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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—Se me hizo raro que quisieras, —empezó Chanyeol cuando Baekhyun dio otro paso al frente en la fila— ya sabes, salir al exterior.

Nunca habían salido en público juntos, mucho menos acordado ir al centro comercial a plena luz el día. Ninguno estaba disfrazado o camuflado. De la forma más orgánica posible, estaban los dos en la fila de uno de los puestos que rodeaba el patio de comidas.

Era un buen día, el clima estaba fresco, la gente no se acumulaba y todos y cada uno de los amigos de ambos tenían planes. Bendita la suerte de tener la certeza de que ninguno de sus conocidos se les cruzaría mientras trataran de mantener una conversación neutral. Eso último fue idea de Baekhyun. Se conocía demasiado bien como para no adivinar que sentado en la habitación de Chanyeol solo podría encontrarse dudando de si decir lo que debía o no.

Chanyeol no lo comprendió sino hasta ese momento en el que escuchó su pregunta en voz alta y todos los recuerdos de ambos perdiendo el control se le cruzaron como carnaval frente a las narices.

—Ya lo entendí, no digas nada.

—Gracias, eh, —ironizó el mayor— pudo ser incómodo.

Un paso más y Baekhyun se encontró primero en la fila para pedir su comida e ir a sentarse a una de las mesas para tener una súper incómoda conversación.

—Una hamburguesa de carne con queso, sin gaseosa. —se dirigió a la señorita de uniforme amarillo al tiempo que contaba el dinero que tenía con la diestra.

—¿Nombre? —le preguntó mientras ingresaba los datos de la orden en la computadora.

—Baekhyun.

—Enseguida sale. —le dijo cuándo el rubio le entregó el costo exacto en la mano— Por favor, espere al costado.

El mayor hizo caso y se puso a un lado, seguido por Chanyeol. Apoyó los codos sobre la barra y se distrajo mirando cómo la gente entraba y salía con órdenes para deslizar. No acostumbraba comprar comida rápida, se le hacía curioso cuánta gente iba ahí por el gusto de comer chatarra.

—Espera, —un foquito en la cabeza de Baekhyun se encendió— oye, ¿no quieres algo? —preguntó volteando la cabeza hacia Chanyeol.

El otro sonrió de lado, queriendo reír un poco.

—No, gracias, no como carne.

El mayor parpadeó varias veces mirándolo directo antes de animarse a preguntar lo más obvio. Su cadera estaba apoyada en la columna y aunque un oído seguía pendiente de escuchar su nombre tenía ladeada la cabeza.

—¿No comes carne?

—Nop.

—¿En serio, nada de nada? —Chanyeol negó con la cabeza por segunda vez.

Un «Baekhyun» pronunciado en voz masculina le hizo voltear la cabeza y presentar la boleta que sostenía con la surda para recoger su orden. Una hamburguesa; sin soda por falta de presupuesto, le fue entregada por un empleado y, cargando con su bandeja, Baekhyun avanzó sin decir nada hacia una de las mesas vacías en medio de la zona.

Caminaba y Chanyeol le seguía por detrás. Se sentó primero, colocando la bandeja de su lado de la mesita y tomó asiento en seguida. Baekhyun iba desenvolviendo la hamburguesa y Chanyeol sentándose justo en frente cuando volvió a hablar.

—Yo no sabía que eras vegetariano.

—No vegetariano vegetariano. Como huevos y lácteos.

El mayor arqueó la ceja derecha. Tenía ambas manos sobre el pan. Podía saborear la carne con gula tan solo con sentir el olor invadirle las fosas nasales.

—¿O sea eres medio vegetariano? ¿O vegetariano de mentiritas? —preguntó queriendo sonar gracioso, disimulando su ignorancia.

—Creo que la palabra correcta es ovolactovegetariano.

Las palabras largas no eran para Baekhyun.

—¿Ovoqué?

—Ovolactovegetariano. —repitió el menor apoyando su cabeza sobre sus brazos. Su espalda estaba encorvada por la flojera y su acompañante le estaba causando mucha gracia.

—Debió ser difícil tu infancia si tuviste que aprender esa horrible palabra. —el castaño rio bajito y balanceó la cabeza— Nunca supe que no comías carne.

—Sí, bueno, mi madre tampoco la come. Cuando era pequeño ella me acostumbró a no hacerlo. A mi padre no le simpatizaba la idea, a mis abuelos tampoco. Siempre dijeron que me faltarían nutrientes y no podría crecer por completo, que me quedaría enano.

Baekhyun quiso soltar en carcajadas al terminar de escuchar la explicación, pero se forzó a solo darle la primera mordida a su hamburguesa. Masticó lento, el menor le observaba. No podía evitar divagar internamente en la adivinanza de qué estaba pensando el contrario. En si lo consideraba un asesino por comprarse una hamburguesa, si tenía calor, si le gustaba estar rodeado de tanta gente o igual que él estaba nervioso por la próxima conversación.

—Como ves, no fue el caso, creí bastante. —le sonrió muy bonito al continuar con su explicación— En fin, cuando mis padres se separaron mi papá me permitió continuar con mi forma de comer. Lo sigo haciendo hasta ahora, es todo.

Baekhyun estaba llegando al razonamiento que lo arrastró en primer lugar a citar a Chanyeol para conversar. Por fin lo estaba haciendo y de la forma más estúpida. Las cosas parecían de la nada poder ir en serio entre los dos cuando; en realidad, no había nada. No se conocían.

—Nos… —titubeaba al hablar— Tú y yo... —Baekhyun aclaró la garganta— Te conozco hace varios meses… y es la primera vez que escucho eso.

—Sí, no lo cuento mucho porque es el episodio más difícil de mi infancia después de tener que aprender a decir ovolactovegetariano. —bromeó sarcástico y sonriente.

Se estaban mirando a los ojos, cosa que dentro de su concepto de normalidad no entraba. Estuvieron en silencio algunos minutos. Baekhyun se preocupaba en poner las palabras en orden para poder decirlas de la manera más correcta posible. El más alto enderezó el cuerpo, se arregló el cabello y volvió la mirada al mayor.

Sus ojos permanecían sumamente tranquilos, su sonrisa era pequeña pero consistente.

—Creo que no entiendes a dónde quiero llegar con eso, Chanyeol. —el aludido tragó saliva, alertando por completo a su cerebro. Nada de eso era un buen augurio.

—¿Preguntando sobre mi dieta? —respondió neutral— Creo que no.

Fue la oración que más le costó decir a Baekhyun en mucho tiempo.

—No estamos juntos, lo recuerdas, ¿no?

A Chanyeol eso lo golpeó. La cabeza le hincó y sin querer arrugó los labios cuando agachó la mirada. Siendo consiente de los sentimientos que le ocultaba a Baekhyun, escuchar esas palabras fue de las cosas más dolorosas de aceptar como verdaderas.

—Sí… Lo sé, lo recuerdo.

Por un momento se le ocurrió decirle todo, explicarle cómo se sintió, que era real incluso en ese momento y antes fue muy cobarde como para admitirlo. Pero al verlo sentado frente a él, con la espalda recta y sus ojitos tan serios, se convenció de que él no se sentía igual. Tal vez ese sentimiento se le lograría pasar.

—Entiendo que el beso de la otra noche no estaba dentro de lo permitido, lo siento. No quise, ya sabes, incomodarte. —dijo Chanyeol.

—El punto no es la incomodidad. —Baekhyun nuevamente tomó aire— ¿Lo notas? Nos hemos visto por varios meses y no sabemos nada uno del otro. No sé cuándo se divorciaron tus padres, tampoco qué comes, tus pasatiempos. No tenemos idea de quienes somos.

—Y seguimos fingiendo que esto es normal. —le completó la oración con los ojos clavados en la mesa.

Fue el instante en el que Chanyeol supo que esas sensaciones no se le pasarían rápido.

Con los ojos escondidos y su mandíbula ajustada, no se dio cuenta de que Baekhyun había empezado a respirar pesado, que jugaba con sus dedos y ocultaba que se sentía herido por sí mismo al ilusionarse.

«Exacto».

Tensó los dedos, enderezó la espalda lo más que pudo y volvió a dirigir la mirada a Chanyeol. Este lo notó, levantó la mirada, volviendo a encontrarse con la carita de Baekhyun. Sus ojos que casi podía jurar que estaban hechos cristal, pero prefirió no hacerse ilusiones.

«Es idea mía».

—Eres una persona agradable, lo sé, no eres en lo absoluto quien creí. No eres engreído ni egocéntrico.

—Nop, ese es Jongdae. —Chanyeol le sonrió pequeño, tratando se sonreír.

Extendió sus manos sobre la mesa y deslizó un poco los brazos, acercándose al contrario. Las manos del mayor estaban al borde de la mesa, casi pegadas a su pecho, tomada una de la otra. A Chanyeol le apeteció acercarse más.

—No puedo seguir haciendo esto.

Se moriría de ganas de decirle tantas cosas, que estaba enamorándose de él por ejemplo. Tal vez ya lo estaba y hasta el cuello. Pero no estaba listo para arriesgar tanto sus sentimientos con quién no sabía podía corresponderle.

—Dime loco, pero de la forma más ridícula, siento que es algo así como el universo diciendo que ya basta. Estamos jugando con el otro. —Baekhyun trataba de que su voz no temblara. Hasta el momento no había tenido deslices y logrando mantener el ritmo de su tono recogió un poco más de aire.

—Yo nunca jugué contigo. —dijo bajito el menor.

—No te estoy diciendo que lo estés haciendo o lo hayas hecho, lo juro, esto es con la mejor de las intenciones y creo que nuestra primera conversación normal. —era la primera vez que era amable con él de forma tan evidente— El verano terminó y nosotros seguimos arrastrando esto con nosotros.

—Es la primera vez que me hablas como un amigo.

Chanyeol sonrió un poco, colocando un codo vertical contra la mesa y apoyando su cabeza sobre esa misma mano.

—¿Me consideras un amigo?

«Algo parecido» quiso responderle.

—Podría haberlo hecho hace mucho pero rechazaste mi amistad junto con mi pan, ¿recuerdas?

—Pan, lechuga y tomate. —suspiró con una pequeña sonrisa— Debí adivinarlo.

Guardaron silencio otro rato. Divagaron entre la bandeja y su contenido. El bullicio de la gente alrededor estaba siendo cada vez menos molesto. Los dejaba aún más en privado a cada minuto, incluso cuando estaban en público.

—Entonces… Esto acaba aquí.

Baekhyun no pudo evitar sonreír triste, con las cejas caídas. Tomó de nuevo su comida con las manos, evitando tener que volver a mirar a Chanyeol a los ojos.

—Si quieres puedes acompañarme en lo que termino mi hamburguesa.

—Me gustaría.

Estaba mintiendo. Necesitaba salir de ahí. Chanyeol necesitaba llamar a Jongin y confesarle su secreto para que él pudiera consolarle y decirle que todo pasaría. Que le dijera que aunque la gente se va no significa que no quisieron llegar. Pero no hizo nada al respecto, él pasó los dedos por su cabello, lo acomodó por última vez y le colocó los ojos encima al mayor.

—Oye.

—¿Mhn?

—Antes de que cerremos por completo el tema, termines de comer y vayamos a casa a hacer como que esto nunca pasó ni nos conocimos…

—¿Sí?

—Besas bien.

Las mejillas del mayor se pintaron de carmín. Sus ojos se clavaron en la hamburguesa y dando otro bocado se escondió detrás del pan. Masticó duro dejando que el cabello le cayera sobre la frente para oculta su vergüenza. Eran esas las dos palabras las más directas y faltas de tacto que le pudieron haber dicho.

—Tú también.

Baekhyun prefirió no confesarle que en realidad él no sabía besar, tampoco si Chanyeol lo hacía bien, pues era la única persona con quien lo había hecho en toda su vida.

—Tema cerrado.

La pura verdad era que el tema se volvería a abrir, pero prefirieron no saberlo.

『⭐』

—Odio esto.

Junmyeon estaba tendido en el piso, con las piernas sueltas miraba al techo con el pecho que le reventaba en frustración acumulada. Las muñecas le dolían pues, tras llegar a su casa y cerrar las puertas a patadas, le dedicó media hora de su vida a golpear las puertas de su clóset.

Era una de esas ocasiones en las que Junmyeon realmente no sabía qué hacer consigo mismo. Sintió unas enormes ganas de llamar a Sehun y a Jongdae, incluso pensó por un momento en Chanyeol y un poquito en YiFan. Estaba tan desesperado por tener a un amigo a su lado que se deprimió un poco al notar que el amigo más cercano que tuvo en esas últimas semanas fue a Yixing.

—Pedazo de histérico. —gruñó al techo con las cejas juntas del mal gesto.

Se sentó, apoyando la espalda en la pared y frotando los ojos con furia. Sentía cansadas las piernas de tanto moverlas. No se había podido quedar quieto, literalmente, estuvo nervioso por horas escuchando si alguien tocaba la puerta, esperando que en algún momento alguna de las empleadas de su madre se asomara a decirle que tenía una visita de apellido Zhang.

Por su puesto que, haciéndose las siete de la noche Junmyeon dio por sentado que su menor siquiera pensara en venir a hablar con él. Había sido un total imbécil tan solo por dejarse llevar por unos minutos de vergüenza y al genio.

«Muchas gracias, genes» murmuró para sí, sonando sarcástico en su cabeza al recordar como desde niño su madre arrancaba en cólera y su padre siquiera se molestaba en escuchar sus gritos de desquite contra sus hijos. Eran malas costumbres de la familia Kim.

—¡Ugh! De verdad odio esto.

Aceptó su mal comportamiento apenas pasó la primera hora solo en su casa. Miró su celular mil veces y revisó por si gracias a alguna casualidad del universo encontraba a Yixing en línea. Nunca sucedió.

—No, basta. —se pasó los dedos por entre las hebras del cabello— Tengo que ir a verlo.

Para las siete menos cinco minutos Junmyeon por fin decidió hacer algo respecto a su idiotez y se levantó rápidamente del suelo. Fue apurado a buscar sus zapatillas bajo la cama, colocándolas sobre sus medias. Ató las agujetas con poco tino —no se sorprendería si el nudo se decidiera en la primera cuadra de caminar— y salió a tropezones de la habitación halando de encima de su cama su polera. Bajó las escaleras colocándosela encima. Fue suerte que no se cayera cuando se atoró en el cuello de la prenda y quedó con la cabeza atrapada en este por algunos pares de peldaños.

—Disculpe, voy a salir, avísele a mi madre que estaré con Kai. —dijo al tiempo de llegar al primer piso de la casa, desaliñado en su atuendo y rebasando a la señora de uniforme blanco.

—¿A la casa del chico Kim? —le preguntó la mujer cuando vio al muchacho poner la diestra sobre la perilla de la puerta.

—Sí, sí, uno de los otros Kim… —su voz se cortó cuando abrió la puerta. Sus pies se estancaron en seco— Yixing

Su cabello estaba despeinado, pero eso era costumbre. Sus jeans eran los ajustados y desgastados, uno de los dos únicos pares que Junmyeon le había visto usar a Yixing desde que lo conocía. Su atuendo se coronaba con una polera que le cubría todo el cuello; el mayor supuso que afuera hacía más frío del que su ropa hubiera soportado.

—Hola, Jun. —le saludó bajito, con los ojitos bien abiertos de la sorpresa que se dio al encontrarlo en la puerta de la casa, sin haber logrado tocar el timbre en primer lugar— ¿Es mal momento? ¿Vas de salida?

—¿Qué? —arrugó el ceño un poco confundido antes de notar el cuadro que su menor presenciaba — No, no, nada de eso… Señora, —volteó apenas un poco la cabeza— ya no le diga nada a mi madre, estaré en mi habitación.

No se molestó en preguntarle a Yixing si quería pasar como tanto se le había enseñado que debía hacer. Le tomó de la mano, con la yema de los dedos le indicó que entrara a la casa y le siguiera. El contrario no se negó al gesto y avanzó al ritmo que el otro marcaba. Saludó con la cabeza a la señora de uniforme blanco que lo recibió y luego ocultó la mirada en sus pies mientras subió todos los escalones hasta el tercer piso de la casa.

La puerta de la habitación de Junmyeon estaba medio abierta, entraron sin decir nada. Yixing ya dentro tomó asiento al borde de la cama, nervioso, mientras Junmyeon cerraba la puerta en silencio.

El mayor avanzó hacia él, sentándose a su lado sin decir nada. Pasaron así unos instantes, muy cortos a decir verdad. La ansiedad de ambos se reflejaba en el fuerte exhalar de Yixing y el agitado movimiento de la pierna de Junmyeon.

—Iba a ir a verte a tu casa. —comenzó el mayor al sentirse incómodo con el ambiente.

—Pues, te gané. —trató de bromear el contrario.

Junmyeon ya se lo imaginaba, el cómo Yixing de seguro se habría ido a quejar media tarde sobre el horrible novio que él resultaba. Por un segundo, temió que hubiera decidido terminar con él.

—Oye, no quiero dejar las cosas así. —empezó Yixing con un tono débil, calmando con sus palabras el reciente dolor en la cabeza del mayor.

—Yo tampoco, de verdad lo siento tanto, estaba tan furioso con, —se detuvo— bueno, con todo… No medí lo que dije.

Junmyeon suspiró pesado, dejando caer la espalda y colocando su rostro entre las palmas, pasándolas con brusquedad sobre la piel. Estaba tan acostumbrado a tener esa actitud poco tolerable con sus amigos y, ellos de las mismas malas costumbres, siempre le habían dejado pasar todos los berrinches espontáneos que se le salieron a través de los años.

La diferencia con Yixing era que él estaba bien educado y no aguantaba malgenio de nadie.

—Te molestó que te dijeran lo de Baekhyun, ¿no?

—Fue incómodo, lo acepto, me salí de control y no debí ponerme en ese plan. —Junmyeon levantó la cabeza, la sien le hincaba.

Eran contadas las veces en las que Junmyeon aceptaba haberse comportado mal. Si Jongdae se enteraba que había perdido perdón seguro se ofendería en nombre de su amistad de años.

—Soy un malcriado.

—Y yo un histérico. —le sonrió pequeño, respondiendo sin mirarlo aún— Realmente no estaba siendo consciente de que también tienes tus asuntos, que no los tratas conmigo pero… Siguen estando ahí.

Yixing también aceptó lo que le tocó del asunto. Fue egoísta, más de lo que estaba acostumbrado a ser. Por un momento, se centró en que sus amigos tenían mejor calibre que los de Junmyeon, dejando salir con ello las palabras equivocadas en el momento equivocado.

—Yo te llamé histérico hace un rato, al menos en eso coincidimos. —Jun volteó la mirada hacia él— Es una broma, no me mires tan mal. —respondió al ceño del menor.

Yixing lo empujó con el hombro, sacándole una sonrisa más calmada al mayor. Sus nervios se fueron disipando poco a poco y la ansiedad del qué pasaría que tuvo atorada en la garganta todo el camino por fin desaparecía.

—Tenemos personalidades muy distintas.

—Lo sé.

Habían sido criados diferente y crecido en un ambiente igual de distinto. Su grupo social era otro, el trato con sus familias también. Casi no lo notaron hasta ese momento.

—¿No estabas incómodo y todo?

—¿Quieres que vuelva a estarlo?

—No, gracias, me callo.

Yixing tenía las manos puestas sobre sus rodillas, Junmyeon lo notó y llevó su surda a juntar con la contraria del menor. Sus dedos estaban fríos. Le envolvió con el calor de su palma y se sintió demasiado aliviado cuando Yixing dejó caer su cabeza sobre su hombro.

—¿Sabes? Tenemos que trabajar en nuestra comunicación. No podemos ser la primera pareja de combinación revolucionaria y acabar rompiendo a las semanas de haber empezado. —expuso el mayor.

—¿Qué se te ocurre?

El planteamiento de lo que debían hacer era claro, pero las soluciones exactas poco evidentes.

—¿Conversar?

La palabra en sí era muy vaga, no tenía una aplicación exacta en su problema. Pero de la forma más simple, era cierto, les faltaba conversar. Saber un poco más del contrario, no porque no supieran absolutamente nada uno del otro, sino porque no era suficiente para continuar con una relación fuerte como la quería reflejar.

Se querían, su enamoramiento revoloteaba y no tenían ganas de dejarlo ir.

—¿A quién consideras tu mejor amigo? —preguntó Yixing de la nada.

—¿Qué?

—Anda, hazme caso. —habló con la voz más natural— Sé que es tonto, pero es lo primero que se me vino a la cabeza. Nos falta bastante en algunos aspectos.

Lo vio pasar todo por su cabeza, a su hermano lejos y a sus padres ausentes. Junmyeon en definitiva estaba decidido a cambiar un poco el rumbo que hasta el momento se había marcado para sí mismo. Su fase testaruda, posesiva, el lado de él que siempre quería tener la razón, el control de la situación y de la gente.

La verdad, le gustaba ser uno de los que manejaba su grupo, pero en una relación ahora notaba que esa experiencia se retrataba más como trabajo en equipo.

—Todos son mis mejores amigos, pero supongo que le tengo especial cariño a Jongdae y Sehun. Nos conocemos desde que yo no medía más que mi pierna.

Yixing arqueó las cejas, queriendo sonreír burlón al respecto.

—Es difícil imaginar eso.

—Algún día te mostraré una foto.

El mayor echó el cuerpo hacia atrás, dejando caer la espalda en el colchón y haciendo revotar los resortes. Miró a su acompañante unos segundos antes de que entendiera que quería que lo acompañara a mirar el techo y filosofar sobre quiénes eran. Yixing se recostó muy cerca de él, jugó con sus pies que permanecían despegados del suelo y no soltó la mano de Junmyeon en ningún momento.

—¿Y tú? ¿Alguna alergia?

Las cosas serían difíciles pronto.

—No, ninguna, pero tengo hemofilia.

—¿En serio?

—Sí, mi madre también tiene. Y mi abuela tenía.

『⭐』

Tao siempre se consideró una persona a la que se podía acudir en momentos difíciles. Del tipo que puedes llamar, mandar un mensaje y sabes que va a estar ahí para ayudare. Él era así, sin distinción. Y realmente, cuando Tao se mudó tuvo la esperanza —o por lo menos la sospecha— de que no iría a ser la última vez que tendría alguna conversación con YiFan. Se sintió sumamente decepcionado de su intuición cuando eso no ocurrió.

Fue extraño notar que no lo estaba buscando para preguntar dónde guardaban lo artículos de limpieza, los cubiertos o qué debía comprar para sobrevivir la semana con una dieta básica.

Cuando lo vio en su edificio, lo invitó a pasar a su nuevo departamento y le dio una taza de café como entrada de un aperitivo que estaba planeando en su cabeza para agradecer a amabilidad de YiFan —cualidad poco vista en él desde la secundaria— al regresarle sus cosas y no echarlas a la basura, se sintió muy decepcionado cuando él terminó de beber y anunció que tenía planes y debía partir.

Esa tarde, en el departamento de Tao, la calefacción estaba descompuesta y cubierto por una sábana se dedicaba a recordar con amargo que podría en ese momento estar limpiando el desastre de su compañero. La distancia se había ampliado entre los dos.

A veces no tenía planes en días enteros. Lograba ignorar que de vez en cuando se sentía solo. Pero es que se había acostumbrado a YiFan, a su desorden y a sus peleas. No se consideraba masoquista, pero al ver su nuevo departamento, apenas decorado, notaba por fin que era cierto, estaba en proceso de liberarse de la sombra de su niñez para siempre. Estaba por librarse del recuerdo de un mejor amigo que ya no existía.

Sabía que tomaría un tiempo, que por el momento podía extrañar el servirle de algo a alguien.

Tao amaba la convivencia, adoraba tener algo que hacer para alguien, que de vez en cuando el gesto se le retribuyera. Esperaba que pronto el sentimiento vacío se alejara. Estaba contiende de que tendría que pasar. Lo esperaba con ansias, pues odiaba sentir que algo le faltaba. Ya quería poder decir que después de un tiempo de adaptación, logró deshacerse de todo lo que guardó durante años.

Muy por delante del sentimiento, Tao siempre llevaba su razón. Ella le decía que todo era pate de un proceso obligatorio, que lo que sentía era normal pero pasajero.

 


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