-¿Ya es tarde? ¿El Sol parece estar enfadado? ¡Me odias tanto querido Sol! ¡Eres hermoso y te admiró, pero al parecer no me quieres! Odias mi cabello porque es más hermoso que tus rayos y odias que el cielo este en mis ojos y no a mi alrededor.
-¿Hyoga en que piensas?
-En nada maestro Camus. Siga con sus "Darwin's".- pero seguía pensando en el Sol.
-Si no pones de tu parte, esto será dificil.
-No hay problema, lo escucho.
´Camus un hombre cuyo cabello verde-agua se ondulaba y cuyo traje gris era de lo más horrible opacado por el Sol. Tomó el libro de biología y le leía a Hyoga.
Hyoga era un chico hermoso, su traje negro y traí un chaleco azul, su cabello era rubio y sus ojos azules. La señoritas de esa zona lo adoraban, pero apesar de su edad, seguía siendo infantil lo que no les parecía. Pues en ese mundo de lógica era él, el filosofo antiguo. Casi siempre soñaba de cosas tan raras, se las contaba a su tío su único familiar que lo quería tanto pero no soportaba lo infantil que era Hyoga.
Esa tarde el joven sentía calor, se recostó en un árbol y poco a poco el sueño caía en su cuerpo. Sentía una sensación agradable pues la sobra de ese árbol era deliciosa y el viento. Duró varios minutos así pero oía.
"tic-tac" "tic-tac" "tic-tac"
"tac-tac-tac-tac"
-¡Oh, ya es demasiado tarde! ¡Oh, el rey me cortará mi cabeza!
Se despertó de sus sueños y lo vio. Un hermoso joven con grandes orejas de conejo que se movían de aquí allá. Su cabellera verde como el follaje de los más hermosos arboles, su traje todo blanco y limpio, un hermoso chaleco verde. Era alto, delgado, con una expresión nerviosa. Y sus enormes ojos verdes que videaban de aquí allá como si aquel rey saliera con sus guardias y "spick" su cabeza rodaba por el pasto.
-¡Oh, que tarde es! ¡El rey mandará cortar mi cabeza!
Decía y su voz era como el murmuro del ruiseñor. Hyoga adoró ese momento, lo observaba, quería ir por él y llevarlo a la casa, pero Rufus su perro se lo comería, su tío lo lastimaria y la ama de llaves lo cuidaría como un bebé. Solo Hyoga podía abrazarlo y protegerlo, pero el conejo salio saltando rapido, corriendo llegó a un árbol que se abrió y entró por el.
Hyoga corrio tras de él, vio temeroso el árbol.
-¿Si mi maestro se enterá? No debo pensar en eso, nunca he visto a un señor conejo tan más hermoso, debo tenerlo, se alimentará de de joyas y perlas, del brillo del Sol y para hacerlo más hermoso beberá mi sangre. ¡Pero que bien!
Se aventó, cayó al árbol cuyas raíces eran infinitas, pues Hyoga caía en él, todo oscuro y ni brillo de la piel blanca del conejo, hasta que en paredes se vían relojes con diferentes horas, se veían fotografías, se veían sobreros y sacos. Volaban mesas, vasos y cucharas. Un pastel se elevó.
Pero ni rastro del conejo blanco.
-¡Debe ser solo mío! Un conejo blanco así en un millon de Soles. Quizás me odie por tratarlo así, como un consentido, pero será solo mío y tendrá que amarme. Aunque estrañaré a Rufus, a Seiya y Jabu y sus canciones ridiculas de perlas y ostias que morirán al salir el Sol. Extrañaré a Shiryu y Shunrei y sus fiestas de té. A mi maestro Camus y sus libros de grandes tomos e inexplicables nombres. A Saori, no se quien mostrará esa sonrisa después de verme sufrir. Y claro a mi tio Ikki, no sabrá a quien regañar ahora que no estoy... ¡Oh, cuanta tristeza! ¡Pero todo por ese conejito que será parte de la familia!
La raíces como abismo infinitas eran, caía y caía y no llegaba. Hasta que la luz de arriba dejo de verse y una luz debajo se veía, lo vio al fin, tomaba un botiquín y su reloj de oro que no dejaba de hacer "tic-tac."
Hasta caer en un piso de ajedrez.
-¡Espera conejito! ¡Señor conejo blanco! ¡Lo amo! ¡Espere no sea mal educado!- le decía pero el señor conejo lo ignoro por completo.
Cayó en el piso de ajedrez y ante él mil puertas. Y el Señor conejo entró en la más pequeña de ella, Hyoga furioso se acercó giro la perilla pero...nada, no había una llave. Vio una pequeña mesita, una llave, dos galletas y un extraño líquido azul.
-¿Come esta galleta cuando necesites ser normal? ¿Come esta galleta cuando necesites ser tú? ¿Bebe esta agua cuando salgas de tu mundo? ¿Toma esta llave cuando no tengas a donde ir?- decía Hyoga al ver las notas.
-¡Que haré! ¡El conejo saltó mil mundo y yo aquí!- suspiro...