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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Tao iba caminando en círculos en el pasillo de su departamento observando el celular que mantenía firme frente a su rostro con el brazo derecho. Era muy de mañana, por lo tanto el ambiente era tranquilo y calmado, al menos hasta que dieran las diez de la mañana, hora en la que su compañero de piso consideraba correcto levantarse según su horario sabatino. Faltaban un par horas para eso, y siguiendo las reglas del pequeño pizarrón que se exhibía a mitad de la pared central de la sala de estar ese día le tocaba al menor encargarse del aseo del lugar, así que empezando con sus quehaceres tomó un par de guantes y bolsas de basura, recogiendo los desperdicios que encontraba por donde caminaba. Cabía resaltar que todas las bolsas vacías de frituras y ropa sucia que se atravesaba eran un camino que guiaba hacia la segunda puerta a la derecha del pasillo. La habitación de su mayor.

Tao suspiró para sus adentros, acomodando el pequeño departamento como podía, y hasta donde su fuerza de voluntad alcanzaba.

Preparó un pequeño desayuno para el mismo, dejando solo un vaso de jugo y un par de tostadas para el siguiente que pasara por la cocina. Sabía que el otro habitante de ese lugar podía quemar una sartén entera y dejar crudo lo que fuera que esté cocinando con las pocas, o mejor dicho inexistentes, habilidades culinarias que poseía.

Terminando el simple desayuno que se permitió hacer después de despertar con un humor de perros se dirigió al sofá, recostándose con los pies sobre los cojines de este, colocando música en su celular y dejándolo a un costado mientras tenía su propia pelea de miradas con unas manchas del techo que simulaban al menos para él un rostro.

—Maldita sea, maldita sea, maldita sea. —Un portazo resonó como eco, llegando a los oídos del menor. Este sonrió maliciosamente, porque a falta de amigos, enemigos— ¡Apaga tu maldito ruido!

El pelinegro ni se molestó en dirigirle la mirada al chico en pijamas que se había detenido frente a él, molesto, con ambas manos pegadas a su cadera. Signo de incomodidad extrema.

—Buenos días, Hyung. —saludó Tao en un tono casi empalagoso.

—Jódete y apaga eso.

—Tú vuelve a tu cama, tengo la libertad de hacer lo que quiera, yo también vivo aquí. —El menor encogió los hombros y continuó escuchando las canciones a reproducir.

—Yo igual.

—Me importa poco o nada.

—¿Por qué haces esto justo ahora?

—Considéralo una venganza por lo de mi pez.

—¡No fue mi culpa! ¡¿Yo que iba a saber que el gato se subiría a tu pecera?!

Hablaban de ese animal color ceniza, atraído por el perfume olor caramelo de YiFan, que llegó al departamento y se metió como polizonte entre los muebles. Nadie vio cuando el minino se subió a la mesilla a mitad de la estancia y hundió su cabeza, atrapando con los dientes al indefenso pez dorado que falleció en cuestión de segundos.

Los compañeros de piso discutieron un rato más hasta llegar a la conclusión de que su pelea no daba para más. Se dieron la vuelta y continuaron con sus vidas.

Los sábados en la tarde en aquella residencia eran tranquilos después de que el mayor se retirara a pasear por algún lado con sus amigos. Nunca faltaba a ninguna de sus reuniones, mucho menos si era con motivo social.

—Me voy.

—Espero te atropelle un auto.

—Y yo que la llave del gas se quede abierta.

Kris salió lo más relajado del mundo. Una conversación así era completamente normal para él. Como si se tratase de un hasta luego. Tomó su celular en cuanto lo sintió vibrar dentro de los bolsillos de su chaqueta.

—Ya sé, Suho, ya sé, voy en camino.

Ay, yo solo quería ser amable y avisarte que el sol salió.

—No ayudas, ¿Sabes?

Ñeh.

—¿Ya te reuniste con los demás?

Lamentablemente, sí. Están con la fiebre fiestera, de nuevo. Buscan cualquier motivo para celebrar. Incluso el hecho de que Kai aprendió qué es un microondas significa festejo en este momento.

—No los culpes, no se han alborotado desde ya hace un par de meses.

Solo llega rápido, antes de que yo mismo los ice cual bandera en algún árbol.

—Ni que alcanzaras la copa de uno.

Púdrete.

—Hasta pronto.

A la gente con tanta genialidad contenida no se le permitía usar el transporte público, o al menos Kris no se lo permitía. Para él usar aquellos buses y arriesgarse a ensuciar sus preciosos pantalones con alguna goma de mascar, como ya le había pasado antes, era pecado. Nunca más volvería a entregar la vida de un par de jeans oscuros solo por llegar temprano a algo tan insignificante como la preparatoria. Digo, ni siquiera el sudor les quedaba mal, ¿o sí? A las chicas de su instituto parecía fascinarles.

—¡Al fin llegas! Entra, Kris. —Así lo recibieron el grupo de cinco amigos después de que tocara un par de veces el timbre de la casa de Chanyeol.

—¡Kris! Tú si me apoyarás. — Sehun venía corriendo— ¡Dile a los hyungs que es necesario y saludable tener una fiesta por lo menos una vez cada dos meses!

—Obviamente ¿Quién se opondría a eso?

—Kim aguafiestas Jun mata buenas vibras Myeon.

La conversación se trasladó hasta la sala de los Park. La casa iba sola ese día, por lo tanto era perfecta para una sesión de vagancia antes de ir a pasear por los alrededores.

—Ya, ya, dejen el juego un segundo- —irrumpió Suho— Si pretenden hacer una fiesta solo tengo dos puntos que resaltar.

—Escúpelos. —ordenó Jongin con humor.

—¿Quién va a pagarlo y dónde irán a celebrar?

Era cierto, eso era crucial.

—¡Yo no!

—¡Ni yo!

—¡Me libero!

Sehun, Jongdae y JongIn levantaron los brazos, quitándose de encima ese cargo, obteniendo el derecho según ese juego de niños a salir impune de la proposición.

—Ni piensen que yo soltaré un centavo. No soy su banco con patas.

—Suho.

—¿Sí?

—Ni tú te crees eso.

El debate se extendió unos minutos más, pero como siempre la mayoría gana y Junmyeon fue obligado a hacerse responsable del costo en efectivo de la futura fiesta.

—Ahora solo falta una casa. —Todos giraron la mirada hacia YiFan como si estuvieran poseídos por algún tipo de espíritu chocarrero.

Oh, Kris. —canturrearon los cinco a unísono.

—No, no, no, y no.

—¡Pero, Kris, no seas malo! —chilló uno.

—¡Siempre presumes tu gran departamento! ¡Déjanos sacar provecho solo una vez! ¡Juramos que no te arrepentirás!

—¡Será un evento épico!

Como niños pequeños se arrodillaron ante el más alto y empezaron a suplicar con las manos juntas. Sus ojos parecían a punto de hacerse agua si la respuesta era negativa.

—Yo... —Dio una gran bocanada de aire. La propuesta era tentadora— Chicos... —¿y cómo negarse? Ser el anfitrión de una de las fiestas del año no era una oportunidad que se tuviera siempre, y él, en realidad nunca había ocupado ese puesto— Lo siento.

Si quería, si podía, pero no debía. Aceptar sería violar el acuerdo de convivencia que se había hecho desde el principio con el otro propietario de aquel lugar. Si desea era mantener su ritmo de vida, y así era, la única solución era seguir manteniendo su apartamento envuelto en el anonimato.

—Mejor vamos a la casa de Sehun, estoy seguro que su padre nos dejaría invadir un día si es que lo canjeamos con un día limpiando el garaje. Además, ¿me van a decir que no quieren toparse con algún álbum de fotos de ese mortal?

—¡Hey, aquí solo el que dice mortal soy yo! —se quejó Chen.

Algunos rieron por el reclamo.

—En fin, los detalles luego, ya es la hora en la que el auto lavado está copado, habrá tanta carne mojada para admirar.

Sí, sería mejor para todos.

{*}

Baekhyun andaba por alguna calle que ni el mismo recordaba el nombre, cargando un paquete de fideos que su madre lo mandó a comprar al supermercado, porque la mujer no se podía conformar con los que vender por gramos en la tienda de la esquina de su casa, no, la señora tenía que tener sus fideos de marca, amarillitos y afilados para sobrevivir a la cena.

Bueno, no tenía razón por las cuales quejarse tampoco, su madre cocinaba con calidad de restaurante de cinco estrellas, o al menos eso decían sus amigos cada vez que los salvaba de comer en sus propias casas y lograban evitar ingerir cosas que parecían moverse por sí solas.

Hasta la fecha Baekhyun y Minseok juraban que la vez que fueron a almorzar a la casa de este último aquel grano de arroz les contó su trágica historia después de perder a sus padres y ser adoptado por el maíz.

—¡Oh, Baekhyun! ¡Hola! ¡Por aquí!

Escuchó decir su nombre, por lo que el aludido levantó la mirada encontrándose con un chico alto y bien arreglado. De hecho eran dos, Park Chanyeol y Wu YiFan. Su compañero de asiento saludaba mientras su acompañante solo le lanzaba una mueca de desaprobación a su amigo y un gesto de superioridad en contra del pequeño Byun. Baekhyun solo asintió en forma de saludo, apurando el paso hacía cualquier lugar lejos de ahí. El embrollo en el que se había metido tan solo por unas maravillosas historietas.

«Esto no está pasando, esto no está pasando, esto no está pasando ¡Esto no está pasando!»

{*}

Los cuadernos de apuntes de Luhan iban garabateados tanto en las hojas finales como las del medio con el nombre de Oh Sehun grabado en donde se pudiese. Tan solo habían tenido una clase y el mayor ya se había ilusionado con el chico más de lo que estaba antes. Solo le quedaban pocas citas para terminar con sus encuentros de estudio, ya que los exámenes de fin de bimestre se aproximaban. Una más en la biblioteca y dos pequeñas sesiones durante los recesos. Después de eso sus tutorías serían cosa del pasado.

En sí se sentía alagado y de verdad afortunado por el hecho de que lo hubiera elegido a él dentro de las opciones que tenía como tutor. Luhan creía en aquella fuerza que infantilmente llama destino y se apegaba a que todo lo que pasaba era el dictamen de alguna fuerza mística y mágica que quería que él y Sehun estuvieran juntos y cumplieran su vivieron felices para siempre con tres hijos y un pez que bautizará bajo el nombre de Nemo, del cual se aseguraría de no dejar a cargo de ningún malvado dentista con una horrorosa y molesta niña con frenos dentales y coletas de antaño.

Y ahora le tocaba enfrentar sus dilemas personales solo.

¡Luhan! ¿Sigues ahí? ¡Voy a colgar! —Ah, cierto, él solo con un enojado y abandonado Baekhyun al otro lado de la línea.

—Oh, lo siento, me distraje.

¿Con que, con tu sombra? —gruñó con ironía Baek.

—Si sigues siendo malo seré yo quien cuelgue la llamada y le deje libre el camino a tu madre de mandarte a hacer algo productivo con tu vida.

¡Insisto! Mi simple existencia es productiva.

—Eso del narcisismo se te está pegando. Mucho andas hablando con Chanyeol. ¿No es así, Baekhyunnie?

No me llames así, y ya te he dicho que no le hablo, él me habla.

—Eso no te lo creo. ¡Si no me cuentas lo que planeas no te creeré nunca! ¡Dímelo! Muero de curiosidad, Baekhyunnie.

Eso es todo lo que soporto. ¡Es todo!

—¿Ah?

No se escuchó más la voz del menor por la bocina del teléfono, en vez de eso fueron los pitidos electrónicos los que inundaron la línea. Baekhyun había colgado después de dos horas y veintiocho minutos hablado de absolutas tonterías.

—¡Al fin dejas de hablar! Tengo que llamar a la señora Zhang y tú aquí acaparando el teléfono de la casa.

La madre de Luhan se acercó tomando el aparato entre sus manos y marcando el número que se sabía de memoria desde hace ya varios años. Porque cuenta la leyenda que hace muchos, pero muchos años la señora Xiao y Zhang planearon malévolamente desde sus veinte años que sus hijos fueran mejores amigos. Los rumores urbanos dicen que lograron su cometido.

—Esto no pasaría si;

—No te compraré un celular, mocoso. ¿Quién te manda a perder el primero?

—¡No se me perdió! ¿Qué parte de me robaron en el parque del colegio no entendiste?

—Pues lo pierdes durante el colegio y no lo tendrás durante preparatoria, aguántate hasta la universidad, Luh- ¡Oh, amiga! ¡Qué bueno que te encuentro! ¿Te puedo pedir un favorzote?

La voz de la mujer cambio de regaño a mi desagradecido hijo por ser un descuidado mi amiguis pinki friend llegó para nuestra pijamada. Bueno, la señora Zhang había contestado el teléfono.

—¡Má! ¿Puedo ir a casa de Yixing? —pedía su hijo arrastrándose por el suelo aburrido de su propia existencia.

—No, los Zhang están limpiando, algo que tú deberías hacer. —se negó la mujer alejando el teléfono de su boca— Mejor ve a hacer ejercicio, estás todo flácido.

Luhan frunció el ceño y arrugó sus labios en un puchero, arrastrándose literalmente por las escaleras a su habitación como podía.

—¡Ya hice ejercicio! ¡Mis brazos han crecido medio milímetro con todo ese esfuerzo! ¡Compruébalo si quieres! —gritó llegando a su puerta.

—¡Deja de trapear el piso con tus pantalones! ¡Tú vas a lavar esa ropa!

Cerró la puerta con seguro lo más rápido que pudo para acto seguido lanzarse a su cama y ahogarse a sí mismo con la almohada. Maldijo el momento en el que se ocurrió acompañar a Yixing a su casa y encontrarse con aquel hombre justo en el momento en el que se le dio la gana de desobedecer por primera vez a sus padres y sacar su celular en la unión de dos calles desiertas.

La experiencia más traumante de toda su vida fue ver a ese sujeto amenazarlo con una roca en mano y salir impune tras huir en su bicicleta.

Aunque claro que en este momento su cabeza de la nada tomó otro rumbo. No paso más de dos segundos recordando como perdió algo que prácticamente podría considerarse parte de su cuerpo. No, ahora lo que pasaba por la cabeza de nuestro amado Xiao Luhan era simplemente Oh Sehun.

Sehun en bata, Sehun con lentes, Sehun haciendo deportes, Sehun con un perro, Sehun domando leones, Sehun leyendo, Sehun patinando, Sehun esto, Sehun lo otro.

Era todo tan perfecto en su imaginación. Maquinaba todo en su mente, creándose de una vida perfecta y de absoluto amor. Pero claro, solo era su imaginación. A veces se sentía estúpido al ser él el único al que albergaban esos sentimientos. Sabía que era cierto lo que decían sus amigos. El susodicho Oh Sehun no estaba enterado de su existencia, no al menos hasta hace unos días. Y mucho menos lo veía, si es que lo hacía, de esa forma. Pero sus ánimos nunca eran derribados, ya sea por su espíritu optimista o el exceso de azúcar en su desayuno.

«¿Cómo obtener a Oh Sehun?» Era lo que ahora se interrogaba. Ya era tiempo de dejar de ser patético y empezar a hacer algo para cumplir sus tan esperados anhelos. Sin embargo pensar en ese tipo de planes macabros no era su fuerte. Necesitaba a Yixing, Baekhyun y Tao, quienes si eran de armas tomar cuando se trataba de algo que deseaban en verdad.

Pero, por penoso que sonara, su madre no lo había dejado salir ese día. Sí, a sus dieciocho años aún se hacía lo que digiera su madre. Y siendo hijo único no era la gran cosa quedarse solo en casa.

—¡Hermano, me aburro!

La puerta se abrió de repente. Su pequeña hermana de trece años hizo acto de presencia. Ah, cierto, hijo único si no cuentan a JiMin. Como que últimamente a Luhan se olvida de muchas personas, ¿no?

—¿Qué te he dicho de entrar a mi habitación como si fuera la tuya?

—No me importa ni interesa. —Sentenció tirándose a la cama con su hermano— El wi-fi se cayó, así que vine a verte.

—Creo que me siento alagado, hermanita. —Luhan volteó a ver a la niña, lanzándole una mirada asesina. Como las que KyungSoo daba cuando interrumpía su lectura.

—Sal de aquí.

—Ay, no desquites conmigo tus males hormonales. Que molesto eres a veces.

—Yo también te quiero, JiMin.

—Sabes que te lo digo con amor.

Ambos soltaron una risilla por entre los dientes. Después de todo eran hermanos.

—¿Me dirás qué te pasa o tendré que buscar algún tipo de diario bajo tu almohada?

—No tengo diarios. —Suspiró— Mi padre ya se deshizo de ellos el mes pasado. —formó un puchero con sus labios.

—En ocasiones me pregunto si no debiste ser niña. —El mayor soltó una carcajada sarcástica y con una patada amistosa lanzó a su hermana fuera del colchón, con amor.

—¡MAMÁ! ¡LUHAN ME A PATEAD-

El mencionado se lanzó también al suelo tapando la boca del pequeño y adorable fastidio. —Ugh, ¿en serio tengo que hablar contigo? —Ella asintió, recibiendo en respuesta un prolongado suspiro y siendo liberada en cuestión de segundos— ¿Qué harías si te gustara un inalcanzable?

—¿Tipo los chicos de mis posters o algo como el mariscal de campo?

—Estoy hablando en serio.

—Yo igual, mi querido y hermoso gusano de biblioteca.

—Nerd, —corrigió— con respeto, niña.

 


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