Yuuichiro Hyakuya, de 18 años, estudiaba biología en la universidad de Tokio. Vivía junto a su tutor, Ichinose Guren, el cual lo cuidaba desde que tenía 12 años. Vivían en un apartamento justo en el centro, no quedaba demasiado lejos de la universidad y tampoco del lugar de trabajo de Guren; no era demasiado pequeño, ya que el mayor podía permitirse algunos lujos pues era científico-investigador, y realizaba pruebas para medicamentos, por lo cual tenía muy buen sueldo; pero tampoco era demasiado grande, suficiente para dos personas.
Yuuichiro estudiaba biología por el mero hecho de hacer algo "útil" para su vida, ya que era la misma carrera que su tutor había escogido en sus tiempos. Él no quería hacer nada en la vida, o al menos esos eran sus ánimos desde el momento en que fue separado de su familia tras un gran incendio en el orfanato Hyakuya; del cual no sobrevivió ningún niño, excepto él. Desde el instante en que vio a todos sus amigos, su familia, siendo arrasada por los escombros que el fuego dejaba a su paso sabía que no podría perdonarse la cobardía de no ir a ayudarlos. Por su culpa, todos estaban muertos.
Hacía ya casi siete años de aquel incidente, casi siete largos años que había pasado junto a Guren, intentando olvidar aquel horrible pasado. Pero no podía, simplemente se negaba a olvidar a aquella familia que lo había apoyado en momentos difíciles; no quería que aquellos buenos recuerdos se fuesen de su memoria. Siempre se preguntaba… ¿Por qué él? ¿Por qué no alguno de sus amigos? ¿Por qué no se había salvado Mika? Oh, Mika, cuanto se lamentaba no haberle dado la mano cuando él más la necesitaba, cuanto se lamentaba haber huido en vez de ayudarle, cuanto se lamentaba su pérdida…
Sonó el despertador, 6:30 A.M, pero a Yuuichiro no le había sorprendido en lo absoluto, pues en mitad de la noche se despertó agitado, fruto de una terrible pesadilla. Ese era uno de esos días en los que apenas podía dormir, ya que recuerdos venían a su mente hasta en sueños. Pero decidió no darle importancia, al menos no tan temprano. Se levantó, se dio una dicha rápida, desayunó, hizo su cama y fue a despertar a Guren y aprovechar para decirle que se iría al colegio. Sin embargo, estaba claro que ni siquiera articularía palabra, un simple saludo desde la cama indicando que estaba despierto y listo, siempre llegando tarde al trabajo, Yuu no sabía todavía como era que no le despedían. Pero no le daba ninguna importancia.
Fue caminando hasta la universidad, y una vez allí, como todavía era temprano, se sentó en un banco cercano a una esquina y comenzó a estudiar; no era una persona con calificaciones demasiado buenas, a pesar de estudiar bastante; solía dormirse en clases, fuera cual fuera la asignatura, ninguna de estas el parecía realmente interesante; con lo cual, no prestaba ninguna atención a lo que el profesor decía. Escuchó unos pasos que se dirigían hacia él, así que se giró para ver a la persona que robaría algo de su valioso tiempo en soledad.
─Oh, Shinoa…─susurró, mirando a la chica a los ojos mientras que esta asentía y sonreía de lado. No era que aquella chica le gustase de manera romántica, simplemente era una enana que buscaba siempre su compañía, también era algo masoquista, pues por más que Yuuichiro rechazase su compañía o la ignorase, ella seguiría allí con aquella sonrisa ladina.
─Buenos días, Yuu-san~ ─dijo de manera alegre, apoyando sus codos en el respaldo del banco, para después quitarle el libro de las manos al chico. Alejándose un par de pasos para ver lo que estaba leyendo. ─Yuu-san, esto ya lo estuvimos viendo a semana pasada~ ¿O acaso no te enteraste?~ ─tras soltar una ligera risa, lanzó el libro de modo que cayese en el asiento vació de al lado del oji-verde, lo que hizo que este suspirase exasperado.
─No son buenos si estás tú en ellos… ─suspiró, ignorando todos los siguientes actos de la menor y utilizando el libro que esta había dejado cerca de él para recostarse y apoyar en este la cabeza. ─Y ahora vete, me molestas. ─haciendo el gesto de "adiós" con la mano esperó pacientemente a que la peli-morada se alejase, lo cual no sucedía.
─Ah~ Yuu-san, no deberías ser tan antipático, la próxima semana llegará un alumno nuevo a nuestra clase, si sigues siendo así de cruel le causarás una mala impresión~ ─dijo, dramatizando un poco al hacer gestos exagerados al hablar, los cuales solo le causaron una suave risa al peli-negro, pero con ello, Shinoa se daba por satisfecha.
─¿Qué me importa que vengan alumnos nuevos? ─preguntó, mientras veía a la más baja darle la espalda y cruzarse de brazos.
─Yo creo que debería importarte mucho, Yuu-san~ ─y tras decir eso se alejó, dejando a Yuuichiro algo confundido, pero no le tomó importancia y se dispuso a dormir antes de comenzar las clases pues por fin había logrado algo de paz. ─No sé como irán las cosas por aquí ahora que vendrá otro Hyakuya a la clase~… ─susurró, cuando se alejó lo suficiente de su amigo. ─¡Que cosas nos deparará el futuro con esto! ─casi gritó, llegando a la entrada principal de la universidad, llamando la atención de varios alumnos, entre ellos una pequeña rubia.
─¿Y ahora qué estará tramando? Cielos… ─ preguntó al aire Mitsuba, cada vez que la peli-violeta se comportaba de manera tan extraña, lo que venía después no eran más que problemas.
Y así comienza un día normal en la universidad de Tokio.