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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Naruto Uzumaki POV


 


Subimos al ascensor y me quedé mirando a Sasuke con cierto rubor en mis mejillas. Era un chico muy atractivo y no iba a decírselo, pero eso no impedía que lo pensase, en parte me excitaba la forma en que era, ese carácter de chico duro que tenía pero que en el fondo era un encanto de persona, se había preocupado por mí en más de una ocasión y también de sus primos.


Sasuke no era ni la mitad de duro de lo que él creía, había visto cuánto quería y se preocupaba por sus primos, hasta el punto de bajar su gran orgullo para agradecerme lo que había hecho por ellos. Era un buen chico y creo que estaba empezando a sentir algo por ese orgulloso abogado, terco y egocéntrico.


Llegamos hasta su apartamento y ayudé a Sasuke a montar la habitación de invitados porque no pensaba dormir con él aunque la verdad… tampoco me habría disgustado tanto. Supongo que a él sí le disgustaría más. Tuve que recordarme que todo esto era una farsa, una mentira diseñada por un propósito… uno que aún no sabía cual era.


- Buenas noches – escuché que me decía Sasuke una vez acabó de ayudarme a preparar la cama.


- Buenas noches, Sasuke – le respondí cogiendo el pijama limpio que me tendió.


Sasuke salió de la habitación y me quedé allí sólo. Me desnudé y me puse el pijama que me había dejado. Me tumbé en la cama tapándome con las mantas. Di alguna vuelta tratando de coger el sueño pero no podía, no dejaba de pensar en Sasuke y en lo que estaría haciendo. Seguramente estaría en su dormitorio durmiendo plácidamente mientras yo hacía el idiota pensando en él. Supongo que al final le había cogido algo de cariño a ese chico.


Me dormí por completo al poco tiempo y sólo me desperté gracias a la luz que entró por la ventana. Miré el reloj, eran las ocho de la mañana y me levanté para ir a desayunar. Al pasar por el pasillo me di cuenta que la puerta de la habitación de Sasuke seguía cerrada así que supuse que seguía durmiendo.


Me dediqué a hacer los desayunos, quería al menos darle una sorpresa a Sasuke, hacer algo por él ya que me había permitido estar en su casa, quizá era sólo por el pánico que tenía a que su madre descubriera la verdad pasándose de nuevo por la casa, pero a mí me había dado la oportunidad de conocer mejor a ese chico, así que tampoco era una idea que me disgustase.


Ya estaba terminando de preparar el desayuno cuando decidí poner la mesa. No sabía dónde guardaba los manteles así que busqué y rebusqué por los cajones y los armarios hasta que en una de las baldas del mueble del salón apareció ante mis ojos un marco de fotos.


Cogí la fotografía entre mis manos mirándola bien. Allí estaba Sasuke con toda su familia, con sus primos, sus padres y suponía que el otro chico alto que se parecía a él pero con cabello largo, debía de ser su hermano mayor. Sonreí al ver a todos sonriendo excepto Sasuke y Gaara, creo que esos dos eran tal para cual, quizá por eso se adoraban tanto mutuamente.


Cuando quise darme cuenta, una lágrima resbalaba por mi mejilla. Estaba llorando y me habría gustado decir que no sabía el motivo, pero sí lo sabía, era la familia. Todos los que conocía excepto los niños del orfanato habían tenido una familia y esas fotografías me indicaban lo bueno que era tenerla. Algunos de mis antiguos amigos y conocidos a veces se quejaban de que era un tostón estar con algún pariente, pero para mí no era cierto, en el fondo tenían suerte de tener a todos los parientes, yo no tenía ni uno para mí y eso me entristecía. Muchas veces pensaba en cómo sería tener una familia y ahora mismo… me llegaba a la cabeza Mikoto y su marido, me venían los primos de Sasuke y es que en parte, yo los sentía como una familia para mí, poco a poco se estaban ganando un hueco en mi corazón. Eran una familia pero cuando pensaba en la farsa con Sasuke… sabía que no era cierto, que un día tendría que renunciar a este sentimiento, tendría que renunciar a la familia que estaba intentando ganarme. Yo sólo era un niño huérfano y nada más.


Aún tenía la fotografía en mis manos cuando noté como alguien rozaba mi mejilla con sus dedos y recogía la lágrima que resbalaba por ella. Al elevar la cabeza me encontré a Sasuke mirándome fijamente y algo preocupado. Creo que en el fondo tenía su corazón, era un chico amable y bondadoso aunque intentase protegerse de todo el dolor con esa coraza de frialdad.


- ¿Por qué lloras? – me preguntó con dulzura sentándome en el sofá.


- Lo siento – intenté sonreír al decirlo – yo sólo… la encontré por casualidad. Toma, voy a seguir con la mesa.


- Naruto… siéntate un momento, por favor – me pidió y me senté de nuevo - ¿Es por tu familia? ¿Les echas de menos?


- No, realmente no. Nunca he estado con ellos, no los conocí así que no puedo echarles de menos, pero sí tengo esta sensación de vacío. Supongo que me he puesto así al recordar a tu familia, tienes una gran familia, aprovéchala.


- Hay algo más ¿Qué es?


- Nada – le mentí.


- Es algo y quiero saberlo. Por favor, dímelo. Quiero saber todo lo que te preocupa, todo lo que está pasando por esa cabecita rubia.


- Es que… no creo que sea correcto lo que estamos haciendo. Les haremos daño cuando sepan que estamos fingiendo. Creo que deberíamos decir la verdad antes de que sea más tarde. Cuanto más tiempo pase con tu familia peor será la separación – le indiqué.


- La verdad es que se están encariñando contigo y la verdad… puede que yo también un poco, eres un chico muy raro – me dijo sonriendo – por favor… dame un poco más de tiempo, sólo un poco y te prometo que te liberaré de este trato.


- Vale – le dije.


Desayunamos juntos y yo ahora tenía una cosa más clara… creo que me estaba empezando a gustar Sasuke Uchiha y eso sería un problema. Sólo tenía dos opciones, o conquistar su frío corazón o alejarme antes de que hiriera el mío. Los chicos que tenían todo en su vida como Sasuke no acostumbraban a relacionarse con gente como yo.


Hablamos en el desayuno sobre sus primos, sobre todo de Temari y es que a mí me seguía rondando a la cabeza aquel problema que tenía con ese chico. Creo que iba siendo hora de empezar a ayudar a esos chicos, de ser su apoyo y no me importaba que me utilizasen si con eso conseguía que fueran felices. Temari tenía mucho miedo y siempre miraba a distancia a aquel chaval, creo que iba siendo la hora de que eso cambiase, de que fuera ese chico quien empezase a fijarse en ella y que viera a esa chica que estaba loca por él y yo… iba a conseguir que se fijase en ella.


- Esa sonrisa tuya da miedo – me dijo Sasuke – la colocas cuando tienes un plan.


- Empiezas a conocerme.


- Sí y eso también es aterrador. Por cierto hay que preparar tu defensa, el juicio es en unos días y aunque tengo bastante atado al caso para ganarlo, tengo que practicar contigo un par de coartadas y frases.


- De acuerdo – le dije sonriendo – pero ahora tengo que irme, he pensado en pasar a recoger a Temari.


- ¿A Temari? Pero si ella vuelve sola a casa por lo general.


- Hoy no, tengo un asunto que solucionar con ella.


- Que misteriosos estáis. Veo que has conseguido que te cuente sus secretos, a mí nunca me los ha contado.


- Porque eres muy serio y da la sensación que no te importa nadie más que tú – le dije.


- No es cierto, la gente me importa.


- Es posible, pero no lo das a entender.


Salí de casa para irme hacia la Universidad, quería ayudar a Temari con todo este asunto y sabía perfectamente cómo hacerlo y es que no nos llamaba más la atención a los tíos que ver a una chica guapa con novio. Estoy convencido de que ese tal Shikamaru tenía que haberse fijado en ella, de eso estaba seguro, era guapa, lista, educada, muy buena chica y sería un idiota si no se hubiera enterado ya que podía sentir algo por él. Quizá aprovechaba el saberlo pero no se había molestado en intentar hablar con ella. Yo estaba dispuesto a conseguir que persiguiera a esa chica por la universidad y le pidiera una cita, que intentase ligar con ella.


Cogí la moto y conduje hasta la universidad. Había mucha gente por el campus, sobre todo chicas y tras aparcar me quedé apoyado en la moto aparentando que esperaba a alguien, cosa que era cierta, esperaba a Temari porque iba a hacer creer que salía con ella, iba a conseguir que se fijasen en esa chica y se hiciera interesante a los ojos de los chicos de golpe.


Algunas chicas me miraron al pasar cerca de mí y yo sonreí sacándoles unos leves sonrojos mientras se marchaban sonriendo y murmurando entre ellas como si de verdad creyeran que estaba intentando ligar, en realidad trataba de ser educado. Temari salió como siempre mirando hacia Shikamaru pero éste aunque la vio pasar, no se percató de ella hasta que yo caminé levemente hacia ella y la cogí de la cintura sonriendo mientras le indicaba al oído que me siguiera el juego y sonriera.


Me hizo caso aunque no entendía de qué iba todo esto y le pasé un casco subiéndola a la moto. Es posible que ella no se hubiera dado cuenta de nada, pero yo sí había estado mirando al grupo de Shikamaru. Él había mirado al momento pensando en mí como el novio de la chica y el resto de chicas… se carcomían en la envidia, podía ver esa mirada de odio porque otra chica les pasara su reputación por encima, a mí me daba igual, yo estaba aquí para ayudar a la prima de mi “novio” y eso iba a hacer.


Conduje hasta la mansión Uchiha y Temari sonreía agradeciéndome la ayuda. Decía que seguramente no cambiaría nada pero yo con una sonrisa le indiqué que esperase hasta mañana para ver resultados, el mundo no se hizo en dos días, esto requería un poco de paciencia y enseguida empezaría a ver de qué era capaz. Acabaría saliendo con ese chico como que yo me llamaba Naruto.


Cuando entré por el pasillo para ver a mis dos pequeños chicos, Gaara y Kankuro, me encontré con que Sasuke estaba allí hablando con ellos. Hablaban del padre de ellos y de cuánto le echaban de menos. No debía de ser fácil pero yo no quise entrar, no quería estropearles el momento familiar y menos con mi presencia, la cual odiaban. Aún no sabía cómo iba a ganarme a esos chicos pero una cosa tenía clara… ver a Sasuke en su faceta tan paternal y familiar, había levantado en mí un sentimiento demasiado intenso, ese chico me gustaba, no podía evitar reconocerlo aunque no podía decírselo. Pensar en él era darme cuenta que no había futuro, era una gran mentira nuestra relación pero cuando él hablaba de lo bien que estaba conmigo y me defendía, yo sentía que me enamoraba más y más de ese chico serio y engreído.


 


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