Los dedos del capitán Kasamatsu no dejaban de golpear el escritorio mientras una vena en su sien se marcaba peligrosamente.
-¡DOS SEMANAS… YA PASARON DOS MALDITAS SEMANA!
-Capitán debe calmarse, esto ya no es algo nuevo, no se porque se pone así –el capitán fulmino con la mirada a Moriyama, su subalterno y mejor amigo.
-te atreves a preguntar ¿Por qué me pongo así? Ese trió lleva más de dos semanas desaparecidos, si fueran simplemente soldados tal vez no me importaría tanto pero estamos hablando de tres generales…
Los dos suspiraron al recordar que los subalternos de uno de esos generales estaban en la habitación, cuando los buscaron con la mirada los encontraron en un rincón temblando, todos conocían a la perfección lo aterrador que podía ser el capitán cuando se enojaba. Kasamatsu se masajeaba las sienes cuando les ordeno que se acercaran con sus informes
-¿díganme que tiene buenas noticias para mi, Sawamura, Kominato? –los dos mencionados se miraron preocupados, no era buena señal
-recibimos información que los vieron en un poblado cerca del camino principal a la capital pero cuando llegamos, no había señales de ellos.
-¿el camino a la capital? No estarán pensando llegar hasta allá o ¿sí? -Moriyama meditaba
-mmm, capitán, si me permite… -Haruichi dudaba sobre si era o no buena idea externar su opinión
-habla, de todos modos no tenemos nada
-bueno, conociendo a los tres ¿no cree que volvieran a ese lugar? Siempre terminan ahí,
-mande una patrulla en cuanto nos dimos cuenta que faltaban…
-pero ¿la dejaron ahí? –Sawamura interrumpió al captar el hilo de la conversación
-regresaron a los pocos días, no puedo darme el lujo de quedarme sin personal. –a continuación miro con severidad a Sawamura por la interrupción, el otro se encogió un poco
-y ¿si manda una nueva patrulla? Tal vez quisieron cambiar de aires pero siempre son arrastrados a ese lugar
Kasamatsu comprendió que tenía razón pero en vez de mandar una patrulla tomo otra decisión…
-ahora si los mato
Yukio Kasamatsu apretaba con fuerza los puños ante la imagen que tenía enfrente. Había decidido ir él personalmente hasta la aldea que se encontraba a las afueras del bosque, específicamente a la única taberna existente y si, tal como imaginaban ahí estaban sus tres generales.
Aomine Daiki, Kagami Taiga y Narumiya Mei dormían plácidamente completamente desnudos y con claros signos de haber hecho… cosas. Las piernas de los tres se entrelazaban resaltando aun más la pálida piel del más bajo que dormía en medio con una mano sobre el pecho de Kagami.
La presencia de los otros tres alerto a Mei, haciendo que despertara perezosamente, su mano paso suavemente por el abdomen de Taiga… de golpe reconoció ese cuerpo y se levanto despertando a los otros dos.
-¿Qué demonios? - observo a sus dos compañeros y su evidente desnudez, con las mejillas enrojecidas de enojo, Mei comenzó a golpear con una almohada a los otros dos que en vano intentaban detenerlos -¡como podemos terminar en la misma ridícula situación! Habiendo tantas opciones porque tengo que terminar siempre en la cama con ustedes dos par de idiotas, cualquiera quisiera acostarse con nosotros pero noo tienen que ir y arruinarlo…
Aun los golpeaba cuando Aomine cayó de la cama y noto la presencia de su capitán que los miraba con un aura aterradora y por demás asesina.
-oi Mei, Taiga, tenemos compañía
Kagami aun reía cuando entendió a que se refería y su voz se apago abruptamente, Narumiya siguió la mirada del más alto para encontrarse con Kasamatsu acompañado de Eijun y Haruichi. Los tres estaban sonrojados, sin poder controlarse mas, Yukio les arrogaba las primeras prendas que se encontraban a su alcance con una fuerza descomunal
-¡maldita sea tengan un poquito de vergüenza… cámbiense!
Ninguno de los tres mostraba un verdadero arrepentimiento, Kasamatsu llevaba un rato gritándoles pero después de las primeras tres palabras habían dejado de prestar atención. Oían siempre lo mismo de su superior pero todos dentro de esa habitación sabían que no pasaría de simples gritos, el reino los necesitaba y por tal motivo no podían darse el lujo de perderlos. Llevaban más de una hora y solo veía a Kasamatsu ir y venir del otro lado del escritorio, hablando de responsabilidad y disciplina algo de lo que ellos carecían, mucho menos entendían y no era su culpa, no habían recibido ninguna formación militar.
Aomine, Kagami y Narumiya eran esclavos, su ultimo dueño los había empleado para hacerse cargo de sus trabajos sucios, tenían un talento natural para la lucha, actuaban guiados por sus instintos y no les había costado mucho trabajo hacerse cargo de su primer encargo. Se habían vuelto toda una leyenda desde muy temprana edad, tan solo tenían 9 años. Claro que siempre se dijo que eran mercenarios, jamás se menciono su verdadero origen, solo un grupo muy reducido dentro del ejército sabia la verdad de su pasado y preferían mantenerlo en secreto.
-escuchen, -parecía que al fin se había desahogado y diría algo interesante - todo este tiempo me he hecho de la vista gorda pero por lo menos ¿podrían ser considerados y limitar su desaparición a un fin de semana? imagínense que hubiera pasado si nos hubieran atacado
-eso era imposible, ¿crees que no sabemos lo que hicimos?
-nos aseguramos que no pudieran atacarnos en un buen tiempo –la arrogancia de Aomine no tenia límites
-aun así, si ellos se enteran de sus prolongadas desapariciones, no dudaran en sacarle ventaja, sobre todo Midorima, no está para nada contento, especialmente contigo Mei, me han informado que Takao sigue muy mal.
-hmmm esa no fue mi culpa... Como sea, trataremos de comportarnos la próxima vez, ¿eso es suficiente para ti? -Kasamatsu se sentó y soltó un largo suspiro, era lo mejor que podía obtener de ellos
-atiendan sus pendientes, Yuuki y Isashiki no tardan en llegar, al parecer hay un asunto que tratar de la capital.
Eso bastaba para motivar al trío…
Del otro lado de la moneda
La oficina fue invadía por el ruido estrepitoso de cientos de objetos golpeando el suelo y algunos haciéndose añicos. No mucho después las protestas se hicieron presentes
-¡Midorimachii deja de destruir toda la vajilla! ¡que no es mi culpa¡
-Kise por tu propio bien cállate y sal de mi vista
Antes de que aquello terminara en una tragedia, Kuroko arrastro a Kise fuera de la oficina donde se encontraron con los capitanes Sanada y Kiyoshi.
-aun no despierta ¿cierto? -ambos generales asintieron
Midorima Shintaro no se caracterizaba por tener un carácter amable, pero en las últimas dos semanas se había transformado completamente. Y no era para menos no había sido capaz de defender a Takao de las garras de Narumiya, quien en el último enfrentamiento lo había prácticamente destrozado. No había despertado y seguían luchando por mantenerlo con vida, al parecer había sido envenenado y no daban con el antídoto correcto. Shintaro pasaba casi todo su tiempo en aquella habitación, que ya no olía a su Takao, sosteniendo la mano fría e inmóvil del amor de su vida. Le aterraba la idea de nunca volver a ver eso ojos grises y de no poder decirle lo que sentía por él, aunque estaba casi seguro que el otro ya los conocía.
Por más dolor que sintiera, Midorima seguía siendo un general y no dejaban de estar en guerra. Esta vez el golpe había sido bastante grave, no podrían moverse en algunas semanas. Sumando todo, el general estaba en sus límites de tolerancia y no hacía más que gritar y destruir cuanto estuviera a su alcance, si laas cosas no estaban hechas como el quería.
Kuroko Tetsuya y Kise Ryouta eran los otros dos generales del reino del norte, se conocían con MIdorima y Takao de toda la vida y también ellos se encontraban afectados con la posibilidad de perder a alguien tan cercano. En la academia les enseñan a vivir con la muerte a cuestas pero eso no evita que no estén preparados para ver a alguien tan cercano morir, en este caso aun no se daba el fatídico momento.
-ya empieza a cansarme que Midorima acabe con mis vajilla, ese maldito mocoso debería salir a golpear un saco de arena o algo así –los dos capitanes y los dos generales voltearon a ver a Hiuuga Jumpei, el capitán al mando, los cuatro se cuadraron esperando a que siguiera hablando. –llegaron algunas notificaciones. Los quiero en mi oficina, Kise! Kuroko! Lleven a Midorima –Kise no pudo evitar hacer un puchero mientas que Kuroko solo asentía con su siempre neutral expresión
Cinco minutos más tarde estaban todos reunidos en la oficina principal.
-al parecer algo se llevara a cabo en la capital y necesito mandar personal (como si no me hiciera falta aquí) y por activos me refiero a los generales –Midorima se disponía a protestar pero Hiuuga se lo impidió con un gesto de mano. –tú te quedas aquí, no me arriesgare a que arruines esto con tu reciente mal humor, además Takao te necesita. –Midorima asintió con un ligero sonrojo –eso quiere decir que tienen que prepararse para partir. –poso su mirada en los otros dos que asintieron
-¿solo irán ellos dos? –Sanada cuestionó
-no y esa es la otra notificación, después del resultada del último enfrentamiento decidieron mandar refuerzos
-tardaron un poco ¿no te parece? –el sarcasmo era evidente en la voz de Sanada
-sí, es obvio que se tomaron su tiempo pero por lo menos no nos están amando a alguien de segunda categoría –la expresión de los cinco que tenía enfrente era de curiosidad y confusión –es EL otro general.
-¿Cómo? ¿El rey por fin decidió soltarlo? –Kiyoshi no terminaba de creer
-yo creo que entiende la importancia de controlar esta zona
-ahora si se pondrá interesante… -esta vez Sanada sonaba entusiasmado
-perdón Capitán pero no les seguimos. –Kuroko se expreso sobresaltando a los tres capitanes
-¡odio cuando haces eso! Como sea, otro general viene de refuerzo y no es otro que Miyuki Kazuya…