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Puede que te necesite [SeBaek/BaekHun] por teemint

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Notas del fanfic:

¡Hola! Espero que les guste este fanfic, tenía la oportunidad desde hace un rato pero no me había puesto a escribirlo hasta que escuché esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=DOuhvBJqKVY Les recomiendo que la escuchen pues tiene mucho que ver con la ff^^ 

Anyway, la fanfic tiene mucho angst pero también tendrá sus partes felices. No sé cuántos capítulos tendrá pero estoy segura de que no serán muchos pues escribir cosas largas no es lo mío. ¡Disfrútenlo! 

Notas del capitulo:

Aquí el primer capítulo ^^ Espero sus opiniones, disfrútenlo :)

 

Había pasado un mes y medio. Mes y medio en el que había tratado de olvidar, de darse otra oportunidad a sí mismo, de meditar las cosas sin terminar llorando abrazando sus rodillas, su cabeza contra el frío material de la pared de su habitación.
Dicen que el tiempo cura las heridas y que lo que no te mata te hace más fuerte, pero Sehun sabía que eso no era más que una mierda que alguien se inventó cuando no sabía de qué manera reconfortar a los demás. Porque la verdad era que no había forma de hacerlo, no creía que hubiera forma de hacer sentir mejor a alguien que cada segundo que trataba de salir adelante, su mente le ponía un alto; recordándole lo inútil que eso podía ser, destrozando lo poco que quedaba de él con recuerdos,  grotescas imágenes del pasado e hipócritas frases reconfortantes. No necesitaba nada de eso, porque ya había pasado mes y medio y el tiempo no había curado nada; no lo necesitaba porque no estaba muerto pero prefería estarlo. No se sentía más fuerte, la ansiedad le consumía desde adentro hacia afuera y tiraba de su estómago cada que él se esforzaba en sonreír. De verdad que no necesitaba nada de eso.  

Lo único que creía necesitar, aunque su propia conciencia le repitiera una y otra vez que no era lo correcto, era a la persona que le dejó como estaba. Necesitaba su calor, su sonrisa, aquellos “te amo también” que le revolvían el estómago, porque siempre supo que eran mentiras y aun así escucharlos era su pan de cada día. Necesitaba a ese chico que llegó a su vida sin previa invitación, que tomó su corazón y le hizo sentir de puta madre para después darle un pisotón.
Necesitaba a Luhan; y el simple recuerdo de su nombre le hacía querer gritar, golpear su puño contra el cristal de la ventana y limpiar la sangre después, pero en vez de eso se encontraba hecho un ovillo contra su cama, respirando con fuerza porque las lágrimas ni siquiera se dignaban en salir. Tal vez hasta ellas se estaban burlando de él, tal vez hasta ellas le pedían que dejase de ser tan patético y retomara su vida de una buena vez, pero el pelinegro no pensaba escuchar a nadie, no pensaba esforzarse más y no pensaba levantarse de esa cama hasta que una fuerza sobre-humana le obligara a hacerlo.

Sí, se encontraba recostado en su cama hecho un ovillo porque su molesta mente no le impulsaba a hacer algo más. Sus ojos recorrían desde la rugosa textura de la pared próxima a su cuerpo, hasta la ventana cuadrada que –maldecía a quien hubiese dejado las cortinas corridas– filtraba tal vez demasiada luz.

La iluminación que entregaba a la habitación era únicamente interrumpida por la figura que se plantaba frente a ella. El sol parecía no rendirse en forzar su entrada pero aquella silueta también se negaba a desistir, parecía que la única oportunidad de la luz por destacar era abrirse paso por las esquinas que aquel cuerpo no conseguía cubrir.
Sehun rodó los ojos al ver la espalda de su compañero de habitación, del cual había olvidado casi completamente su existencia. El chico podría encontrarse observando atentamente el espectáculo que detrás de la ventana se efectuaba, se imaginaba Sehun, aunque él sólo podía verlo desde una de esas mismas esquinas.

Detrás de la ventana, se podía ver un mundo casi nuevo, pequeñas mariposas chocaban contra el cristal para después dirigirse a la flor más cercana, repitiendo este ciclo una y otra vez. Parecía que la escena tenía más significado que simples insectos alimentándose; –ambos chicos podían agradecer que su habitación se encontrara cerca de los jardines de la universidad– los pájaros cantaban, pues no era suficiente tarde para que comenzaran otras actividades, las flores que las mariposas atacaban dichosamente reflejaban las gotas de lluvia que habían adoptado días antes, cuando las nubes habían decidido ser partícipes en las calles de Seúl. Todo ello parecía un pequeño conjunto de felicidad que intentaba fundirse en el cuerpo de Sehun, sin mucho éxito.

Por un momento, el chico se preguntó si aquel conjunto de felicidad también trataba de fundirse en el cuerpo de Baekhyun, pues el muchacho se encontraba presionando las yemas de sus dedos contra el cristal como si quisiera dejar una marca, una sobra de lo que con palabras no podía expresar o una manera de disfrutar su pseudo-soledad, pues probablemente no sabía que Sehun se encontraba despierto y observándole.
El último, sin embargo, negó con la cabeza levemente –tanto como le permitían sus fuerzas–, Baekhyun no merecía su empatía siendo que se comportaba como un imbécil al menos el 70% de las 24 horas del día. Además, Sehun creía difícil que en la cabeza de su compañero rondaran sentimientos como la tristeza. Tenía todo lo que quería, todo lo que necesitaba y probablemente más.

En el otro lado de la ventana, donde Baekhyun seguía con los dedos pegados al cristal y Sehun seguía ahogándose en sus pensamientos; todo había perdido gradualmente su color. Las paredes tapizadas con una suave tela azul como el cielo y unos curiosos patrones sobre ella, parecían ahora un dibujo grotesco hecho sin esfuerzo ni devoción. El ambiente estaba infestado de una lúgubre soledad que abrazaba a Sehun por las noches, sin dejarlo dormir, llenándole de pesadillas sobre cómo Luhan le dejó y cómo no iba a volver. En realidad, parecía que dentro de esas cuatro paredes no se podía diferenciar entre el día y la noche; en realidad, parecía que todo signo de vida en aquel lugar era indetectable. Los únicos movimientos que podrían destacarse serían el vaivén del pecho de Sehun al respirar, mientras éste se dignaba a sentarse en el suelo, en la cama, en el marco de la ventanilla, observando cómo las partículas de polvo buscaban lentamente la compañía de los muebles. En realidad, parecía que la oscuridad quería adueñarse de ese pequeño mundo en el que estaba enfrascado. Podía escuchar a las sombras exigiéndole su cercanía.

Todo esto, por supuesto, ignorando la existencia de Baekhyun, que parecía dar a la habitación un color que no encajaba con el estado de ánimo del otro muchacho. En realidad, todo lo referente a Baekhyun no encajaba en aquel lugar. Era demasiado ruidoso, demasiado egocéntrico, exótico y estúpido. Tenía un toque que Sehun no podía negar era interesante, su personalidad, pero tenía más razones para ignorarle que para prestarle atención. Lo único que esos dos chicos tenían en común era que compartían el cuarto y Sehun se alegraba de ello.

Suspirando de manera casi inaudible, rodó sobre su propio cuerpo, decidiendo que Baekhyun tocando la ventana como si acabara de descubrir un portal hacia otro planeta no era nada interesante, no sin antes dar una vista al reloj situado en el buró al lado de su cama. Eran las cinco de la mañana e ignoraba por qué el otro se encontraba despierto. Sin importarle demasiado, quiso dormir una hora más.

No sabía qué era lo que hacía que su pecho se sintiera vacío y a la vez pesado, pero era un sentimiento al que se había acostumbrado con el paso de semanas, cuando Luhan se encontraba de repente demasiado ocupado teniendo exámenes, haciendo tareas o simplemente ignorando que Oh Sehun era su actual pareja. Sin embargo, era algo que Sehun ignoraría cada que estaba cerca de él, porque aunque el sentimiento de extrañeza y abandono seguía fundido en lo más profundo de su cuerpo –sin que él mismo quisiera admitirlo–, lo olvidaría unos instantes después al rodear el hombro de Luhan con su brazo, permitiéndose sonreír estúpidamente una vez más.
Sin embargo, como ya sabía perfectamente, el tiempo no cura las heridas sino que las hace más grandes, y si Sehun no hubiese encontrado a Zhang Yixing haciendo gemir a su novio de una manera que él nunca había conseguido, el tiempo habría hecho lentamente de su corazón un agujero negro. Aunque a esas alturas, después de salir de la habitación de Luhan con lágrimas ardiendo contra sus mejillas, dudaba que quedara un poco de aquel órgano que le mantenía vivo.

Vivo. O algo así. ¿Alguna vez lo había estado de verdad?

Levantarse, asistir a clases y besar a Luhan sin recibir una reacción alguna, se había vuelto una rutina y tal vez, no era la clase de vida que quería tener.

Segundos después, el cinismo tomó la forma de una persona cuando Luhan corrió detrás de él, tomándole del brazo, obligándole a darse la vuelta para destrozarse aún más viendo el sonrojo en las mejillas del más bajo, su cabello revuelto y a Zhang Yixing poniéndose los pantalones. Quería golpear a éste último en la cara hasta que olvidase por completo cómo era su rostro originalmente pero en vez de eso se encontraba llorando sin parar, su boca soltando murmullos agónicos y sus rodillas flanqueando. 

—No me dejes —Susurraba, sintiendo cómo su garganta se cerraba y su estómago se revolvía. Podría vomitar ahí mismo. Podría morir ahí mismo.

—Ya no te amo, Sehun.

—Haré lo que sea, lo siento, por favor —¿Por qué estaba disculpándose? ¿Por qué estaba rogando? No podía ser más estúpido, la expresión en el rostro de Luhan se lo confirmó. Cayó de rodillas, sin poder evitarlo, llevando dos manos a su rostro, intentando limpiar sus incesantes lágrimas—. Por favor, Luhan, por favor, no me hagas esto, por favor.

—Cállate y levántate —Ordenó el aludido, dirigiendo una mirada fugaz a su amante. Sehun supo en ese momento que todo estaba perdido, pero eso no iba a evitar que volviera a murmurar “te amo, no me dejes, por favor” unas trescientas veces más. —¡Cállate!  —Alzó la voz y suspiró pesadamente—.  No te amo, Sehun. Nunca lo hice. —Terminó Luhan, y se dio la vuelta, volviendo a los brazos de su nueva víctima, ignorando los bramidos y sollozos que su ahora ex-novio soltaba.

No había nada más que hacer. Realmente, eso había sido suficiente para dejar a Oh Sehun agonizando, estampado contra el suelo, muriendo a cada segundo, infestándose de dolor y penuria, de vacío. Se levantó, colocando una mano en su pecho, como si verdaderamente su corazón estuviera partiéndose en dos, aunque podía sospechar que en aquellos momentos podía ocurrirle de verdad.

 No te amo, Sehun. Nunca lo hice.

Corría por los pasillos, buscando el camino de vuelta a su habitación en el laberinto de paredes blancas y baldosas de mármol, robando miradas a todos los transeúntes del tráfico que se había vuelto su universidad. Seguro se sorprendían al ver una expresión tan demacrada en su rostro. Después de todo, siempre fue considerado el chico sin sentimientos, ¿no? Debía ser  raro verle en un estado tan deprimente.

No te amo.

Corría ignorando los gritos de Kim Jongin, su mejor amigo, que se había topado con él en alguna esquina y que no podía entender qué rayos le pasaba. Corría ignorando a todo el mundo, como si eso pudiese ayudarle a disipar sus emociones.

Nunca lo hice.

Y de repente se encontraba cayendo por el vacío, preguntándose si estaba desmoronándose en el agujero negro que era su corazón, si alguna vez iba a parar o tenía fondo. Preguntándose si moriría.

Quería morir.

Seguramente era un pensamiento estúpido del momento, pero quería morir. Quería seguir cayendo hasta que su cuerpo se desplomase contra un suelo helado, hasta que cada uno de sus huesos se rompiera y tuviese que cerrar sus ojos, dejando que su tristeza desapareciese junto con sus últimas gotas de vida. De verdad quería morir.

Nunca. Lo. Hice.

Seguía cayendo.

 

Una almohada que apestaba a una colonia que recordaba haber olido un par de veces en el pasado se enterró en su rostro sin previo aviso, despertándole de sus pesadillas. Exasperado por respirar, consiguió, con un gran esfuerzo, quitarse la almohada de encima, frunciendo el ceño, enfadado porque sabía que era obra de su estúpido compañero de habitación.
Y no se equivocaba, ahí estaba el idiota de Baekhyun con una sonrisa ladina en el rostro y una risa que a Sehun se le ocurría demasiado melodiosa e irritante.

 —¿No estás muy grande para seguir teniendo pesadillas? —Preguntó el castaño, que de hecho, se encontraba con un codo sobre el tórax de Sehun, quien ni siquiera se molestó en reaccionar, porque sí, había estado teniendo pesadillas. El sudor frío que recorría su cuerpo y su respiración agitada, no sólo por el hecho de haber tenido una almohada presionando su rostro, le delataban. Sólo agradecía que Baekhyun no pudiese saber qué era lo que había estado soñando, o de otra forma tomaría la almohada y él mismo se asfixiaría. Escuchó la risa de Baekhyun una vez más y pudo ver por el rabillo del ojo a las sombras de sus miedos esconderse debajo el colchón. —Eres patético  —Añadió después de unos segundos, probablemente había estado esperando que Sehun dijera algo, pero éste no pensaba responder nada, porque sabía que era cierto, que era patético, que era estúpido y que daba vergüenza—. ¿Qué, no me vas a decir que soy un idiota? —Inquirió Baekhyun, alzando una ceja y levantándose, haciendo la cama crujir y que las sombras chillaran de rabia. Le dedicó al chico otra mirada, de arriba hacia abajo, como si estuviera juzgándole, viendo a través de él.

¿Estaba burlándose?

Silencio. Otra vez. Sehun no iba a responder; su garganta estaba seca y las imágenes de su pesadilla, o más bien recuerdo, aún no habían desaparecido. Baekhyun suspiró, probablemente siendo indiferente, y Sehun volvió a acurrucarse, obligándose a cerrar los ojos.

—Deja de hacer el idiota. Seguro no has comido en mucho tiempo, te ves enfermo. Si te mueres, podrían sospechar que te he matado y me llevarían a la cárcel —Se quejó y Sehun rodó los ojos como cada vez que escuchaba un comentario salir de la boca de Baekhyun. No entendía porqué le importaba, después de todo, no tenía nada que ver con él. No eran amigos, casi no compartían clases, y ni siquiera se llevaban bien como compañeros. No debía importarle, así como a él no le importaba nada relacionado con él.

Aún así, hizo el ademán de levantarse. No quería empezar una discusión con Baekhyun, no tenía los ánimos suficientes para hacerlo y tampoco quería seguir escuchando su voz.
Una vez estuvo en pie, se dirigió a la ducha, pasando de él completamente. Se desvistió y entró a la regadera, abriendo el grifo del agua fría. Dejó que ésta recorriera todo su cuerpo, para que marcara su piel y su mente con un letrero citando “Quiero volver a dormir y nunca despertar”.
El sonido de la puerta de entrada de la habitación cerrándose le hizo saber que Baekhyun ya se había ido y eso sólo consiguió que Sehun pudiese ver las sombras de sus aprensiones otra vez. Suspiró con alivio. Por fin estaba solo. Completamente.

No era como que realmente le gustase estar solo. No conocía a ninguna persona que añorase la soledad o al menos él no era una de ellas. Le gustaba la compañía, y no podía negar que tal vez, era lo que pedía a gritos en esos instantes. Pero al mismo tiempo quería estar solo, porque solo se sentía tranquilo, estando solo no tenía que fingir sonrisas, no tenía que recordarle a los que estaban a su alrededor que se encontraba bien aunque esto fuera mentira. Solo podía sentirse mal, triste, sin tener que dar explicaciones, sin escuchar consejos, sin escuchar regaños. Pero solo también se sentía peor, frío, apático. Cuando estaba solo se odiaba a sí mismo aún más y su propia voz era la que le golpeaba una y otra vez, como si fuese un martillo y él la pared, siendo su ruptura con Luhan el clavo.

Luhan.

¿Alguna vez iba a dejar de pensar en él?

Probablemente no.

Le seguía amando tanto como el primer día y le seguía odiando tanto como desde que le engañó. Seguía deseando besarle, abrazarle, escuchar su voz, aunque le viese al lado de Yixing todos los días en el comedor. Le seguía amando de una manera insaciable, totalmente sin cordura y lógica. No sabía si en algún momento el ciclo iba a terminar, el ciclo donde amaba y odiaba al mismo tiempo a una persona que le hirió y a sí mismo respectivamente.

Salió de la ducha cuando sintió su piel volverse rugosa como la textura de una pasa, se cambió y se dirigió a su primera clase con una lentitud que podría hartar a cualquiera. Probablemente llegaría tarde, tal vez ni siquiera le dejarían entrar, pero no le interesaba. Ya no.

Todo había dejado de importarle mucho tiempo atrás.

No le importaron los murmullos que le perseguían cada que avanzaba por los pasillos, ni las miradas preocupadas de profesores que antes podrían jurar era uno de los mejores alumnos –porque ahora sus calificaciones eran deplorables–, a penas y prestó atención a Kim Jongin, que juguetonamente y con una sonrisa melancólica picaba uno de sus costados con su dedo índice. Sehun se sentía culpable por ser su mejor amigo de vez en cuando, Jongin se merecía algo mejor.
Ni siquiera prestó atención a Luhan y Yixing besándose contra un casillero porque sabía que eso sólo arruinaría su día aún más, ni le importó la sonrisa estúpida grabada en el rostro de Baekhyun cuando pasó por su lado, ignorando a Chanyeol y Jongdae para mirarle, como si realmente le interesara. No le prestó atención a eso y a nada, porque no valía la pena.

Así era su vida ahora y se estaba acostumbrando.

Notas finales:

No saben lo difícil que me fue poner a Sehun triste, ya que él es mi bebé en EXO. Sufrí años mientras escribía esto. En fin, el siguiente capítulo será un poco desde la perspectiva de Baekhyun.

Acabo de editar el capítulo, por cierto, dándome cuenta de que tenía muchos errores. ¡Si ven alguno no duden en decírmelo! Esperen el siguiente :)

 


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