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¿Me abandono? por Amok Scarlet

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Notas del fanfic:

Pues... léanlo. No es triste de verdad... por el osito bimbo

Y... espero les guste

Se escuchaba el reproductor de música a todo volumen en un apartamento de alguna parte la ciudad de Konoha. Ignorando todo a su alrededor se la pasaba cantando, entre llanto y llanto las canciones más tristes que encontró en alguna parte de la habitación y que agregó a su lista de reproducción conectándolo al estéreo.

Además que tenía botellas de alcohol de cualquier tipo que saco de los anaqueles de la cocina. Se las bebía como coladera una tras otra. Ya estaba tirado en alguna parte de lo que quedó de la sala. Qué había destrozado horas antes en uno de sus ataques de ira incontenida.

Termino la canción y lo que tardo la otra a sonar tomo una nueva botella que comenzó a beber y la letra la sintió con todo el alma que abrió la boca entonándola con todo el sentimiento que contenía dentro.

“Ensordeció mi respiración,
Se me escapo dentro de tu voz,
Ya no avanza el reloj, 
No puedo...

Después de todas las estrellas con que te abrigue
Esa noche blanca y serena que se fue entre tu piel
Tal vez ¿A dónde fue?

Se te olvido que yo sin ti no puedo respirar
Se te olvido que el cielo cae a cachos si no estás...
Se te olvido que siento en mi interior un eco que no
puede hablar...

Se te olvido que si me dejas ya no puedo andar,
Se te olvido que yo sin ti ya no quiero más
Se te olvido que ahora sin tu amor mi vida se empezó a apagar,
Se te olvido decirme como te podre olvidar...”

A la mitad de la canción se detuvo y susurrando entre palabras casi audibles llamaba a una persona. Una persona especial para él, una persona que ya no estaba

— Dobe, ¿Por qué me abandonaste? ¿No qué eras feliz conmigo? ¿No qué yo era la luz de tu vida?

» ¿Por qué dobe? ¿Por qué me dejas así? ¿Qué hice mal? ¿Fue por qué me encontré con el idiota de Suigetsu?

» Pero el solo es un amigo, un idiota que no puede mantenerse callado cuando debe estarlo. ¿O… fue por qué ya no enciendo nada en ti? ¿Acaso has dejado de amarme? ¿Es eso? ¿Por eso hiciste las maletas y te largaste sin decirme nada? — Aventó la botella ya vacía contra una de las paredes

» ¡Maldito dobe! No te creí tan cobarde como para dejarme sin avisar. Tú que me perseguiste como chinche por todo el colegio para que fuera tu amigo. Tú que días después me robaste mi primer beso. Tú que me quitaste mi virginidad un malditamente hermoso día de verano. Tú que…

Y empezó a sonar otra canción… qué de igual forma empezó a cantar

“No quiero estar sin ti
Si tú no estás aquí me sobra el aire
No quiero estar así
Si tú no estás la gente se hace nadie

Si tú no estás aquí no sé
Qué diablos hago amándote
Si tú no estás aquí sabrás
Que Dios no va a entender por qué te vas

No quiero estar sin ti
Si tú no estás aquí me falta el sueño
No quiero andar así
Latiendo un corazón de amor sin dueño”

» Tch — chasqueó los dientes mientras se secaba unas lágrimas — ese dobe me ha vuelto un sentimental. ¡Sí, ya no puedo vivir sin ti! — gritó con todas sus fuerzas tomando otra botella que había dejado por ahí en alguna parte del suelo — mraditro drobre — decía mientras bebía y se le escapaba algo del líquido de la boca

» ¿Por qué me tuve que enamorar de ti? ¿Por qué deje que me enamoraras? Te hubiera golpeado hasta dejarte medio muerto cuando te lanzaste confesándote y luego me acorralaras en uno de los rincones de la escuela, para luego besarme.

Las canciones seguían pasando y el continuaba cantando ya más acá que allá. Se intentó poner en pie para buscar más botellas que vaciar, sin embargo resbaló con una de las sustancias acuosas derramadas en el piso. Derrapó y besó el suelo.

Se quedó ahí, escuchando la música y tarareando. Dio la vuelta mirando al techo, las lágrimas dejaron de salir, estaba seco. Más aun quería seguir derramando lágrimas. Aun sentía ese dolor en el pecho.

Buscaba razones del abandono de su amante, el posible error que él hubiera cometido. Pero que el recordara no había hecho nada. Al menos lo que le quedaba de conciencia. Y una nueva canción lo hizo hacerse ovillo en el suelo.

“Llama, no importa la hora, que yo estoy aquí
Entre las cuatro paredes de mi habitación
Y es importante al menos decirte
Que esto de tu ausencia duele
Y no sabes cuánto

Ven, aparece, tan sólo comunícate
Que cada hora es un golpe de desolación
Es demasiado aburrido no estar a tu lado

Ven, que mi alma no quiere dejarte ir
Que los minutos me acechan, aquí todo es gris
Que alrededor todo es miedo y desesperanza

Ven, que nunca imaginaba cómo era estar sola
Que no es nada fácil cuando te derrotan
Que no sé qué hacer y aquí no queda nada de nada

No me enseñaste cómo estar sin ti
Y qué le digo yo a este corazón
Si tú te has ido y todo lo perdí
Por dónde empiezo si todo acabó
No me enseñaste cómo estar sin ti
Cómo olvidarte si nunca aprendí

Llama y devuélveme todo lo que un día fui
Esta locura de verte se volvió obsesión
Cuando me invaden estos días tristes
Siempre recuerdo mi vida
Yo cómo te amo

Ven, que mi cuerpo la pasa extrañándote
Que mis sentidos se encuentran fuera de control
Es demasiado aburrido no estar a tu lado

Ven, que nunca imaginaba cómo era estar sola
Que no es nada fácil cuando te derrotan
Que no sé qué hacer
Que aquí no queda nada de nada

No me enseñaste cómo estar sin ti
Y qué le digo yo a este corazón
Si tú te has ido y todo lo perdí
Por dónde empiezo si todo acabó
No me enseñaste cómo estar sin ti
Cómo olvidarte si nunca aprendía

No me enseñaste, amor
Cómo lo hago sin ti”

La escuchó con total atención. Tan quieto estaba en esa posición que cuando terminó  y las otras canciones siguieron se quedó dormido.

Mientras en otro lugar no muy lejano de ahí

— Se me olvido — iba en su choche por las mojadas calles de la ciudad cubierta por unas nubes de lluvia que todavía se exprimían en sus terrenos.

Después de andar maldiciendo, por haber tenido que regresar después de haber manejado unas horas. Y tener que hacer el mismo largo recorrido, llegó a casa. Un complejo de departamentos en los que vivía con su amante. Subió las escaleras corriendo, ya era de noche y tenía que volver a hacer el mismo camino ese mismo día o llegaría tarde a la junta que estaba planeada para las nueve de la mañana.

Pensaba que Sasuke (su amante) tenía razón en que era un dobe. Corrió por las escaleras ya que el elevador tardaba mucho. Pensó en lo que haría al entrar

Guardaría silencio, entraría de puntillas para no despertar a Sasuke, recogería los papeles que dejó en alguna parte de la sala. Iría a la habitación y le daría un beso mientras estaba dormido. Y luego escaparía antes de que quisiera meterse a la cama con esa belleza de amante. Eso haría…

Estaba enfrente de la puerta de su apartamento preguntándose porque razón estaba el audio a todo volumen, pero más raro aun ¡¿Por qué demonios Sasuke escuchaba esa música?!

Su estilo era completamente distinto, él… pues él… esto le avergonzaba un poco, pero él si escuchaba esa música, de las veces que Sasuke lo mandaba a volar y se deprimía escuchando estás.

Dejando a un lado eso, abrió la puerta, viendo primero el pasillo con unas cosas tiradas. Entró lentamente mirando todo con detenimiento, buscando algún intruso. Grande fue su sorpresa al encontrar la sala destrozada. Los sillones tirados, las cosas de algunos estantes esparcidos y los rastros de lo que fue su botella de whisky en la pared.

Pero lo que más lo dejó desconcertado fue la figura cerca de la cocina, sus cabellos alborotados, sus ropas sucias, su rostro manchado, sus ojos hinchados.

¿Qué diablos paso?

Se acercó dónde estaba tirado su amante, apestaba a alcohol, más que la sala entera. Miró alrededor del azabache, las botellas vacías, todo el licor que tenían se lo había bebido.

Checó las botellas. Revolver no era una gran idea. ¿Acaso pensaba matarse? Se asustó ante la idea. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y marcó pidiendo una ambulancia.

— ¿Qué hiciste Sasuke? — preguntó en voz alta. No entendía nada. Se levantó y acomodó un sillón, regreso donde estaba el azabache y lo cargó recostándolo en el sillón. Lo dejó para apagar el estéreo. Regreso a su lado y lo miraba preocupado

Paramédicos invadieron su departamento. Se olvidó por completo que había dejado la puerta abierta. Les cedió el mando de la situación, ya que no sabía nada sobre eso. Explicó la situación y les enseñó las botellas vacías. Uno de los paramédicos reviso lo que había ingerido. Le explicó al chico rubio que no era grave, le dio instrucciones y salieron de ahí como entraron cerrando la puerta.

Después de eso, llevó a su amante a su habitación que seguía —casi— intacta. Lo recostó en la cama, por si tenía ganas de vomitar no se ahogara. Sacó algo de ropa del armario y la colocó en la cama. Fue al baño y humedeció una toalla, regresó y empezó a desvestir a su azabache ebrio. Qué bueno que estaba dormido o quien sabe a qué estúpida pelea entrarían. Se dio cuenta que la ropa estaba húmeda. La botó en el suelo, y empezó a limpiarle las manos, el abdomen, las piernas y la cara. Lo vistió.

Regresó a la sala. Era un desastre que él tendría que limpiar. Iba caminando rumbo al estero para conectar su iPod cuando resbaló, lo bueno que no cayó. Notó todo el líquido derramado en el suelo. ¡Qué suerte que no se bebió todo! O estarían en una sala de hospital sacando todo el alcohol de su cuerpo. Probablemente exagero al llamar a la ambulancia, pero bueno.

Conectó su iPod y bajó el volumen antes de empezar a sonar el audio. Ahora que lo pensaba, ¿Por qué los vecinos no se quejaron? A saber…

Levantó los vidrios de su botella de whisky y los tiró en una bolsa que cargó con las otras botellas de vidrio tiradas entre la sala y la cocina. Esa sería una noche larga. Y estaba cansado. Más no se dormiría, no señor. Si Sasuke despertaba y veía el desastre lo mataría, además que era mejor ahorrarle el trabajo. Se preguntaba porque razón estaba así. Y así siguió toda la noche, con la música de compañía y sus pensamientos volando lejos.

Cuando el sol empezaba a entrar por una de las ventanas, ya casi había terminado. Solo faltaba la cocina.

Una vez terminado. Miró dentro del refrigerador, preparó algo para la gran resaca que le esperaba al azabache. Y un desayuno que probablemente no quisiera comer. Miró su reloj, asomó la cabeza a la habitación y como todavía el cuerpo en la cama dormía bajó corriendo a la farmacia que estaba a unas cuadras a comprar algunos electrolitos, pastillas y un consejo de la señorita de la farmacia. Vio la hora antes de salir de la farmacia y casi entra en pánico

— ¡Rayos! — sacó su celular y llamó. Era un gran problema, pero Sasuke era más importante

Regresó y miró a un azabache con la mano en la cabeza, el ceño fruncido y los ojos cerrados, mientras se recargaba en la pared. Corrió donde estaba

— ¿Estás bien? — Le tocó la frente y lo llevó hasta la mesa donde había dejado el desayuno — Come

El azabache lo miraba, ¿Qué hacía él aquí? ¿Seguía durmiendo?

Tanto le había afectado que ahora veía a Naruto ahí preocupado por él. No, no era un sueño, se lo recordaba su dolor de cabeza y las ganas de volver el estómago.

El rubio le dio la botellita que traía en una bolsa, unas pastillas, un café qué sirvió en una taza azul.

— Bébelo — se sentó en la silla de al lado — es para la jaqueca

— ¡¿Qué haces aquí?! — Gritó enojado, reaccionando a la atención del rubio

— Olvide unos papeles, así que regrese, más… — lo interrumpió el moreno levantándose de la mesa

— ¡Lárgate! — el rubio pensó “¡¿Qué?!” — ¡Todavía tienes el descaro de venir…!

— Espera, espera — se levantó y trato de tocar al moreno

— ¡No me toques! — el rubio alzó las manos y lo miró molesto, aguantando las ganas de tirarlo al piso y pedir explicaciones

— De acuerdo, dime una cosa Sasuke — se volvió a sentar, respirando profundo para no arremeter contra el moreno que estaba molesto — ¿Por qué  quieres que me vaya?

— ¿Cómo que por qué? — se cruzó de brazos más molesto por su cinismo

— Porque no entiendo — se explicó el rubio

— ¡Por qué hiciste las maletas y te largaste dejándome abandonado! ¡Por qué ya no me amas! — se sentó de golpe en la silla, cubriéndose el rostro. Lo había dicho y se sentía vulnerable. No lo quería ver, no ahora. ¿Por qué volvió?

— Sasuke — le hablaba en voz baja, triste y compasiva — yo nunca te abandonaría — tomó sus muñecas apartando sus manos de su rostro

— Entonces… ¿Por qué hiciste las maletas? — no lo miraba a los ojos. El rubio suspiro,  en ese momento recordó que su azabache no le prestaba atención algunas —muchas— veces.

— ¿Te acuerdas cuando salimos lunes? — preguntó con voz tranquila. El moreno asintió — estábamos en una cafetería. Tenías tu laptop y estabas trabajando — el moreno asintió — mientras yo tomaba un café te estaba comentando que tenía una junta el miércoles. Qué era fuera de la ciudad. Y tenía que irme. Tú me preguntaste “¿Por cuánto tiempo?” y te respondí que serían dos días. Me iba al día siguiente, ayer y volvería para estar aquí el jueves

— ¿Y tu ropa? — lo miró dudoso. El rubio lo vio enternecido, esa cara que ponía era para comérselo. Y volvió a la realidad al ver sus ojos expectantes, se avergonzó por lo que iba a decir y río nervioso

— Yo… em… — tenía que decirle, de todas formas se enteraría tarde o temprano — descompuse la lavadora y la ropa la lleve a la lavandería y la limpia está en la maleta. Creí que ya te habías dado cuenta — seguía riendo nerviosamente esperando el golpe asesino de Sasuke

— Ah — bajo la mirada. Lo miró pensando. Hubo un momento de silencio — Así que descompusiste la lavadora — ese era el Sasuke que conocía con su voz pasiva pero que estaba realmente molesto y con él en especifico

— Te prometo comprar la que tú quieras pero no me mates — se puso de rodillas con las manos juntas

— La que yo quiera… — sonrió maliciosamente

Unas horas después se encontraban en el centro comercial, mirando los electrodomésticos. El rubio pensó que su cuenta en el banco quedaría vacía muy pronto.

El azabache le decía a un dependiente todo lo que quería llevar

— Ese refrigerador, esa secadora, esa lavadora, el microondas, también necesitamos una estufa y un horno — señalaba con un dedo. Ya tenía una lista de todo lo que quería. Estaba guardada en un cajón para cuando tuviera oportunidad de comprar cosas nuevas para su lindo apartamento.

Mientras el azabache seguía señalando cosas que quería comprar el rubio lloraba internamente. Todos sus ahorros…

Notas finales:

¿Les gusto?

Muchas gracias a todos los que terminaron de leer.

Nos vemos


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