Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I need all of you por Ahobaka

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola de nuevo!

Esta vez traigo un Aoki. ¡Mi primer Aoki! No sé por qué lo escribí, sólo me dieron ganas de hacerlo. Creo que estoy intentando meterme en algo más romántico, aún así soy una burra y no puedo negarme a que estos dos terminen liándose. Es algo que me puede. Sorry.

No sé cómo habrá quedado, pero espero que os guste.

 

Está sin betear.

 

 

 

Los personajes no me pertencen, son obra de Fujimaki-sensei

 

Egoísmo. Esa es la palabra que me define cuando se trata de ti. Todo tú eres mio. Todo tú me perteneces. Odio que te miren, que intenten tocarte, que se te acerquen. Sólo yo tengo ese privilegio. Y, aunque te molestas cada vez que abarcamos este tema, todo me da igual. Tú seguirás siendo mio por el resto de tus días. Seguirás regalándome esas sonrisas que deja mi cabeza bloqueada, seguirás dándome los buenos días acompañados de un buen desayuno, seguirás pidiéndome que te quiera como el primer día porque tú, sólo tú, has conseguido que este amor tan enfermo y febril aflore dentro de mi, porque tienes que hacerte responsable de volverme vulnerable a una mirada tuya, a un sonrojo, al contoneo de tu cuerpo.

 

Llego a casa, sí, a nuestra casa, después de un arduo día en el trabajo, un día como todos los demás, uno en el que no he podido dejar de pensar en ti. En como estarás, en cómo me recibirás. Una ligera sonrisa se instala en mi rostro al verte venir, tus brazos rodean mi cuello y me obsequias con tu hermosa sonrisa, un “Bienvenido a casa” resuena por el living de la casa y entonces uno mis labios a los tuyos, los cuales no dudan en responderme. Nuestras lenguas pelean por el control, pero sabes que no tienes nada que hacer en mi contra. El dominio es mio y, cuando te percatas de ello, ahogas un sonido de frustración en mi boca. Amo verte así, amo ver que puedo tenerte cuando quiera, que respondes a mi, que tu cuerpo es sólo mio. Doy unos pasos para acorralarte en la pared, siento como tus manos van desanudado mi corbata. Te conozco, sé que adoras verme con el uniforme, por eso no desecho tiempo en cambiarme y espero a llegar a casa para que seas tú mismo el que, con tus suaves manos, vayas haciendo desaparecer la ropa de mi cuerpo. También me conoces y como prueba de ello es la manera en la que me recibes, tan cálido y hermoso, tan adorable y sexy, con una de mis camisas veraniegas que llegan a taparte un poco de tus muslos. Sabes que no puedo resistirme a verte vestir mi ropa.

 

Dejo tus labios, los cuales quedan unidos por un fino hilo de saliva que se parte cuando me separo. Dibujo una línea de besos por tu mandíbula y continúo mi camino hasta dar con tu cuello. Suave y tersa piel impregnada por el olor a miel, haciendo que mis deseos más carnales aparezcan de la nada. Quiero tocarte. Hacerte mío. Sentir como tiemblas de placer por mi. Oírte alto, claro, que mi nombre salga de tus labios en ese sinfonía tan maravillosa definida como gemidos. Tu cuerpo, ese camino hacia la perdición, pecado del mundo, que quema por dentro y por fuera, pide ser acariciado y mis manos sólo desean cumplir esa orden. Blanca y deslumbrante, ese es el color que hay debajo de mi camisa, la que yo mismo te quité. Mi lengua se pasea por tus rosáceos pezones, contorneando éstos con la punta, con mis dientes atrapo uno de ellos y alzo la mirada, encontrándome con tus dorados ojos llenos de deseo y lujuria, tus carnosos labios hinchados de ser besados por los míos. Jadeas. Sonrío. Mis manos juegan en otro lugar, en ese lugar que me vuelve loco, que me proporciona todo lo que pido. Masajeo con ganas tus nalgas, las aprieto entre mis grandes manos. Tienen el tamaño perfecto, mis manos las cubren por completo. Terminas de desanudar mi corbata y ahora usas el poco raciocinio que te queda para ir deshaciéndote de los botones de mi camisa. Tu tacto sobre mi piel provoca que me erice de cabeza a pies, adoro tus caricias y como me miras. Me niego a entregar esa mirada a cualquier otra persona. Me niego que mires a alguien más como me miras a mi. Mis dedos se mueven solos y terminan alrededor del orificio de mi locura. Introduzco uno. Te muerdes el labio inferior y produces un sonido. Sé que intentas agarrarlo en tu garganta, pero bien sabes que no te dejaré, sin embargo, eso me excita, ver como te contienes cuando no tienes posibilidad alguna de escapar de mis garras. Al final de todo esto terminarás gimiendo para mi. Tus manos se vuelven temblorosas y torpemente, te esfuerzas para quitar mi correa y bajar la cremallera de mi pantalón. Estás desesperado, y eso me gusta. Te restriegas contra mi cuerpo, pidiéndome atención, tus ojos están pidiendo a gritos el ser tomado por mi y, aunque estaba dispuesto a prepararte adecuadamente, todo lo mandé al diablo cuando me miraste.

 

¿Querías que fuera rudo? Sólo tenías que decirlo, aunque tengo la ventaja de que entiendo perfectamente a tu cuerpo. Alzó tus caderas, enrollas tus piernas en las mías y, de un sólo movimiento me introduzco en ti. Tú sueltas un pequeño grito que se confunde con el sonido del gemido que brota de tu garganta. Tus uñas se clavan en la piel de mi cuello, haciéndome arder de excitación. Mis ojos están hambrientos de ti, mis caderas se mueven haciéndote subir y bajar, tu interior se siente tan caliente y estrecho que siento que me consumo por cada embestida que te proporciono. Al fin te tengo entre mis brazos, tu interior se va acostumbrando a tenerme ahí, desearía estar así por siempre, sentirme pleno, sentirme amado y hacerte sentir toda mi pasión, todo mi deseo, toda la lujuria que despiertas en mi. Nuestros cuerpos bailan al mismo compás, te retuerces, dios...eres tan erótico, tus expresiones y sonidos hacen que me ciegue, necesito de ti por siempre, jamás te dejaré ir. El sudor se mezcla entre nosotros, el olor que provoca el acto que ambos estamos consumando se desintegra en el aire. Tus jadeos, tu nombre saliendo de mis labios, el mío saliendo de los tuyos, tus cabellos húmedos, tus mejillas sonrojadas por la fogosidad, todo ello hace que mis caderas se muevan con ímpetu. Necesito liberarme de esto que llevo dentro. Alcanzo a golpear el lugar indicado, ese que tanto te gusta y te hace delirar de placer. Tus músculos internos me ahogan, me pides por más y yo, como un caballero que soy, no niego el concederte ese deseo. Ambos estamos casi en el límite, tus uñas se pasean por mi pecho, mis caderas se mueven con potencia. Atrapas mis labios en un intento desesperado por acallar tus sollozos pero arremeto más fuerte haciendo que te separes de mi y que el grito que desprendes se pierda en el aire. Unos cuantos movimientos más y logro que alcances el clímax sin apartar mis ojos de cada una de tus reacciones y poco después, soy yo el que me entrego al placer que me has brindado.

 

Te dejas caer sobre mis hombros, rodeándome con los brazos, besándome el cuello...

 

- Te amo, Aominecchi -me susurras y yo sólo sonrío. Aunque nunca te lo he dicho con palabras, confío en que mis actos te lo hagan saber. Eres lo más importante que tengo en mi vida, eres el sol que alumbra mi oscuridad, que me alegra cada día.

 

Con delicadeza, salgo de tu interior y te cargo hasta nuestra habitación. ¿Recuerdas cuando nos compramos esta casa? Tus ojos no podían esconder toda la ilusión que había en ellos y yo no podía sentirme más feliz. Aún no entiendo cómo una persona tan pura e inocente como tú, terminaría con una persona como yo. Te dejo reposar en la cama, aún me miras, aunque con los ojos entrecerrados, pudiéndose leer el cansancio en ellos. Alzas los brazos hacia mi, demandándome. Accedo a tu petición, me tumbo a tu lado y te rodeo, regalándote el calor de mi cuerpo. Te acurrucas en mi pecho. En estos momentos lo único que pasa por mi mente es que te protegeré siempre. Sé que no eres una persona débil, al contrario, eres luchador y decidido, pero no puedo evitar el tener este sentimiento de protección en torno a ti.

 

Tus pucheros y enfados que me sacan de mis casillas son sólo una mera tontería ante todo lo demás, pues con ellos y con tu radiante sonrisa has conseguido lo que creí haber perdido, has conseguido que me sintiera vivo.

 

Fui salvado por ti, Kise.

Notas finales:

Eso es todo. Quedó muy cortito. Me gustaría que Aomine le hubiese dicho a Kise que lo amaba, pero no ha podido ser XD 

¡Nos leemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).