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De Mycroft Holmes y DI Gregory Lestrade, Carta de Presentación por LadyRed

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Notas del capitulo:

Llevo todo este tiempo sin actualizar creyendo que iba por el capítulo 9 y cuando abro la bandeja del fic y veo que apenas voy por el siete me quedo como “ay coño”

Capítulo 8B – Sharon tiene 10 meses...

 

- no me importa qué demonios estés haciendo, o vienes a visitarnos o voy a donde sea que estés metido ahora y te arrastraré de la corbata hasta Sharon, lleva dos semanas ¡dos malditas semanas! Preguntando por ti y ya se está poniendo intransigente, o vienes o ya verás – la voz del mensaje fue seguida del tono de llamada finalizada y Mycroft no pudo evitar mirar pálido el teléfono mientras su asistente trataba de contener la risa (Clint, un muchacho castaño, era, bien vestido, de espalda ancha y ojos azules bastante organizado, que corría como un gato cuando había que hacerlo y con una puntería letal) - ¿problemas en casa señor? - le preguntó con una sonrisa mientras le dejaba su comida en el escritorio.

 

- digamos que hace tiempo que no me paso por allá – había tenido que buscar un asistente de urgencia ya que en esos dos meses el trabajo no había parado para nada, seguía manteniendo bajo vigilancia a su familia y sabía que Greg la había tenido difícil esos días (su madre había ido a ayudarlo incluso) pues a Sharon le habían comenzado a salir los dientes llevaba un par de días con fiebre, por suerte la señora Palecki, su vecina de en frente, se había enterado y había estado llevándoles comida para que Greg no tuviese que cocinar, a Mycroft no le gustaba tener que estar fuera en un momento así, pero sabía que tenía que mantener cierta distancia sino quería terminar siendo pateado – Jefe... - escuchó que le llamaba el castaño. Mycroft levantó la vista de su milanesa de pollo y miró a su asistente, alzando una ceja.

 

- no creo que le pase nada por ir un rato, si quiere yo lo cubro – a veces admiraba la forma en la que Clint parecía darse cuente de lo que le pasaba, tal vez se debiera a que era mayor que él, pero no iba a hondar mucho en eso. Le sonrió lo más sinceramente que pudo antes de negar con la cabeza y seguir comiendo.

 

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Dos horas después se hallaba frente a la entrada del departamento de Greg, suspiró, tocando el timbre por simple cortesía y jugueteando con el mango de su paraguas mientras esperaba que le abriese la puerta. A los cinco minutos escuchó la llave moviéndose a través de la cerradura y Greg le abrió con la niña en brazos, el cabello blanco despeinado y cara de suplicio mientras su hija le chillaba en el oído - ¡Mycroft! - exclamó alegre mientras le daba paso, mirándole como si fuere una especie de salvador. En seguida la niña paró de llorar y le miró antes de soltar una risa, lanzándose a sus brazos - ¡Sharon! - exclamó asustado el muchacho, aliviado de que su amigo tuviese buenos reflejos y la hubiese atrapado.

 

En seguida Greg dejó que la niña trepara sobre él y le alentó a pasar, yendo directo a la cocina para servirle té. El pelirrojo suspiró, moviendo el cuello de un lado a otro para desaparecer la tensión y sonriéndole a la bebé que rió divertida, tratando de quitarle el broche de la camisa – no nena, no hagas eso – le reprendió con suavidad mientras le tomaba la mano y besaba su cabeza. La bebé acomodó su cabeza en el espacio entre su cuello y hombro y se metió el pulgar a la boca, mirándolo (o por lo menos haciendo el esfuerzo de hacerlo) con sus ojos negros llenos de curiosidad, como si las pecas de su cuello fuesen lo más interesante del mundo – no tengo azúcar, creo que debería ir a pedirle un poco a la señora Palecki... - murmuró el peliblanco sin dejar de dar vueltas de un lado a otro, claramente alterado - ¿dónde está mi sandalia...?

 

- Gregory... - le llamó, haciendo que se detuviera de golpe y le mirara – no importa, de todas formas no me gusta el té con azúcar, eso lo sabes – le sonrió, acariciando la espalda de Sharon preguntándose si debería dejarla dormirse. El peliblanco le miró un momento, antes de dejarse caer en una silla frente a él (apenas había conseguido reunir para un sofá y ese era un tema que a Mycroft le tenía los nervios de punta) – entonces... debo suponer que recibiste mis mensajes de voz... - comentó como si nada el peliblanco, mirándole con los ojos entrecerrados y el pelirrojo suspiró – si Greg, los escuché, debo decir que hubieron unos especialmente creativos, pero supongo que no es por eso que los mencionaste...

 

- han pasado dos meses desde la última vez que viniste Mycroft, nunca pasas tanto tiempo sin anunciarte, normalmente nos mandas un mensaje a mí, a tu madre ¡A Sherlock, por Dios! Pero esta vez simplemente te perdiste, perdóname si estaba preocupado – frunció el ceño Lestrade.

 

- tenía mucho trabajo y no puedo dejarle todo a mi asistente, Gregory, me estoy abriendo paso, tengo que demostrar que puedo hacer las cosas por mí mismo, si quiero crearme una reputación tengo que aceptar cuanto caso me asignen hasta que este lo suficientemente arriba como para elegir cuales llevar a cabo... - habían tenido esa charla mil veces, no sabía para que se repetía.

 

- y ahora vas a decirme que eres de piedra y que puedes pasar días sin comer ni dormir “porque dormir es aburrido y comer está sobre valorado” si, Mycroft, lo que tú digas, mientras te retuerces en el sofá por el dolor de estómago que te provoca la gastritis con la cabeza cayendo hacía los lados una y otra vez – le cortó el peliblanco con expresión peligrosa, el oficial del gobierno cerró la boca y se dedicó a mirar a la niña, que aunque no había caído dormida si parecía más del otro lado de la línea. El peliblanco suspiró, apretándose el puente de la nariz su índice y medio antes de levantarse y palmear el hombro de Mycroft, apoyando su frente contra la del pelirrojo – estoy preocupado ¿si? No creas que te estoy reclamando nada, pero Sharon pregunta por ti y ni tu madre ni tu hermano saben dónde estás así que vienen a verme esperando noticias que no tengo, sé que tu trabajo es importante pero en un par de semanas comienzo la academia y no quiero tener que preocuparme por ti y por Sharon al mismo tiempo, suficiente e envejecido ya en estos últimos meses – le dijo, dándole una palmada en la mejilla antes de separarse para entrar de nueva cuenta en la cocina.

 

Mycroft pensó que aquello no había sido para nada justo.

 

Notas finales:

Gracias por leer, cualquier error por favor notifíquenmelo


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