La luz de la mañana era cálida, se sentía cómodo bajo la manta y sobre aquella cama. Sus ojos se abrieron lentamente, en un primer momento pensó que se encontraba en su propia cama, de pronto todo regreso a su cabeza. Se levanto demasiado rápido provocándose una punzada de dolor en todas sus heridos. Recorrió con la mirada la habitación y encontró al dueño de la misma dormido en uno de los sillones. Inmediatamente se mordió el labio, aquello no le resultaba normal, mucho menos lo entendía
-el sabe quien son en realidad… sabe que soy un esclavo, entonces ¿Por qué no actúa como el resto? – se paso la mano por el cabello –tal vez el… es diferente. –sacudió la cabeza alejando aquel pensamiento que debía de ser absurdo –que a ti te este interesando no quiere decir que el asunto sea bidireccional. Además olvidas un pequeño detalle, es tu enemigo y en este momento tú no eres más que un prisionero.
Tenía demasiadas cosas dándole vueltas en la cabeza que sentía que le explotaría, dándose cuenta que no podía seguir con aquello hizo lo que considero más lógico. Salió de la cama y se planto frente al general que aun dormía. Miyuki al sentir que alguien lo observada, se removió en su improvisada cama y abrió con pesadez los ojos. Sintió un ligero dolor de cabeza producto de los tragos que había tomado. Se enderezó y levantó una ceja cuestionando el comportamiento del chico que tenía enfrente
-¿Por qué? –el silencio se prolongó después de la pregunta, Miyuki no despegó la mirada del otro, que a simple vista se veía que se impacientaba. -¿Por qué estás haciendo todo esto? ¿Por qué me salvaste? Y anoche… no hiciste nada –en esto último desvió la vista y un ligero sonrojo tiño las mejillas de Mei. Miyuki dejo escapar un suspiro y se paso la mano por el despeinado cabello.
-la verdad no estoy del todo seguro, me resultas interesante, es todo lo que te puedo decir… y sobre anoche, no sé qué esperabas que hiciera, estabas herido y necesitabas descansar, tampoco sé, que te habrá dicho Midorima que yo haría contigo pero simplemente no soy de los que se aprovechan de las personas indefensas y a noche tú te veías bastante mal. –Mei permaneció con la mirada fija al piso mientras parpadeaba y decía en tono bajo, aunque por la cercanía entre ambos Kazuya lo escuchó a la perfección
-a los otros no les hubiera importado –más que nada había sido un pensamiento que terminó saliendo de sus labios
-¿otros? Ya veo…
Inmediatamente Narumiya regresó la vista hacia Kazuya, en aquellas palabras había escuchado algo parecido a la tristeza o ¿tal vez era molestia? No estaba del todo seguro pero nadie le había dirigido en su vida ese tono de voz. Miyuki se paró y se dejo caer sobre su cama sintiendo alivio en su cuerpo después de pasar la noche en el sillón
-eres todo un misterio Mei y estoy interesado en descubrirlo
Narumiya lo siguió hasta la cama y se sentó en el borde de la misma, no sabía porque pero Miyuki Kazuya tenía algo que lo obligaba a verlo con el menor detalle y en el pecho sentía la necesidad de decirle la verdad, de contarle sobre su pasado. Esperaba que después de saber lo manchado que estaba simplemente sintiera asco y el podría concentrarse en escapar de ese lugar al que no pertenecía. Eso creía que pensaba pero muy en el fondo deseaba que todas esas aparentes consideraciones fueran porque realmente era diferente
-jmmm no se que quieras saber de mi
-mmm tal vez podrías empezar por explicarme ¿cómo es que terminaste siendo un esclavo?
-¿cómo sé que esto no es un truco? –Miyuki levanto los hombros restándole importancia
-mmm porque no me habría tomado la molestia de dejar a dos de mis mejores soldados al cuidado de un prisionero de guerra problemático, creo que tendrás simplemente que confiar –Mei no era tonto, y sabia que aquello podía ser una trampa pero el efecto que Miyuki ejercía sobre él lo impulsaba a hablar. Resoplo con pesadez antes de retomar la conversación
-no es como que uno quiera terminar siendo esclavo, la mayoría es demasiado débil para defenderse y cuando tal vez tienes las fuerzas para enfrentarlo, resulta que es la única vida que has conocido. No es nada sencillo ver como el brillo inocente va desapareciendo lentamente…
-aun que presiento que tu pasado no es precisamente ese. –Mei volteo el rostro enfrentando la mirada de Kazuya por primera vez desde que se había sentado en la cama, lo tenía demasiado cerca porque el otro se había levantado, era demasiado atractivo
-no, esa no es mi historia… yo nací siendo esclavo. Mi madre era esclava y mi padre… bueno el era un noble del reino del sur –Miyuki pestañó un poco, ahora tenía más sentido esa naturaleza ligeramente arrogante del menor -no puedo asegurarlo pero la mujer que me crio me dijo que el se había enamorado de mi madre durante una fiesta del dueño. La veía a escondidas por las noches, temiendo que Kein la castigara pero la situación se complicó cuando mi madre quedo embarazada. Dicen que mi padre tenía la intensión de comprarla y después casarse con ella, que no le importaba que fuera una esclava y que su familia no lo aprobará pero Kein tenía otros planes… mando a sus mejores mercenarios a que mataran a mi padre y lo consiguieron. A mi madre le dieron una golpiza con la única intensión de que yo muriera pero de algún modo ella resistió al igual que yo… pero no sobrevivió al parto. Vivió lo suficiente para cargarme solo una vez y darme mi nombre… -el silencio se prolongó por unos segundo, la mirada de Miyuki reflejaba tristeza pero la desvió antes de que el otro pudiera notarlo –Aomine y Taiga llegaron juntos y terminamos siendo compañero y amigos. El plan era que ellos se volvieran los guardaespaldas de nuestro amo pero eran demasiado rebeldes… yo era como su mejor atracción. Jamás estaba en la casa pero cuando llegaban sus socios me obligaba a servir en ella… -se me mordió el labio recordando las miradas asquerosas de todos aquellos hombres –yo lo odiaba porque irremediablemente después de eso venia una golpiza por no haber sido lo bastante amable. Kein me odiaba pero según sus palabras era demasiado exótico como para deshacerse de mí, después ideo una nueva forma para desquitarse… -esta vez ya no pudo seguir, apretaba los puños y se mordía el labio. Los recuerdos lo golpeaban.
Miyuki abrió hasta su límite los ojos al notar que Mei temblaba ligeramente, no hacía falta que le dijera mas, sabia a la perfección cual había sido el castigo de aquel desagradable hombre
-¡maldito bastardo!
Miyuki no era bueno con los sentimientos, mucho menos con las pruebas de afecto, en su entorno siempre las había considerado falsas, aun así dejó que su cuerpo se moviera solo, acorto aun más la distancia entre ambos y envolvió entre sus brazos a Narumiya. El cual al principio se puso completamente rígido, tampoco era bueno con ese tipo de cosas pero poco a poco relajo el cuerpo, oculto la cara en el hombro del otro y permitió que el suave aroma de Kazuya quedara grabado en su mente. Sintió como el otro acariciaba su cabello y en ningún momento le pareció repulsivo o incomodo, al contrario era una sensación agradable.
-Midorima no tiene ni idea de quien en verdad eres pero de algún modo había encontrado la manera perfecta para vengarse de ti. Con lo que no contaba, es que yo no estoy para complacerlo. –Mei levanto el rostro para quedar a escasos centímetros del otro, había una mezcla de sorpresa y confusión en sus orbes azules –eres más interesante de lo que pensaba y no estoy depuesto a perderte.
Antes de detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos Miyuki acorto la distancia y besó a un muy descolocado Mei, que no se alejo al contacto y que al contrario llevó sus brazos al cuello del otro para pegarlo aun mas a él, mientras disfrutaba de la sensación, su mente le daba la respuesta
-así que esto era, desde aquel día había sido esto… debo de ser un completo idiota para no darme cuenta que me enamore de Miyuki Kazuya…