Todos tenemos miedo a la muerte, impredecible, desconocida, a perder el conocimiento de lo que somos tras el último exhalo de existencia vital, lo que sentimos ante la posibilidad de ser dominados, controlados, suplantados por seres más poderosos... mientras nuestro cuerpo físico, camina y se transforma ya en terror...un sentimiento que nos encoge el corazón cuando descubrimos que entre los humanos rondan seres tan poderosos, que aún no han sido revelados ni descubiertos, el 99% de la población vive con temor a que alguna conspiración mítica se lleve a cabo, temen por sus vidas, sin embargo, aún existe 1% de esa población que simplemente no toma importancia a aquellos tontos mitos que solo sirven para someter a las personas.
Kyungsoo era como ese 1%, incrédulo de cualquier ser “ficticio”. Desde pequeño, tuvo una vida algo dura, y eso lo ayudó a crecer siendo muy escéptico ante todo lo que no lo convencía, para Kyungsoo lo más importante era él, no tenía a nadie más, sus padres…nunca los conoció, vivió toda su vida en un apestoso internado donde aprovechaban de su juventud para hacerlo trabajar y ganar dinero, por eso apenas cumplió la mayoría de edad decidió huir de aquel infernal lugar, donde todos eran sometidos y crecían con miedo a las dueñas que se hacían llamar “madres”, todas las noches solían contarles cuentos terroríficos, demasiado ficticios a su parecer, solo para aumentar su miedo de huida y obedecerlas en todo, Kyungsoo no soportaba aquello, nunca le gustó recibir órdenes, no porque fuera rebelde, era todo lo contrario, su actitud sumisa lo llevó a ser el centro de maltratos no solo de las dueñas de aquel internado, los maltratos también venían de sus propios compañeros de cuarto, nunca se quejó, ni dijo algo en contra, pero apenas cumplió los 18 años, ni las directoras ni los jóvenes de aquel internado volvieron a saber de él.
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Incapaz de sentir, sediento de vida, energía y poder, se encontraba asechando a su víctima un joven de aspecto demoniacamente hermoso, oscuro como las sombras, utilizaba su belleza para atraer en gran parte a aquellas mujeres que ejercían el empleo más antiguo del mundo, la prostitución, no es que fueran de su preferencia, ya que gustaba más de aquellas santas flores que andaban inocentemente por las calles a medianoche, esas sí que fascinaban a aquel bello mounstro. Disfrutaba “estrenar” a las personas desde tiempos inmemorables, ya había perdido la cuenta de a cuantas personas había hecho desfallecer en la cama, literalmente ya que si llegaba a pasarse solían no regresar a la vida, eso a aquel joven no le molestaba, ya había perdido cualquier pisca de sensibilidad, estaba acostumbrado a ver morir a las personas, de hecho era su parte favorita de todo su ritual.
No había comido hace más de 1 semana y el desgaste físico ya comenzaba a notarse, eso le preocupaba, ya que su arma mortal era su juventud y no podría mantenerla si no comía pronto.
Su víctima, una inocente chica de cabellos rubios y piel blanca, desafortunadamente andaba sin compañía después de haberse pasado con la bebida en alguna fiesta, los pasos se le dificultaban, y sus pertenencias anteriormente habían sido robadas. A aquel joven le gustaba ver el comportamiento de sus víctimas, ya que era muy importante que contará con aquella sustancia que tanto deseaba aquel mounstro: La energía vital.
Empezó la caza, salió de las sombras para dejar que la luz de la luna lo envuelva, era un ser hermoso a vista de cualquiera. Caminó hasta aquella chica y comenzó el ataque.
Se paró delante de aquella hermosa chica, algo que ella no predijo y término chocando y cayendo al pavimento.
Perdón, fue mi culpa hermosa, déjame ayudarte – aquel alto joven extendió su mano ofreciendo su ayuda, sabía que decir, y hacer para seducir a su víctima –
¡Oh! No pasa nada, eres realmente guapo, ¿Qué haces por aquí solo? – la joven rubia comenzó a acariciar seductoramente el rostro de aquel ser–
Esto solo consiguió excitarlo más, la joven claramente estaba ebria, así que el joven aprovechó de la situación.
Tomó con ambas manos el rostro de la mujer y comenzó a besar salvajemente los labios de aquella, la rubia solo siguió el beso, quizá ese fue el peor error de su vida. El joven la alzó en brazos y la llevó al callejón de donde, minutos atrás, estaba acechando impaciente a aquella chica.
Al llegar la acostó sobre el contenedor de basura, y desgarró todo lo que ella llevaba puesto, no había quien lo controle, sentía su pantalón demasiado apretado, ya no aguantaba más, se sacó como pudo el cinturón, para luego bajar su pantalón y su ropa interior en un solo movimiento, dejando al descubierto su dotado miembro ya erecto pidiendo a gritos un orificio en donde entrar, tomó de las caderas a aquella chica, la atrajo como pudo hacia él, y sin previo aviso metió su erecto miembro completo en aquel agujero, sacando un fuerte grito de dolor de aquella pobre mujer, su cuerpo se movía con desenfreno, provocando que algunas gotas de sudor comenzaran a adornar su frente, pero a diferencia de otras víctimas, esta no gritaba de placer, si no de dolor.
Si hubiese sido cualquier víctima, habría jugado suciamente con ella por unos días, pero esta era una situación desesperada, si él no hacía esto para consumir su energía preciada, quizás para la próxima semana hubiese aumentado considerablemente su edad física, y sin esto no podría alimentarse bien ni sentirse sano.
Sin embargo no sintió nada de pena ni lastima, solo disfrutó de la salvaje orgía mientras consumía toda, absolutamente toda su energía vital. Al terminar de consumirla, perdía el total interés en el cuerpo y se esfumaba sin dejar rastro, dejando a veces una víctima y otras un cadáver, en este caso fue un cadáver el que dejó tirado en aquel depósito de basura situado en un oscuro callejón.
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2 SEMANAS DESPUES:
Realmente sintió que alguien lo estaba persiguiendo, se sentía observado, eso le causaba escalofríos, tal vez era un mounstro como aquellos de los que hablaban en su internado – sacudió la cabeza fuertemente en forma de negación – pero fuera lo que fuera no podría ser más peligroso que un ladrón o asesino. – se detuvo luego de darse cuenta de sus pensamientos – comenzó a tener miedo, de un momento a otro, las sombras de aquella noche cobraron vida ante sus ojos, el viento hablaba fantasmalmente para sus oídos, el piso comenzaba a temblar.
Okey, Kyungsoo, esto no es verdad ¡Es tu imaginación! ¡Tonto! Reacciona – dijo aquel inocente joven dándose un leve golpe en la cabeza –
Kyungsoo, regresaba de su actual empleo: cajero en un restaurante de comida italiana, si es verdad que no era el GRAN empleo, pero nunca había trabajado y estaba realmente agradecido con los dueños por aceptarlo aún sin presentar ningún curriculum laboral, y siempre mostraba una gran aptitud en el desempeño de su empleo, no fallaría a sus jefes, necesitaba el dinero para comprar una casa y dejar de vivir en un diminuto apartamento donde podía vivir con cierta incomodidad.
Su departamento estaba a unas dos cuadras cuando empezó ese sentimiento de sentirse observado, nunca antes le había pasado eso a aquel chico, siempre trataba de mantenerse fuerte y nuca creyó en nada sobrenatural, pero el hecho que se encontraba en medio de un ligero temblor y escuchaba voces que decían: Relájate, disfruta y otras palabras que no conseguía entender, simplemente lograban asustarlo, aunque no lo admitía.
Siguió su camino hasta una cuadra más adelante, donde alguien apareció en su camino, accidentalmente chocando con él.
Discúlpame, no te vi – aclaró el joven Kyungsoo antes de seguir con su camino –
Discúlpame tú – aquel chico agarró ligeramente de la muñeca a Kyungsoo, provocando que este intentara zafarse girando hacia él –
¿Te puedo ayudar en algo? – preguntó un curioso Kyungsoo –
No, quiero decir… si – el joven desconocido aclaró su garganta para continuar con su respuesta – la verdad, es que estoy perdido, y no sé a dónde ir, ¿podrías decirme dónde estoy?
Cuadra 7, calle 4, Darken, dile eso a algún guardia y vete a casa, es muy tarde para andar perdido – el pálido joven iba a continuar con su camino, pero aquel apuesto desconocido volvió a impedir su paso –
¿Algo más? – objetó el pequeño muchacho –
No hubo respuesta.
Bien, entonces me retiro – Kyungsoo volvió a tomar rumbo hacia su departamento–
¡Espera! – El alto joven agarró por detrás al pequeño–
Kyungsoo, instintivamente comenzó a intentar escapar.
¡Tú de aquí no te escapas! – gritó antes de proceder a taparle la boca con una mordaza y arrinconarlo contra la pared –
Kyungsoo golpeó su espalda contra una fría pared y abrió los ojos de par en par cuando vio a aquel chico detenidamente a los ojos, sintió que ya no tenía control sobre su propio cuerpo.
El misterioso hombre, abrió la camisa que llevaba Kyungsoo en dos, dejando al descubierto su blanco y tierno pecho, el joven alto comenzó a pasar su húmedos labios por todo el torso de Kyungsoo, relamió varias veces y de improvisto clavó su mandíbula a la altura de la tráquea de Kyungsoo dejando dos profundos orificio, provocando que este gritase ahogadamente debido a la mordaza, lamió la sangre que brotaba y cuando esta dejó de salir, tomó de la cintura a su víctima y lo miró a los ojos mientras estos cambiaban de marrones a un color rojizo amarillento, acto seguido Kyungsoo cerró los ojos y su cuerpo se desvaneció en brazos de aquel cruel desconocido, este lo tiró al piso y giró en dirección contraria, dejando el cuerpo de aquel chico totalmente inconciente en plena calle, siguiendo su camino.