Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La marque de l'amant vampire por amudoki

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este fic ha surgido a raiz de una historia -shojo- que escribí hace siglos. Realmente me gustaba por lo que me dije "por qué no reescribirla y hacerla Yaoi?" y voilá, aquí la teneis.

Notas del capitulo:

Bueno, pues aquí estoy con un nuevo fic! 

Antes de nada voy a avisar que estoy bastante liada con las clases, ya que estoy muy cerca de los examenes de entrada a la Uni, por lo que no se con que frecuencia podré actualiza.

Tambien aprovecho para disculparme por si encontrais alguna falta ortografia. Escribo los fic's desde el movil (Mi ordenador a pasado a mejor vida) y no tengo beta asi que de antemano me disculpo.

Quiero deciros que ya tengo algunos capitulos adelantados, pero hasta que no tenga uno escrito no subiré la continuación. Por ejemplo, tengo del 2 escrito pero hasta que no escriba el 3 no lo subo. Hago esto más.que nada por mi misma, para obligarme a escribir ^_^U 

Bueno, ya si entretenerlas más os dejo con el capitulo.

Espero que lo disfeutéis ;)

Hacía un calor abrasador. Las ventanas estaban abiertas de par en par y no entraba ni una leve brisa. Los grillos cantaban de forma ininterrumpida rompiendo el silencio de la noche. Un joven daba vueltas en su cama. Tenía una pesadilla.

Como cada noche, desde hace varios meses, soñaba con unos intensos ojos rojos que lo observaban. Fuese a donde fuese, ese par de ojos lo perseguían. Cuando, harto de ser observado, se decidía a plantarle cara a su perseguidor, su cuerpo se paralizaba de forma automática en el momento en el que las miradas se cruzaban y después veía impotente como esos ojos se alejaban.

A la vez que esto ocurría, sentía como su cuerpo ardía por dentro y este fuego salía de él creando una extraña marca, quemada en su piel, sobre el corazón. En medio de su agonía, veía como ese par de ojos se volvían de un hermoso y atrayente color plateado antes de desaparecer en la oscuridad.

Mike abrió sus ojos y se incorporó con rapidez. Llevó una de sus manos al corazón, sobre la ligera camiseta de tirantes que llevaba y la apretó sobre ese lugar.Aún sentía aquellas llamas recorriendo su cuerpo por debajo de la piel y grabando aquel extraño símbolo en su pecho. Jadeaba de forma pesada intentando recobrar la respiración y el ritmo cardíaco. Pasados unos minutos, había logrado normalizarlos.

Llevó su mano a la mesita de noche, que se encontraba a su derecha, y cogió el despertador. Miró la hora y suspiró. Eran las 04:30 a.m. Aun faltaban dos horas y media para que tuviera que levantarse pero, como no era la primera vez que tenía aquella pesadilla, sabía que no iba a conciliar el sueño nuevamente.

Con un nuevo suspiro, aun más profundo que el anterior, se levantó de forma pesada de la cama para ir directamente a la ducha. El calor de la noche junto con la terrible pesadilla lo habían hecho sudar a borbotones, por lo que necesitaba una ducha,  y bien fría.

Salió de su habitación y recorrió el pasillo hasta llegar al final de este. Entró en la última puerta, el baño. Ya dentro se acercó a la ducha y abrió la llave del agua, dejándola correr mientras él se desvestía. Se paró frente al espejo y se miró.

 

La persona al otro lado del espejo, que le devolvió la mirada, era un chico de 17 años, con el cabello de un  castaño anaranjado -"color caramelo" le habían dicho algunas personas- que le llegaba hasta la mitad de la espalda, levemente ondulado y unos grandes y gatunos ojos verde pálido.

Tenía rasgos algo afeminados, como los carnosos  labios o como sus largas y espesas pestañas. Su complexión no era excesivamente grande, pero tampoco era pequeño, lo que se suele decir alguien de tamaño "normal". Esto contrastaba bastante bien con su leves rasgos femeninos y su cuerpo algo delgado pero estilizado. En definitiva, la combinación perfecta para que lo confundieran con una chica en el primer vistazo.

-"Tengo que cortarme el pelo"- se recordó a sí mismo.

Uno de los mayores causantes de malentendidos era su pelo, debido a su corte y el ondulado natural. Llevaba tiempo pensando en cortárselo, pero siempre lo aplazaba hasta llegar al punto de que su melena le llegase casi a la mitad de la espalda. Siendo sinceros, era bastante descuidado con el mismo, pero sin nadie que lo amonestase, siempre hacía lo que le venía en gana.

Otro de los causantes era su adicción -que a veces llegaba al punto de obsesión- por las novelas románticas. Era un amante incondicional de estas novelas, especialmente de las que implicaban a vampiros. Su amor por las novelas románticas de vampiros era casi tan grande como el que le tenía al relicario que le había regalado su abuela poco antes de morir.

Su abuela había sido el único familiar consanguíneo por el que en verdad había sentido afecto. Esa viejita de pequeña estatura, ojos expresivos de un profundo color café y sonrisa amorosa había sido la única persona que lo había cuidado y dado su amor cuando sus padres se divorciaron justo después de su sexto cumpleaños. Tras el divorcio ambos se desentendieron de él y su viejita fue quien lo crió.

Cuando su abuela murió se sintió devastado pero al haberle prometido a esta que sería fuerte y que, pasase lo que pasase, seguiría adelante, no le quedó otra que guardar el dolor en su corazón y seguir  adelante, aun si fuese solo.

Una sonrisa triste cruzó su rostro cuando rostro cuando se sacó el relicario del cuello para dejarlo sobre el lavabo y que no se estropease con el agua. A continuación se sacó la ropa y se metió en la ducha. El agua estaba fría, muy fría, pero eso era justo lo que necesitaba en ese momento. Un sonido de satisfacción escapó de sus labios cuando sintió sus músculos relajarse al hacer contacto con el frío líquido y su temperatura corporal bajar varios grados en pocos segundos.

Salió de la ducha cuando comenzó a notar los primeros síntomas de hipotermia. Por muy calurosa que fuese la noche, si alguien se pasaba más de media hora bajo agua helada su cuerpo se resentiría, y más si no era pleno verano, sino más bien principios de Septiembre.

Nada más salir cubrió su cuerpo con un grueso albornoz para intentar volver a sentir su extremidades al hacerlas entrar en calor. Se dirigió hacia el lavabo y tras coger el relicario salió del baño. Una vez en su cuarto se dejó caer en su cama "King size" quedando sobre su espalda.

Cerró los ojos durante unos momentos y en seguida le vino a la mente esos ojos carmesíes. Un estremecimiento recorrió todo su cuerpo y de forma instintiva apretó el relicario contra su pecho. Se quedó así durante unos minutos como queriendo cerciorarse de que nadie, a parte de él, se encontraba allí.

Dirigió su mirada nuevamente hacia el reloj de su mesilla. Marcaba las 05:21 a.m, aun faltaba poco menos de tres horas para que saliese hacia el instituto. Suspiró por tercera vez ese día. Sin nada más que hacer se vistió y siguió leyendo la nueva novela que había empezado hacía unos días.

Ahora os preguntaréis ¿qué hace un chico de 17 años yendo al instituto en vacaciones de verano? Y la respuesta es...¿Qué otra cosa puede hacer un joven de 17 años, en el instituto en Septiembre? Recuperación de asignaturas suspensas. Mike tenía que recuperar unas cuantas asignaturas, pero no porque se le diesen mal los estudios.

La abuela del castaño había muerto a finales de Junio, coincidiendo con la época de exámenes finales por lo que -por cuestiones obvias-  no había podido asistir. Como consecuencia, había suspendido varias asignaturas. En resumidas cuentas, debía presentarse a los exámenes de recuperación.

Cuando dieron las 07:45 a.m, el ojiverde se puso en camino. Vivía a diez minutos a pie del instituto, por lo que si quería llegar a tiempo debía salir pronto de casa.

Llegó con el tiempo justo. En cuanto abrieron las puertas, todos los que se encontraban allí entraron en masa dirigiéndose a los respectivos salones en los que se examinarían de distintas asignaturas. Para su fortuna, todos sus exámenes eran el primer día. Tenía muchos exámenes seguidos pero así se ahorraba tener que ir los demás días.

El profesor entró al salón y todos los murmullos y saludos entre colegas tras no haberse visto durante el verano, cesaron.

-Bueno chicos, guardad todo en las mochilas. No quiero nada en la mesa salvo un bolígrafo. Si tenéis algún papel bajo la mesa sacadlo y lo guardais para evitar malentendidos. Cualquier gesto, señal o murmullo puede ser considerado como copiar- comenzó a decir el profesor mientras repartía los folios de examen. -Si encuentro a alguien copiando le retiraré el examen y estará inmediatamente suspenso...¿Alguna duda?- nadie dijo nada lo que daba a entender que no las había. -Pues entonces comenzad, buena suerte chicos...



.-.-.-.-.-Varias horas después-.-.-.-.-.



Mike abrió la puerta de su casa y de forma inmediata se lanzó sobre el sofá de cuatro plazas que se encontraba más o menos a mitad del salón.

Nada más entrar al apartamento, lo primero con lo que te encontrabas era un pequeño recibidor con un espejo bastante grande. Si te adentrabas un poco más llegabas a un gran salón. Lo primero y lo que más llamaba la atención, era el gran ventanal que había justo en la pared de enfrente de la entrada que ocupaba gran parte de este. Justo después de esto, lo que veías era la robusta mesa de madera para seis comensales que se encontraba en frente de esta.

A continuación, más o menos a mitad de la sala, había un espléndido sofá de cuatro plaza color beige y a cada lado de este dos sillones marrones. A los pies de estos, había una mesita baja de madera, con el tablero de cristal. Para terminar, una gran televisión de plasma frente a estos y varias estanterías y cuadros distribuidos por las paredes.

Mike aun se preguntaba porque sus padres le habían regalado un piso tan grande si era para él solo. Su teoría más lógica era que sus padres habían sentido un repentino brote de arrepentimiento por haber, prácticamente, abandonado a su hijo -que había quedado solo tras la muerte de la abuela- y le habían comprado un sitio para llenar el hueco que había dejado su querida abuela. Aunque claro, también estaba la teoría de que no hubiesen tenido otra opción por temor a que los asistentes sociales se les echaran encima.

Se quedó cerca de diez minutos tirado en el sofá con la vista fija en el techo. Se sentía exhausto tanto física, como mentalmente. La falta de sueño había acabado con su resistencia corporal y los exámenes le habían secado el seso. Tan cansado se sentía que en vez de hacerse la comida, llamó a una pizzería, y eso que el era de los que preferían un buen plato de comida a los congelados y comidas precocinadas.

Se quedó tirado en el sofá hasta que llamaron al timbre. Se levantó y antes de abrir la puerta fue a por el dinero.

-¡Un momento!- gritó alto para que el repartidor lo escuchase.

Una vez que tenía el monedero, se dirigió a la puerta y la abrió.  El repartidor frente a él era un chico joven, de unos aproximados 23 años, seguramente un universitario ganando algo de dinero extra. Relativamente atractivo, rubio con ojos marrones , alto y algo musculado.

Este se quedó mirando durante unos momentos al menor, haciendo un escáner total de su cuerpo, de arriba a abajo. Sonrió coqueto cuando decidió que "la castaña" era de su agrado. Decidido a conseguir el nombre de esa lindura puso su mejor sonrisa conquistadora.

-Aquí esta tu pedido, lindura- dijo con tono seductor.

-"¿Lindura?"- pensó confundido. -"Oh no. Otra vez no"- rogó mentalmente. -Esto...Gracias- respondió intentando ignorar el halago. Prefería pensar que había sido imaginación suya.

El rubio sonrió complacido, le gustaban los retos. Le extendió la caja con la pizza y cuando "la chica" extendió su mano y la agarró, este aprovechó para cogérsela.

-Dime, lindura, ¿cómo te llamas?- preguntó volviendo al ataque.

-Mike.

El repartidor quedó algo descolocado por el nombre masculino y la voz ligeramente grave de "la" menor. Pero como todo casanova, no se daría por vencido fácilmente. Como ya sabéis, le gustaban los retos y para él, el tono grave podría ser causado por un resfriado y el nombre masculino, un diminutivo. Pobre iluso.

-Entonces..."Mike"- dijo haciendo hincapié en su nombre. -¿Tienes algo que hacer esta tarde?- le preguntó mientras llevaba la mano del menor a sus labios y besaba de forma galante sobre sus nudillos.

Para el castaño, eso fue el colmo. Una cosa era que intentara ligárselo -cosa que tampoco le hacía gracia- pero otra era que de forma descarada lo invitase a salir cuando no se conocían absolutamente de nada. ¡Incluso se había atrevido a besarle! Vale, había sido en la mano, ¡pero aun así era un beso!

-Mira, galán de cuarta- dijo de forma despectiva sacando a relucir todo su genio. -No, no tengo nada que hacer esta tarde pero preferiría pasármela leyendo una guía telefónica antes que estar contigo, oxigenado. Ahora, si eres tan amable, quiero mi pizz- le arrebató la pizza de las manos con brusquedad y le dejó el dinero en esta. -¡Ah! Se me olvidó decirte algo...Deberías ir al médico a que te revisen la vista...¡Soy un hombre!

 

Y sin decir más le cerró la puerta en las narices.

Se adentró en el apartamento y cuando volvió al salón dejó la pizza sobre la mesita baja y se tiró al sofá, quedándose en silencio. Al cabo de un minuto escuchó un murmullo molesto fuera de la puerta de su casa y unos pasos que se alejaban cada vez más hasta que dejaron de oírse.

En cuanto esto ocurrió Mike comenzó a carcajearse de forma descontrolada. Su risa era fuerte pero llegó un momento en el que el pobre chico incluso se ahogaba de tanto reírse. Pasados unos minutos se tranquilizó levemente, aunque su cuerpo aun temblaba de forma casi imperceptible por la risa. Llevó el dedo índice de su mano derecha a la comisura de uno de sus ojos y retiró las lágrimas que había provocado su brote repentino de risa.

La verdad es que haber puesto a ese oxigenado en su lugar le había sentado muy bien. Eso le había hecho soltar algo del estrés y del enfado que llevaba reprimiendo desde la muerte de su abuela. Además, la cara de estúpido que había puesto justo después de decirle que era un hombre había sido para partirse de risa.

Con algo de mejor humor, se dispuso a comerse la pizza. No es que le agradasen mucho ese tipo de comidas, pero de vez en cuando no estaba mal hacerlo. Y esta vez le estaba sentando bien, muy bien. Sentía sus fuerzas, renovadas y con ganas de salir a hacer algo esa tarde. Pero no tenía a nadie con quien salir.

Como ya habréis notado, Mike no tiene la mejor de las personalidades. Su carácter fuerte y honesto había alejado a la mayoría de las personas. No soportaba a las personas mentirosas y/o falsas. Eso sumado a su ley autoimpuesta de decir siempre las cosas a la cara, habían creado varios...problemas. Problemas que ya os imaginaréis.

Sin nada más que hacer, se dirigió a su habitación y cogió su novela. Realmente esa novela lo había enganchado, y no solo por la aparición de, sus tan amados, vampiros. Si no también por la inteligente prosa y uso del lenguaje de la autora. Definitivamente "El descubrimiento de las brujas" se iba a convertir en uno de sus libros favoritos.

Así, como había predicho, fue absorbido por la interesante y enrevesada trama de la novela. Se pasó toda la tarde leyendo y buena tarde de la noche. Cuando volvió a mirar el reloj situado en la pared, este marcaba las 11:25 p.m. A regañadientes dejó el libro a un lado para hacerse la cena. Al estar tan absorto con el libro no lo había notado, pero se encontraba realmente hambriento.

Cuando entro a la cocina puso una sartén con algo de aceite a calentar, mientras él batía un par de huevos con sal. A continuación lo echó en la sartén y se hizo una tortilla francesa. Después se hizo una ensalada con solo tomate y lechuga, tenía que hacer la compra ya que no tenía nada más para echarle. Dejó todo en la mesa y cenó.

A media noche, Mike, que ya se encontraba en su cuarto leyendo, decidió que era hora de dormir.


.-.-.-.-.-Tres horas después-.-.-.-.-.


El ojiverde daba vueltas en su cama inquieto. Sentía su cuerpo en llamas y respiraba pesadamente. Se sentía desesperado y agobiado. Abrió los ojos rápidamente y se incorporó con la misma rapidez. Cerró los ojos por un momento apretando la mano contra su dolorido pecho.

-Otra vez ese sueño- susurró para sí mismo con voz ahogada.

Abrió los ojos cuando escuchó un ruido proveniente de su izquierda. De la ventana. Y allí estaban, ese par de ojos rojos.

Parpadeó varias veces para cerciorarse de que no seguía soñando. Una vez que lo hizo, se paralizó. Su respiración se cortó. Ese par de ojos salió de la oscuridad mostrando a un muchacho de cabellera azabache, piel pálida como la nieve y el rostro más hermoso que había visto en su corta vida.

El intruso lo escrutó con la mirada de arriba a abajo y después sonrió.

-¿Q-Quién e-eres? ¿Qu-Qué haces a-aquí?- preguntó entre tartamudeos.

-Soy Alaric- se presentó cortés. -Estoy aquí porque me llegó la dulce fragancia de una virgen- explicó aun con ese tono cortés. -Y como pensé, el olfato no me falló, he encontrado una dulce dama virgen.

-¿Du-Dulce DAMA virgen...?- susurró para el mismo. Ese fue en el instante en el que algo hizo "crack" dentro de él. -Mira capullo, me importa una mierda quien diablos seas pero no pienso permitir que entres a mi casa y que me insultes. ¡Soy un hombre gilipollas!- gritó enfadado a la vez que cogía lo primero que pillaba y se lo lanzaba al intruso a la cabeza.

El despertador impactó contra la cabeza del moreno y este se quejó levemente. Se quedó en silencio durante unos minutos, incrédulo. Su olfato no podía haberlo engañado. El había olido a una virgen. Volvió a olfatear el aire confirmando que no se había equivocado de lugar. Tras hacerlo volvió a dirigir su mirada al menor.

El menos de un parpadeó el castaño se encontró tumbado boca arriba en la cama y con el intruso, que hacía menos de dos segundos estaba al otro lado del cuarto, sobre él. Iba a gritar de sorpresa y miedo cuando este fue interrumpido por la imprecación del mayor.

-Mierda, en serio eres un hombre- maldijo con claro disgusto mientras palpaba por debajo de la camiseta el pecho completamente plano del Mike.

Este se sonrojó de enfado y vergüenza. Ese tipo había osado entrar en su casa sin permiso, lo había llamado mujer y virgen y para terminar ahora lo acosaba sexualmente. Eso era, con mucho, la mayor ofensa que había sufrido en toda su vida.

-Bueno no importa, no acostumbro a alimentarme de hombres, pero estoy demasiado hambriento y tu olor es excepcionalmente bueno, por lo que por hoy haré una excepción.

-¿"Alimentarme"?- pensó confundido y a la vez algo asustado.

Pero todas sus dudas se disiparon en el momento en el que sus miradas se encontraron. Sintió su cuerpo paralizarse y vio como el otro se inclinaba hacia él. Después vio como la boca de Alaric se abría dejando a la vista unos largos caninos. Sus largos y blancos colmillos relucieron con la tenue luz que entraba por la ventana, dándole al conjunto de su rostro un aspecto bello pero aterrador.

El aliento del de ojos carmesíes chocó contra su piel provocándole un estremecimiento. El aroma que ese ser desprendía le embotaba los sentidos y a la vez le hacía sentir un extraño cosquilleo por todo su cuerpo. El moreno recorrió con su lengua la vena que salía de su corazón y pasaba por su cuello. Otro estremecimiento lo azotó, pero este aún más fuerte que el anterior.

Abrió los ojos de forma desmesurada cuando sintió un punzante dolor en su cuello, más concretamente en la unión entre su cuello y su hombro. Un jadeo salió de sus labios. En un principio había intentado gritar, pero su garganta no era capaz de producir sonido alguno.

El vampiro se retiró de él mirándole a los ojos confundido e impresionado.

-No puede ser...Tú eres...- el moreno sonrió altanero, aunque aún algo conmocionado por lo que acababa de descubrir. -Esto será divertido- sin mediar más palabras volvió a su tarea de succionarle sangre.

Mike sentía su cabeza ligera y el cuerpo entumecido. Una agradable sensación de sueño lo rodeó provocando que sus ojos se fueran cerrando poco a poco.

Vio como Alaric depositaba un suave beso sobre la herida sangrante y después la lamía, consiguiendo que la herida se cerrase. A continuación el moreno desabrochó el relicario y a el ojiverde le pareció escuchar algo como "la próxima vez que nos veamos, te lo devolveré". Por último, y antes de caer en un profundo sueño, vio como los ojos carmesíes del moreno pasaban a convertirse en un par de ojos plateados. Ya con los ojos cerrados escuchó un "hasta pronto" y la sensación de algo suave presionado, de forma casi imperceptible, sus labios.

Después de eso, no hubo nada, solo oscuridad...


Continuara...

Notas finales:

Espero que os gustase!

Llevaba escribiendo este fic desde el verano pasado, pero cuando entre al clases no tuve tiempo de continuarlo al estar super liada por tener que prepararme para Selectividad (es como se llama el examem de acceso a la universidad en España) asi que, estos diías de atras que tuve algo de tiempo decidi volver a ponerme con el.

Dejadme reviews please, me anima mucho! Tambien acepto criticas (constructivas) y consejos ;P

Nos vemos en el siguiente

Matta nee


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).