Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

[Reviews - 183]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

—Sehunnie amor, ¿no quieres comer?

La señora Oh se detuvo en la puerta. Su hijo no le prestaba la menor atención a la bandeja de bocadillos que ella traía en mano. Acababa de llegar de hacer compras, solo se adelantó a su hijo por unos minutos. Había comprado galletas, helados de todos sabores y colores como si Sehun tuviera seis años, pero al parecer el detalle no fue notado. Este cerró puerta por su tras y avanzó por la entrada.

—No quiero. Voy a dormir un rato.

—Me avisas cualquier cosa, hijo.

—No tengo hambre, coman tú y papá.

Pasarle la mano por la frente para medirle la temperatura hubiera sido una buena medida para explicar la falta de apetito del menor, pero antes de cualquier acto de interés maternal Sehun subió las escaleras, arrastrando los pies. Su cabeza estaba en otro lado, con otra persona. Para ser precisos un muchachito medio enclenque de procedencia china. Seguro debía tener la marca de «Made in China» en algún lado, era cuestión de tiempo para buscarla.

Estaba mareado con ese nombre rondando en su cabeza. Era rutina desde hace unos días el que Luhan estuviera constante en su análisis diario. No sabía que era con exactitud. Su curiosidad estaba siendo atraída de manera extraña.

Su sonrisa seguía ahí en la cafetería. Sus dientes relucientes y el gesto amigable al recibirlos. Nada había cambiado, ni siquiera a golpes su actitud con él hubo cambiado y eso le inquietaba. Le fastidiaba no saber por qué no se había comportado rencoroso ni resentido.

Parecía el mismo muchacho enamorado de antes. ¿Qué acaso Luhan era de piedra? Sehun no podía terminar de entender, estaba seguro de que algo raro pasaba en la cabeza de ese chico.

Quitándose un poco de orgullo y narcisismo de encima Sehun intentó encontrar el por qué gustaba tanto de él. No tenía ningún atributo demasiado notable como persona. Era arrogante, presumido, engreído y de paso aun dependía mucho de su madre para levantarse por las mañanas.

Luhan por sí mismo tenía muchas más cosas que admirar, ¿no? Sus notas eran destacadas, era amable y confiable según había podido ver. Tenía amigos, no muchos, pero tenía. Su altura era aceptable y su rostro en realidad no estaba nada mal.

Sus defectos se podían calificar en una fuerte persistencia en lo que no iba a pasar. Pero ese no va a pasar no dependía solo de Luhan.

Y justo cuando Sehun estaba a punto de alcanzar el mejor razonamiento de toda su vida y notar lo que tenía frente a él, su celular interrumpió, ¡fantástico!

«Chen» se leía. Descolgó la llamada al ver el identificador, colocando la bocina en su oreja.

¡SEHUN, AYÚDAME, SE ESTÁ ACERCANDO!

—Jongdae... ¡No me grites en el puto teléfono!

¡PERO, SEHUN, ESTO ES UNA EMERGENCIA!

—Si tu vida no peligra no es emergencia.

¡AUN NO SÉ SI ES HOSTIL!

—Tú diciendo hostil, esto debe ser grave. Dime que pasa y deja de gritar.

¡HAY UNA NIÑA COLGADA DE MI VENTANA!

De acuerdo, ese día todo estaba raro.

{*}

Emy casi rompió el cenicero de cristal que estaba en una de las mesas que se repartían en los pasillos de la casa de los Kim. Si no fuera por Meredith ya lo habría hecho. Un par de golpes en sus manos fueron suficientes.

Pero no había que pensar mal, Emy era una chica muy correcta —a rasgos generales— pero sus manos se le escapan con ganas de salvar un poco la vanidad que le había sido herida cuando la señora les hubo rechazado para ayudantes de casa por su edad.

—Estoy segura de que solo nos rechaza porque no quiere soltar más dinero. —recriminó llegando a las escaleras.

—Haz silencio, y deja tus confabulaciones para luego. —regañó la más alta deteniéndose en el primer escalón.

La otra se limitó a hacer una par de muecas inconformes y continuar revisando la casa con la mirada. Desde que hubieron entrado habían visto por lo menos tres mujeres distintas en mandil ocupándose de la lavandería, cocina y estancia. La necesidad de otro par de personas había llegado a sus oídos por la amiga de la prima de la hija de la vecina de Meredith y el simple hecho de haber tenido que llegar hasta esa casa para entrevistarse para ser rechazadas les fue insoportable a ambas. Claro que una lo demostraba más que otra.

Para cuando sus pies llegaron a la primera planta el silencio fue sustituido por unas exclamaciones de una voz masculina. Inevitablemente Emy fijó su atención en las palabras disgustadas que resonaban y al mismo tiempo el par de empleadas que pasaban ignoraban como si no les interesara.

—¿Qué haces aquí? —eran palabras que aunque no alcanzaban a ser gritos se pronunciaban con firmeza y eran escupidas con molestia.

Emy logró divisar por la puerta entre abierta como un chico arrimaba a otro en la cocina. Aunque de la misma altura, los rasgos de uno pertenecían sin duda alguna a la señora que acababa de ver. El hijo de casa tal vez.

De inmediato codeó a su amiga, enseñándole una sonrisa.

—O era el dinero que querían acumular en el bolsillo, o que ya había suficiente gente aquí siendo testigo de los escándalos, Meredith. —encogió los hombros.

—Deberías ya dejar de mirar donde no te llaman. —regañó— Que su hijo esté pegadito a un chico no es nuestro problema. —concluyó divertida antes de que una señora de limpieza les abriera la puerta para poder retirarse.

Y la puerta fue cerrada de nuevo. Igualmente la señora limpió sus manos en su mandil, volviendo a su estado de indiferencia para con los hijos de la señora Kim. Sus conflictos eran solo de ellos. De ellos y un tal Yixing, ese chico que acababa de entrar hace menos de media hora a la casa.

Y por puras ganas de hablar y necesidad de liberar chisme, se los voy a contar.

Yixing, con el que la suerte se desgració el día de hoy, caminó tranquilo al lado de Siwon. Estaba muy tranquilo, la vida era bella, tranquila y transcurría sin problemas. Al menos por unos siete minutos.

No fue difícil divisar la casa de Junmyeon cuando esta se cruzó en el panorama. Un escalofrío se dio la libertad de recorrer sus brazos. La tensión de ser visto por él le provocaba estragos en el pecho. Yixing hubiera deseado no hacerle caso a Luhan cuando le dijo que siguiera a Junmyeon. En el momento en el que Siwon se detuvo y sobre sus talones giró unos grados para continuar avanzando hacia la puerta todo fue más claro.

Esa entrada retenía cierto momento que ocasionaba explosiones de colores en las mejillas del menor y provocaba que sus labios se apretaran en una mueca extraña.

—¿Estás bien?

—Ah, sí. Yo, solo, es que. —tomó aire— Recordé, que tengo tareas, estudiar. Ya sabes, cosas de escuela.

—Oh, vamos. Dijiste que comerías algo, no te atrevas a irte.

Antes de que el menor pudiera negarse de nuevo, Siwon ya había insertado las llaves en la cerradura y quitado el seguro. Para cuando quiso inventar una mala excusa para escapar, él ya estaba dentro de la casa, sacudiendo sus zapatos en el tapete.

—Pasa. —lo invitó de nuevo.

Sus piernas temblaron, casi se fue de cara con solo querer poner un pie dentro de la casa. No podía decirle a Siwon él por qué no debía estar ahí. El acosar a su hermano días enteros, incluso robarle un beso en la puerta de la casa para luego salir corriendo.

A Yixing le pareció divertido en su momento, pero ahora sus mejillas no opinaban lo mismo y se vengaban mostrando el carmesí en su rostro. Al igual que sus piernas, que con un hormigueo sobre los muslos le jugaban una mala pasada al momento de atravesar la entrada.

Siwon lo guio hasta la sala. Los cojines perfectamente alineados con las esquinas de los muebles. El crédito de eso, lo limpio de las alfombras, las cortinas emanando ese olor a pino, y de todo lo presente, era para las señoras con uniforme que se atravesaban.

Ni en la casa de Minseok o KyungSoo pudo haber visto tal orden.

—Siéntate. —Siwon mostró la llamada entrante en su celular— Debo contestar, ya vengo.

Hasta los teléfonos iban en vibrador en esa casa. Todo parecía predispuesto, en una alineación exacta. Preciso para que todo transcurriera de cierta forma.

Sentado ahora en el sillón, Yixing se dejó llevar por los halagos internos al ambiente. No percibió cuando los pasos por la escalera se hacían presentes en el silencio, fue hasta cuando un gritillo de una voz que ya conocía le atravesó los oídos que reaccionó.

«¡¿Siwon, haz cogido mis audífonos?!»

Dio un salto sobre su lugar y tragó duro, se puso de pie de inmediato temblando— Diablos. —susurró para sí mismo.

Aunque suene ridículo, sus nervios lo enredaron entre las cortinas. Quiso esconderse donde fuera. Si Junmyeon lo veía ahí... Uff. Quien sabe que pasaría, pero Yixing no quería averiguarlo, por lo que corrió.

La cera del piso lo hizo resbalar, pero para su buena suerte la puerta batiente de la cocina lo recibió sin golpes. La cerámica del suelo permitió que ya dentro pudiera dar todas las vueltas que quisiera. Estúpido el mundo y de paso el decorador del lugar, que por su culpa no había ni un armario en ese cuarto. Si encontrara un cajón vacío era posible que pudiera poner en práctica las costumbres de Minseok. Sí, eso sería bueno.

Giró hasta marearse. Si saliera por la ventana después tendría que ir a la cafetería a hablar con Chang Min para que le transmitiera sus disculpas a Siwon por salir cual criminal de su casa.

—Tranquilo, tranquilo, tranquilo. —repetía, recordándose como respirar— No te va a ver.

Y no era cierto. Puede que la gente pudiente con aspiraciones plutónicas e inclinaciones de nobleza no quisieran juntarse con la servidumbre y reclamaban por sus comidas desde la comodidad de su cuarto, pero Junmyeon no era de esa gente.

Tenía una fascinación por darle la contra a su madre. Llevaba su propia llave en el bolsillo, no se dejaba abrir la puerta por las empleadas, ni si quiera servir una taza de té si podía impedirlo. Solo durante las comidas era obligado a ser servido; y como punto extra, desde que Siwon hubo llegado a la casa los almuerzos y cenas eran en familia. O bueno, disque familia.

Junmyeon entró a la cocina con la mirada clavada en la pantalla táctil de su celular. Pasaba su pulgar por toda esta, sin levantar la cabeza. No fue hasta que en su vista periférica se cruzaron unas zapatillas gastadas y descoloridas cuando su atención se desvió.

Y entonces el mundo explotó en mil pedazos y los cerebros de toda la población quedaron fundidos en una masa amorfa, de la misma manera que Chanyeol al despertar.

—Hola. —dijo Yixing ahogándose.

—¿Qué haces aquí?

—¡No lo malinterpretes! No me colé, Siwon Hyung me invitó, no estoy de colado, por favor no me mates, solo pasaba por la zona y me topé con él. En la vida creí que ustedes tuvieran parentesco, digo, ni siquiera se parecen y;

—¡Ya cállate!

Suho dio pasos demandantes hacia Yixing, estaba confundido y a la vez molesto. Y si no fuera por las plantillas de sus zapatos, seguro hubiera quedado milímetros por debajo del menor.

«Seguro yo termino creciendo más.» Pensó para sus adentros, le quedaba hasta fin de año, máximo.

—¡Junmyeonnie! Ya veo que te topaste con Yixing. —se escuchó por detrás. El aludido dio vuelta sobre sus talones, su hermano mayor caminaba hacia él y hábil lo atrapó en un abrazo por los hombros.

—Siwon Hyung, tengo aun esa tarea que te mencioné, así que creo debería irme. —balbuceó rápido.

—Parece que tuvieran la misma edad.

—Sí, la tenemos. —respondió Suho en un suspiro— Vamos en la misma clase.

—¡Oh! ¿En serio?

Junmyeon aguantaba su berrinche, del por qué Yixing había irrumpido en su casa y el internet estaba dándosela de reinita cada dos por tres.

—Entonces, ya que son amigos, podrían quedarse acompañados un rato.

—No somos amigos. —inquirió Suho, siento ignorado.

—Tengo que salir, un amigo me acaba de llamar, tiene unos asuntos con mis papeles.

—Pero no quiero quedarme con él. —seguía reclamando.

—Tengo que renovarlos pronto, me iré pronto de Corea.

—Poco o nada importa. —concluyó sus quejidos.

—¡Hecho! Quédense. Yixing, puedes enseñarle algo a Junmyeonnie. Es un poco flojo con sus clases.

—Ehm, yo, no creo que.

—¡Todos de acuerdo!

No hubo tiempo de negarse, Siwon ya había salido disparado por la puerta, estaba retrasado.

—Tú te vas. —sentenció Junmyeon tomando la muñeca ajena.

Lo sacó de la cocina. Su hermano ya no estaba, siquiera su chaqueta en el perchero, pero no estaba para detalles. Suho estaba más concentrado en sacar a ese intruso de su casa. Y todo hubiese salido bien si los gritillos agudos y molestos no se hubieran colado por la escalera.

—¡Señora Lee, mi café no está listo! —la mujer sonaba molesta.

Los tacones anunciaban su llegada. Suho ni se movió, por lo tanto tampoco el invitado. Al pie de la escalera tragó saliva, lamentándose el por qué tenía que haber ido por pan a la cocina.

—Junmyeon. —habló la señora con una mueca en el rostro— ¿Quién es el muchacho?

De acuerdo, ni él era tan cruel como para dárselo en bandeja de plata a su madre. Explicarle una complicada historia llena de besos y apuestas no era opción. Le quedó aceptar el destino y aflojar el agarre sobre la piel de Yixing.

—Es un amigo del instituto. Me va a ayudar con álgebra.

La señora Kim analizó al chino de pies a cabeza, arqueando las cejas y torciendo el labio superior en una mueca.

—¿Cuánto está cobrándote?

—Es un amigo. —repitió Junmyeon, ofendido— Es por pura cortesía.

Ella encogió los hombros, terminando de pasar por los escalones sobrantes.

—De acuerdo, ve a estudiar. Yo voy a salir, hay dinero en mi mesa de noche, compra algo de cenar, las empleadas se retiran temprano esta semana.

—Sí, madre.

Tirando de Yixing subieron apurados los tres pisos en escaleras antes de llegar al cuarto del mayor. Ya ahí, frente a la puerta, lo lanzó dentro de la recamara cerrando por su tras y estrellando luego su cabeza contra la madera, de forma constante y rítmica.

—Junmyeon...

—Silencio, que si entro en razón decidiré lanzarte por la ventana. —suspiró señalando la dichosa ventana abierta.

El chino asintió con velocidad. Los Yixings del mundo no volaban, no al menos por ahora. La naturaleza aun no era buena con ellos y los traía al mundo con alas.

—Ahora, —inició el mayor sentándose en la cama— esto es raro, puedo decir.

—Lo sé. —respondió el contrario aun de pie a mitad de la habitación.

—No hablaremos de esto, conste.

—De acuerdo.

Ya sabemos que luego Luhan se enterará de todo a detalles, pero salteémoslo por ahora.

—Junmyeon, ¿entonces qué?

—En primera, soy tu mayor, debes llamarme Hyung. —anunció mirándolo por primera vez a los ojos— Y en segunda... Más te vale enseñar bien el álgebra.

Es pecho de Yixing se encogió al ver como Suho palmeaba un lugar a su lado— ¡Claro, Hyung!

{*}

KyungSoo miraba su ventana de forma constante y casi paranoica. Escondido en una esquina de esta, cubriendo su cuerpo con las cortinas y solo mostrando su cabeza a la calle. Estaba convencido de que alguien venía por su tras cuando caminaba a casa. No volteó en ningún momento, aunque firme en su observación a Jongin con respecto a sus miradas durante clases, KyungSoo no era lo suficientemente fuerte como para encarar a un acosador y aunque eso fue ya hacía horas, seguía pegado al cristal.

Dependía de las intenciones, cabe resaltar. Y el mayor no sabía cuáles eran las de Jongin.

—¡KyungSoo Hyung! —esa voz lo sacó de su ensoñación.

Había quedado mirando al vacío en la ventana, pero sin la atención puesta en lo que sus ojos se posaban. Era Kai, sonriente y saludando con la mano.

De pronto, la cobardía de Minseok, Baekhyun, Tao y la suya misma se apoderaron de sus piernas, dando un paso en falso hacia atrás. Cayó de espaldas, asustando por la impresión. Su pulso acelerado por la adrenalina. No debía mirar de nuevo, eso le decía su conciencia. Pero con el estilo de Baekhyun, no le hizo caso.

Gateó hasta estar bajo los bordes de la ventana. Asomó apenas sus grandes ojos por las orillas, pero ya no había nadie. Consideró la idea de estar enloqueciendo, o que tal vez tomar del café edulcorado de su padre antes de salir a clases le había hecho daño.

Miau. —escuchó. Era su gato, que se acercaba tranquilo a su dueño que de forma extraña estaba en el piso.

—Lo siento, Pabilo. Estoy algo raro hoy, vamos a dormir. —le dijo.

—Miau.

—Lo sé, lo sé.

Tomó al animal por el torso, llevándolo junto a él a la cama, acurrucándose junto a este entre las almohadas. El felino ronroneo en la garganta de Soo estirándose para luego también caer dormido.

Pero lo que había visto y oído no eran alucinaciones causadas por azúcar artificial. Jongin estaba afuera, o estuvo. Los consejos de Chanyeol lo llevaron a casa de KyungSoo. El menor estaba orgulloso, sentía el mundo a sus pies, porque ahora más que nunca estaba decidido.

No importaría nada a partir de ahora. Ni el estatus, ni Chen, ni Kris, ni Suho. Estaba decidido a conquistar a Do KyungSoo a como dé lugar y ya tenía algunas ideas de cómo hacerlo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).