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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—¡No sean así! ¡No quiero!

Luhan gimoteaba sosteniéndose de la pata de su cama, se negaba a salir de su habitación bajo las condiciones que su madre le estaba imponiendo. Era su padre, seguido por su madre y luego su hermana quienes alaban en cadena de sus dos piernas mientras él concentraba toda su fuerza —la poca que tenía— en sus brazos. Sus dedos ya habían perdido su tonalidad roja y natural que le da la sangre al circular, estaban blancos y temblando.

Pronto habría perdido la protesta en contra de conseguir empleo.

«De ninguna manera se las dejaré fácil» Luhan no quería levantarse todos los días para ponerse un uniforme que lo más probable sería espantoso y de un color neón. Era eso o que había visto muchas películas con su madre y hermana con protagonistas que trabajaban en gasolineras. «Esperen, ¿eso existe? ¿Películas con gasolineros como protagonistas?»

La distracción del joven lo traicionó. Su padre notó como sus ojos se desviaron un segundo. Nadie más que él para notar los microsegundos en que su hijo hacía que su mente dejara de funcionar para pensar a solas. Con un poco de presión con el pulgar su pantorrilla, Luhan ahogó un chillido y soltó la pata de la cama, cayendo al suelo. Aun intentando clavar las uñas en el piso no pudo evitar ser arrastrado escaleras abajo por su padre mientras que su madre y hermana observaban, JiMin sobretodo divertida.

—¡Déjame! ¡Duele! ¡Suéltenme! —chillaba sin parar.

—Luhan, si te resistes te quito el celular de prueba.

El mencionado se quedó callado, de inmediato juntó sus labios para no abrirlos más ni emitir ningún otro ruido. Sus padres le habían otorgado un celular, viejo, gastado y anteriormente de su tía, pero servía. Seguro las veces que se quejó de que la mujer tenía un celular más moderno incluso que el que le robaron a él contaban más números de los que podría decir Baekhyun.

Fue arrastrado hasta llegar al primer piso, pasando por la sala y cruzando hasta la entrada. Fue un movimiento rápido en el que el par de adultos lo arrojaron por la puerta y JiMin desde adentro reía.

Cuando tu madre es amiga de las madres de tus amigos siempre hay confabulación de por medio, sobre todo cuando la mayoría ya se cansó de verlos los pocos días que estuvieron de vacaciones tirados en sus camas no haciendo nada más que repetir las mismas películas y releyendo los mismos comics en una rutina que nunca acababa. Las mujeres en realidad no sabían que el hecho de que se estuvieran ocultando el máximo tiempo posible en sus casas se debía a otros asuntos, pero esa no era una excusa que valiera, o por lo menos que quisiera ser mencionada dentro del círculo.

La madre de Luhan, Yixing, Baekhyun y Minseok habían planeado ese enfrentamiento desde las navidades y justo ese día, once de enero, se les dio por ejecutarlo. Los cuatro fueron lanzados de sus casas a la calle, a la fuerza. Y no la buena fuerza, de esa que usa Darth Vader, no, de esa que usa tu mamá cuando te lanza un cucharón de madera desde la cocina cuando te ve comiéndote las uñas.

—¿No deberían haber llegado ya? —preguntó mirando la hora en su celular.

KyungSoo y Tao esperaban pacientes bebiendo sus respectivos cafés. El menor con más crema que el contrario, pero ambos veían casi adormecidos a la gran mampara que los dividía de la calle.

—Eso creo, si lo que tu madre te dijo es correcto seguro estarán llegando. —respondió Tao queriendo reír, tomando su taza entre sus manos y llevándola a sus labios.

La madre de KyungSoo le había pasado el dato al par de amigos sobre que el resto de su grupo había sido obligado a trabajar. Puesto que ella era amiga de la prima del sobrino del dueño de aquel café, se había enterado. El mayor no tuvo ese problema con su madre, ya que él ya había pagado su deuda con el universo. Cuando era más pequeño su padre siempre lo llevó con él a trabajar, nunca recibió un centavo de ese empleo. Llevando papeles de un lado a otro en aquella oficina un pequeño KyungSoo con corbata corría siempre durante las vacaciones.

«Tienes que pagar tus pañales, el taxi que pagué de la casa al hospital y tu chupón.» Decía el hombre cuando llegaban a casa y su madre les daba de cenar. De una forma tan curiosa su padre aún guardaba las boletas de pago en un sobre que luego KyungSoo, a escondidas, eliminó.

Tao no tenía necesidad de trabajar, sus padres le proveerían todo lo que necesitara, por lo menos hasta la universidad. Y por mucho que quisiera, sus labores dentro de su departamento no se lo permitían. Entre estudiar, tener una vida junto a sus amigos y atender los quehaceres hogareños no se abría un espacio para un trabajo ni de medio tiempo.

Los pensamientos de inmediato fueron interrumpidos por el sonido de la campanilla en la puerta. Yixing llegaba solo y con uno de los audífonos puestos, paseando la mirada buscando al dueño del local.

—¡Yixing! —KyungSoo alzó un brazo, agitándolo en el aire y atrayendo la atención del chino, este buscó el origen de la voz, dando vuelta sobre su lugar. Se encontró con su par de amigos. Hizo una mueca extrañado— Por aquí.

Se acercó lento y calmado. Jaló una silla de la mesa siguiente que permanecía vacía. Sacándole el único auricular que llevaba en uno de sus oídos, dejó por un segundo escuchar la banda sonora de Harry Potter antes de que el dueño apagara el celular.

—¿Qué hacen aquí?

—Esperando, de hecho.

—¿A mí?

—No, a Luhan más que nada.

—¿Por qué?

Ahora en la puerta eran Luhan, Baekhyun y Minseok. El mayor desviaba la mirada para por lo menos tratar de no verse relacionado con los gritos que emitía sin parar uno de sus acompañantes. Luhan chillaba sobre su infancia, que antes lo querían y ahora lo obligaban a salir de su casa cuando tremendo monstruo como JiMin estaba suelto por ahí. ¿Qué sería de sus historietas ahora? Eso nadie lo sabía a ciencia cierta. El chino debía ser bueno con su hermana si quería que durante ese trabajo de medio tiempo que sus padres le habían conseguido, el fastidio con patas no entrara a su cuarto y usara su comics como base para aviones de papel.

—Ya cállate, Luhan. —gruñó Baekhyun— ¿Acaso no notaste que esos niños nos señalaban?

—Sí lo hice, por eso les dije que tenía lepra. ¿Los viste salir correr?

—No, estaba muy ocupado manteniendo la poca dignidad que me queda, intacta.

—Con lo de poca tienes razón.

El mayor se aguantó las ganas de posar sus manos sobre su cuello. Pudo lograrlo al ver a los tres chicos que los miraban divertidos, dos de ellos con las tazas de café casi vacías.

—¿Y ustedes? ¿Qué hacen aquí?

—Observar. —respondió Tao.

—Y yo al parecer lo mismo que ustedes.

Las mesas siguientes se habían llenado de gente, no había sillas de las que alar. Minseok y Luhan se acomodaron en el regazo de KyungSoo y Yixing respectivamente. Tao por molestar a su mayor cuando le pidió espacio le mostró una mueca de desaprobación y volvió a centrarse en terminar su café.

—Como joden ustedes.

—¡Baekhyun, esa boca! —regañó el mayor.

—Ay, ya, Min.

Era ese el momento preciso en el que debían ir y buscar al dueño. A los cuatro futuros empleados les temblaban las piernas. Ese no era un café necesariamente reconocido, pero sus madres conocían al dueño, o a alguna persona cercana a él.

Tenía que moverse y presentarse para el trabajo de una vez, sería probablemente las cuatro horas más largas de su vida. Ya después se irían acostumbrando, pero como ya se sabe, la primera vez es la más complicada de todas.

—Vamos. —ordenó nervioso Baekhyun.

Los cuatro se levantaron. Fueron aproximándose a la barra, un joven atendía, sus cabellos hacían notar las hebras marmoleadas en el flequillo que le atravesaba la frente.

—Buenas tardes, soy Chang Min, ¿les puedo ayudar en algo?

—Buscamos al dueño, o al gerente a cargo, no sé.

—¿El motivo?

—El empleo, hemos venido por el empleo. Nuestras madres hablaron previamente con el encargado, si no me equivoco.

El chico sonrió y dio vuelta, entrando por la puerta que por deducción guiaba a la cocina. Unos momentos más tarde el empleado volvió a su lugar. Guio a los chicos a través de la cocina. Era exquisito el olor a café que se emanaba. En lo que pudieron observar era una cocina bien equipada, tres personas trabajaban dentro, se movían rápido y tocaban la campanilla del mostrador avisando que el pedido estaba listo. El chico que los guiaba ahora era el único encargado, por lo que las ordenes se estaban acumulando en la entrada. El lugar necesitaba ayuda, tal vez no cuatro meseros pero era obvio que hacían falta manos.

Llegaron al final del pasillo. Al lado derecho vieron una puerta blanca con el letrero plateado que rezaba Gerente en letras mayúsculas mientras que frente a ellos una puerta de vidrio dejaba ver lo que sería alguna especie de almacén o armario.

—Cámbiense, hay cinco uniformes ahí, miren cual les queda mejor y vuelvan al frente. El trabajo se acumula y mi turno ya se acaba.

El chico los dejó a los cuatro en el armario.

—Debí sospecharlo. —musitó Luhan.

El uniforme consistía en una camisa, un delantal y gorra. Todo sin excepción, neón. Era un amarillo encendido, no tenía nada grabado, solo el nombre del local bordado con hilo negro en el lado derecho.

«Fluorescencia

Debieron haberlo visto venir. Yixing fue el primer resignado en buscar el que mejor se ajustara a su talla. El torso era correcto, las mangas un poco largas, pero no importaba. Minseok y Luhan siguieron la corriente y empezaron a buscar, dejando dos a la disposición de Baekhyun.

—No pienso ponerme eso. —anunció— Mi madre está loca si cree que me voy a poner eso. ¿No hay otro modelo? Algo menos... así.

Minseok rodó los ojos y volvió a su labor de ponerse la camisa. Los tres chicos —los que si se cambiaban— colocaron sus camisetas en una de las gavetas que permanecían empotradas a la pared. Baekhyun los miró en conjunto. Con ese tono tan chillón e insoportable no dudó en rebuscar dentro del casillero de donde se sacaron anteriormente las camisas y delantales. Una especie de enterizo rosado reposaba doblado el fondo. El color resaltaba menos, parecía un poco gastado y lo chillón del color se debió haber difuminado con las lavadas.

—Este es para mí.

Alrededor de cinco minutos después los cuatro ya estaban de vuelta al frente, aguantando la dignidad y la vergüenza. Chang Min los esperaba mientras envolvía una bufanda roja sobre su cuello. Tenía la misma camisa negra de hace un rato, ¿él tenía inmunidad al neón y vergüenza pública? No llevaba el mismo uniforme.

—¿Ya están listos? De acuerdo, tú y tú. —señaló a Luhan y Yixing— encárguense de los pedidos, servirán de meseros. Lleven los pedidos y pásenlos a los cocineros, no es difícil. Tú, encárgate de recoger los servicios, mesa que se desocupe, mesa que limpias de inmediato. Dentro de las gavetas están los paños, le alcanzas los platos al chico que se encarga de lavarlos, ¿va? —Minseok asintió a la orden— Y tú...

Miró a confundido Baekhyun, ese no era el uniforme asignado para los que atendían mesas. Eso ya había pasado una vez hace un tiempo, con sus anteriores empleados, no consideró la idea de que volviera a ocurrir.

—Tú a los baños, limpieza general, encontrarás los utensilios bajo el lavabo.

—¿Disculpe? ¿Baños? No, usted debe estar equivocando. —Baekhyun agitaba las manos preocupado. Podía con todo menos con eso.

—No de hecho, ¿de qué creías que era ese enterizo? Prácticamente te ofreciste como conserje.

Luhan aguantó la risa. Miró de reojo al menor y chocando miradas cómplices con Minseok y Yixing que sonreían a su nuevo jefe asintieron a todas las órdenes dadas, sin dar pie a que el otro pudiera negarse. Chang Min estaba confiado, los nuevos empleados se veían de fiar. Se disponía a salir del local en el acto, ya iba retrasado a la reunión familiar. Que divertido, ¿no? Ir y reunirte con las tías que insisten en que la soltería es contagiosa.

—¡Pero a quien encuentro!

Esa voz era conocida, levantó con ligereza la cabeza, sus ojos llegaron primero a la figura que sonreía frente a él. ¿Cómo se olvida a tu mejor amigo?

—¡Siwon!

El abrazo entre ambos jóvenes duró solo segundos. Al separarse no pudieron evitar continuar sonriendo, eran años desde que Siwon había abandonado Corea y tras una dolorosa despedida para ambos el contacto se perdió a los meses de que el mayor inició sus estudios.

—¿Cuándo llegaste? No avisas, ingrato. —exclamó asombrado el menor.

—Para antes de navidad, ya sabes. Las fiesta y todo eso, quería venir a verte antes pero mi familia me absorbió por completo.

—Me imagino, tu madre... —Chang Min hizo una mueca, el otro rio un poco por el gesto.

—Sí, lo sé. Aunque el problema en realidad ha sido Junmyeonnie. Su actitud ha cambiado mucho.

—No sabría decirte, no somos amigos, de hecho Junmyeon se distanció bastante del mundo cuando te fuiste. Pero bueno, ya estás aquí, ¡Para solucionarlo todo!

—Así se habla. Oye, ¿no querrás sentarte a tomar un café? Yo invito.

—Oh, lo siento, pero la verdad iba de salida.

—¿En serio? —sonó decepcionado— Pero tenemos que hablar, hay tanto de lo que quiero conversar contigo.

—Lo lamento, lo digo en serio. ¿Quedamos para la próxima? Voy a verte a tu casa, ¿qué te parece?

Siwon asintió. El menor hizo una seña a Yixing mientras su amigo tomaba asiento. Chang Min ordenó al chino atender de inmediato. La casa invita, niño le susurró al oído antes de salir apurado del local mientras se despedía con una mano.

Yixing respiró hondo. ¿Dónde estaba Luhan? Escondido de seguro. Atender mesas no se le daba, de hecho hablar con gente extraña no era el fuerte de ninguno. Miró rápido a KyungSoo y Tao que lo animaban con palabras mudas desde la mesa junto a la ventana.

«La fuerza esté de mi lado.»

Suspiró moviendo los pies en dirección a la mesa donde el joven alto esperaba— Buenas tardes, ¿qué le traigo?

El cliente sonrió con una ceja alzada— ¿No crees que me falta la carta? —interrogó divertido

—¡Oh! Lo lamento.

El chino aceleró hacia la barra. Minseok estaba ahí cargando un par de tazas vacías. Sabía que se estaba riendo en el interior pero por cortesía no se atrevía a demostrarlo para no herir la confianza del menor.

—Tú puedes, ya verás que a Luhan le va a tocar atender y se le olvidará anotar el pedido.

Asintió con fuerza, tembloroso y dio vuelta sobre sus talones, entregándole el menú al chico. Miró sus rasgos varios segundos, su piel medio bronceada.

—¿Me olvidé de lavarme la cara al despertar o que pasa que me miras tanto?

Siwon se la estaba dando de gracioso, pero no podía evitarlo al ver al novato temblando con la libreta para anotar las ordenes en la mano.

—Lo lamento tanto, no quería incomodar.

—¿Primer día?

—Sí, de hecho.

—No te alteres, niño. Solo tráeme un café pasado. No se te vaya a caer.

El aire familiar le dio a Yixing cierta confianza. Corrió hacia la cocina. Dio la orden y se dirigió a la siguiente mesa. Poco a poco comenzaba a coger el ritmo que se requería. En cuestión de minutos el café ya estaba listo. Yixing lo recogió. De camino a dejarlo con quien lo pidió vio a Luhan de reojo disculpándose con una señorita, no sabía por qué, pero la imagen de él haciendo repetidas reverencias era todo lo que necesitaba para continuar sonriente lo que quedaba de su turno.

—Aquí está su orden, señor. —anunció colocando la taza frente al cliente.

—¿Señor? Ugh. Eso me dio directo en la mayoría de edad.

El mayor fingió una mueca ofendida, llevando una mano a su pecho, ladeando la cabeza y mirando al mesero a los ojos.

—Oh, lo lamento.

—¿Siempre te disculpas?

—Es que, no sé, yo...

—Siwon

—¿Disculpe?

—Es mi nombre, pasaré mucho por aquí y no quiero que me llames señor cada vez que me veas.

La confianza hacia los desconocidos no era algo que en Corea se viera muy seguido, lo normal era ver a las personas reservadas y distantes hasta que la confianza se asentara. Ese chico era raro, podría incluso dudar de que fuera de la misma Asia.

—De acuerdo, nos vemos luego, Siwon-Hyung.

—¿Y tú?

—¿Yo que?

—Tu nombre, pues.

—Ah, me llamo Yixing.

—¿El nombre chino o todo tú?

Siwon tomó una gran sorbo del café, seguía mirando a Yixing como queriendo descubrir que pensaba. Esa mirada angustiante e intimidante la había experimentado antes, estaba seguro. Últimamente la gente estaba extraña, más de lo usual.

—Todo yo, soy de China.

—¿y qué haces en Corea? ¿De visita?

—No, vivo aquí desde la secundaria.

—Bueno, Yixing todo de China, ¿cuánto le debo?

—Nada en realidad. El señor Chang Min lo dejó como un regalo.

—¿En serio?

—Sí.

Notas finales:

Spam: Hay una historia que estoy haciendo junto a @Misaki116 la cual lleva el nombre de "Tesis" está colgada aquí, en mi cuenta. Va a ser una historia un poco larga, tendrá más o menos el mismo corte de escritura que este FanFic puesto que yo me dedico a escribir los textos. Si se pudieran pasar por ahí les agradecería.


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