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We´re more than friends por Minale

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Notas del capitulo:

Otro capítulo más para esta historia con la que me he encariñado mucho.

Espero que les guste mucho y lo disfruten, para mí fue realmente grato escribirlo.

De antemano les aviso que apartir de aquí puedo demorarme un poco más en publicar. He vuelto a clases y bueno, eso quita algo de tiempo pero igual intentaré llegar al final pronto, no los quiero dejar mucho timepo esperando por ello.

Les recuerdo, que pueden saber más sobre las dos historias, y la que viene en proceso, en esta página de Facebook: https://www.facebook.com/ByMinale/. Ahí podrán saber exactamente cuándo publico las actualizaciones e información que tal vez les interese saber sobre cómo se llevan a cabo las historias.

No los distraigo más, ¡Disfruten del capítulo!

El frío en las calles de Tokio se hacía más presente conforme los días iban pasando, la luz solar ya no era consuelo para el frío que envolvía los cuerpo de los ciudadanos, mucho menos cuando en la época el sol acostumbraba esconderse más temprano y dejar que la noche reinara por más horas. No importaba qué tan soleado estuviera el día, las bajas temperaturas comenzaban a robar protagonismo. A mediados de Noviembre, los fuertes vientos anunciaban un frío invierno cuando el otoño terminara su paseo por la ciudad.

Las conglomeradas masas de transeúntes en las aceras vestían con gruesos abrigos sin excepción. Las bufandas, cubre bocas y gorros de lana ya se exhibían en los aparadores de las tiendas a un mes, aproximadamente, de recibir las ventiscas invernales, sobre todo porque comenzaban a venderse en grandes cantidades, variedad de colores y estilos. Nadie quería quedar desprotegido de las temperaturas menores a los quince grados celsius. Si las tiendas departamentales iban a tener grandes ganancias en esa época, las cafeterías también se darían el gusto de recibir altos números de clientes en los próximos días y hacer la competencia a las tiendas.

Sin embargo, el cambio de estación no representaba un obstáculo para que la rutina laboral se detuviera, mucho menos se podía usar como excusa para quedarse en casa y no presentarse a trabajar, habían medidas cautelares que ayudaban a no enfermar y que todo siguiera marchando con normalidad. Con esto los diversos comercios abrían sus puertas todos los días, las oficinas seguían cumpliendo su labor, e incluso las salas de concierto a lo largo de todo el país seguían recibiendo reservaciones para futuras presentaciones. El trabajo no se detenía por nada y en la industria de la música tampoco. Múltiples bandas habían programado presentaciones para lo que quedaba del mes y lo que venía en los primeros días de Diciembre. Las tiendas de música en Tokyo tenían las agendas casi al tope con la cantidad de eventos que atenderían en esos días. Se acercaban nuevos lanzamientos y por supuesto nadie quería quedarse atrás en el tema de la promoción de cada banda a la que pudieran darle apoyo. Además, les convenía promocionar las bandas que fueran tomando nombre, las ganancias monetarias siempre estaban de por medio.

Dentro de las tiendas, los empleados se olvidaban por completo del frío, pasaban todo el día ajetreados con la preparación de los eventos: carteles, mercadería exclusiva, el espacio para recibir tanto a los artistas como a sus fans, revisar el equipo de sonido y video, todo ello debía estar listo hasta un día antes de la fecha del evento que fueran a atender, así el mismo día solo debían decorar y montar el “escenario”, además de ocuparse de alguna otra visita en los días siguientes. Había tantas cosas por hacer, los nuevos lanzamientos se acercaban con rapidez y querían tener todo listo para la mejor promoción de las ventas.

Las salas de concierto y las tiendas no eran las únicas que se apresuraban, las mismas promotoras discográficas debían asegurarse de ir cumpliendo con todo según el tiempo estimado para cada cosa. En el caso de DIAURA, la grabación de las canciones había llegado a su fin. La última canción, aunque algo inesperada, había sido incluida a tiempo y con éxito dentro del álbum. Cada parte fue revisada minuciosamente durante los ajustes finales, voz, guitarra, bajo y batería sonaban en conjunto como lo habían querido según cada canción. A un mes del lanzamiento ya estaba todo el material debidamente editado, solo faltaba seguir con la promoción programada para que la venta del disco alcanzara las expectativas y más.

Como buena banda dentro de la escena Visual Kei, la imagen hablaba mucho del trabajo que pretendían presentar al público, era esencial y no se podía descuidar. Después de tantos meses desde la última gira, el tinte en el cabello ya no tenía el mismo tono, a unos incluso se les había lavado por completo, así que era el momento justo para comenzar a lucir la nueva imagen visual de DIAURA. Las pruebas de vestuario habían resultado en trajes muy diferentes a los que antes habían utilizado, pero jugaban una estupenda combinación con el concepto del nuevo video que grabarían en unos días; antes del rodaje y las sesiones fotográficas, el detalle del cabello era lo primero en la lista por estar listo. Shoya y Tatsuya  habían acudido por su parte a teñir y recortar su cabello con la persona a quien más le confiaban esos cambios de imagen. Kei también tenía la intención de ir por su cuenta, pero vio una mejor oportunidad de ir acompañado, pidió a Yo-ka que fuera con él.

- Tengo un pendiente después de medio día, pero como a las tres estaré libre, ¿Te parece bien que nos veamos a esa hora? - El vocal aceptó después de pensarlo un poco. Eso hacían los amigos, ¿No? Acompañarse cuando se presentaba la ocasión. Si el guitarrista quería compartir con sus amistades, entonces él se tomaría más en serio su papel de mejor amigo.

- Hm ¿Qué tal a las 3:30 en el estudio? Paso por ti y te llevo después a donde necesites ir.

- ¿Es lo que me darás a cambio por ir a sentarme en una silla por quién sabe cuánto tiempo a ver cómo te dejan más precioso? - El tono burlesco dejaba de lado cualquier coqueteo que se pudiera interpretar. Yo-ka solo se burlaba, evidentemente, mientras daba vueltas lentamente en la silla giratoria en la que estaba sentado.

- Bueno, agrégale una malteada también si quieres. - El guitarrista no se dejaría vencer tan fácil, él también podía bromear a buen nivel. El vocal soltó una sonora risa sin dejar de dar vueltas.

- Que sea una crepa con fresas.

- Ración extra y un café.

- Joder, en verdad que no quieres ir solo. - Mientras la risa volvía por parte de ambos, Yo-ka dejó de impulsarse en las patas de la silla, dejó de girar en aquella silla y quedó frente al guitarrista, quien estaba sentado en el sofá con su amada guitarra negra. - Te estaré esperando a esa hora en la sala de estar de la entrada.

- Ahí estaré. - Aseguró con una suave sonrisa en el rostro.

Era evidente que Yo-ka se mostraba más amistoso, o al menos lo intentaba, así como mantener su humor, pero Kei no estaba tranquilo, las cosas no podían simplemente volver a estar bien como antes, su vocalista no era así. Él mejor que nadie sabía cuán profundos podían llegar a ser los sentimientos de su amigo, por eso le costaba tanto pensar que ya todo estaba bien de nuevo. Lo que pasó entre ellos meses atrás no volvió a mencionarse y no le quedó más que intentar olvidarlo, mas si él no lo había logrado, estaba seguro que Yo-ka mucho menos. Estaba seguro que no existía  un solo día en el que no pensara sobre lo que había hecho y causado, si bien lo charló en su momento, o al menos lo intentó, no quedó convencido de que todo seguiría como si nada hubiera pasado.

Estaba sumamente arrepentido y si fuera por  él, pediría perdón todos los días hasta que el otro consiguiera perdonarlo, pero comenzar a hostigarlo de esa manera no implicaría nada productivo; se sentía arrepentido, pero no era idiota, al menos no pensaba serlo en exceso. También estaba contento de poder seguir conviviendo con él, mas en todo ello no sentía que su amigo era sincero, había algo aún que lo incomodaba y no podía dejar de pensar en que las cosas, por el contrario a como aparentaban, iban de mal en peor. Ese presentimiento lo atormentaba cada vez más, conforme Yo-ka se mostraba más tranquilo, más temía por lo que pudiera ocurrir en cualquier momento.

Dos días después de haberse puesto de acuerdo, Yo-ka esperaba en el vestíbulo de la compañía por la aparición de Kei. Había llegado quince minutos antes y se entretenía con lo que en su celular pudiera encontrar. Lo que en Twitter sucedía no le importaba demasiado, no era una red social que le fascinara, y en ese momento solo le ayudaba a pasar los minutos mientras leía alguna que otra novedad de bandas amigas, aunque no había nada mejor que enterarse de lo nuevo por boca de sus amistades. El cigarro que sujetaba en su zurda estaba cerca de llegar a consumirse por completo, parecía increíble que el cigarro lo entretuviera más que la red social que ojeaba, pero su desinterés no lo podía contener. Tanto así, que no pasó desapercibida la silueta tan familiar que poco a poco se iba acercando a él. Aquel sujeto tenía ambas manos en los bolsillos de la chaqueta que usaba, algo muy común de su guitarrista.

- ¿Llevas mucho esperando? - Preguntó una vez estuvo al lado del sofá en el que el vocalista estaba sentado.

- No mucho, terminé el compromiso más temprano de lo planeado, así que decidí venir aquí de una vez. - Apagó el cigarro en el cenicero a su alcance antes de levantarse y guardar su móvil en el bolsillo de su pantalón.

- Me hubieras avisado y vengo antes. - El vocal negó y en lo que se levantaba acomodó mejor el gorro de lana negro que usaba, él sí prefería usar ese tipo de accesorios contra el frío de una vez.

- Solo fueron unos minutos, no te mortifiques por eso. - Con una suave sonrisa adornando su rostro, invitó al guitarrista a dirigirse a la salida del edificio. Llevó consigo su bolso, no lo podía dejar olvidado. - ¿Estabas libre antes de venir?

- Algo así. En realidad fui a ver lo del mantenimiento de las guitarras, creo que para la próxima semana eso ya estará listo. - Al salir del estudio, Kei caminaba en dirección a donde había estacionado su auto y Yo-ka lo seguía a su lado.

- ¿Sí? ¿Y en estos días qué harás? - El guitarrista se encogió de hombros, mirando de reojo con una sonrisa burlona al vocal.

- Usaré la tuya, por supuesto. - El vocalista volteó a verlo de inmediato, soltando una ligera risa antes de volver su vista al tan conocido auto del guitarrista.

- Esto me pasa por querer  formar una banda contigo. - Kei soltó una audible carcajada, la que acabó por contagiar a Yo-ka con una nueva risilla.

Las bromas entre ambos habían vuelto sin problema alguno. A Yo-ka no le resultaba nada difícil molestar a otros y mucho menos a sus amigos, cuando tenía la oportunidad no la desperdiciaba, los más cercanos a él lo sabían perfectamente. Pero estar de buen humor era muy diferente a sentirse bien, y el guitarrista se convencía cada vez más que su amigo era una bomba de tiempo. Las bromas podían haberse retomado, mas las muestras de cariño que el vocal antes tenía con consigo se habían extinguido casi por completo. Más allá de un abrazo amigable, no había nada más y ese era el mejor indicio para pensar que nada estaba bien aún.

El viaje en auto fue corto, los veinte minutos que demoraron en llegar al lugar donde Kei solía arreglarse el cabello sirvió para iniciar una conversación de trivialidades, nada muy importante que necesitara mucha atención. Mientras atendían al guitarrista, Yo-ka le seguía la conversación desde el sillón que estaba frente a las sillas en las que se pasaba a la clientela, Kei estaba de espaldas a él frente al espejo. Leía una revista de forma desinteresada, apenas leía el título del artículo, miraba las imágenes y pasaba a la siguiente página. Sin embargo, la plática con su amigo tampoco pasaba a un tono más interesante, estaba aburrido, pero no podía decir que pudiera estar entretenido con algo más. De cierta forma se sentía incómodo, no quería quedarse sin temas por hablar para no caer en el silencio y tener que buscar de qué más hablar, trataba de evitar llegar a esa situación.

Como el vocal se veía concentrado mirando la revista, cada que podía, el guitarrista lo miraba disimuladamente por el espejo frente a sí. Yo-ka usaba sus anteojos, no se había maquillado y eso reflejaba la naturalidad en su rostro, lo que para él era sumamente atractivo. Siempre le llamó la atención el color de ojos de su amigo, café oscuro, así como la peculiar forma de sus labios. El inferior era más carnoso, pero el superior estaba dotado de una forma única, como si hubiera sido delineado por un fino pincel. No había otros labios como los del vocal, sobre todo por el sabor tan característico que tenían, los hacía adictivos y no querer dejar de besarlo jamás. Kei observaba esos deliciosos labios moverse mientras Yo-ka hablaba, no tenía ni la menor idea de lo que decía, pero no dejaba de pensar en lo bien que se sentiría volver a besarlo, y no sería un beso cualquiera, sino uno en el que pudiera devorar esos carnosos labios. Estaba tan concentrado en ello que no se percató cuando el estilista le habló, el hombre lo llamó un par de veces, pero lo que realmente interrumpió su concentración fue el ver el rostro del vocal por el espejo, le estaba devolviendo la mirada, ¿Desde hacía cuanto que lo miraba de vuelta?

- ¿Está todo bien? - El hombre preguntó por tercera vez y Kei asintió por fin.

- Sí, sí, lo siento… ¿Me decías algo? - Su vista volvió a su reflejo en el espejo cuando respondió al estilista. Aún sentía la mirada de Yo-ka sobre sí, mas necesitaba distraerse para que la vergüenza se le pasara, estaba seguro que el vocal lo había visto con un gesto de idiota mientras lo observaba.

Kei no se equivocaba. Cuando escuchó al estilista llamar a su amigo y éste no respondía, por instinto Yo-ka alzó la vista para ver lo que sucedía. Ahí se topó con la mirada fija de Kei sobre él, la expresión no era muy certera, pero parecía distraído. En un principio le pareció gracioso la distracción de su compañero, de seguro lo podría molestar un poco con eso, sin embargo, después cayó en cuenta de lo que realmente pudo haber sucedido y la incomodidad aumentó. No quería tener razón en lo que se imaginaba, el guitarrista no podía estar volviendo a sentir atracción hacia él, aún no se sentía lo suficientemente capaz de rechazarlo de nuevo. Era seguro que, si volvía a notar algún intento de acercamiento más que amistoso por parte de su compañero, no iba a poder contenerse. En ese aspecto se conocía muy bien, y sabía que solo bastaría una pequeña insinuación para volver a caer rendido a sus pies. Por eso mantenía su distancia, no tenía problema alguno en seguir siendo su amigo a pesar de todo, pero se impedía a sí mismo el acercarse demasiado. Aún gustaba de Kei, y mucho, no lo había podido sacar de su cabeza, y por el momento se contenía y evitaba, de cualquier forma posible, seguir mirando a su guitarrista como antes lo había hecho.

Después de ocuparse del cabello de Kei, no pudo faltar la visita a un cercano local de crepas, el guitarrista pensaba cumplir el capricho de Yo-ka al pie de la letra, además que negarse a las crepas sería todo un delito. La ración extra de fresas y el café tampoco quedaron de lado, el vocalista había recibido su buena recompensa por haberlo acompañado. De seguir con tan buenas ofertas, no se negaría a acompañarlo a ningún otro lugar que necesitase ir.

Aparte del buen postre que degustaron, aprovecharon el tiempo para llevar la conversación con más fluidez y sin forzar los temas que iban tratando, así al menos se distrajeron del incidente con el estilista. Yo-ka no tocó el tema para no incomodar al guitarrista ni a él mismo, aún lo mantenía en mente, pero no hizo referencia en lo absoluto.

- ¿Cuándo fuiste a teñirte el cabello? ¿Era el compromiso que tenías antes de vernos? - Kei llevaba a Yo-ka de vuelta a su departamento, aun si no hubiera sido parte del trato, se hubiera ofrecido a hacerlo, por eso el vocal no se negó desde un principio en que se lo propuso.

- Ah, no realmente, lo teñí por la mañana. - Casi todo su cabello estaba oculto bajo el gorro de lana, pero las mechas negras a la altura del cuello no lograban esconderse, ni el par de mechas rubias que caían a los lados de su rostro.

- ¿Querías verte bien para nuestra visita al peluquero? - El tono gracioso en Kei causó una risa burlona en el vocal, quien miraba por la ventana de su lado del auto.

- Por supuesto, tenía que estar más que presentable para nuestra cita con el fijador de cabello. - La risa volvió a apoderarse de ambos, aunque el guitarrista no apartaba la vista de la calle por la que conducía.

- Seguro el fijador de cabello se lo pasó muy bien con nosotros, no fue un rato tan malo, ¿O sí? - Al mirar de reojo por un instante, notó la suave negación de cabeza por parte del vocal.

- Fue una agradable tarde, estuvo muy bien.

- En verdad lo fue. Muchas gracias por acompañarme, teníamos algo de tiempo sin pasar una tarde juntos. - Yo-ka volteó a verlo con una sonrisa divertida.

- ¿Qué? Hombre, pero si te veo casi todos los días. - El guitarrista negó sin desaparecer la suave sonrisa en su rostro.

- No como compañeros de banda, sino como amigos. Hacía falta algo así. - El vocal se encogió de hombros, no difería en eso.

- De hecho, me sorprendió que me pidieras te acompañara a que te arreglaran el cabello.

- ¿En serio? ¿Por qué es de sorprenderse? - De vez en cuando miraba de reojo al vocalista, quien había vuelto la vista a  la ventana.

- ¿Tu novia no podía acompañarte? - Kei se quedó callado, la repentina mención de la chica lo dejó helado. En cambio, Yo-ka había cambiado su sonrisa a un gesto irónico al no escuchar respuesta. - Espero que no se moleste demasiado cuando sepa que pasamos una tarde juntos. Debe odiarme.

- No es así.

- No te preocupes. Si yo estuviera en su lugar, sí que sentiría odio, no la culpo.

- Yo-ka, mira… Lo que pasa es…

- Kei, detente… - El guitarrista lo miró extrañado por el rabillo del ojo, sin entender por qué le pedía detenerse. - ¡Qué te detengas, hombre! - Presionó el pedal del freno de una vez al escucharlo. Tal fue lo repentino de su acción que el vocal tuvo que apoyar una mano en la guantera del auto para detener su cuerpo que se precipitaba hacia delante por inercia.

- ¡¿Qué pasa?! - El guitarrista se había alterado por la manera en la que el otro lo hizo detenerse.

- Mi departamento está  cincuenta metros atrás… - Señaló hacia atrás con su pulgar, al par que miraba a Kei con una sonrisa burlona.

- ¿Eh? - Apoyó la mano izquierda en el respaldar del asiento en donde iba su amigo para observar hacia atrás por el vidrio trasero del auto. - Joder… Lo siento, no me di cuenta. En seguida retrocedo. - Volvió a su posición en el asiento con la intención de cambiar la marcha para retroceder, pero Yo-ka lo sujetó por el antebrazo y con la otra mano presionó el botón de las luces intermitentes. Se había quitado el cinturón de seguridad antes.

- No te preocupes, son solo cincuenta metros, nada que no haya caminado antes. - Apartó sus manos y tomó su bolso, le dedicó otra sonrisa burlona a Kei y abrió la puerta.

- Yo-ka, espera… Anda, yo te llevo. - El ahora pelinegro con mechones rubios negó con suavidad.

- Te queda muy bien el cabello negro con los toques en verde. Bueno, a ti todo te luce bien. - Le sonrió un poco más antes de bajar del auto. - Regresa bien a casa, nos veremos en el estudio. - Yo-ka no dejó a Kei comentar algo más antes de cerrar la puerta.

- Nos vemos… - Se despidió de él al agitar la mano un par de veces aunque su amigo no lo hubiera escuchado. Por el retrovisor de la puerta del copiloto siguió con la mirada al vocalista hasta que ingresó al edificio de apartamentos en el que vivía. Aún cuando la figura de su compañero ya no estaba a la vista, Kei no puso marcha, seguía pensando en lo que minutos antes el vocalista había comentado. Estaba en lo correcto, Yo-ka seguía muy dolido y la bomba de tiempo parecía muy cercana a estallar, más temprano de lo que se había imaginado.

No se iba a quedar ahí estacionado toda la noche, no tenía caso darle vueltas a lo que parecía ser tan obvio. Volvió a presionar el botón de las luces intermitentes para apagarlas y volver a retomar el camino, ahora con rumbo a su departamento. Se quedó con un sin sabor al no haber podido negar lo que había mencionado su compañero, y tratar de mentirle para no hacerlo sentir mal fue lo que lo distrajo de detenerse frente al edificio en el que el vocal vivía. Por suerte todo sucedió de esa manera, porque ahora que tenía la cabeza fría y razonaba mejor, se daba cuenta que la mentira que iba a decirle habría sido la sentencia de muerte a esa amistad, otro error de los ya mucho que había cometido con Yo-ka.

Cuando volvió a su departamento, Buri lo esperaba dentro, acercándose a él cuando la puerta se abrió y buscó cariño al pasearse por las piernas de su dueño. El gato no era una simple mascota para Kei, era su fiel amigo y compañero, tenerlo consigo resultaba un gran alivio, sobre todo en días como el que se acercaba a terminar. Pasar un rato mimando o jugando con el felino le hacía olvidar todo lo que había pasado, y ver a Buri tan cariñoso al llegar, lo antojó más de querer distraerse esa noche.

Una vez dejó sus cosas en su habitación, tomó una rápida ducha caliente para ayudar a relajar sus tensos músculos y que su cabeza no siguiera pensando demasiado, o se volvería loco, más de lo que ya se creía. Después llegó la hora de cenar y preparó algo ligero, lo suficiente para que su estómago no estuviera reclamándole horas más tarde, porque si de él dependía, no cenaba nada, casi no tenía hambre. Mientras cenaba, el gato también comía su ración de croquetas, las que acabó en pocos minutos y le dio la oportunidad de subirse a la silla contigua a la que Kei ocupaba. El pelinegro no ignoró la presencia de su peludo amigo, lo hubiera bajado de la silla para hacerle entender que mientras se comía no podía estar ahí, pero en vez de apartarlo, comenzó a acariciarlo con su mano izquierda. Buri ronroneaba, tal vez no intentaba decir nada más allá de lo mucho que disfrutaba las caricias, mas a Kei siempre le robaba una amplia sonrisa como la que tenía en ese momento.

Al terminar de cenar y ordenar la cocina, se llevó consigo al felino a su habitación, ya todas las luces en el departamento estaban apagadas, y la puerta principal cerrada con llave, solo la lámpara de su mesa de noche alumbraba tenuemente la habitación. Se recostó en la cama y sobre su torso dejó al gato acomodarse, así le sería más fácil mimarlo, y si se quedaban dormidos, al menos ya estaban ambos en la cama; esa noche Buri tenía todo el derecho para dormir con él. Kei amaba a su gato, esa su confidente y el mejor para guardar sus más íntimos secretos, los maullidos de su amigo no eran para delatarlo jamás y por algo confiaba tanto en él.

El guitarrista pasó un gran rato acariciando el lomo de su mascota, mientras con la otra mano jugaba con una de las patas del animal, presionando suavemente las rosadas “almohadillas”, sin llegar a hacer salir las garras. Buri movía su cola de un lado a otro, y de abajo hacia arriba, mantenía los ojos cerrados, parecía estarse quedando dormido porque sus ronroneos comenzaban a ser intermitentes y su respiración más tranquila.

- Quisiera poder sentirme tan tranquilo como tú ahora. - Aunque se trató de un susurro, el felino movió un poco sus orejas al reaccionar a la voz de Kei, pero no abrió los ojos y siguió disfrutando de las caricias. - Y lo intento, ¿Sabes? Pero él sigue en mi cabeza todo el tiempo, es muy difícil. Runa debería ser quien esté en mis pensamientos, sin embargo, no puedo evitar pensar en lo mucho que me gustaría volver a ver la sonrisa sincera de Yo-ka por mi causa. Hoy me distraje viendo sus labios… - Intentó contener la risa que el recuerdo le provocaba para no despertar a su peluda albóndiga, como a veces llamaba a su gato. - Parecía un idiota, y tenía tantas ganas de besarlo, aún las tengo. Quisiera poder pasar más tiempo con él, fue genial convivir un poco más sin interrupción de nadie, pero está tan distante que temo incluso preguntarle por ir a beber una cerveza. - Buri se removió un poco para acomodarse mejor, estirando la pata que Kei estaba acariciando. - Lo sé, lo sé, no debo presionarlo ni nada por el estilo, pero es que, joder… - El guitarrista no dejaba de hablarle al gato como si este realmente le prestara atención. - Lo extraño tanto. Y no hablo de mi amigo, porque él sigue ahí, sino del hombre del que comencé a enamorarme, a él sí que lo extraño como no tienes idea. Tal vez sea un error estar pensando así, se supone que quiero estabilizar las cosas con mi novia, sin embargo, no puedo evitarlo, no hay minuto en el que no piense en Yo-ka. - Dejó escapar un suspiro, mirando a su mascota dormir plácidamente sobre su torso. Sonrió con suavidad y estiró su brazo para apagar la luz de la lámpara en la mesa de noche, así el cuarto quedó en oscuridad. Retomó las caricias pero esta vez al costado del rostro del felino, donde sabía que más le iba a gustar sentir las caricias. Cerró los ojos también, dejándose llevar por la calma que su gato le ayudaba a mantener en el momento. - Es un error, Buri, sé que lo es… Descansa, amigo.

Notas finales:

¡Dejenme sus comentarios en los reviews! O también en la página de Facebook. ¿Qué tal este capítulo? Solo diré, que es el inicio de algo grande, muy grande, jaja.

Espero que les haya gustado y una vez más agradezco a todos los que me leen y me han apoyado con esta historia. Espero seguir contanto con su apoyo hasta el final y en las futuras historias que vendrán después.

Muchas gracias por leer, ¡Nos vemos en la próxima actualización! 


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