Lucas estaba enamorado, estaba enamorado de la persona más amable y comprensible que pudo haber conocido. No supo el momento en que ese sentimiento floreció y creció, expandiéndose hasta abarcar todo su pecho e invadir su estómago. Estaba enamorado de un hombre al que nunca le había hablado.
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Ali se muda a la casa del frente de donde Lucas vive, ambos asisten a la misma escuela, asisten a las mismas clases, comparten gustos y disgustos, comparten salón y la mesa del almuerzo pero ninguno es capaz de hablarle al otro.
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Ali espera, mirando el torrente de agua caer, ha aparecido una gran tormenta y él no ha llevado paraguas. Mira a sus compañeros irse y él no puede hacer más que esperar. El toque en su hombro lo saca de su intento fallido de contar los paraguas blancos y los paraguas negros. A su lado está el chico de la casa del frente. Esa tarde caminaron bajo el mismo paraguas blanco y sus hombros quedaron empapados.
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Lucas salió de su casa a la vez que Ali cerraba la puerta de la suya. Se miraron, se sonrieron y Lucas atravesó la calle. A partir de ese día ambos esperaban pacientes al otro para caminar juntos al colegio, uno al lado del otro sin intercambiar palabras, conformes con la simple sensación de sentirse acompañados.
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Ali obtuvo el cien por ciento de su examen, Lucas el sesenta y cinco. Ali es pésimo en deportes, Lucas es el as del equipo de futbol. Ali ayuda a Lucas a estudiar. Lucas entrena a Ali. Ali saca el cien por ciento de su examen final, Lucas también. Lucas exentó la prueba deportiva, Ali la pasa con gracia y facilidad.
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Lucas invita a Ali a pasar la tarde en su casa, con pizza, soda y video juegos, juegan hasta superar todos los niveles, ríen, se quejan, trabajan en equipo, pasan una tarde increíble y Ali agradece la invitación, la compañía y la atención y Lucas siente mariposas en el estómago pero a la vez una gran melancolía. Se despiden y Lucas ve a Ali cruzar la calle con tristeza. De alguna forma Lucas sintió la necesidad de decirle "me gustas" pero no quiso arruinar el momento. En su cama, Lucas experimentó esa noche el orgasmo más maravilloso que pudo haber tenido en sus 16 años de vida.
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Lucas se asoma a la ventana y ve la carroza de funerales cruzando la calle. No sabe que ha pasado y le gustaría saber si Ali está bien pero teme acercarse y enterarse, el no sería tan fuerte para ver a Ali llorar y tener que consolarlo para darle fuerzas.
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Lucas siente un vacío, un vacío tan grande que cree que le han perforado el pecho y lo vaciaron. Su madre lo mira y le habla pero él no escucha, él no observa, él no siente. Ali murió de un paro cardiaco la noche anterior, tres meses después de detectarle un soplo incurable en el corazón... tres meses, tal y como los mejores médicos habían dicho.
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Lucas llora sin expresión. Sostiene el paraguas que cubre a su hermano menor y se moja el hombro sintiendo el saco humedecerse como sus mejillas y cuello. Mira fijamente el féretro y mira la foto de Ali sobre él, con una bella y amplia sonrisa y el corazón se le rompe más. Las personas se alejan dejando ramos de rosas blancas a sus espaldas. La madre de Ali abraza a su esposo y atrae a su pequeña hija para compartir el gesto con ella. Su familia se aleja y él se queda frente a la tumba del hombre al que amaba, pensando, anhelando, deseando.
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"Si pudiera verte otra vez,
aunque sea por un momento,
no me detendría a decirte lo mucho que te amo...
Perdóname."
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Se dice que un hombre visitaba todos los días la misma tumba, todos los días hablaba con ella sin recibir respuesta y antes de marcharse le pedía perdón y dejaba una rosa blanca sobre la fría piedra. Se dice que perdió a su alma gemela y dejó de amar hasta que un día dejó este mundo junto a la tumba de su amado. Su familia escribió un epitafio y lo colocaron entre las tumbas de ambos hombres.
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"Si pudiera verte una vez más,
entonces no perdería un segundo en confesarte
que esto que siento en el pecho
no es más que mi alma buscando entrelazarse con la tuya
y ser uno en la infinidad del tiempo y el espacio."
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Lucas se enamoró, se enamoró de la persona más amable y comprensible que pudo haber conocido.
-Me llamo Ali Bracamontes pero me dicen Seeiya, mucho gusto.
-Lucas Larsen, dime Santorin... encantado de conocerte, Ali.
Fin’