Un tesoro. ¿Qué era?
Cualquier diccionario lo describía, en resumen, como un montón de joyas, oro, plata, bienes materiales en sí. Él pensaba así también, además de sus preciadas cartas, por supuesto.
Lo podrían tachar de una persona material, ya que lo que más atesoraba era sus preciadas cartas, sumándole que era un pirata. Con ellas tenía toda la información que necesitaba y eran totalmente confiables, a su criterio, para otras personas tal vez no eran más que tonterías que no existían, que nadie podía predecir el futuro o ver el presente y toda esa mierda, a él le valía madres. Si le creían bien y si no también, él solo hacia lo que a él le parecía.
Pero volviendo al tema, también se describía a un tesoro como una persona de suma importancia para alguien.
¿Cómo alguien podía ser un tesoro?
En esos momentos no entendía como alguien podía ser tan valioso para otra persona. Puedes amar y adorar a alguien ¿Pero ser tan importante como un tesoro?
Él durante sus 31 años jamás tuvo el atrevimiento de llamar a alguien su tesoro o algo por el estilo, ni siquiera a sus camaradas, claro que son muy importantes para él pero, nunca pensó en ellos como un tesoro que hay que proteger o cuidar, sabía que podían protegerse por su cuenta muy bien y si necesitaban su ayuda hay estaría, claro si así lo dictaba el destino.
Pero siempre hay una excepción,claro.
Pero jamás se le paso por la mente que encontraría su tesoro personificado en una persona, menos en una tan desquiciada como él. ¿De quién? Nada menos que Eustass Kid.
Al principio solo era una alianza entre Apoo, Kid y él, para ir a por los emperadores del mar. Pero mientras pasaba el tiempo en el barco de Eustass fue fijándose más en el capitán, hasta que en un momento se dio cuenta que su atención hacia el capitán de los piratas de Kid rozaba el acoso.
Por primera vez en su vida no encontró respuesta en sus cartas. Lo intento, claro que sí, pero su mente estaba tan nublada que no podía leer nada o así se miente, porque en realidad no quería saber nada sobre Kid y él.
Eran piratas y aliados, nada más. Ninguno abandonaría sus sueños ni nakamas, eso estaba más que claro, Kid no podría corresponderlo y lo sabía, no era necesario tener que leerlo en sus cartas, de tan solo pensarlo sentía contraer un poco su corazón, aún si fuera poco probable lo sentía así.
Era un hombre y no se daría a torcer su brazo por nada ni nadie, aún si se trate de sus propios sentimientos.
No mentiría, su sorpresa fue enorme al ver que Kid lo buscaba de igual manera, le mandaba indirectas algo estúpidas, cuando sus miradas se encontraban él le sonreía, pero no de esa forma loca y cínica, sino una más…normal. Eso fue suficiente para él, lo encararía y hablarían, su pobre mente ya no podía contra eso, era mucho todos los días tenerlo enfrente y no poder decir nada, callarse y tragarse sus palabras no era lo suyo, era un tipo directo y como tal esa misma noche le dio frente a el capitán del barco aliado en su camarote.
¿Estaría de más decir que todo salió bien y tanto Basil como Kid disfrutaron la noche?
Está bien, aceptaron sus sentimientos y Kid se entregó a Basil pero y ¿Sus metas y nakamas? ¿Y Apoo? ¿Y el One Piece, su iniciativa para salir al mar?
Eustass era un capitán pirata del más sádico y despiadado del nuevo mundo, no tenía que preocuparse de él. Aunque no quitaba que podría protegerlo en las sombras.
Mientras fueran aliados estaba bien, repetirían eso tanto como quiera el otro, cumplirían el objetivo que tenían enmarcado al principio con Apoo y ya. Lo único que acordaron. Son piratas y lo suyo no era pensar tanto en el futuro, vivirían el hoy uno junto el otro y si, como pensaba Basil, el destino los quería juntos así seria. Además, Apoo no era idiota, seguramente ya se habría dado cuenta y como no había dicho nada, no tenían que preocuparse por su parte en la alianza.
Y el One Piece… ninguno pensaba en él en eso momento y era un poco mejor así. Cuando sea su momento, algo harían sobre ello.
En momentos como esos que despertaba al lado Kid después de una noche llena de entrega por ambos, estaba seguro que encontró uno de los tesoros más grandes que podría encontrar, uno que jamás pensó que encontraría: Su alma gemela. Era cursi, sí, pero mientras no saliera de su cabeza estaba bien. Para él era un desperdicio decir que Kid era su tesoro, la primera y, de seguro, la última persona a la que llamaría tesoro, porque era más que obvio que lo sabía ya que Eustass Kid sentía lo mismo por Basil Hawkins.
Para cada uno, el otro era su más preciado tesoro. Ninguno tenía planeado dejarlo ir por un largo y placentero tiempo.
FIN.