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Corazón sin cara. por Dako_ra

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Notas del fanfic:

Mini Fic. 

Notas del capitulo:

Es la primera parte del mini fic. 

Camilo es un chico extremadamente ‘’feo’’ según él las veces que se mira al espejo, Camilo tiene ojos grandes, nariz larga y un cabello en forma de afro del mismo color que sus ojos (Negros) Camilo fue llevado a un campamento donde encontró a unos grandes amigos, Lucinda, quien es linda rubia, ojos azules y buen cuerpo. También esta Edward, un moreno de cabello negro y ojos café y por último, Robert el chico que le gusta, pero cree que nunca estarán juntos… por su ‘’exagerada fealdad inhumana. ’’

….

Despertó cuando escucho el sonido del despertador. Lo apago dándole un fuerte golpe que le saco las baterías, luego se las pondría, estaba seguro de eso. Las maletas ya estaban en la puerta de su recamara, tenía pereza de irse a duchar para así salir de su casa e irse a ese lugar que su madre consiguió donde ‘’le enseñarían el valor de la vida’’ pero ¿Tendría la vida algún valor? Se preguntó mentalmente mientras se levantaba.

Seguía pensado que si fuese ocultado bien las cortadas de sus muñecas y piernas en ese momento estarían pasándose las vacaciones sentado en la cama viendo películas de chicos Gays siendo felices estando con sus parejas, él quería algo como eso. Un amor como el que tenían los personajes de su anime favorito ‘’Junjou Romantic’’. Pero no iba a tener un romance como esos ¡Nunca!

Su madre estaba empezando a subir las escaleras, escucho sus fuertes tacones resonando en las baldosas de madera que tenían en su casa. Luego se escuchó el golpe en la puerta y el rostro lloroso de su madre se apareció por la puerta. —Hora de que te vayas. —Le dijo su madre.

Otra orden no sería escuchada, el bajito salió por la puerta bufando por dentro y con ganas de llorar, ¡Santo Dios Películas Gays lo esperaban en su computadora! Y su madre solamente pensaba en mandarlo a un campamento donde en vez de enseñarle el valor de la vida, le enseñarían a que la vida debe cortarse a pesar de que sea corta ¿Enserio?

Subió al autobús de Dylan (su padrastro) un hombre que lucía similar a su madre por el cabello rubio, los ojos verdes y con la piel tan blanca y cuidada como la de su madre y por cosas de la vida, hermana mayor, Catalina.

Él era el único ser feo de esa casa ¿O también lo fue su padre? Nunca lo conoció, tal vez heredo todas esas características del hombre que le dio la vida ¿Cierto?

El Lamborghini rojo se estaciono después de media hora. Camilo se bajó del coche junto con su padrastro (quien lo agarro fuerte de la mano para que no salga corriendo) y se lo entrego al hombre que los recibía. —Camilo Crawford ¿Eh?

Él asintió con la cabeza como si le estuviesen preguntado a él. El hombrecillo de cabello rojizo, lo agarro por el brazo, Camilo miro hacia todas partes era el único que estaba allí. Miro hasta el hombre quien le mostro una sonrisa amable. —Solo hay 50 niños este mes. Eres el último que llego.

Asintió con la cabeza de nuevo, por un momento llego a pensar que era mudo aunque sabía hablar muy bien.

—Allí te vas a quedar.

Señalo la habitación, Camilo empezó a caminar con los ojos entrecerrados como si le importara un comino lo que pudiera encontrarse dentro de eso y suspiro hondo, lo que le faltaba dos chicos guapos.

—Oh. Rose nos habló de ti (la psicóloga que los atendía) Dime, ¿Cuál es tu problema?

Negó con la cabeza, ¿Tenía otra respuesta sin palabras? Dijo algo en su cabeza que lo hizo sonreír. — ¿No tienes ninguno? ¿Entonces porque estás aquí? — El que estaba justo al lado del moreno pregunto dudoso.

—Soy Liam Cliford. Estoy aquí por abuso de drogas. —Dijo el chico pálido y cabello azul.

—Yo Edward Michel. Estoy aquí por trauma psicológico, de pequeño, ya sabes… cosas que sufres. —El moreno sonrió con confianza.  Apenas lo conocían y ya le estaban hablando lo más de tranquilos como si lo conocieran desde todo el tiempo. 

—Yo llevo en este lugar dos años. No te preocupes si te contamos estas cosas así. —Dijo el de cabello azul. —Este ‘’loco’’ lleva solo 7 meses.

— ¿Por qué… tanto tiempo? —Apenas susurro. La curiosidad fue quien lo hizo hablar ¡Vaya! Por eso el gato murió.

—Mis padres dicen que no estoy ‘’curado’’ —Hizo las comillas con sus manos. —Ahora andando loquito y nuevo, Rose tiene que ver a los nuevos.

— ¿Te ayudo? —Le pregunto el de cabello negro.

Negó con la cabeza. Su voz se fue de nuevo en ese preciso momento.

—Bueno. Como vez, hay una cama doble y una cama normal. La mía es la normal, Edward duerme abajo. Tú dormirás arriba ¿Ok?

No tenía problemas con eso, de todas formas estaba por preguntar cuál iba a ser su cama y pediría la de arriba sin importar que le digan.

Los ojos azules del chico pálido lo penetraron, luego siguieron los de Edward y estos sonrieron  a la par. —Tienes que venir con nosotros. No creo que sebas donde queda el patio principal.

Después de ver como acomodaba sus cosas en la mesita que le toco, se dirigieron directo al patio principal, Edward y Liam notaron que habían solamente tres chicos nuevos aparte del sin nombre (Aun no se sabían su nombre, lo apodaron así mientras murmuraban su llegada).

—Chicos. —Dijo la mujer, a la que Camilo señalo como Rose, peli castaña, ojos verdes. Muy delgada y alta. —Esta temporada. Solo me tocaron 5 de ustedes. —Dijo la mujer bajándose de la ‘’tarima’’ ¿Qué era eso un concierto como camp rock? Se preguntó Camilo. —Son… Camilo Crawford. Liam Cliford. Edward Michel. Lucinda Thorne y Robert Bill.

La mujer de cabello castaño tomo a los cinco chicos que se levantaron y los saludo a cada uno ¿Por qué hacían eso? ¿Eran por personas? Camilo no estaba entendiendo nada y con preguntar no sabía si le responderían.

—Eres el único nuevo de nuestro grupo. —Dijo la rubia. —Soy Lucinda Thorne.

—Camilo… Crawford… como escucharon. —Dijo. Necesitaba su voz en ese momento, ¿cierto?

—Bien chicos. Escuchemos al Camilo. —Rose quería entrar en la conversación. El chico nuevo le pareció interesante en cuanto lo escucho hablar de una manera tan suave.

Negó con la cabeza, de nuevo se le fue la voz.

—Yo quiero decir algo. —Lucinda se animó. — ¿Recuerda que el año pasado cuando me hablo no era ni siquiera capaz de comenzar una conversación? ¡La semana pasada le pregunte a un tipo de este lugar la hora!

Su maestra asintió con la cabeza. —Ya no quiero pasar jugando en la computadora como antes. —La rubia volvió a sonreír, parecía una niña pequeña contando con entusiasmo  las cosas que le pasaron.

—Si sigues así, podrás irte a casa pronto. —Un año en ese lugar era suficiente para ella ¿Verdad? Se preguntó la psicóloga moviendo su cabeza  hasta donde el pálido.

—No tengo ansias para fumar ¿Contenta?

—No estás aquí por fumar ¿Cuándo lo entenderás, Liam?

El peli azul se dobló de hombros, él sabía que estaba allí por su otra personalidad la cual nunca había notado hasta que casi mataba a una niña de su vecindario.

—No lo he notado más… —Susurro.

Ella sabía todo sobre sus pacientes, lo que habían avanzado  y lo que no habían logrado hacer su curiosidad estaba en Camilo y Robert quienes estaban con ella y nunca se habían atrevido a hablar.

— ¿Qué tanto me ve?  —El pelirrojo pregunto, sus ojos verde azulado penetraron a Rose (Quien solo sonrió) y luego los volvió a bajar para mirar la hormiga que caminaba en su brazo derecho.

— ¿Es divertida esa hormiga? —Pregunto ella.

—Busca comida para su familia ¿No?

Ella asintió aunque él no la estaba mirando.

— ¿Por qué dices eso? —Le pregunto. Tal vez lo tenía en su control ya y así le contaría todo (O al menos eso creía).

—Eso no le incumbe.

Y pensó mal.

—Señorita Sanders. —Edward era uno de sus pacientes que más le hablaba. —Ya no tengo sueños con mi padre. —Le dijo el moreno sonriendo.

— ¿Ya no? Eso quiere decir ¿Qué ya lo has superado tan pronto?

Negó con la cabeza.

—Aun quiero matarlo por tocarme así.

Rose asintió, lo anoto en la libreta que tenía y se levantó. —Chicos, más tarde platicaremos, hablen con camilo y Robert.

Los chicos encargados en conversar se acercaron a ellos dos (Estaban sentados uno al lado del otro, sus manos casi se tocaban). —Yo no hablare con nadie. —Dijo el blanquecino caminando detrás de la psicóloga, tomo el bolso y las demás cosas de está dirigiéndose a la salida.

—Yo tampoco pero no me iré. —Anuncio Robert como si le hubiesen preguntado.

—Pero ya estás hablando. —Dijo la rubia. Tomo su mentón. —Tienes que hablar niño bonito. —Le susurro. —Yo antes no hablaba, se podría decir que era muda. Pero ahora mírame, tienen que mandarme a callar.

—Juro que estaba por mandarte a hacer eso. —Dijo Robert.

— ¿Vez? ¡Volviste a hablar! Ese es mi primo.

Los dos sonrieron, luego se les unió Edward como si lo fuesen contagiado y fue donde miraron a Camilo que solo los miraba, aunque estaban seguros de que no estaba consciente de eso.

— ¿Por qué estás aquí? —Volvió a preguntarle Edward.

—Mi madre me inscribió.

— ¿Razón?

El negó con la cabeza.

—Hablas poco. —Dijo Robert levantándose del suelo. —Me voy, tengo sueño.

Ellos solo asintieron, la verdad ya conocían a Robert pero al no conocer al más pequeño de todos ellos cuyo nombre es Camilo, tenían mucha curiosidad. Tanto que se le sentaron cada uno a su lado.

— ¿Tienes novia? —Pregunto Edward.

—Obvio no, ¿Acaso no vez que tiene la camisa del orgullo gay?

— ¿Y eso qué?

—Los heterosexuales no usan una, al menos que sea una madre preocupada por el estado de su hijo.

Una de las cosas que Lucinda aprendió además de perder su timidez por habar, era la imprudencia. Y Edward, quien se percataba de eso la miraba con los ojos bien abiertos para que se callara.

— ¿Entonces tienes novio? —Pregunto ella. Sus ojos azules brillaron. — ¿Sabes? El juego que estuve jugando antes de venir aquí… ‘’Dramatical Murder’’ era de genero yaoi, ósea gay.

—Lo conozco. —Susurro. —Me gusta Junjou Romantic.

Edward se sintió incomodo, ellos lo notaron en su manera de mirarlos. —Bueno. Creo que es hora de irme, no quiero interrumpirlos en su conversación de animaciones chinas.

— ¡Japonesas! —Dijeron ambos, aunque la voz de Lucinda se escuchó más.

La noche era muy fría, diferente a la de su casa.

— ¿Tienes frío? —Pregunto Edward.

Camilo asintió.

—Ahora vamos a encender una fogata con los chicos, contamos nuestras anécdotas de la vida y nos desahogamos ¿Quieres venir?

Ahora negó.

—Bien. Oye blanca nieves masculino, hora de irnos.

—Sabes que odio que me llames así, ¡No es mi culpa ser tan blanco!

—Sí. Como sea. Andando.

— ¿El hobbit no viene?

Edward y Camilo negaron con la cabeza. Segundos después de reírse (Solo ellos dos) salieron de allí y Camilo se sentó en la cabecera de la cama de Edward.

Él no era tímido.

Él era feo.

Él hablaba mucho.

Él nunca se quedaba callado con las cosas. Entonces… ¿A que le tenía miedo?

—Hey, chicos. ¿Van a la foga…?  —Su voz se apagó en cuanto vio la habitación solo con Camilo. — ¿Dónde están los marginales? ¿Ya se fueron?

Asintió otra vez.

—No vas a ir, ¿Verdad? La primera vez que vine aquí tampoco quise ir, pero luego que fui, me encanta. —Sonrió. —Entonces ¿Vamos?

No se iba a negar, necesitaba distraer su mente.

Después que llegaron Edward y Liam se lo quedaron viendo, asombrados se sentían ellos al ver que la rubia trajo a el mudo.

— ¡Solo querías que una bella chica pase por ti! –Dijo Liam.

— ¿De qué hablas? Cami es Gay. — Y la imprudencia en Lucinda volvió.

¿Cami? Se preguntó mentalmente camilo.

—Ven, siéntate aquí. —Dijeron todos tres a la vez.

Camilo se sentó quedando en el medio de Robert (A quien apenas veía) y Edward.

— ¿Quién empezara? —Pregunto Lucinda.

— ¡Wow! ¡La rubia ha hablado por tercera vez en este lugar! —Dijo un chico con tatuajes en sus brazos. —Yo empezare. Nunca me han dejado contar mis anécdotas.

Los chicos asintieron, eso era cierto.

—Bueno… en realidad, yo… —Se quedó callado un segundo mirando la fogata. —Asesine a una anciana… y… estuve en prisión por 4 años, pero allí sufrí varios maltratos tantos que llegue a pensar que todo el mundo que me veía me golpearía. Cuando Salí de prisión, no salía de casa, pasaba allí dentro, temiendo que alguien entraría y me golpearía hasta matarme por asesinar a una pobre anciana. Si se preguntan, tengo veintisiete años.

Todos miraron al hombre de ojos negros. — ¡Vaya! – Dijo la rubia. —Con razón dabas tanto miedo cuando te veía.

Todos soltaron una carcajada como si fuese un chiste.

— ¿Alguien más?

Era su momento, debía hablar, pero no, no iba hacer eso.

—Lucinda. —La señalo el hombre tatuado. —Siempre escuchas pero no dices ¿Quieres decir?

Ella asintió. —En realidad. Hace dos años, perdí a mi padre en un accidente de coche, él era mi apoyo, lo único que tenía. Entonces cuando lo perdí, subí unos cuantos kilos. —Se señaló todo el cuerpo. —Y… la escuela me molestaban mucho, de todas formas yo… nunca hable con ellos… pero un día, teníamos clases de educación física y unos compañeros me desnudaron toda querían ver ‘’la grasa de mi cuerpo’’.  —Algunas lágrimas se salían de su rostro, las limpio antes de que llegaran a su barbilla y respiro hondo. —Y… se burlaron de mí, mi tía, la persona que se encargaba de mi después de la muerte de mi padre, me cambio de escuela, allí me volví una chica antisocial pasaba en casa viendo animes, jugando y eso me mantuvo distraída mucho hasta que me volví adicta. No salía de mi cuarto en las vacaciones o fines de semana. Pero una mañana desperté, mi tía arruino mi computadora y me trajo hasta aquí.

— ¿Insociable? —Susurro Camilo.

Las miradas se fijaron en él. —Sí. Insociable. —Dijo Robert. — ¿Tu estas aquí… por ser gay? ¿Busca tu madre una cura?

El negó con la cabeza.

— ¿Entonces… porque?

No dijo nada, solo sonrió aunque su mirada daba al suelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                 

 

 

 

Notas finales:

Esperen la segunda parte. espero que les haya gustado. 


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