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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—Hey, ¿tienes cambio?

Chanyeol salió de su imaginación de golpe, enfocando la vista en la muchacha de cabellos largos que sin respetar su espacio le buscaba en el rostro como si las monedas fueran a salir de su boca. Contrajo un poco el cuerpo por la impresión. La chica era alta y seguro mayor que él.

—Ehm, —inició volviendo a la tierra— creo, creo que sí.

Metió su diestra en el bolsillo, rebuscando un par de segundos, sin encontrar nada más que un par de billetes destinados para la cena que debía comprar antes de llegar a casa. Chanyeol, aún consiente de que el bolsillo contrario estaba igual le dio una revisada rápida ante la mirada de la muchacha para no verse por completo inútil.

—No, lo siento.

La chica le dio un ligero gracias antes de levantar la cabeza y disponerse a seguir caminando. Lo hubiera hecho, seguro que sí, si no fuera porque el rostro pálido del chico con el que acababa de hablar se había perdido nuevamente entre las líneas de la acera que de interesante no tenía nada.

—Hey. —lo llamó tocándole el hombro, notando como la expresión de curiosidad y sorpresa se plantaban en los ojos del castaño— ¿Te sientes bien?

Chanyeol soltó sin querer un suspiro con una sonrisa irónica— ¿Se nota mucho?

No quería ser dramático, no quería inspirar lástima en aquella desconocida, pero Chanyeol se sentía un tanto perdido al estar sentado en medio de aquella plaza, frente a la fuente y aun así no poder centrar su atención en los niños con patines que se iban de cara al intentar dominarlos. Pobre Chanyeol, no pensaba en otra cosa que no fuera Baekhyun.

El morbo de la situación lo estaba carcomiendo con esmero.

—Naty, soy Naty. —le dijo la chica extendiéndole una mano y tomando lugar a su izquierda en aquella banca un tanto despintada.

—Chanyeol. —se presentó recibiendo el gesto.

Apretó ligeramente la mano de Naty para soltarla a los segundos. Dejó caer sus hombros con flojera, encorvando su cuerpo— ¿Estás bien? —le volvió a preguntar la chica.

—Un poco.

La muchacha lo miró. Analizó las uñas mordidas de sus dedos y las mangas largas, tanto como para cubrirle los pulgares al chico. Su cabello estaba desordenado y con un par de pelusas blancas que evitaban por completo que se disimulara que el estilo desgreñado no era intencional.

—Chanyeol, —pronunció lento esperando estar diciendo bien el nombre de su menor— ¿cuál es su historia? Me la puedes contar, si tienes tiempo claro está.

El mencionado levantó la mirada, chocando con los ojos de la chica. Sonreía como si estuviera muy segura de que lo que estaba preguntando tuviera sentido y no fuera de mala educación o por lo menos un poco imprudente que estuviera invadiendo la privacidad ajena.

—¿Historia? —inició extrañado— No hay historia.

—Sí que la hay, —anunció colocando sus manos sobre las rodillas descubiertas por su falda— estoy segura de eso por dos cosas muy simples. Una, tu mirada la he visto antes, demasiadas veces para mi gusto. Pareces tener hambre, sueño o quizás sea el desvarío en tu mente.

Chanyeol pestañeó sorprendido con el atino de sus palabras— ¿Y la segunda?

—La segunda, —suspiró sonriendo— esto parece un encuentro bien a lo programa de televisión y no te has inmutado. Ni me preguntaste mi nombre.

—Oh…

—Eso y que no me has vito el pecho. —se rio.

El menor abrió los ojos de la impresión, sonrojándose con los segundos y evitando que su mirada cayera sobre el busto de la chica. La verdad ni lo había notado, no tenía interés alguno en hacerlo. No tenía la necesidad de calcular que tipo de copa llevaba.

—Por esas dos simples cosas puedo preguntarte cuál es tu historia. Seguro tienes una, quizás esa persona te ha dejado un poco confundido. Es eso o que simplemente eres gay.

Ambos rieron, Chanyeol se rascó la nuca disimulando que esa mujer estaba dando en el clavo con lo que soltaba sin pensar, sin querer.

Chanyeol suspiró— ¿Alguna vez has odiado tanto a alguien que te hirió? Seguro que sí, no sé ni para qué pregunto;

—Sí, a mucha gente. —le interrumpió— Continúa… —indicó.

—Entonces… si has odiado mucho a alguien por herirte, ¿alguna vez has caído en confundir todo eso? Oh, no, espera, lo dije mal. No es que lo confunda, no hablo de amor… pero, ¿has hecho cosas que no corresponden al odio con alguien así?

—Mhn… —pensó Naty— Una vez, cuando iba en secundaria, besé a un chico que no me caía nada de nada.

—¿Recuerdas por qué?

—No. —negó a la vez con la cabeza.

La mujer no estaba siendo de mucha ayuda. Chanyeol se limitó a rodar los ojos y retomar lo que estaba diciendo— Quizás estoy enredando mucho las cosas.

—¿Por qué lo dices?

Chanyeol procedió a explicar. Inició con un inicio de clases usual, las chicas pidiéndoles el número de celular tanto a él como a su grupo, las cosas iban bien. Se sentía augusto, disfrutaba la atención que daba y recibía. Por supuesto que para propósitos de la historia eso no duró demasiado, porque existía un niño muy intranquilo que albergaba un odio ciego a los seis chicos.

—Chanyeol, si estás jugando conmigo debería irme, esto parece un historia inventaba por una niña sin mucha vida social. —soltó apoyando la cabeza sobre sus manos — Aunque ya me podía imaginar que eras gay, claro.

—¡No miento! —exclamó— Todo es cierto.

Baekhyun era su nombre, así se llamaba el chico que lo había lastimado. Había sido tan cruel como Kris cuando no conseguía lo que quería. Lo había prejuzgado y disminuido su naciente amistad a nada.

—O sea hirió tu pobre corazón de niña adolescente.

—Creo que esto me hace reconsiderar la confianza que le doy a los extraños.

—Sí, tal vez deberías. —mencionó Naty— Continúa.

Una cosa iba tras de otra. Las guerrillas para ganar la batalla oficialmente fueron complicadas y Chanyeol hizo cosas que no pensó hacer antes, golpear a una que otra persona por ejemplo.

—Ya me estoy confundiendo, ¿a dónde va la historia?

—La historia termina, comienza o se quedó; como quieras decirlo, en que ese chico y yo empezamos a besarnos.

—¿Qué…?

—Sí, besos que sin querer yo inicié. Lo veo en el baño del instituto para besarlo, me deja tocarlo un poco y él hace lo mismo… —decía Chanyeol un poco sonrojado— Incluso tuve un arranque extraño de adrenalina y lo invité a mi casa. Lo sé, suena demasiado horrible y pervertido, pero no lo hice con intenciones ocultas.

—Niño, —interrumpió— te conozco media hora y puedo dar por seguro que tú no podrías completar nada si lo tuvieras desnudo debajo de ti.

Chanyeol hizo una mueca, imitando sus últimas palabras con una voz infantil y chillona, un poco ofendido por el comentario.

—¿Y el problema es…?

—El problema es que no sé qué hacer, nos odiamos;

—¿Odiarse? —exclamó Naty riendo— ¡Ustedes no se odian! Si se odiaran no se besarían con tanta desesperación y no estuvieran al borde de acostarse sin condón.

Las mejillas de Chanyeol eran de un rojo sumamente vivo, eso considerando que la chica que acababa de conocer estaba gritando todo lo que le decía en confidencia a mitad de la plaza con tanta euforia que la mitad de transeúntes voltearon a verlos.

—Shshshsh. —la calló— ¿No puedes bajar la voz?

Naty suspiró— Debes correr, se hace tarde. —dijo rápidamente, haciéndole señas sobre su reloj de pulsera con los dedos para que se apresurara en caminar.

—¿Tarde para qué?

—Para solucionar las cosas. —explicó levantándose de su lugar, limpiando su falda en el proceso— Enredas las cosas tanto como para ti como para él. Así que debes correr. —concluyó dando vuelta sobre sus talones— ¡Hasta la siguiente ocasión!

Naty caminaba mientras se despedía de espaldas con una mano bien tendida sobre su cabeza hasta perderse entre la gente.

—Bien, pies, llévenme a donde deban hacerlo. —se dijo a sí mismo. Se levantó del asiento muy decidido a hacer las cosas bien.

Empezó a caminar con una sonrisa, muy leve pero constante, tatuada en el rostro. No fue hasta una o dos cuadras más tarde que se dio cuenta de que no tenía a donde ir. No sabía dónde vivía Baekhyun, no tenía su número como para llamarlo y preguntar; o en el mejor de los casos poder pedirle un pequeño encuentro —claro que en vía pública para no desviar el tema—, para hablar de lo que pasaba. Chanyeol estaba muy perdido. Las cosas no iban ni venían, ¡nada funcionaba! Como el cerebro de Jongdae durante la clase de gramática.

Solo siguió con su rumbo, esperando que las cosas tomaran formas por sí solas. No quería volver a casa, su padre seguro estaría jugando con su consola de videojuegos y arruinando su apetito con la bolsa de cereal que había en la alacena. No serviría de todos modos que llegara con la cena, sabía que terminaría comiendo solo en su habitación mientras se torturaba con lo que hacía y dejaba de hacer con Byun Baekhyun.

Quizás fue media hora caminando; el sol se había puesto o estaba en el proceso cuando notó que sus pies habían hecho su trabajo.

—¡¿Es en serio, pies?! —exclamó frustrado cuando se vio frente a la casa de Junmyeon.

Seguro no había visitado la residencia Kim desde Año Nuevo y una que otra vez durante vacaciones en las que recogía a Suho en la puerta de su casa para ir a parar a la cafetería donde muchas cosas se torcieron para mal.

Suspiró como última instancia, no había otra cosa que hacer. Colocó sus pies sobre la acera que dividía la calle de la entrada principal para llegar hasta esta. Tocó la puerta un par de veces, algo nervioso claro está. La señora Kim era aterradora.

—¿Sí, joven? —era una de las empleadas la que abría la puerta con su mandil blanco y el ceño fruncido— ¿Qué desea?

—Buenas tardes, vengo a ver a Junmyeon.

—Soy Chanyeol. —respondió pasando sin autorización— Park Chanyeol; su amigo de la preparatoria, seguro me conoce o recuerda mi nombre, vengo desde que estamos en secundaria…

—Joven, no puede pasar;

—Oh, sí puedo —interrumpió rápido— Suho me espera, con su permiso, voy subiendo.

El más alto salió disparado por la escalera. No era que quisiera ser maleducado, pero cuando alguien llegaba de improviso en esa casa tenían la extraña e incómoda costumbre de anunciar al visitante como si fuera el próximo sujeto destinado a la horca.

Y bueno, si se cruzaba con la señora Kim, no eran muy diferentes las situaciones.

Corrió por la escalera, gastando sus energías hasta llegar a la tercera planta. La puerta lo recibía entreabierta con Junmyeon adentro— ¡Adivina quién llegó para alegrarte la vida!

Suho levantó a cabeza de inmediato. Hacía solo unos segundos estaba dando vueltas por su habitación de forma nerviosa, con las uñas entre sus dientes y agitando su cabello cuanto le fuera posible. Estaba muy nervioso y un Chanyeol que llegaba sin avisar no era lo que quería.

—¿Qué haces aquí y cómo lograste pasar?

—Eso no importa, —inició el más alto— quería hablar de algo y sin querer llegué aquí, contigo.

—Que buena suerte tengo. —escupió sarcástico al ver como Chanyeol tomaba lugar sobre su cama— Pero si no te importa, —aclaró su garganta ansioso— estoy a mitad de algo. Interrumpes mi tiempo de pensar a solas.

—Pero, Junmyeon, —susurró Chanyeol angustiado— es importante.

El mencionado suspiró, tomando lugar junto a su menor. Estaba alterado, pero si Chanyeol quería hablar seriamente con él debía dejar su reciente nerviosismo de lado. Escuchó atento, lo que el contrario le decía; balbuceaba mucho y no lograba entender lo que estaba tratando de transmitir. Sus palabras no tenían relación una con la otra, no lograba conectar frases por completo.

—Chanyeol, dilo de una vez. —pidió.

—Digamos… —respiró hondo— Digamos que tienes que comprar dulces, o bueno, no tienes, sino quieres. Al principio odiabas los dulces, pero ahora lo quieres tener…. en la boca. Y no habría problema si la gente aceptara que tú comieras dulces, claro, pero en realidad nadie debe verte comiéndolos… —dijo sin mucha coherencia, sin saber lo que el otro interpretaba— Quizás ahora quieres esos dulces aunque nadie lo considere sano o lógico. Ni siquiera sabes para qué quieres los dulces, pero tienes la curiosidad de averiguarlo…

Tal vez Junmyeon malinterpretó un poco las cosas, quizás Chanyeol no se explicó bien, pero…

—¡De acuerdo, lo sabes! —exclamó Suho bastante alterado y levantándose de la cama de golpe— ¡Estoy saliendo con Zhang!

Ups, las cosas salían a flote de forma muy abrupta.

{*}

—¡Alejandra, deja al niño en paz! —gritó la señora un poco avergonzada al ver como su niña se quería montar en la espalda del joven que a duras penos podía con su propio cuerpo y el paquete que de sus manos resbalaba.

La mujer despegó a su hija del trozo del extraño, devolviéndole el equilibrio— Lamento mucho las molestias, —inició la señora— le encantan esas cosas del demonio.

Y es la pequeña Alejandra amaba las paletas, de colores tan frutales como fueran posible y KyungSoo tenía en la mano una bolsa llena de esos. No era como si quisiera salir a vender a la calle a cambio de algunos wons como la niña había creído.  No, pero los dulces se fueron acumulando en el fondo de su mochila para el final de la semana, junto a varios lápices, borradores, separadores de libros y varias notitas escritas a mano.

Jongin de seguro no era demasiado bueno en eso de enamorar sin el toque coqueto y sensual de la seducción, pero al mayor le causaba ternura ver todos esos objetos acumulados bajo su pupitre cuando llegaba. Los escondía de inmediato, por lo cual nunca salieron de los bolsillos de su morral. Sonreía, por lástima quizás, por alegría también. Pero si quería evitar su vómito verbal, debería esperar a su casa para avergonzarse a sí mismo en soledad.

—No es problema, seño. —dijo sacudiendo las marcas de zapatillas que había quedado en sus pantalones— Ten uno.

KyungSoo cedió una de las paletas rosadas a la niña. La señora dudosa dejó que Alejandra la recibiera, eso de no aceptar dulces de extraños se le estaba olvidando a la niña. Pero bueno, no importaba por el momento, llegando a casa le recordaría lo primordial que era mantenerse al margen de la gente no conocida.

—Gracias, oppa. —contestó emocionada al gesto. KyungSoo acarició su cabeza, despeinándola y sacándole una sonrisa para continuar con su camino a casa.

«Para la próxima, no sacar regalos en la calle.»

Memorizó la frase mientras dejaba atrás la extraña escena, deteniéndose apenas unos segundos para volver a guara la bolsa de pequeñeces en su mochila antes de que otra meno lo atacara por la espalda.

KyungSoo adelantó sus pasos en cuanto acabó, suspirando con pesadez por el largo día y toda la carga de conciencia que llevaba con él.

—Vaya niña… —dijo bajito, aunque en realidad el problema no fuera con la pequeña que se había emocionado con la bolsa de dulces que había visto en sus manos. No, el problema era con otra persona. Ese chico alto y atractivo que por casualidades de la vida había llegado a gustar de él.

El problema era Kim Jongin.

Ese chico que se estaba esforzando en cumplir su palabra de enamorarlo con pequeños pasos era muy obvio; y precisamente ese era el problema. Era todo demasiado obvio, al menos para KyungSoo. Él había dejado de coquetear con las chicas y recibir cartas de declaración de los muchachos de años menores. Le sonreía cada que nadie miraba y se esmeraba en busca problemas matemáticos para dejárselos bajo la carpeta con la premisa espero que te ayude para cuando des tu examen de admisión a la universidad.

Jongin estaba siendo el chico más perfecto del mundo y eso lo traía intranquilo, porque KyungSoo seguía sin sentir nada que pudiera calificar como real. No quería sentir la responsabilidad de quererlo, odiaba la idea de gustar de Jongin porque tenía que hacerlo. A KyungSoo no le gustaban los sentimientos falsos, los odiaba, casi tanto como los finales abiertos.

KyungSoo tomó su celular del bolsillo delantero, llamando con la marcación rápida. Seguro iba a gastar el poco saldo que le quedaba, pero necesitaba escuchar la voz de Tao pronto. Las cosas no estaban yendo como a él le hubieran gustado, solo Tao podía tranquilizarlo y devolverlo a la tierra.

—Respira, respira, respira. —se ordenó a sí mismo intentando calmar el pulso que le temblaba al sostener su celular junto a su oído.

Y es que tenía que contarle un par de cosas. Sí, siempre le contaba todo a Tao, era su mejor amigo en todo el mundo. Pero esta era la excepción. Había ocultado este secreto con tano esmero que para Tao eran por completo desconocidos los planes que estaba ejecutando Jongin y los estragos que causaba en KyungSoo.

Él se sentía culpable por mentir. Aunque ocultar no fuera lo mismo que mentir, claro, se sentía igual de horrible en el estómago del mayor.

¿KyungSoo? —sonó al otro lado de la línea cuando la llamada se descolgó— ¿Qué pasó, todo bien?

—Sí, todo bien. —le respondió un poco cansado y con el tono decaído— Solo quería hablar un poco, ¿será que puedes salir?

—Oh, Soo, estoy a mitad de algo. Ehm…

—¡Oh! Lo siento, no quería interrumpir;

—No, KyungSoo, no interrumpes, solo qué;

—Tao, tranquilo, estoy bien. —dijo muy rápido— Solo necesitaba hablar, pero si no puedes no te puedo obligar. Podemos conversar luego sino tienes nada que hacer. Yo te puedo llamar más tarde si así lo deseas, no quiero interrumpir las cosas importantes que estés;

¡KyungSoo! —interrumpió Tao suspirando— Lo siento, no quise que sonara así… Ehm, yo… te mandaré mi dirección por mensaje, ¿quieres venir?

El pequeño se quedó callado unos segundos, sorprendido por el ofrecimiento— ¡Claro que quiero ir! —aunque la oferta no era para nada rechazable.


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