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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Naruto Uzumaki


 


¿Sasuke me había besado? Eso sí que no me lo esperaba pero cuando me explicó que había creído ver a su madre todo tuvo sentido para mí. Quizá estaba un poco sorprendido y decepcionado, esperaba que me besase voluntariamente pero claro… eso jamás pasaría, esto sólo era un trato, un acuerdo y nada más. Debería conformarme con sus besos falsos y programados.


Entramos en casa y ayudé a Mikoto a preparar el pastel de manzana, además de que quería preparar una tarta para llevarla a la casa de su madre, claro que aquí sólo miramos las recetas, ya la prepararíamos cuando llegásemos a Alaska. Yo seguía sin terminar de creerme que nos íbamos a Alaska ¿Quién me mandaría a mí tener que ir allí? Por lo que sabía de Alaska era un lugar lleno de hielo, nieve y muy frío, yo adoraba el calor, el frío aquí era Sasuke.


Cuando volvíamos hacia casa estaba preocupado pero no quise decir nada. Aparqué la moto fuera del edificio de Sasuke y esperé a que él llegase en su coche. Me sorprendió cuando le vi detenerse a mi lado en vez de guardar el vehículo en la cochera.


- Sube – me dijo.


- ¿Dónde vamos?


- A tú casa, tendrás que hacer la maleta para el viaje, supongo. No te has traído nada a mi casa.


- Ya bueno… lo justo y necesario.


- Venga, te acercaré y me esperaré hasta que hagas la maleta.


Subí al coche con él y miré por la ventanilla prácticamente todo el camino, no me atrevía a mirarle por miedo a que viera mi sonrojo y es que seguía recordando su beso. Me estaba gustando este chico y eso era un gran problema. Ni siquiera entendía cómo podía gustarme, él era completamente diferente a mí, no salía de fiesta, era serio y antipático, yo era todo lo contrario ¿Por qué me atraía entonces? ¿Por qué no podía dejar de mirar sus labios y apartar mi mirada en cuanto él se giraba hacia mí?


- ¿Por qué me miras tanto? – me preguntó.


- Por nada.


- Es algo ¿Qué es?


- Me preguntaba si le caeré bien a tu abuela.


- Seguro que sí – me dijo tratando de calmarle – ya les caes bien a toda mi familia.


- Menos a tus primos – le indiqué mirando por la ventana.


- Son complicados. No confían en la gente Naruto, hasta su padre les traicionó y no viene a verlos, creen que la gente se marcha al final y que no merece la pena intentar llevarse bien con ellos.


- Entiendo su posición, pero ya no sé qué hacer para intentar al menos tener cierta convivencia pacífica.


- Tranquilo, le das demasiadas vueltas a todo, ya verás cómo esos chicos al final te cogerán cariño.


- Empiezo a dudarlo – le dije viendo como aparcaba el coche.


Subimos a mi piso y abrí la puerta teniendo que pegarle con el hombro puesto que siempre se atrancaba. Era un piso que se caía a pedazos, de hecho al abrir la puerta de golpe y entrar al pasillo, un trozo de yeso del techo se cayó a mis pies provocando que Sasuke alucinase y cogiera miedo.


- Vamos a morir – me dijo de golpe.


- No es cierto, no está tan mal.


- Se ha caído un trozo del techo – me dijo.


- Un trozo de yeso, sigo teniendo techo – le especifiqué.


- Madre de Dios… vale acabemos rápido y marchémonos a mi piso, al menos no se cae a pedazos.


Era la primera vez que Sasuke entraba por mi casa y me daba un poco de vergüenza puesto que tenía razón… era un desastre de casa pero era lo que podía permitirme con mi sueldo, siempre había trabajado en malos trabajos, regalaba muchas horas por un sueldo mísero pero es lo único que yo podía hacer… no tenía apenas estudios y sólo era bueno para esto.


- Siéntate si quieres un rato mientras preparo la maleta.


- Vale – dijo entrando con cuidado sin tocar las paredes, creo que tenía miedo que se le cayesen encima.


Me metí hacia mi cuarto y cogí la única bolsa de deporte que tenía. Empecé a guardar algo de ropa, tampoco es que tuviera mucho, prácticamente me cabía todo en la bolsa, siempre viajaba ligero, me compraba lo justo, de hecho ni siquiera los muebles eran míos, venían con el alquiler de la casa. Estaba terminando cuando escuché un grito y supe que era Sasuke, ya había ocurrido algo y me apresuré a ir hacia él. Había metido el pie en una tabla del suelo que se había roto.


- ¿Pero en qué clase de casa infernal vives? – me preguntó malhumorado.


- En la que más se adaptaba a mi presupuesto – le indiqué.


- ¿Has subido alguna vez a esos juegos de niños donde tienen que superar pruebas? Bueno pues tu casa se le parece mucho a eso, es como una trampa mortal, aquí todo parece estar diseñado para hacerte daño.


- No te metas con mi casa – le dije gritando cuando otro trozo de yeso cayó del techo cerca de nosotros asustándonos a ambos.


- Joder… quiero salir de aquí – me dijo casi asustado.


- Está bien, ya nos vamos – le comenté y cogí algo de impulso para sacarle el pie atascado del suelo.


Lancé mi cuerpo contra el suyo aunque Sasuke gritaba que no fuera bestia, que podía hacerlo sin coger carrerilla pero yo no le creí, conocía bien mi casa así que le empujé y ambos caímos contra el sofá cuando su pie se soltó. ¡Rompimos el sofá al caer sobre él! Mejor dicho… estaba tan viejo y deteriorado que nos hundimos en sus asientos y acabamos en el suelo en el hueco donde debían estar los cojines.


Nos quedamos unos segundos mirándonos, yo encima de Sasuke y él con la espalda recostada sobre las maderas rotas de lo que era el asiento del sofá hace unos segundos. Estaba sobre el pecho de Sasuke y le miré sonrojado a más no poder, la verdad es que tenía razón, mi casa era una trampa mortal, yo mismo tenía que tener cuidado muchas veces, hasta las puertas de los armarios se me habían caído alguna vez.


- Eres un bruto – me dijo.


- Y tú un quejica, mi casa no está tan mal.


- ¿No? Por favor… se cae a pedazos – me dijo – mi casa comparada con esto te tiene que resultar un aburrimiento, no tienes que esquivar objetos que tratan de capturarte o matarte – me dijo.


- No es para tanto – me quejé y quería seguir haciéndolo cuando no pude… Sasuke había atrapado mis labios entre los suyos.


Cerré los ojos y me dejé llevar, sabía que esto estaba mal y que no podía dejarme llevar, que todo era una gran mentira pero no podía evitarlo, sus labios me habían estado llamando tanto tiempo que ahora no podía rechazarlos, los deseaba y quería hacerlos míos, quería que hiciera mi boca suya. Estaba completamente loco, completamente ciego para no ver cómo me utilizaba este chico aunque sí lo veía, el problema es que me daba igual, con tal de tenerle unos minutos para mí me daba igual cuánto me utilizase, estaba enfermo.


Ahora no podía decirme que era por su madre, aquí estábamos solos él y yo, nadie más. Sasuke pasó su lengua por la comisura de mi labio y abrí la boca al momento cediéndole el paso, dejando que jugase con mi lengua mientras yo jugaba a intentar pillársela con suavidad mordiéndola con dulzura. Sus manos se colocaron en mi nuca empujándome más la cabeza contra la suya hasta que su lengua entró por completo en mi cavidad inspeccionándola por completo.


Me levanté enseguida cuando le escuché quejarse y es que se estaba clavando una madera así que me puse en pie y le ayudé a levantarse. Tomó mi mano dejándose ayudar y salimos del hueco del sofá. Nos miramos unos segundos fijamente sin saber qué hacer… sin saber cómo habíamos podido llegar a besarnos pero no tuve tiempo de hablar cuando Sasuke se abalanzó sobre mí besándome con pasión y empotrándome contra una de las paredes, claro que yo no pensaba dejarle controlarme, yo también podía ser así de salvaje y pasional, así que le empujé contra la otra pared y él repitió el proceso. Fuimos golpeándonos contra las paredes hasta que una de ellas cedió y nos caímos de espaldas, yo bajo el cuerpo de Sasuke que miraba sorprendido a la pareja frente a nosotros.


Habíamos ido a parar a la habitación de los vecinos y allí estaban ambos en la cama teniendo sexo mirándonos paralizados por la interrupción mientras Sasuke y yo los mirábamos sorprendidos y luego observábamos el agujero de la pared.


- Lo siento – exclamé cuando el vecino hizo un gesto no muy agradable pero al final se calmó.


Nos levantamos rápido y decidimos marcharnos antes de que ocurrieran más desastres hoy, desde luego mi casa no era para nada segura. Cogí la bolsa de deporte con mis cosas y las metí en el coche, claro que ahora los dos estábamos completamente en silencio sin saber qué hacer ni qué decirnos después de aquel fogoso beso que habría acabado en sexo sino hubiéramos destrozado la pared del vecino.


- Sasuke… háblame por favor – le dije.


- ¿Qué quieres que hablemos? – me preguntó notablemente enfadado, pero no creo que fuera un enfado conmigo, sino con él mismo por haberse dejado llevar.


- ¿Qué nos ha pasado ahí dentro?


- Se llama adrenalina. Tenía tanta que la he sacado por otra vía, no quería hacerlo, lo siento.


- ¿Es sólo eso, Sasuke?


- Sí. Te prometo que no me volverá a pasar, pero es que tu casa pone los pelos de punta a cualquiera. Dios mío… hay que estar siempre alerta con cualquier cosa, hay tantos obstáculos que la adrenalina se dispara. ¿Qué te ocurre? – me preguntó al verme pensativo.


- ¿Qué es la adrenalina? – pregunté.


- Dios mío – exclamó y trató de calmarse – es un neurotransmisor, para que me entiendas… una sustancia química segregada por el cuerpo, cuando bombeas mucho puede llegar a crear un estado de excitación sexual y desde luego los dos estábamos al límite de adrenalina por culpa de esa peligrosa casa. ¿Se puede saber por qué sonríes ahora?


- Es que pareces saber mucho sobre todo esto, bueno en general es que eres inteligente.


- Eso se estudia – me dijo y me deprimí un poco, yo no había estudiado y aunque se giró para irse al coche, al ver que no le seguía pareció darse cuenta de lo que pasaba y se giró hacia mí – oye lo siento… no quería decir eso.


- Ya sé que no tengo unos buenos estudios como tú, tranquilo.


- No quería decir eso Naruto y lo sabes, era una forma de justificar el motivo por el que lo sé. Hay mucha gente que no lo sabría, mi hermano es médico y estudiaba esas cosas, era información que no tenías por qué saber, así que lo siento, a veces meto la pata y me creo que todos tienen que saber lo que yo sé.


- No te preocupes. Igualmente me pareces muy inteligente, te tengo un poco de envidia en eso.


- Tú tienes otras cualidades Naruto – me dijo – Sabes vivir la vida, sabes disfrutarla, eres alegre y le caes bien a todo el mundo, yo nunca caía bien a mis compañeros de clase, creían que era un pedante, un egoísta y un listillo, no me llevaba bien con nadie. En cambio mírate a ti, llegas a cualquier sitio y todos se mueren por ser tus amigos o conocerte, tienes suerte.


Empecé a entender con aquello por qué Sasuke era tan frío y orgulloso. Sus padres le habían inculcado que tenía que ser el mejor, pero ser el que sacaba sobresalientes y todo lo sabía… le había convertido en un chico solitario, nadie quería ser su amigo, no querían ser los amigos del chico raro y egocéntrico, el que caía bien a los profesores por saberse la lección.


- Volvamos a casa – me dijo de golpe y subí al coche sin volver a decir ni una palabra.


 


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