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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Sasuke Uchiha


 


Sabía que me había pasado con Naruto, él no tenía la culpa y verle tan afectado cogiendo el casco para marcharse me sentó muy mal, me entristeció verle así y sabía que era mi culpa por haberme puesto como me había puesto. Odiaba a los antiguos compañeros de clase, no me habían aportado jamás nada y no me apetecía ir pero también era cierto que yo ya no era aquel chiquillo solitario al que creían un arrogante y al que dejaban a un lado, era un prestigioso abogado y tenía a Naruto, era hora de que todos supieran que mi vida era perfecta y más al lado de él, era hora de superar mi solitario pasado.


Sé que Itachi tenía razón y que se preocupaba por mí pero no me gustaba que él que hacía años que no vivía aquí con nosotros viniera a decirme cómo tenía que comportarme en mi vida y en mi relación. Ya era mayorcito y sabía perfectamente cómo tratar a mi pareja. No quise darle ninguna razón a mi hermano y salí directamente tras Naruto que iba delante de mí abrochándose la chaqueta.


- Naruto, espera – le grité pero él seguía caminando. - Para ya – le grité al final.


- Vuelve dentro con tu familia y déjame en paz.


- ¿Dónde vas?


- A mí casa


- No te vayas, por favor. Lo siento, no debí hablarte de esa forma.


- Estoy un poco cansado Sasuke, quiero irme a casa a descansar.


- Entonces me iré contigo.


- No, vuelve con tu familia.


- Tú eres mi familia Naruto. De verdad que lamento haberme puesto así, es una parte de mi pasado que no quiero recuperar.


- Lo sé y lo entiendo, pero yo no he hecho nada ni te he obligado a asistir, podías decirme las cosas bien y no de esa forma.


- Iré Naruto, si me acompañas tú iré a la reunión esa, pero necesito que me acompañes. Tenéis razón mi hermano y tú, es hora de que supere esta parte de mi vida y quiero hacerlo a tu lado. Acompáñame, por favor.


- Vale – me dijo Naruto al final – pero no vuelvas a hablarme de esa forma.


- Te lo prometo – le dije sonriendo antes de besarle.


Enrollé mis manos a su cintura atrayéndole hacia mí besándole aún con más pasión y es que cada día… cada segundo me enamoraba más de él. Temía el día que Pain había dicho, ese día en que todo lo que había ocultado saliera a la luz y trataba de evitarlo como podía, mis padres no debían enterarse que todo esto comenzó como una farsa por ellos, para que me dejasen de agobiar con el tema de las chicas que llevaba a casa.


- Venga, vayamos a casa – le dije sonriendo mientras pasaba el brazo por su hombro y él se acurrucaba algo mejor en mi pecho sonriendo.


Caminamos hasta el coche y es que no iba a dejar que se fuera en moto y más con el tiempo que estaba haciendo, las nubes acusaban lluvia en breve y no quería que tuviera un accidente si eso ocurría. Al menos en el coche conseguí que Naruto se calmase un poco más. Al principio estaba un poco reacio a perdonarme así tan rápido como si nada pero cuando puse la radio me miró sin entender nada y su cara cambió a una aún peor cuando empecé a cantar para animarle. Se reía de lo mal que cantaba y me pidió que parase pero yo hice lo mismo que hizo él la última vez… seguir hasta que él acabó cantando conmigo en señal de perdón.


Llegamos a casa y mientras Naruto se iba a cambiarse yo aproveché para llenar la bañera, me apetecía mucho relajarme un rato allí dentro tranquilo y relajado. Coloqué dentro del agua algunas sales y espuma para luego llamar a Naruto cuando ya me estaba quitando la ropa. Él al principio se preocupó, no esperaba que le llamase para nada y pensó que me ocurría algo hasta que me vio sonreír desnudo y le comenté que se bañase conmigo. Él sonrió como solía hacer siempre y acabó quitándose también la ropa para acompañarme.


Se metió a la bañera conmigo y nos relajamos allí dentro en el agua caliente jugando con la espuma. Si todos los días de mi vida iban a ser así al lado de Naruto, firmaba ahora mismo la permanencia con él. Le adoraba.


- Me pasaría la vida entera a tu lado – le dije sintiendo como Naruto apoyaba su cabeza en mi pecho relajándose.


Aún podía sentir su espalda apoyada en mi pecho, tumbado delante de mí en la bañera y jugando con la espuma. Yo no podía dejar de acariciar su cintura bajo el agua, aquella suave piel que tenía mientras escuchaba su agradable y pegadiza risa.


- Y lo estaremos – me dijo Naruto sonriendo – quiero estar contigo y espero que tú no te arrepientas.


- ¿Por qué tendría que arrepentirme?


- Porque yo no soy como tú, no… no tengo dinero y esas cosas a las que tú estás acostumbrado.


- Me da igual eso, te quiero tal cual eres y eso es suficiente para mí. ¿Tienes miedo de eso?


- Sí – me dijo – de no ser suficiente para ti, de que un día te des cuenta de que no soy lo que buscabas y me dejes. Supongo que estoy un poco preocupado.


- Pues no te preocupes Naruto. Quiero estar contigo, lo dejaría todo por ti.


- ¿Sabes lo que me apetece ahora mismo, Sasuke? – me preguntó Naruto girándose hacia mí.


- Ni idea – le dije - ¿Chocolate?


Sonreí y es que a él le encantaba el chocolate y en cuanto podía, siempre le pillaba comiéndose un trozo. Naruto sonrió y dijo un “No, tonto” sonriendo con picardía.


- Me apetece comerte entero – me dijo agachando su cabeza en busca de mi miembro aunque me obligó prácticamente a salir del agua para que pudiera metérselo en la boca.


Gemí por sus atenciones. Cada vez se le daba mejor esto del sexo oral y yo estaba dispuesto a dejar que practicase todo lo que quisiera para que perfeccionase, me encantaba cómo lo hacía y me volvía loco de placer. Puede que nunca le dijera mis sentimientos y esas cosas… pero de verdad que le amaba mucho, demasiado y cada día iba en aumento. No podía creerme cómo me había encaprichado de ese chico dulce y a la vez con carácter fuerte que sabía defenderse perfectamente solo.


Naruto se colocó encima de mí con sutileza y tras dejarme prepararle, se sentó encima de mi miembro penetrándose él mismo. A cada movimiento suyo el agua y la espuma se movía pero mis ojos sólo podían centrarse en ese increíble cuerpo que cabalgaba sobre mí y en esos finos labios que no dejaban de gemir disfrutando del momento.


Estaba tan excitado de lo que veía, que apenas me pude aguantar corriéndome en su interior mientras Naruto aún tardó un poco más en venirse encima de mí pecho mezclando su semen con el agua y la espuma. Nos relajamos unos segundos antes de aclararnos y salir de allí para irnos a la cama, ya tenía sueño.


A la mañana siguiente quedé con mi hermano y es que me había llamado a las siete de la mañana para hablar conmigo de algo importante, algo sobre Naruto. Al principio me preocupé por si ocurría algo pero cuando llegué a la cafetería en la que habíamos quedado, me di cuenta que todo eran temores infundados, él no venía a hablarme nada malo de mi novio sino todo lo contrario. También estaba preocupado por mí y por la reunión de viejos compañeros de instituto. No tuve mucho tiempo para hablar con él, llegué a casa, hicimos las maletas y nos fuimos para Alaska de nuevo.


Naruto lo pasaba fatal en esos vuelos y yo sonreía al verle. Me había criado en Alaska, allí tenía el instituto y no era barato precisamente coger un vuelo tan repentino y es que todo había sido planeado de un día para otro, o al menos… yo me enteré con ese tiempo mínimo de antelación. Pese a ello y aunque iba nervioso ya que no quería volver a ver a mis antiguos compañeros, también quería ser el novio perfecto para Naruto, quería que todos vieran el chico tan maravilloso que tenía la suerte de tener a mi lado. Seguro que seríamos la envidia de todos. Aquellos que una vez dijeron que yo jamás tendría una pareja, ahora era mi momento para presentarles a la pareja perfecta y yo tenía mucha suerte de que él me hubiera elegido a mí, iba a demostrarles a todos que se equivocaron conmigo.


La reunión fue aburrida lo que más. Me pasé la velada con Naruto comiendo tentempiés de las bandejas que llevaban los camareros de un lado para otro y fingiendo frente a los antiguos alumnos que todo estaba bien. La mitad mentían, decían que les había ido bien en la vida, yo no tenía que mentir, me iba genial en mi vida, había llegado justo donde quería llegar y me gustaba estar aquí, me gustaba mi vida y si todo seguía así… sería el hombre perfecto de aquí a unos años casándome con Naruto, pero aún era él muy joven y llevábamos poco tiempo. Quería convivir con él para saber y asegurarme que no me había equivocado en la elección esta vez como tantas otras veces me había equivocado al elegir.


- ¿Qué te parece si nos vamos de aquí? La casa de mi abuela no está lejos y mañana por la mañana cogemos el vuelo y volvemos a casa – le susurré para que no me escuchasen los presentes.


- Me parece bien, estos tipos no me caen bien – me dijo sonriendo – ahora entiendo por qué no querías venir – yo sonreí con sus palabras.


- Vamos anda, este sitio no es para nosotros.


Mi abuela nos recibió encantada con los brazos abiertos al igual que mi abuelo, claro que luego él se puso a ver el béisbol y nosotros nos sentamos a su lado. Para mi gran sorpresa… Naruto entendía de deportes porque estuvo debatiendo con mi abuelo sobre quién era el mejor jugador de la liga, algo en lo que yo nunca había tenido interés alguno. Mi abuelo disfrutó aún más de un buen debate sobre deportes y tras acabar el partido, nos fuimos a descansar, claro que tuve que pasar las cortinas por la intensa luz que entraba.


- No sé si me podría acostumbrar a tanta luz – me dijo Naruto.


- Seguro que sí. Por cierto… quería darte una cosa Naruto. Toma – le dije sacando unas fotografías de mi bolsillo.


- ¿Qué es?


Ni siquiera tuve tiempo de contestarle, cuando las cogió y las miró, supo que era su familia y tras unos segundos en shock mirándolas con rapidez, empezó a mirarlas más lento hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos, sólo esperaba que fueran lágrimas de felicidad por poder ver a su familia aunque fuera sólo en unas fotografías.


- ¿Cómo las has encontrado? – me preguntó.


 


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