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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Pobre Chanyeol, inútil Chanyeol.

El odio se revolvía en sus entrañas. Si lo pensaba demasiado y así lo estaba haciendo, podía sentir con claridad el sabor de su boca en la garganta. ¿Ahora qué pensaría Byun? Primero lo trataba mal, luego casi se acuesta con él. Su mente no podía evocar los recuerdos, pero su imaginación podía formar una clara imagen del pequeño sonrojado bajo su cuerpo, al igual que los sonidos que su boca al chocar bruscamente con la suya.

Oh, vaya. La habitación se ponía caliente.

Su única salvación era que su casi sumiso no tomara eso como si ellos fueran algo, las confusiones existían. Había dos opciones para tomar; o que Baekhyun decidiera creer que a Chanyeol de verdad lo calentaba, o que su venganza por la humillación se le hubiera salido de control. ¿Cómo Baekhyun y Minseok habían terminado en la fiesta? No los habían invitado, y considerando a lo que su naturaleza insignificante los llamaba a ser, ese tipo de eventos, divertidos en general, no eran algo en lo que pudieran sentirse cómodos o por lo menos comprendidos.

El alto se pasó las manos por la cabeza, tirando un poco de sus cabellos. Su peinado estaba pagando por sus errores. Quería hacer un millón de cosas, pero no podía ordenarlas. Necesitaba una opinión femenina, muy ocurrente el momento en el que su madre se le ocurrió salir del país para celebrar su aniversario, el de su segundo matrimonio cabe recalcar.

—¡Papá, ven un rato! —llamó asomándose por la puerta.

Su voz fue lo bastante fuerte como para revotar por toda la casa vacía hasta la sala, donde su padre yacía mirando televisión. Alguna serie china podía deducir, le encantaba ver de esas.

Los pasos sonaban aproximándose por la escalera. El hombre era bastante alto, vestía muy casual, no había ido al trabajo, quien sabe por qué y no viene al caso.

—Dime, Chan.

Su voz sonó melosa cuando llegó a la segunda planta y vio en la primera puerta, la habitación de su hijo, su cabeza sobresaliente desde adentro.

—Chanyeol. —corrigió su hijo.

Cuando estuvo por completo frente al cuarto le abrió la puerta, invitándolo a pasar. Chanyeol se sentó en su cama con los pies en el suelo, mientras que su padre en la silla giratoria del escritorio con una de las piernas pegadas al cuerpo y dándose impulso para girar con la otra.

Su padre era un niño, un niño grande.

—Necesito ayuda.

—Como diga, sargento. —asintió el hombre llevándose una mano a la frente como si se tratase de un cadete recibiendo órdenes.

—Me he... —analizó bien lo que iba a decir, no sonaba bien— Me he enterado que un amigo se ha metido en un problemilla.

El señor Park enarcó las cejas, se imaginaba las tonterías que su hijo y sus amigos hacían, les causaba cierta gracia en ocasiones. Claro que si hubo veces en las que quería matarlos por las burradas que se atrevían a hacer a seleccionadas personas, pero él los veía más como sus amigos que como niños y se limitaba a sonreír cuando el grupo caía en la casa a jactarse de sus anécdotas.

Ahí Chanyeol inició a explicarte que había pasado, no ha grandes detalles, solo un visión general de lo que ocurría.

—Ahora él no sabe qué hacer... ¿Qué recomiendas, papá?

—Que se deje de cojudeces y se lo coja.

Sí, esta parte de la historia es algo incierta. Retratar o narrar cada sentimiento es difícil; los doce se encontraban en un estado bastante indeciso y confuso. Qué decir, tan idiotas y orgullosas son ciertas personas.

—¡Sehun, contesta el teléfono! —gritó la señora Oh desde la ducha.

Su hijo acató la orden y bajó las escaleras apurado, cogiendo el teléfono de casa que ya iba dando cuatro timbradas. Estaba algo fastidiado por haber tenido que interrumpir su conversación con Chanyeol. Su celular estaba con la batería casi muerta y tenía que estar pegado al enchufe en su cuarto. Bajar a contestar la llamada interrumpía sus mensajes.

—Diga.

Buenos días, joven, hablo de su compañía telefónica. —era una voz femenina, no sonaba como una grabación preparada por lo que Sehun mantuvo el teléfono en su mano.

—No estamos interesados en promociones. —se negó al tiempo de que pasaba su mano por la nuca.

—¿Es usted el titular de este número?

—No.

—¿Estará por ahí el titular?

—No.

—¿Es usted mayor de edad?

—No. —mintió, pero por una razón justa. ¿Quién le da su edad a un desconocido? No era paranoico pero muchas veces escuchaba eso de los fraudes por teléfono y no quería ser parte de la gente timada.

—¿Qué edad tiene?

—No soy mayor de edad.

—¿Pero qué edad tiene?

—No soy mayor de edad. —repitió

—¿Pero qué edad tiene?

—Que no soy mayor de edad.

—Ay, ya, señorito menor de edad.

—Esa no es forma de hablar para una consultora telefónica, ¿no crees? —Sehun suspiró, la chica ya lo estaba molestando— Mira, no queremos comprar ningún paquete ni promoción ¿Entiendes?

—Es mi trabajo preguntar.

—Vaya trabajo.

—Al menos yo sí trabajo, mocoso mimado.

El alto frunció su ceño, ofendido. Dirigió su mirada a la bocina como si se tratase del rostro de la chica con la que estaba hablando. Eso le pasaba por hacerle caso a su madre. Debía dejarlo sonar para la próxima ocasión.

—¿Y tú eres parte de la atención al cliente? —ironizó.

—¿Y tú de verdad eres menor de edad?

—Como si te fuera a decir.

—¿Por qué de tan mal humor, mocoso?

—Interrumpes mi vida. —gruñó molesto.

—Bueno, te calculo por lo menos unos dieciséis años para tener esa actitud. Las hormonas se te alborotan, niño.

—No te importa lo que me pase, solo, déjame volver a mi conversación y todos felices.

—¿Quién te detiene? ¿Acaso te estoy amarrando las manos?

—Ugh, cállate.

—¿Qué tienes? ¿La novia te dejó?

—No, mi amigo casi se revuelca con alguien y hasta ahora no lo supera.

—¡Ja, eres mayor de edad! —exclamó, casi gritando.

—Mayor de edad o no, no compraremos nada.

—Bueno, no pierdo más mí valioso tiempo. Dile a tu amigo que se deje de huevadas y se acueste con la tipa esa.

—¿Debería tomar tu consejo?

—Sí, yo creo. Para tu servicio, de servicio al cliente, un gusto, Ari.

La llamada se colgó.

Sehun volvió a dejar el teléfono en su lugar, corriendo de vuelta a su cuarto y casi carcajeándose por la extraña situación. Se lanzó a su cama haciendo que todas las almohadas revotaran sobre las sabanas y tomó su celular en sus manos.

«Ari dice q t acuestes con byun X'D»

Dijo en el mensaje que le envió a Chanyeol.

«Kien crj es Ari???? O.o» 

Le respondieron.

『n88;』

Junmyeon salió de la casa de Sehun después del almuerzo, se reía interna y externamente de todo lo que habían dicho en su conversación post-resaca. No importaba haber perdido todos sus recuerdos de la noche anterior por causa del alcohol, el haber escuchado esa historia le había levantado el ánimo. Aunque aún no recordaba del todo porque había despertado en medio del pasillo, medio desnudo. Intentaba traer de vuelta sus recuerdos y su cuerpo reaccionaba, una sensación le crecía en el abdomen bajo. Oh, ahora Suho también se estaba calentando.

¿Era el clima el que ponía a todos así?

En fin, solo caminó hasta la parada, los buses llegaban vacíos. El hecho de ser domingo lo justificaba. Se sentó junto al pasillo, sus ojos le pesaban. Quería caer dormido ahí mismo, pero al sentir la cabeza irse de lado daba un sobresalto y se volvía a acomodar en el asiento.

Pacería interminable como el autobús se detenía en cada paradero, abriendo sus puertas aun cuando no había nadie esperando. ¿Tenía sentido eso? Junmyeon cruzó sus brazos dejando que su cuerpo se resbalara en el respaldar. Solo faltaba una parada para poder bajar y caminar un poco para así llegar a su casa. No es que hubiera algo emocionante ahí, pero el sueño ya le iba ganando irremediablemente. Al empezar a caminar después de bajar del bus, Junmyeon parecía tambalearse para todos lados, bostezaba seguido. Palpó su bolsillo, no estaba su llave.

«Fabuloso Ahora tendría que tocar la puerta, y vaya que sería hermoso.

Tocó la puerta un par de veces antes de que una de las señoras que atendía la casa abriera con el ceño fruncido, su relación con esa mujer no era la mejor.— Buenas tardes, joven Junmyeon. Notificaré su llegada.

A Suho se le ocurrieron varias formas de insultar a la señora, si quisiera que sus padres supieran que él había llegado les hubiera llamado directamente para que le abrieran la puerta. Pero la cosa era esa, él no quería verlos, si tan solo hubiera tenido su llave hubiera entrado sin siquiera saludar.

No fueron ni dos pasos que dio por en la entrada para cuando vio a su madre aparecer por la escalera. Probablemente vendría de su estudio. El traqueteo de sus tacos le avisaron unos segundos antes de verla, pero no hubo tiempo de correr. Ahí estaba la señora de la casa que lo observaba con una ceja alzada y sus ojos que lo veían por encima del marco de sus lentes. El rojo de su ropa la hacía ver aún más intimidante.

El color del demonio.

—¿Tan tarde?

—Comí con Sehun.

—¿Y no avisas?

—¿Ustedes almorzaron aquí? —La mujer dejó de hablar para darse la vuelta y regresar por donde llegó. Junmyeon fue por detrás de ella, subiendo hasta la tercera planta. Su habitación era la única ahí, los demás eran cuartos dedicados a guardar colecciones de joyería y cuadros adquiridos en subastas desde antes de que él naciera. Sus padres tenían buen gusto, eso no hay que dudarlo. La decoración de la casa, sus vestimentas, la vajilla, los empleados. Incluso a uno de sus hijos por encima del otro.

¿El primogénito siempre le gana al segundo? Junmyeon se metió a su habitación, era una de las puertas de la derecha. El resto del día no se molestó en salir de ahí. No tenía ganas.

Días tras días, dejaron de contar cuantos pasaron en cuanto las decoraciones en las calles empezaron a aparecer. ¿Tan rápido? ¿Diciembre? No, tal vez solo era fines de noviembre y los niños ya estaban emocionados con las fechas. Claro, diciembre es navidad, y navidad es regalos. El frío también atribuía a la época, no nevaba pero el clima se hacía cada vez más tenso.

Bueno, ya casi era la quincena de noviembre, tal vez un poco más pero nadie se da cuenta de la fecha en vacaciones. No estaba previsto ni por asomo que estos dos grupos se encontraran. Los primeros seis se la pasaron saliendo de un lado a otro, ignorando los anteriores acontecimientos, riendo como si nada hubiera pasado. Solo eran ellos, tampoco se habían juntado con sus amistades del instituto, eran tan irrelevantes para ellos que consigo mismos bastaba.

Por otro lado, otros seis, se la pasaron metidos en sus casas. El tema con los populares había sido pausado, colocado con un alfiler la lista de conversaciones pendientes, y de ahí no había salido en semanas. Los cómics, películas y juegas de rol eran sus vacaciones perfectas y las estaban viviendo.

Fue un día bastante nublado y con ligera niebla en la que la señora Do mandó a su hijo a comprar los víveres de la semana, era una gran lista. Fue muy casual, pero muy casual, que sus amigos estuvieran ahí repitiendo por cuarta vez todas las películas y versiones de Batman llevadas al cine. Le mujer no dudó en deshacerse del quehacer y pedirle muy amablemente a KyungSoo y los otros cinco muchachos el ir al supermercado en su lugar.

—¡Pero, mamá! ¡Eso no es justo! ¡Ahorita aparece El acertijo!

—Que acertijo ni que nada, ustedes van a comprar o me asean toda la casa y la dejan hecha un anís mientras yo me encargo. Ustedes eligen.

—Creo que podemos caminar, no está tan lejos.

—Buenos chicos.

KyungSoo y su tropa salieron de la casa abrigados hasta el cuello, literalmente, en rumbo al centro comercial. Baekhyun estaba discutiendo con Luhan, de nuevo, sobre quién era el más alto. Eso no la importaba a nadie, por lo que los ignoraban por completo. Ese par era el único que hacía ruido dentro del grupo.

El camino se hizo más ameno cuando los otros cuatro se unieron a la broma. Divisaron en la calle siguiente el gran mall que se llenaba de gente en la entrada, se acumulaban en esta para entrar. Pasaron evitando ser golpeados accidentalmente por las señoras con sus compras en mano o los hombres cargando a sus pequeños hijos sobre sus hombros.

KyungSoo tomó la lista que le había encargado su madre entre sus manos. La mayoría de encargos eran verduras y fruta. Nada sintético ni procesado, en general.

Dentro del centro comercial estaba el súper mercado. Ingresaron tranquilos, cogiendo un carrito de compras y avanzando por el pasillo de los congelados. Había un gran espejo que los reflejaba a todos.

Lo encargado estaba pronto dentro del carrito. ¿Saben por qué? Por qué KyungSoo y Tao se encargaron de todo. El resto de la pasó jugando entre la sección de niños, con los niños mismos. Cada que Tao detenía su selección de manzanas para ver a los tres chicos estaban peleando con los sables de luz de los estantes de juguetes o con máscaras de Los Vengadores simulando la pelea en Nueva York. Eran niños grandes, ese era su encanto.

—¿Ya van a acabar? ¡Se tardan mucho! —gimoteó Yixing acercándose a KyungSoo y agitando su brazo.

—Ya acabamos, si hubieran ayudado esto no hubiera sido tan tardado. —regañó el mayor lanzándole la una mirada acusadora Yixing, al igual que a Baekhyun, Luhan y Minseok que iban llegando por detrás.

Pasaron por la caja, Luhan podría casi jurar que la señorita que los atendió le estaba haciendo ojitos a KyungSoo y este no lo notaba ni por asomo. Se rió internamente; su amigo era muy despistado o esa persona que hace un tiempo dijo querer lo tenía tan idiotizado como para no notar la insinuación tan evidente de la joven.

Salieron con las bolsas colgando de sus brazos. Cada uno de los que no había ayudado llevaba por lo menos dos mientras que Tao y Soo caminaban orgullosos de hacerlos trabajar.

—Hey, Kyung... —susurró Luhan acercándose a tropezones.

—Dime.

—Una pregunta.

—Dime.

—Esa persona de la que hablamos hace un tiempo... ¿Te sigue gustando? —interrogó con cejas insinuantes.

KyungSoo desvió la mirada al suelo, sintiéndose mal por un momento. Recordar el hecho de que él ya no era el mismo, él había cambiado tremendamente, él casi se había acostado con uno de sus amigos. Sin duda se había equivocado al elegir de quien gustar.

—No. —suspiró pesado— No, no. No hubiera funcionado de todos modos.

Terminando su enunciado adelantó un poco sus pasos junto a Tao. Todo pudo continuar perfecto si es que el más alto no se hubiera detenido en seco, haciendo que los que iban por su detrás lo imitaran.

—Oh... Esto está mal.

Fue casi un espejismo cuando se les vio salir todos juntos riendo a carcajadas de aquella tienda. Se daban pequeños empujoncitos amistosos mientras conversaban con tanto escándalo que la gente volteaba.

Baekhyun tragó duro al ver a Chanyeol tirando al suelo a Jongin entre juego y juego. Yixing sintió su sangre subirle a las mejillas, le entraron las ganas de huir, sosteniéndose solo en la mirada tranquila de Luhan a su lado.

—Solo avancen. —habló Tao apretando los puños por debajo de las mangas por demás largas que llevaba.

Reanudaron sus pasos. Fueron lentos al principio, volviéndose más seguros de a pocos. Pero el quiebre no se podía evitar, cuando el destino ya lo había predicho —o la autora ha decidido— las cosas pasan.

—Vaya, al parecer ya dejan entrar a cualquiera a este lugar.

YiFan fue el primero en notar la presencia del grupo cuando ellos estuvieron ya más cerca. ¡Era un estúpido centro comercial! Nadie les podía prohibir entrar, pero claro, fue como si nunca nada hubiera pasado e ignorando la idiotez que el rubio soltó, los demás sonrieron con superioridad ante los seis. Ni siquiera Jongin pudo evitar la escena, le quedaba seguir al resto.

—Cierra la boca. —Tao no se aguantó a contestar.

Vaya que Yixing y Minseok querían irse, sin embargo permanecían ahí. Sus pies no se movían, todavía con sus ojos clavados en el suelo se sentían intimidados por ellos.

—¿Me hablas a mí? —Kris dio un paso al frente, soberbio. Tras él sus amigos lo imitaron.

—¿Alguien más tiene el ego inflado por aquí? —La mirada de Baekhyun saltó encima de todos los presentes mientras que enarcaba una ceja— Oh, ya entiendo tu confusión. —dijo burlón— Para que te quede claro, te hablo a ti.

Sehun bufó, sacudiendo su cabeza, sonriendo divertido por lo ya dicho.— Cuándo no tú metiéndote en donde no te llaman.

—Ustedes hablaron primero. —defendió Baekhyun, enredando más sus dedos entre las asas de las bolsas que cargaba.

—Si te sientes identificado no es nuestro problema. —Jongdae acomodó su flequillo hacia atrás, indiferente a Minseok o sus amigos.

Chanyeol y Junmyeon rieron sin disimular, encogiéndose de hombros. Eso encendió más la cólera de Tao. No podía golpearlos, por mucho que quisiera.

Pronto sería navidad, época de paz y amor. Blah, Blah, Blah. Solo ellos podían lograr que el vapor que en ocasiones se escapaba por sus bocas a causa del frío desapareciera con cólera. ¿Calor en esta época? Extraño cambio. O tal vez no era el ambiente, sino ellos.

Por fiestas podrían pedir paz.


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