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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Cuando Minseok pensaba en voz alta de veras que lo hacía, refunfuñaba y renegaba al aire. Hablar con Baekhyun en muchas ocasiones era como hablar solo, no prestaba atención ni retenía información por mucho tiempo, como una pared, no daba respuestas ni soluciones y muchas veces tendía a interrumpir para hablar de sí mismo. Por suerte, esa no fue una esas veces.

El sábado a la noche Minseok estaba seguro de que estaría despierto. Por televisión estaban pasando una maratón de «Viaje a las estrellas» que él también se hubiera encargado de ver completo si la cena no se hubiera atravesado en sus planes. Pero eso no importa, a lo que iba era que cuando dieron las doce de la noche, tal vez un poco más, Minseok seguía con los ojos bien abiertos y con la seguridad de que ya nadie más estaba en pie. Tomó su celular y tragando saliva marcó tan rápido como pudo el número de Baekhyun. Estaba en marcación rápida en realidad, también lo tenía en una lista apartada como sus favoritos, pero la ansiedad no permitió que el mayor lo recordara y tuviera que buscar por todo el cuadro de contactos. Esperó un par de pitidos y como predijo, descolgó la voz fastidiada y algo ida de Baekhyun que seguro aún tenía los ojos en la pantalla del televisor como para prestarle demasiada importancia al identificador del teléfono.

Byun Baekhyun; diga.

—¿Ahora así contestas tu celular?

¿No deberías estar dormido, Minseok?

—No si quieres escuchar esto completo.

Le duró unos minutos más de introducción al asunto, pero en cuanto Baekhyun escuchó la temblorosa voz que pronunciaba «Jongdae cenó con nosotros» no puedo evitar desconcentrarse y perderle el hilo a lo que miraba en el televisor. Apagó todo, quedando a oscuras y en cuestión de segundos se encontró metido entre las sábanas de pies a cabeza.

Ahora sí, puedes continuar. —le dirigió el menor a través de la línea.

Minseok recogió sus piernas, abrazándose a ellas y apoyando el cuerpo en el respaldar de la cama. Su estómago dolía, tal vez por el revoltijo de sorpresas que hubo recibido, tal vez porque su madre no entendía que era vinagre y que aceite.

Habló con susurros. Comenzó con el incidente en el supermercado, continuando una promesa de no volver a acompañar a nadie más en su vida a comprar. El relato continuó con los extraños cambios y giros en el habla de Jongdae, para darle sentido luego con la explicación que él mismo le había dado.

Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad. —le interrumpió Baekhyun al final.

—¿Y cuál se supone es mi poder? Si no te importa explicarlo. —contestó el mayor curioso a la cita.

El encontrarte con esos rasgos de Jongdae, esos que nadie más imagina que existen.

A Baekhyun se le daba de poeta a veces, parecía en ocasiones tener cierto brillo y perspectiva de las cosas. Pero aun así Minseok se guardó para sí mismo que Jongdae le ocultó un par de vegetales sin nombre que le fue imposible tragar y que se había sentido tan bien cuando su menor le tomó de la cintura para evitar que Chang Min le diera un abrazo y beso al despedirse. Que no había querido despegarse en ningún momento. Yixing seguro estaba en lo cierto, Minseok era fácil de convencer, cumplidos y carita bonita.

Minseok no quería salir herido, no era estúpido, así que no lo aceptaría en voz alta, no al menos hasta superar por completo el rubor de sus mejillas.

『n88;』

—YiFan, he encontrado un nuevo departamento. Dime, ¿podrías pagar este tú solo?

Tao repitió eso todo el fin de semana, pero las palabras aún se expulsaban temblorosas y poco respetables de su boca. Hasta el espejo se burlaba de él. Estaba convencido de que debía hacerlo, por su bien y tal parecía que Victoria lo apoyaba por completo. No les había comentado nada a sus padres todavía, la explicación y las palabras adecuadas para «quiero vivir solo, sin mi mejor amigo el resto del año y tal vez luego regresar a China, igualmente sin él» no llegaban con facilidad.

—Hasta el espejo te tiene lastima, Tao.

—Estaba pensando algo parecido.

Victoria se burló amigablemente mientras entraba por la puerta abierta del baño. La chica tomó su cepillo de dientes y la pasta dental. Untando un poco sobre las cerdas se metió el cepillo a la boca y caminó hacia el pasillo perdiéndose por la cocina.

YiFan no había despertado aun, acostumbraba levantarse treinta minutos antes, cambiarse con rapidez y salir corriendo a esperar el colectivo sin desayunar. Todo lo contrario a su compañero, que con una hora y media de anticipación ya estaba de pie. Victoria era arrastrada junto con él, con el sueño tan ligero y delicado.

Desde que llegó su hábito de sueño había sido regulado a Seúl, estando ella acostumbrada al horario en Beijing. Corea era una hora más de hecho, pero para alguien que despierta a medio día, de cualquier forma le descolocaba levantarse a las seis de la mañana.

—No tengo mucho que hacer sin ti para hablar o YiFan para insultar. ¿Quieres que vaya por ti a la salida? Podría conocer a tus amigos.

—No eres mi mamá, ¿tengo cara de niño de primaria?

—Entonces voy.

Tao le dedicó una última sonrisa a Victoria antes de salir. Tenía todo el tiempo del mundo para llegar, podía pasar por la panadería y caminar tranquilo porque llegaría temprano. Faltaba una larga hora para que las clases iniciaran y no había prisas con que lo arrearan. Tuvo mucho tiempo para pensar en lo que debía o necesitaba. Si las cosas tenían que hacerse las ejecutaría como se debía. Yifan era más complicado de combatir que un resfriado en invierno sin agua caliente para bañarse. Tenía que hacer algo a como dé lugar y Victoria se estaba encargando se ayudarlo dándole una mano.

Fueron varios minutos caminando, ni se dio cuenta que pasó la panadería. No dejó que le importase, solo continuó, Kyungsoo podría invitarle algo de comer. Dio una última vuelta en la esquina, para ver el instituto atravesar en el campo visual. La multitud todavía no estaba acumulada en la puerta. Era el momento perfecto de la mañana para entrar.

—¡Tao, al fin llegas!

Luhan y Baekhyun saltaron sobre él en cuanto atravesó el portón. Se aferraron cual garrapatas a sus piernas y pecho. Siendo más pequeños no le costó demasiado arrastrarlo hasta una de las bancas en la zona interna del patio. Ahí pudo depositar sus cuerpos como si de costales se tratara.

—¿Ahora que tienen? Si no les importa explicarme. —habló el menor.

—Minseok y Yixing no han venido, no llegarán. —lloriqueó Luhan.

Minseok, como siempre enfermo de cualquier cosa por cualquier cosa, justificaba su ausencia al inicio de la semana. Yixing, según su madre, tenía fiebre. En realidad estaba en perfecto estado, pero el tacto de su señora madre le indicaban que su temperatura subía a cada minuto. Volvía a la normalidad, luego sus mejillas volvían a encenderse en un color explosivo. Oh no, su bebé no iría a ningún lado. No importó cuanto Luhan le suplicó a la mujer ni juró cuidarlo todo el día, no cedió ni un poco.

—Entonces Minseok medio muerto, y Yixing bajo treinta sábanas. —simplificó Tao— ¡Esperen! ¡¿Dónde estás KyungSoo?!

—¡Tampoco vendrá!

Luhan atrajo al más alto para un abrazo grupal de autocompasión y quejidos nada varoniles en busca de auxilio. Nadie pudo evitar la vergüenza pública, pero KyungSoo claro que logró detenerla en un instante.

—Solo fui al baño, estúpidos. —ese era nuestro héroe de menos de dos metros tomando fotos del pobre cuadro, luego se las vendería a Minseok y Yixing por un precio bastante razonable.

La campana sonó dando anuncio al comienzo de las clases. Baekhyun y Luhan cruzaron sus brazos, entrelazando ambos y caminaron pegados al aula. Ambos ocuparon un asiento entre los dos ya que Minseok y Yixing no estaban la supervivencia era lo natural y entre amigos hay que cuidarse la espalda.

KyungSoo se sentó nervioso, se contenía de mirar a todos lados de reojo. Sus pantorrillas temblaban con el ritmo de sus latidos. No quería enfrentar lo que hasta hacía unos minutos estaba convencido de que era un mal sueño, uno muy real y fuera de lo que de verdad pudiera pasar. KyungSoo no sentía lo mismo, no por ahora.

Pero si giramos la mirada unos cuarentaicinco grados a la izquierda ahí está Jongin. Sin vergüenza y con gran descaro sonreía con todos los dientes. Observaba de reojo a KyungSoo y volvía la mirada alegre a los apuntes inexistentes de su cuaderno.

—Kai, ¿estás bien? —le preguntó YiFan.

—Sí, no hay ningún problema.

Y no había ninguno en realidad, no para Jongin, porque ahora más que nunca estaba feliz. Sonreía con ganas y confiado de que todo saldría bien. ¿Quién dice que Jongin no se sentía ansioso? Claro que lo hacía, pero no lo mostraba. KyungSoo no lo miraba, al menos no lo había atrapado haciéndolo. Quería, lo deseaba con muchas ganas, que estuviera pensando en él cuando notaba que sus ojos perdían la concentración de la clase. Cuando la mirada se le perdía. ¿Sería el único con tantas cosas en la cabeza? Pues no.

Ahora vamos un poco más adelante. Tenemos a Suho, Suho con frío de seguro, porque la bufanda que le rodea el cuello en realidad le cubría la mitad del rostro. Las niñas de primer año le habían tomado fotos hasta por gusto.

Y el día pasó rápido. Considerando todo lo que se cargaban las mentes de hoy, el tiempo tenía apuro de transcurrir y el receso no cubrió más que un pestañeo. Junmyeon notó la presencia que faltaba en el aula. ¿Debería sentirse culpable? No sabía, quería preguntarle a alguien. Consideró interrogar a Jongdae, pero el instinto desapareció cuando lo vio sonriendo y guiñando a las muchachas de la siguiente fila.

—Chen. —llamó volteando la cabeza al asiento de atrás.

—¿Sí? —preguntó sin siquiera mirarlo.

—¿No estás siendo un poco escandaloso?

—¿Disculpa? —Chen se incomodó, arqueando una ceja. Sehun y Chanyeol también lo hicieron. Chen se recostó sobre la carpeta con el ceño fruncido.

Suho se volvió a acomodar la bufanda sobre la nariz.

Si imaginamos que las alianzas en la actualidad son válidas, podemos decir que hoy en día las banderas blancas son reemplazadas con bufandas azules. Junmyeon tenía una idea en mente, pensó mucho en lo ocurrido en lo que la noche lo llevó a la mañana del lunes. Dudó mucho cuando vio esa bufanda debajo de su cama cuando se agachó a buscar sus zapatos. Se habría resbalado por ahí cuando Yixing salió corriendo, pero se lucía ahí extendida como una interrogante muda.

Lo primero que se le ocurrió fue entregar la ofrenda de paz frente a la clase, dejando de lado rencores y molestias. Pero Yixing no llegó. Era el destino quien hablaba, así que Junmyeon solo tuvo la chalina sobre su cuello en silencio.

Fue a la salida hasta cuando volvió a recordar el tema.

—Sehun, vas a ir quedarte en mi casa hoy, ¿no? —preguntó Suho mirando a su menor.

—Exacto, traje mi cambio de ropa. —sonrió el más alto señalando la mochila abultada que había cargado a la espalda todo el día.

—Entonces acompáñame un segundo.

El salón se iba vaciando, los otros cuatro ya se habían despedido hace unos segundos atrás consientes de los planes del par para ese día. Cualquier cosa antes de que ellos les pidieran acompañarlos hasta la casa de Suho, cualquier cosa antes de cruzarse con la señora Kim.

Ambos levantaron sus cosas, el silencio en el aula se hizo cuando la mayoría de chicas se hubo retirado. Ahí, en el otro extremo del salón estaba Luhan metido debajo de la mesa. Buscando quien sabe qué. Suho aguantó la risa cuando vio cómo se golpeó la cabeza. Sehun miraba confundido, Junmyeon acercándose a Luhan era extraño.

—Luhan. —llamó.

El aludido escuchó la voz, poniéndose la piel de gallina al instante. El regresar por su lápiz al salón había sido la peor de las ideas. Si salía con lesiones esta vez, se moriría. Prefirió no salir de su escondite, asomando únicamente la cabeza. Sus ojos se levantaron, alcanzando mucho más arriba la silueta de Sehun y Suho.

—¿Puedo ayudarte en algo? —soltó con un hilo de voz.

Junmyeon desenredó la bufanda. Luhan reconocía esa prenda, el color y la textura que podría reconocer a distancia y ahora las dudas se disipaban, porque desde que Suho entró con eso en el cuello sabía que algo estaba mal.

—Toma, se quedó en mi casa el otro día. —le dirigió extendiendo la mano.

Sehun achinó los ojos antes la situación. Cuando Luhan hubo recibido la bufanda y Junmyeon empezó a avanzar hasta la salida Sehun se cuestionaba que tanto conocía a Suho en primer lugar para no saber que hizo el fin de semana, o cuanto se conocía él mismo como para no reconocer el hincón que se presentó en su estómago cuando vio a Luhan sonreír ante su amigo.

Ahí se terminó el día, en parte. No era que las cosas fueran lo que pareciesen.

Baekhyun había salido temprano, antes que sus amigos. Se apuró en nombre de su madre. Siempre ponía de excusa a la señora Byun, cada que tenía algo que hacer y no quería que alguien se enterara se apresuraba en correr lejos y perderse de vista con pretextos simplones como «Mi madre me necesita en casa». Ese día anunció que tendrían que ayudar a lavar unos edredones tan gruesos como su orgullo.

Si Minseok hubiera estado ahí podría haber encontrado la verdad en todo eso, o al menos sospechar que Baekhyun era alérgico al detergente y de paso no tenía tales edredones. Tao le reclamó bastante, le replicó que Victoria iba a ir por ellos solo para conocerlos, pero ni siquiera ese chantaje logró persuadir un poco a su mayor, que tomó su mochila y echó a andar antes que nadie más pusiera un pie fuera del aula.

Él corrió al baño. Se escondió ahí hasta que el bullicio fue bajando. Aseguró la entrada con llave. Tenía los pómulos encendidos, sabía a qué iba. La misma razón por la que se iba temprano del colegio y llegaba tarde a casa. Su padre le recibía por lo general. No le hacía preguntas y solo le indicaba que su almuerzo se había enfriado de tanto esperarlo. Casi una semana parecía haber pasado desde que empezó todo eso.

La puerta dio unos golpes afuera. Uno, un par de segundos y luego dos seguidos. Baekhyun sabía quién era, por lo que abrió la puerta agitado por adelantado. El pulso le temblaba y una sonrisa tímida luchaba por dibujaste entre sus mejillas.

—Hola.

Esa voz que salía como un suspiro. Chanyeol bloqueaba gran parte de la luz externa. El foco del mismo baño tenía una luz débil y miserable. Cerró la puerta por su tras. No dijeron nada, sonrieron nerviosos. ¿Cuándo la situación había cambiado de tal forma? Hace un par de meses el aire entre los dos era asfixiante y la distancia que se imponían era abismal. Pero ahora todo distinto e impuesto por necesidad, era complicado.

—Hola. —le respondió el más pequeño.

Chanyeol dio un paso al frente, estaba ahora más cerca de Baekhyun. La conversación era nula. Baekhyun intentó hablar, soltar unas palabras, quizás mencionar los exámenes. Pero se perdía, los dedos se cruzaron unos con otros. Chanyeol interrumpió, tomó sus manos.

—¿Qué tal los ejercicios de lenguaje?

Baekhyun se sintió un poco mejor, sabía que el contrario se sentía igual de raro. Comprendía que la situación enmarañada le afectaba, no existían tales ejercicios.

—Los resolví, ¿tú no? Tal vez no los entendiste, o quizás no lo intentaste...

Baekhyun continuó hablando, un sinsentido de palabras sobre una tarea que no había.

La falta de significado entre ellos dos, complicado o no, Chanyeol no podía ignorar más como la vista se le desviaba y el cuerpo le pedía más que solo admirar. Pasó las manos a la cadera de Baekhyun, empujándolo con delicadeza.

Su espalda chocó con el lavabo. Ese lugar era más amplio. Al menos tres cubículos en ese piso para cubrir parte del plantel de alumnos, el doble que en la cafetería. Mucho más espacio, aunque no lo aprovechaban, Chanyeol continuaba con el cuerpo pegado al contrario.

Se inclinó cada vez más, Baekhyun tembló. Le observó la boca, como esperando que se acercara más para reaccionar.

—Cierra los ojos. —le pidió, notando la falta de movimiento.

Lo atrapó. Baekhyun seguía siendo torpe con todo. No sabía si de verdad besaba bien, no quería preguntar, solo estaba seguro de que Chanyeol lo hacía de maravilla. Que cada persona con la que él hubiera estado antes debía haberle entrenado lo suficiente.

Chanyeol le recorría la boca, era extraño. Sus labios se juntaban y resbalaban. Sus manos se aventuraban, surcaban sus cabellos. Chanyeol hacía lo mismo, le recorría la espalda. Estaban tomando práctica en eso, conocía mejor ciertos lados de Baekhyun que nadie más veía. Se sentía orgulloso de ser el único en conocer el sabor de su boca y como se sentía su piel cuando se calentaba. Baekhyun también quería comprender como es que había odiado tanto su existencia, que había desperdiciado tanto tiempo al no conocer tal agitación cuando la yema de sus dedos le pasaba por las mejillas y le dibujaba los hoyuelos con círculos.

—Sí...

—La tarea.

—Claro, eso.

No sabían cuánto duraría, si Chanyeol algún día entendería cual era la diferencia entre Star Wars o Star Trek, si Baekhyun lograría comprender la diferencia entre rojo y vino tinto. Pero tenían la certeza, cada uno a su manera y por su lado, que tendrían que descubrir, porque algo realmente espinoso estaba naciendo.


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