminar se dirigieron al ahora cuarto del castaño.

 

-Changjo, quizás esté pidiendo más de lo que debería ahora, pero…

 

Se revolvió un poco y se mordió el labio sin poder completar su petición.

 

-No te preocupes, si esta en mis manos, entonces lo haré.

 

-¿Puedes dormir conmigo esta noche?

 

Aquello no se lo esperaba, sorprendió mucho al pelinegro, sus ojos se abrieron y se atraganto con su propia saliva al escuchar aquello, mientras se recuperaba el menor le sobaba la espalda preguntándole si se encontraba bien. Una vez ya recuperado, el menor tomo aire.

 

-Lo siento, solo me sorprendí un-un poco.

 

-No debí preguntarlo, lo siento, olvida lo que dije.

 

El castaño escondía su sonrojo detrás de su flequillo. Lo había pedido ya que se sintió muy cómodo con el chico al lado suyo, estaba siendo avaricioso al querer estar de nuevo en tan agradable estado.

 

-N-no no te preocupes, no es algo que no pueda hacer… solo me sorprendí.

 

-¿Enserio?

 

Su rostro ahora adornado por una sonrisa hizo sentir algo removiéndose en el estómago del menor.

 

-Sí, pero primero debemos cambiarnos, iré a mi cuarto un momento, debajo de la almohada hay un pijama para ti.

 

El menor salió raudo, sonriendo cuando había salido ya de aquella habitación, por algún motivo se sentía muy nervioso y feliz.

 

Por otro lado el mayor se había cambiado rápidamente y ya estaba entre las sábanas, la sensación de aquello se le hacía tan reconfortante aunque no podía compararla con dormir en los brazos del menor, cerró los ojos y respiro profundo, se sintió tranquilo y cómodo, aunque sentía aun algo de ansiedad, ansiedad por volver a donde estaba, a aquel parque, lo encontró algo raro ya que este lugar era mejor que pasar la noche entre los árboles, había pasado mucho frío ahí, pero a pesar de todo su cuerpo podía soportarlo y no se había enfermado hasta ahora.

Recordó al chico de cabellera rubia, le había dicho que volvería, quizás debía de regresar el día que había dicho volver. De a poco y más rápido de lo que esperaba sintió que sus ojos le pesaban, y gracias a aquel suave colchón se le hacía más fácil el estar a punto de conciliar el sueño, pero fue ligeramente interrumpido por el sonido de la puerta correrse y viendo al pelinegro entrar.

 

-Oh, ¿ya estabas durmiendo? Debes estar cansado.

 

-Mmm, algo así, es muy cómodo.

 

El castaño se hizo a un lado dándole espacio al menor, el cual se metió lentamente hasta quedar bien cómodo, ambos ahora estaban uno al lado del otro mirando el techo como si fuera el cielo estrellado.

 

-Buenas noches.

 

Hablo el pelinegro, a lo que el castaño se removió un tanto de su lugar para ponerse de lado y posar uno de sus brazos encima del pecho del pelinegro que no dio queja alguna ante aquello.

 

-Buenas noches.

 

Respondió el mayor con una sonrisa antes de cerrar sus ojos y dormir, el menor lo siguió luego de unos minutos.

 

Al despertar, a su lado no había nadie, estaba solo en aquella habitación, el sol ya había salido hace unos buenos minutos y el castaño había despertado por los ruidos que rondaban en aquel hogar. A pesar de que le hubiera gustado encontrar al otro chico a su lado, la sonrisa de su rostro no se quitaba, aquella cama era tan cómoda y olía demasiado bien, se estiro en ella sintiendo las suaves sábanas correr por su cuerpo, después de respirar profundo se levantó de un salto de la cama y se dispuso a buscar el origen de aquellos sonidos.

 

Changjo estaba en la cocina preparando algo animado el desayuno para su acompañante, había decidido no despertarlo viendo cuan plácidamente dormía. Ahora con el desayuno listo, sintió la presencia del chico castaño, quien lo miraba desde la puerta de la cocina, mirándolo con cautela sin querer molestar.

 

-Despertaste, ven, prepare el desayuno.

 

El mayor solo sonrió y se dirigió con ánimo hacia la mesa de la cocina.

Notas finales:

Quize publicar antes el cap, pero me entretuve corrigiendo xD

Continuo la historia porque veo que personas leen, aunque no comenten ;; solo espero que a aquellas personas les este gustando la historia como a mi <3


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