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Todos podemos cambiar. por MagalySeopJung

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Notas del capitulo: Gracias por sus reviews, son de mucha ayuda para corregir mis errores.
Gracias también porque sus comentarios son geniales! Y me sacan sonrisas haha al igual que me alienta a seguir escribiendo.
Aquí les dejo el segundo capitulo, espero que de igual manera les guste y no les aburra haha.
2 años después…


P. O. V. : Isabel.

Algo había cambiado en mí, ya no me gustaba lastimar o hacer sufrir a alguien más, suena poco creíble, pero así es.
He sentido algo inexplicable por ella, recuerdo como a pesar de el sufrimiento que le causé ella siempre sonreía.
No debí jugar con sus sentimientos, tal vez no era la persona más bella del mundo, sin embargo ahora admiro esa valentía que tuvo al salvarme la vida de aquel accidente, ahí caí en cuenta de todo el daño que le hice, caí en cuenta de que me enamore de su valentía, su amor que no acababa a pesar de todo, su bella sonrisa y sus ojos azules, únicos, con un brillo especial.
El día del accidente todo cambió y supe quienes me amaban de verdad...





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Solo me quedaba la opción de esperar el impacto de aquel camión. Mi cuerpo no quería reaccionar, no podía reaccionar estaba en un gran shock.
Y Elías, Elías me abandonó a mi suerte.
Solo esperé...


Sentí mi cuerpo ser violentamente empujado al otro lado de la calle, sin embargo salí ilesa. Me dio miedo de estar muerta, toque mi rostro, se encontraba perfecto, toque mis piernas, no sentía ningún dolor en ellas, mis brazos tampoco estaban lastimados. - ¡Estoy viva! - pero... ¿Cómo?
Miré al otro lado de la calle y vi a la persona que me salvó - No lo puedo creer - la persona que me salvó fue Lucía!.
Rápidamente trate de incorporarme de todo lo que había pasado y me levanté no sin antes hablarle a la ambulancia, caminé para dirigirme a Lucía, la cual se encontraba muy mal, la sangre se esparcía por su rostro, brazos y piernas.
Justamente cuando me acercaba completamente a ella sentí un fuerte agarre en mi brazo que me impidió acercarme más para agradecerle a Lucía el haberme salvado e ir con ella al hospital en cuanto hubiese llegado la ambulancia. Miré a la persona que me sostenía el brazo. Elías. Traté de soltarme pero me tomó más fuerte aún llevándome lejos de Lucía no sin antes él decirle...

- Ojalá y te mueras - no podía creer el tipo de persona con la que trataba. Desearle la muerte a alguien ya era mucho.
Después de que Elías me haya llevado a la fuerza por mucho tiempo, nos detuvimos soltándome de su agarre

- ¡¿Qué te pasa?! ¡Suéltame! - lo empujé fuertemente y le di una bofetada

- Mi amor ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué me tratas así? - posó su mano en su mejilla tratando de calmar el dolor que le causó mi cachetada

- Eres un imbécil, Elías. - lo volví a abofetear en la otra mejilla - Estúpido - estaba dispuesta a marcharme pero me volvió a detener

- Tú no vas a ningún lugar si no es conmigo - me abrazó y me besó

- No iré mas a algún lugar contigo - lo empujé - tú y yo hemos terminado. PATÁN.

- ¡NO! No podemos terminar. Tú eres mía y siempre lo serás. - Me jaló el cabello acercándome a él, provocan-dome un pequeño grito de dolor

- ¡Suéltame!


- ¡SU…LTALA! - se escuchó detrás de él una molesta voz, haciendo que el volteara a mirar a la persona sin soltarme aún

- Y ¿Tú quién te crees para darme ordenes? - solo pude observar como la chica lo jalaba hacia ella y lo pateaba en la entrepierna. Elías cayó de dolor, al suelo, retorciéndose - Eres una perr... - no pudo decir mas, ya que la chica lo pateó en la boca

- No vuelvas a ponerle la mano encima o insultar a alguna otra mujer. - se acercó a su rostro para susurrarle - ¿Entendido? - Elías lleno de miedo asintió con la cabeza.
La chica tomó mi muñeca delicadamente e hizo que la siguiera hasta una cafetería que se encontraba cerca de aquel lugar.









- Gracias... - Le dije.
Nos encontrábamos sentadas en una de las mesas de la cafetería, cada una tomando una taza con café que le invité para agradecerle que me haya salvado de Elías

- No tienes porque darme las gracias. Lo hice por que no soporto ver que maltraten a las personas mucho menos a las mujeres, por mas malas que estas fuesen - no sé por que sentí eso como una indirecta, una muy merecida indirecta. Rápidamente me sentí mal por que sin querer, recordé que justamente esta mañana yo era la que estaba pisoteando a la gente, a Lucía, que fue la que me salvó de morir - y aunque tú te la pases lastimando a tu antojo a las personas inocentes de tus estupideces, no te he detenido por una muy poderosa razón - no entendía sus palabras, me era muy difícil comprender como me conocía, acaso... ¿estará en mi misma escuela?, no traía el uniforme puesto

- ¿Cómo sabes de mí? ¿Vamos en el mismo instituto? - la miré curiosa

- Sí. No llevo el uniforme por que en una de las bromitas de tus amigas me lo robaron y al entregármelo, lo hicieron todo roto - eso me avergonzó y bajé la mirada apenada

- Lo siento...

- ¿Tú pidiendo disculpas? Que extraño. Hace un momento también hasta diste las gracias, es raro viniendo de ti. No creo que hayas cambiado en un par de horas, algo terrible debió pasar haha - ella lo tomaba a broma, sin embargo era cierto, algo terrible pasó para que yo cambiara. Yo no reí así que de inmediatamente paro su risa - Algo pasó, ¿verdad?

- Sí.

- Lo lamento. Yo no sabía, disculpa. - trató de disculparse - Bien. Me tengo que ir - se levantó de su lugar

- ¿No me dirás tu nombre? - pregunté

- Patricia. Adiós.

- Yo me llamo Isabel - traté de decirle mi nombre

- Lo sé. ¿Recuerdas que eres muy popular en el instituto?

- Cierto... - Tomó su chaqueta y se marchó dejándome pensativa.
Seguía con el dolor en mi pecho. Tenía que ver a Lucía al hospital para ver en que estado de salud se encontraba, saber si está bien, pero más que nada pedirle perdón de rodillas si es necesario.








Después de un largo rato de pensarlo me decidí a venir al hospital.
- ¿Disculpe? ¿La habitación de Lucía Ballesteros? - le preguntaba a la enferma que se encontraba atendiendo en uno de los escritorios.

- Permita-me un momento, por favor - se acomodó los lentes y revisó su computadora - Lo siento, la señorita que usted busca fue trasladada a otro hospital fuera y lejos del país. El padre de la señorita dijo que tenía que llevársela ya que no pensaban volver más.

- Gracias... - me acerqué a uno de los asientos que estaba al frente de el escritorio de la enfermera y dejé caer mi peso en el. No podía creer que tuve la oportunidad de pedirle perdón muchas veces y justo hoy que he decidido hacer las cosas bien, se me va de las manos todo. Que ironía.


- Enfermera. Necesito que me diga en que habitación se encuentra Lucía Ballesteros, es urgente, por favor - la persona que preguntaba por Lucía se escuchaba muy preocupada, desesperada y cansada, ya que llegó casi corriendo al hospital. Aunque se me hacía conocida su voz pero no podía ver su rostro ya que me estaba dando la espalda

- Hace un momento acaban de preguntar por ella y le he dicho a la persona que Lucía Ballesteros fue trasladada fuera y lejos del país y no creo que vuelvan.

- ¿Qué? ¿Cómo que se la llevaron fuera del país? ¿No estaba grave?

- Sí. Pero recibirá mejor atención medica en el hospital al que la trasladaron

- ¿Quién es la persona que preguntó por ella antes de que yo lo hiciera? - la enfermera me apuntó y la chica volteó

- ¿Tú? - dije no creyéndome que era la chica que golpeó a Elías

- ¡Tú!. Tú tuviste la culpa de lo que le pasó. Por tu culpa. No me gusta ser agresiva pero te lo mereces... - no entendí por que lo dijo hasta que sentí su puño estrellarse con mi rostro, haciéndome caer al suelo, si que era más fuerte de lo que aparentaba, toque mi labio inferior y estaba sangrando. Me lo tenía muy merecido.

- Entiendo que me golpees por que tengo la culpa. ¿Qué eres de Lucía?

- Su mejor amiga. Y no permitiré que le hagas más daño a la persona que tanto amo - solo dijo eso y se marchó de el hospital

- ¿Se encuentra bien señorita? - la enfermera había visto como me golpeó Patricia y al verme tirada en el suelo se ofreció a ayudarme a curar la herida de mi labio.

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Desde hace 2 años no he dejado de pensar en ella y en el momento en el que vuelva...

- Hey... ¿En qué piensas? - escuche como me hablaba alguien, sin embargo me encontraba tan sumida en mis pensamientos que ignoré por completo aquella voz - ¿Isabel?. Isabel, ¡no me ignores! - me gritó al oído haciendo que diera un pequeño brinco de miedo

- ¡Ey!, ¿Qué es lo que te pasa? - la empujé.
Yo me encontraba en el jardín de el instituto, sentada. En unos cuantos minutos empezarían las clases del nuevo ciclo escolar y al llegar temprano aproveché los minutos para relajarme bajo este hermoso árbol.

- No me empujes. Tú empezaste al querer ignorarme, hum!. - se notaba molesta así que decidí pedirle disculpas

- Lo siento, Patricia. Estoy muy distraída últimamente

- A mí me pasa lo mismo. Pero no por eso ignoro a mis amigas

- Sabes... he estado pensando en Lucía más de lo normal. No hemos podido localizarla por ningún lugar, nuestros detectives nos dan información inservible sobre ella

- Yo me encuentro más desesperada aun. No me ha buscado a mí, a mí que soy su mejor amiga. - dijo con algo de tristeza en su voz y en su mirada - Aún la amo... - Patricia no sabe que yo amo a Lucía, piensa que le tengo cariño y aprecio, pero solo sabe eso. Si se lo dijese no podría aceptarlo, porque aunque seamos amigas aún no me perdona el haber lastimado tanto a Lucía

- Tranquila... - la abracé. Ella y yo nos llevábamos muy bien ahora gracias a que le demostré que en verdad cambié para bien, la conocí mejor y ambas nos agradamos - ... ella es de un buen corazón y jamás se olvidaría de su mejor amiga, la cual la ayudó en los momentos mas difíciles de su vida

- Cuando ella vuelva le pediré que sea mi novia. Esta vez no la dejaré ir tan fácilmente. - Se levantó del césped en el que estábamos - Me tengo que ir a clases, adiós.

Me dolió saber que ella sí tenía posibilidades de ser correspondida por Lucía y yo no, yo no porque Lucía seguramente olvidó todo el amor que sentía por mí y lo cambio por desprecio, cosa que me llenaba aún más de dolor, remordimiento y odio hacia mi misma por el daño que no podré reparar






La campana que indicaba nuestra entrada a clases había sonado hace más de cinco minutos, pero yo no encontraba mi salón de clases e iba desesperada buscándolo por el pasillo principal de el gran instituto, el cual maldecía en estos momentos por ser tan grande.
Me encontraba tan distraída que choqué con un chico tirándole todos los libros que traía cargando en sus manos

- Lo siento!. Soy un tonto. ¿Estás bien?. Perdón en verdad... - el chico se disculpaba demasiado por algo que yo había provocado con mi distracción

- Tranquilo... no me pasó nada malo - ambos nos inclinamos para recoger sus libros. El chico no estaba mal, era muy atractivo con su cabello despeinado y rubio, pectorales marcados, un tono grave de voz y ojos... ojos de color azul, ¡como los de Lucía!, aunque los de Lucía eran especiales y no se comparan con cualquiera. - Toma - le entregué sus libros poniéndonos de pie

- Gracias - me sonrió - ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Isabel. ¿Eres nuevo estudiante, cierto? - se lo preguntaba por que a pesar de que no le hable a casi nadie ya, todos me siguen viendo con popularidad y seguía siendo conocida por muchos, no me alegra, al contrario, me molesta, ellos hablan de mí como si supiesen mucho de mí vida

- Sí, lo soy. Por cierto, ¿tú eres... Isabel Zerboni? - me miró curioso

- Claro.

- ¡Por dios! - el chico parecía emocionado por alguna razón, razón que yo no entendía hasta que volvió a hablar - Eres la chica más popular de esta institución. No he dejado de escuchar tu nombre por cualquier lugar. Eres como una celebridad - se veía cada vez más emocionado

- Haha no es para tanto... - hice una pausa a mis palabras, no sabía todavía el nombre del chico

- Carlos. Me llamo Carlos - dijo con una sonrisa

- Bien. No es para tanto, Carlos

- ¿Me das tu autógrafo? - abrí los ojos mirándolo ingenua de sus palabras

- Es broma, ¿cierto?

- No... - se puso serio para después reír a carcajadas - Hubieses visto tu cara jaja. - Me enojé al ver que se burlaba de mí, así que retome mi camino dispuesta a irme, mas no pude ya que él me detuvo - ¡Espera!. No te molestes conmigo, solo fue una pequeña broma. Yo en realidad quiero, quiero pedirte si podemos ser amigos. Verás, soy nuevo y... me caes bien, no tengo amigos aquí, me gustaría que tú fueses mi amiga. ¿Qué dices? - me miraba profundamente, esperando mi respuesta

- Está bien. Nos vemos en el descanso, bajo el árbol más grande que veas en el jardín detrás de la esta escuela. ¿Bien? - él asintió - Estaré con una amiga, así que no me encontraras sola. Ahora debo irme, tengo... - saqué mi teléfono móvil del bolsillo de mi deportivo para ver la hora - ... tengo 15 minutos de retardo y el profesor me matará. Adiós - me despedí con un beso en la mejilla y caminé retomando la busca de el aula en el que me tocarían clases.





- ¿M-me permite pasar? - pregunté con miedo al profesor. Se me había hecho tarde por veinte minutos. El profesor me miraba con ganas de asesinarme por interrumpir su clase

- Pase rápido por favor - habló molesto. Pasé rápido como él me dijo, pero me miro más molesto al notar que no tomaba asiento aún - ¿Por qué no se sienta?

- N-no hay lugares disponibles. - El maestro iba a decir algo pero alguien más habló

- Isabel, siéntate a lado de mí, hay un lugar disponible justo aquí - rápidamente me senté en el lugar para que el profesor no me asesinara con la mirada

- Gracias Carlos. Que bien que te haya tocado en la misma clase que a mí - le sonreí

- Casi te mata el profe he haha

- ¡Dejen de hablar o los saco de la clase! - gritó el profesor asustándonos a Carlos y a mí dejando de hablar - Perfecto. Todos pongan atención. Presentaré a una nueva alumna muy especial para nuestra institución, ya que su padre será el nuevo director. Denle la bienvenida a la señorita... - Al decir el maestro esas palabras, una hermosa chica entró al salón. Pero no cualquier chica hermosa, ella en verdad que es hermosa, su cuerpo es perfecto, curvas perfectas, cabello largo, liso y negro. Su rostro angelical, labios pequeños, delgados y finos, los cuales dan ganas de probar. La falda escolar era horrible, sin embargo a ella se le ve perfectamente perfecto, enmarca bien su cintura, sus hermosas piernas que se dejan ser observadas gracias a lo corto de su falda. Por último y en lo que no me dejaba de fijar era en sus ojos, ese brillo en ellos, ese color azul... - ¿azul?. ¡¿AZUL?! - me levanté de mi lugar exaltada llamando la atención de todos en el salón, incuso la de ella, la de Lucía, ¡SÍ!. Ella, la chica nueva es - ¡Lucía!.
Notas finales: Díganme que les pareció en los comentarios, ya saben cualquier critica es buena. Háganme saber si tuve algún error por ahí para poder corregirlo. Gracias.

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