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Digital World por LGDA2TF

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Notas del fanfic:

La idea fue escribir un crossover entre la primera, segunda y tercera temporada de Digimon. Desafortunadamente, mis intentos siempre morían, llegaba a bloqueos grandísimon que me impedían progresar; pero supongo que la tercera es la vencida.

Ya que las tres temporadas de Digimon tienen tantos elementos que las conectan, me gustaría presentar ante ustedes como cambiaría la historia de las tres temporadas si las mismas se desarrollasen en el mismo mundo. Claro, adaptado a la temática que la web.

Espero que les guste.

Notas del capitulo:

En este primer capitulo presentaré a los tamers, los que manejaré a lo largo de la historia; los niños elegidos apareceran en el siguiente.

Sin mas que decir, que disfruten del capítulo

Digital World, como su nombre lo indica, se trata de un mundo paralelo a la Tierra, habitado por criaturas conocidas como los digimon, monstruos digitales por abreviación; cada uno tan distinto y complejo como los seres humanos que hasta hace algunos años descubrieron su existencia. El problema para los humanos radica en que los digimon pueden ser realmente peligrosos, se tratan de seres inteligentes y pensantes y, sobre todo, muy poderosos.

Muestra de ello fue el gran imperio que no se saciaba en su conquista de nuevos territorios. Una parcela de este, compuesta por un gran centenar de Mammothmon que desvastaban el paisaje con su caminar, un grupo de airdramon que sobrevolaban los cielos y una cantidad sorprendente de Tropmons, los cuales superaban en diez a uno a el resto del ejército. Las verdes praderas fueron testigo del avanzar de las tropas, guiadas por un ser humano, un adolescente de no más de quince años de edad.

Este vestía un traje de color azul con capa, con hombreras de color amarillo y llevaba también unas gafas del mismo color de marco, el cristal de estas tenía un profundo morado, lo cual hacía imposible ver el color de sus ojos; estos últimos eran azules y despedían una gran frialdad. Su cabello azul era desarreglado, portaba un látigo y siempre era acompañado por un pequeño Wormmon.

Ambos se encontraban sobre uno de los airdramon, surcando los cielos; este último lideraba el equipo de los digimon voladores, solo uno de los otros airdramon se encontraban a la par, este cargaba a otro digimon, el comandante del batallón que lideraba el chico. Era grande, de color morado y con ojos rojos, con abundante melena; era un león demoniaco que podía caminar en dos piernas.

- "MadLeomon. ¿Cuánto hace falta para que lleguemos?" - el muchacho le preguntó sin mucha emoción en su voz.

- "Falta poco, al final del valle se encuentra nuestro objetivo" - MadLeomon - "Según los informes, la resistencia también se haya en ese lugar, nos han estado esperando. También conocemos que estan siendo liderados por uno de los Elegidos" -

- "¿Un Elegido?" - Wormmon preguntó.

El chico le dirigió una mirada de leve interés.

- "Uno de los Elegidos que derrotaron a Apocalymon hace tiempo, supongo" -

- "Claro, señor. ¿Qué desea que hagamos?" -

- "Esto puede ser interesante" - el chico comentó - "No todos los días nos enfrentamos a una leyenda. Dile a las tropas que se preparen para la batalla, no vamos a regresar con las manos vacías ante los generales" -

- "Como ordene, señor" -

En el otro extremo del futuro campo de batalla, se encontró otro grupo de digimon de menor número pero de considerable tamaño; el objetivo era defender una aldea pequeña que yacía a espaldas de ellos. Poco o nada sabían que las intenciones de sus enemigos eran muy distintas, no estaban interesados en anexar un nuevo territorio, al menos no por ahora. Sin embargo, todos ellos se encontraban listos para dar pelea. Como lo indicaban los informes de MadLeomon, al frente del grupo se encontraba otro humano y su compañero digimon.

Taichi Yagami, Tai para sus amigos, era el portador del Emblema del Valor, de color naranja y que portaba en una etiqueta colgada alrededor de su cuello. Su edad era de dieciocho años, de ojos y cabello castaño, el cual era muy alborotado; era un muchacho de tez morena. En ese momento traía puesto el uniforme de preparatoria, un chaleco de color azul claro y un pantalón del mismo color; tenía puesto una camisa blanca y una corbata de color negro. Era capitán del equipo de futbol y era conocido por ser muy temerario.

Su compañero era un Agumon, un digimon que tenía el aspecto de un dinosaurio cabezón de color amarillo.

- "Están muy cerca, Taichi" - el digimon acompañante exclamó.

- "Espero que estes preparado" - exclamó el Elegido - "No debemos permitir que otro territorio caíga ante el Imperio. ¿Listo para digi-evolucionar?" -

Agumon asintió con la cabeza.

Agumon Shinka... WarGreymon.

WarGreymon apareció en un halo de luz. Tratándose de un digimon tan poderoso, la evolución tenía que ser soportada por dos elementos de forma simultánea: el digivice, un aparato de color blanco y con una pantalla en el centro, y el Emblema del Valor, el cual brillaba de forma intensa.

- "¡Hoy haremos retroceder a las fuerzas del Imperio!" - Taichi dijo exhaltado, dirigiéndose hacia los demás digimon.

Los digimon de la resistencia aullaron con júbilo, listos para luchar por su libertad y derrocar la opresión de los conquistadores, cuyo líder se dice que tiene profundas conexiones con el mundo de las tinieblas. En ese momento, sus enemigos habían llegado con la clara intención de aplastar a cuanto se les opusiera; una gran batalla empezaría en breve. El único que parecía fuera de lugar era un pequeño, un digimon de color blanco que tenía grandes ojos de color verde y grandes orejas, las cuales le permitían volar por los cielos.

En general era inofensivo, sin embargo ese digimon era el objetivo del ejército, todo por un misterioso poder que su pequeño cuerpo contenía y apenas era poco consciente.

- "Saludos" - el joven de cabello azul exclamó lo suficientemente fuerte para que pudiera ser escuchado por todos - "Vengo en nombre del Imperio. Nuestro objetivo es reclamar un prisionero que, según nuestros informes se esconde en esta zona. Entreguenlo y nos marcharemos de forma pacífica" -

La respuesta que recibiría de la oposición no sería la más aceptable, por otro lado era algo que ya esperaba.

- "Se marcharán de todos modos" - Taichi respondió - "Estos digimon estan hártos de su tiranía... No pensamos ceder ante ninguna de sus condiciones. Como lo veo, tienen dos opciones. Una de ellas es marcharse por donde vinieron, o la otra, luchar y perder ante nosotros" -

WarGreymon se colocó al frente de batalla, emitiéndo un poderoso rugido de guerra, lo cual animó a sus demás compañeros. Todos los digimon de la resistencia preparaban armas para combatir las fuerzas del Imperio.

- "Entonces así será" - el dirigente del Imperio pensó ante esa respuesta - "MadLeomon. Da la orden para entrar en batalla, no quiero que sobreviva ninguno pero, si es posible, captura al Elegido y su digimon acompañante. Lo llevaremos como prisionero ante los generales. Luego nos ocuparemos de nuestro objetivo, lo buscaremos entre las ruinas" -

MadLeomon se mostró un poco inseguro pues no sería nada fácil derrotar a un WarGreymon, sobre todo aquel que combatió y derrotó a los cuatro Dark Masters y al mismo Apocalymon. Sin embargo, el muchacho se mostraba impaciente; no tenía ninguna otra opción, sería mucho peor dar la noticia de la derrota ante su general a cargo, aquel que no tolera fallas de ningún tipo. Mas le valía dar buenos resultados.

MadLeomon dio la orden y la pelea inició.

El pequeño digimon se escabulló de todo el alboroto y, afortunadamente, encontró un medio para escapar del alcance del Imperio. Fue un portal digital, uno espontáneo, que conducía hacia el otro mundo, en el que vivían los humanos. El digimon mostró una gran sonrisa en su rostro, la frontera se había expandido; se encontró seguro que más juegos y diversión le esperarían del otro lado, de modo que saltó hacia el otro lado, emocionado por lo que se toparía mucho más adelante.

(***)

Tan pronto como su D-Ark pitó, un emblema para los tamers, salió de su hogar de inmediato. Salió sin hacer mucho ruido, era claro que no quería ser notado por sus padres, lo que hacía no era del conocimiento de ellos. Bajo el cielo estrellado le esperaba su compañero digimon, un gran lagarto de color rojo y de ojos amarillos. Juntos se dirigieron hacia el lugar donde había ocurrido la incursión, siempre sonaba la alarma cuando un nuevo digimon salvaje entraba en su mundo.

El nombre del muchacho era Takato Matsuda, hijo de dos panaderos, quien había cumplido sus quince años tan sólo hace una semana. Su cabello era de color castaño claro y sus ojos poseían una tonalidad carnesí, la piel era clara. Vestía una camisa azul y unos pantalones cortos de color blanco, sobre su cuello colgaban una gafas de busear, de marco amarillo y lente azul. En su mano derecha sostenía el D-Ark, era un aparato que tenía la mezcla de los colores blanco y rojo; decidió guardarlo en uno de los bolsillos del pantalón, justo al lado donde llevaba un cinturón con un cargador para sus cartas.

Takato montó su bicicleta y condujo a toda velocidad, directo a la ubicación que había señalado su D-Ark momentos antes. Su digimon tenía por nombre Guilmon, era único en su especie, quien mantenía el trote con su compañero.

De hecho, Guilmon era quien lo guiaba, su olfato era excepcional y era capaz de detectar a cualquier otro digimon sin llegar a perder su rastro.

Ambos debían apurarse, no querían que ninguno de los otros tamers de la zona llegara antes que ellos; si se trataba de un digimon poderoso, la información que podrían conseguir de su parte sería más que suficiente para fortalecer a Guilmon. Era el sueño de todo tamer y digimon acompañante, llegar a ser los más fuertes; ese era el anhelo que Takato deseaba alcanzar más que nada.

Al llegar al lugar se encontraron con un pequeño banco de niebla, era lo que denominaban un digi-campo, signo claro de la incursión de un digimon desde el otro lado. Sin embargo, lo que ambos encontraron, no era algo que pudieran esperarse. Esa noche no habría una batalla, de eso Takato pudo estar seguro.

Al frente suyo, se presentó un pequeño digimon. De grandes ojos verdes, de piel blanca y con una extraña marca en la frente.

- "¡Hola!" - el pequeño digimon les saludó con mucha energía.

Guilmon, quien tenía una personalidad infantíl, imitió el gesto.

- "¡Hola!" - dijo este último - "Mi nombre es Guilmon. ¿Cuál es el tuyo?" -

- "Mi nombre es Calumon" - respondió con alegría - "¿Quién es tu amigo? ¿Es mudo o algo así?" -

Takato se extrañó por ese comentario, pero eso ahora el menor de sus problemas. En la zona había tamers verdaderamente fuertes, de metas claras; quizá no les importaría destruir a este pequeño para obtener la pequeña información de su cuerpo. Él, por otro lado, no podía resistirse a la carita de ternura que Calumon tenía; era imposible hacerle daño, también como el hecho que era imposible dejarlo abandonado a su suerte. Con mucho gusto se haría cargo de él, era fácil de ocultar de todas formas.

- "Él es Takato" - Guilmon respondió - "Es mi mejor amigo en el mundo, el me da de comer algo delicioso, se llama pan" -

- "Calumon. ¿Verdad?" - Takato dijo - "¿Quiéres venir con nosotros a casa?" - mostrando en su rostro una sonrisa, lo cual funcionaba en general para que las demás personas cedieran a sus caprichos; ellos decían que había un no se que en ella.

Esta ocasión no sería la excepción. Calumon saltó del suelo hacia los brazos del chico, quien lo recibió gustoso.

- "Esta hecho" - pensó - "Mejor me voy antes de que mis padres se den cuenta de que no estoy en casa" -

Cuando estuvo a punto de marcharse con Calumon en el canasto de su bicicleta, la voz de un hombre mayor lo detuvo.

- "Pensé que los digimon tamers se encargaban de exterminar a los digimon que entraban en nuestro mundo, no darles un paseó por la ciudad a media noche" -

Era un hombre que traje negro con corbata, de cabello rubio y extrañamente llevaba unas gafas del mismo color que su traje puestas. Eso le daba un aspecto intimidante, además llevaba un encendedor que abría y cerraba constantemente, por lo cual le añadía a sus suposiciones que se trataba de alguien poco paciente.

- "Disculpe, señor" - el chico dijo con la sonrisa que usaba para doblegar a todos - "Pero no tengo idea de lo que esta hablando, este es el peluche que compré para mi hermana. Ahora me dirijo a casa para dárselo" -

Por dentro, Takato rogaba para que Calumon no emitiera ningún ruido o moviera algún músculo. Por suerte, el pequeño digimon estaba demasiado concentrado observando al recién llegado, era como si le hubiera olvidado respirar o como si no lo necesitara. En efecto, Calumon parecía ser un muñeco de peluche.

- "¿En serio?" - el hombre preguntó con algo de diversión, la sonrisa de ángel que poseía el muchacho no funcionaría con él - "¿Qué me dices del gran dinosaurio rojo detrás de ti?" -

Ahí fue cuanto todo se fue a la basura.

- "¡Rayos! Se me olvidó por completo" - Takato pensó con pánico - "Maldición. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué hago? ¿Qué hago?" -

- "Descuida, no hay que ponerse nervioso" - el hombre dijo de forma conciliadora, mostrando una leve sonrisa - "Debemos empezar con el pie derecho. Mi nombre es Mitsuo Yamaki, soy el director de una organización llamada Hypnos, la cual se encarga del monitoreo y el control de las incursiones de los digimon salvajes en nuestro mundo. Ahora es cuando tu me dices tu nombre y a qué te dedicas" -

Takato, resignado, decidió responder. Guilmon y Calumon solo se limitaron a observar con igual cara de circunstancia.

- "Soy Takato Matsuda, estudio en la secundaria de Shinjuku y vivo en una panadería. Mi digimon se llama Guilmon y yo soy su tamer" -

- "Mucho mejor" - Mitsuo dijo - "Ahora, ya que me contaste cual es tu digimon, creo que..." -

- "¡De ninguna manera!" - Takato exclamó con furía - "¡Tu, ni nadie, me va a separar de mi compañero! ¡Guilmon nunca va a dejar mi lado!" -

- "Espera, no me dejaste terminar... Ya que eres un tamer, yo tengo una propuesta para hacerte. Únete a Hypnos, trabaja para mi y solo entonces conseguirás tu mayor meta. Ser uno de los mejores tamers del mundo" -

- "No quiero sonar grosero" - Takato dijo con desconfianza - "Pero. ¿Por qué yo? Además, ¿por qué tomarse la molestia? ¿Qué es lo que pretende realmente?" -

- "Estos muchachos de hoy en día" - Mitsuo exclamó cansado de siempre oír lo mismo - "Siempre obsesionandose con las conspiraciones. Te lo explicaré chico, Hypnos se encarga de controlar las incursiones de los digimon salvajes, sin embargo nosotros nos hemos dado cuenta que nuestras capacidades palidencen en comparación con lo que son capaces un tamer junto a su digimon. Nosotros contratamos tamers, como de tu edad, para que se hagan cargo de los digimon salvajes. Ustedes garantizan la seguridad pública mientras sus digimon se hacen más poderosos, por otro lado, nosotros les garantizaremos el anonimato y facilitaremos cualquier cosa que necesiten. Otra cosa, trabajarás en un equipo" -

- "¿Cómo los partidos de fútbol?" - Guilmon preguntó con inocencia - "¿Donde los niños juegan en grupos y a los cuales Takato no me deja ir?" -

Comentario que hizo reir de buena manera a Mitsuo.

- "Parece que tu compañero está a gusto con la idea. ¿Qué me dices tú?" -

- "Esta bien, acepto" - Takato respondió - "Será un gusto trabajar con usted, Yamaki-san" - haciendo una pequeña reverencia.

- "Me da gusto escuchar eso. Mañana uno de tus futuros compañeros te acompañará a nuestras instalaciones después de clases, ahí conocerás el resto del equipo y te daré tu primera misión" -

- "¿Mi primera misión?" - Takato dijo.

Trataba de mostrarse serio, pero la emoción en su voz lo traicionaba.

- "Se que es algo pronto, pero es algo que no podemos posponer. También es la razón por la cual te contratamos ahora y no antes, ya teníamos puesto un ojo sobre ti desde hace algún tiempo. No te estaría dando esta oportunidad si no creyera que tienes potencial, creeme. Nos veremos hasta entonces, Takato, que tengas una buena noche" -

Y sin más que decir, Mitsuo Yamaki se marcha en otra dirección, caminando con lentitud en la oscuridad de la noche, como si no tuviera ningún tipo de preocupación. Takato Matsuda quedó impresionado, quizá esto era lo que necesitaba en su carrera como tamer; el hecho es que ya no podría esperar hasta mañana. Sin embargo, por lo pronto debería dirigirse a su casa antes de que sus padres noten su ausencia, no sin antes dejar a Guilmon en su escondite para que pudiera pasar la noche.

(***)

A la mañana siguiente, Takato estaba tomando su desayuno en el comedor de su hogar, el cual también era sede de la panadería en que trabajan sus padres y él de vez en cuando. A noche había faltado poco para que sus padres lo atraparan por el corredor, sin embargo, podía decirse que Takato era un joven con mucha suerte. Esperaba que esa suerte continuara a su favor, rogaba desde sus adentros que Calumon no hiciera algo que lo delatara frente a sus padres. Le había ordenado al pequeño digimon que se quedara en su habitación hasta que él regresara y que no hiciera mucho ruido pero, como su actitud era tan similar a la de Guilmon, dudaba que todo saliera tal como lo pedía.

Sus primeros días como tamer de Guilmon fueron toda una aventura, en más de un sentido. Aun no se olvidaba de la ocasión en que Guilmon se había colado a su escuela primaria para devorar todo lo que se preparaba para el almuerzo, fue una fortuna que nunca atraparan al culpable.

- "¡Takato!" - su madre le llamó - "Un amigo tuyo te está buscando en la entrada" -

- "¿Uno de mis amigos? ¿Quién podrá ser?" - Takato se preguntó - "Ya voy, solo déjame poner los platos en el fregadero" -

Una vez hecho esto, Takato salió con la maleta puesta para ver de quien se trataba. Fue grande su sorpresa cuando descubrió que no era nadie que conociera. Su madre no estaba cerca como para hacerle el reclámo, ahora solo podía ver que era lo que necesitaba el extraño visitante.

- "Disculpa. ¿Quién eres tú?" - Takato preguntó.

- "Soy Jenrya Lee, es un gusto conocerte" - el aludido parecía tener su misma edad, era un poco más alto y más fornido de lo que Takato era. Su cabello era corto y de color azul, sus ojos eran grises y su piel clara. Llevaba el mismo uniforme que él, lo cual indicaba que ambos asistian a la misma institución educativa; el uniforme era un saco y pantalón gris, acompañado por zapatos de color negro, una camisa blanca y una corbata negra - "Seremos compañeros de ahora en adelante" -

En ese instante, Takato recordó la conversación que tuvo con Mitsuo Yamaki la noche anterior.

- "Ya entiendo, pero... ¿No se supone que nos veríamos esta tarde, después de clases?" - dijo este último - "Eso fue lo que Yamaki-san dijo" -

- "Lo se, lo se" - Jenrya respondió - "Solo tenía ganas de conocerte, no era más" -

- "¿Ganas de conocerme?" - Takato pensó con nerviosismo. Su compañero había mencionado tales palabras de una forma que había erizado su piel; al final decidió ignorar a esa sensación y actuar natural.

- "¿Te parece si vamos juntos a clases y hablar en el trayecto? Claro, si no hay inconveniente" -

- "Esta bien" - Takato aceptó - "Pero tengo que hacer una primera parada en el camino antes de llegar, es en el parque Shuo" -

- "Por mi no hay problema" - Jenrya respondió.

De esa manera iniciaron el recorrido, en el cual no hablaron mucho hasta llegar al parque Shuo. Ahí tuvieron que adentrarse entre los árboles, el objetivo era llegar al escondite de Guilmon, una rutina diaria para Takato. Como pasaba todos los días, Guilmon emergía de su escondite, una pequeña edificación de piedra usada antiguamente para guardar elementos de mantenimiento, ahora abandonada había recibido un nuevo uso; con un salto energético hacia su tamer, quien siempre caía de espaldas al suelo.

Jenrya contuvo la risa al verlos.

- "Su digimon es más grande de lo que esperaba, además" - este pensó - "No recuerdo haberlo visto nunca, es la primera vez que veo un digimon de su tipo" -

En la caída, un ruido adicional se produjo, un quejido que provino de la maleta de Takato. Este último reconoció a quien pertenecía la voz y con apuro esculcó entre sus cosas para hallar al polizonte. Resultaba ser, ni más ni menos, que se trataba de Calumon.

- "Calumon. ¿Qué haces? Ya te dije que hoy no podías acompañarme" - Takato le reprendió.

Fue un gesto autoritario que no duró mucho, la cara de perrito regañado de Calumon era muy buena, incluso mejor que la suya.

- "No quería quedarme solo" - Calumon dijo - "Quería acompañar a Takato y jugar todo el día" -

Los grandes ojos verdes y la pequeña boca, en comparación, solo añadían fuerza al factor ternura. Por supuesto, Guilmon cayó en el capricho del pequeño primero que el tamer.

- "Entonces, Calumon. ¿Por qué no juegas conmigo? Ahora Takato tiene que irse y vendrá un momento por la tarde, hasta entonces estaremos tu y yo" - y dejándo ese tema a un lado - "Takato. ¿Trajiste pan?" -

- "Claro, un momento" - el aludido respondió, sacando el pan que sigilosamente había tomado de las bandejas momentos antes de que fueran llevadas al mostrador.

Takato le dio una bolsa del alimento a su digimon y se despidió de este.

- "Nos vemos luego" -

- "Adios, Takato" -

Luego, ambos muchachos salieron del parque, directo al instituto.

- "Guilmon me ignoró, Takato" - Jenrya dijo de repente.

- "Disculpalo. Es que cuando su mente esta concentrada en la comida se le olvida que existe el mundo exterior" - Takato respondió.

- "Bueno, no importa. Entonces tu lo escondes en esa parte, es muy buena idea considerando que la gente no pasa por ese lugar... Sin embargo debe ser algo difícil para ti, dedicas mucho de tu tiempo a su cuidado y supongo que tus padres no tienen ni idea. Para mi es un poco más fácil, mi digimon es más pequeño y casi parece un muñeco de peluche, no tengo problemas en dejarlo en casa" -

- "Tienes razón" - Takato dijo mientras caminaban - "Siempre tengo que quedarme despierto hasta tarde para terminar todos los deberes, pero no me arrepiento de ello. Guilmon es especial, hace que todo valga la pena" -

Sin darse cuenta, ambos entraron en confianza muy rápidamente, continuaron hablando de temas triviales hasta que llegaron a la secundaria. Takato poco o nada se daba cuenta sobre las miradas de coraje de la mayor parte de la población femenina, del mismo modo que Jenrya no ponía cuidado en las miradas asesinas de muchos hombres sobre él; la razón de ambas cosas eran la misma, celos. Resultaba que Jenrya Lee era el tipo de persona que era deseada por las mujeres, mirada seria y buena musculatura, debido a que este practicaba artes marciales, era todo lo que una preadolescente deseaba; en cuanto Takato, este era el objeto de las fantasías de la población masculina.

Ese efecto era culpa del mismo Takato, cada vez que usaba su sonrisa para conseguir algo de alguien más este terminaba por caer a los pies; ya sea para pedir disculpas por un accidente que el mismo haya ocasionado o solo para pedir un favor.

- "¿Quién es ese tipo?" - Un compañero de clase de Takato preguntó con descontento.

Su nombre era Hirokazu Shiota, de la misma edad que este último. Era un joven de cabello castaño claro y ojos de color verde, muy conocido por su actitud rebelde y por siempre meterse en muchos problemas. Junto a Kenta Kitagawa, otro muchacho de su edad con cabello verde y el cual suele usar gafas, es uno de los mejores amigos de Takato.

- "No lo se, seguro se trata de alguien de otro curso" - Kenta le respondió, con cara de aburrimiento.

- "No me agrada" - Hirokazu dijo - "Esta demasiado pegado a él" -

Hirokazu y Kenta era muy conscientes de lo popular que Takato era entre la población masculina de la preparatoria, después de todo este último era atractivo y tenía cierto aire de inocencia. La misión de ambos, impuesta por el mismo Hirokazu, era impedir que nadie se aprovechase de su mejor amigo; ellos tenían compañeros de todos los tipos y, entre algunos de estos, estaban de quienes debían cuidarse. En palabras del propio Hirokazu, la salud mental de Takato no se perturbará hasta que el mismo decida perturbarla.

Si él decidía salir con un hombre algún día, quienes eran ellos para detenerlo. De todas formas, no tenían nada en contra de la homosexualidad; esas cuestiones de la discriminación de viejos tiempos se habían quedado en el pasado. Además, Hirokazu y Kenta eran gays y estaban saliendo.

- "¡Hola muchachos!" - Takato los saludó desde la entrada del salón - "Muy bien, Lee-san. Nos veremos después" -

El aludido hizo una reverencia y se marchó a su propia aula. Luego, Takato se acercó a sus amigos.

- "Hola, Takato-kun" - Kenta le respondió - "Te guardamos un puesto. Por cierto ¿Quién era ese con el que hablabas en la puerta?" -

- "Un amigo" - Takato respondió rapidamente.

Había captado a la perfección la intención a la cual quería llevar su amigo. Quería que le quedara claro a Kenta eso, que era un amigo y no más.

- "¿En serio?" - aunque eso no iba a ser fácil - "Es que no hablas con muchas personas, Takato. Sabes a lo que me refiero, supongo que tu amigo te cayó realmente bien" -

- "¡No digas esas cosas, Kenta!" - Hirokazu exclamó con enojo.

- "¿Cuál es tu problema con que Takato-kun salga con alguien?" - Kenta preguntó - "Es por eso que nunca va a conocer la vida" -

- "No la va a conocer contigo, eso es seguro" - Hirokazu contraatacó - "Takato es muy inocente aún para esas cosas. Ya te dije que todo lleva a su tiempo" -

- "Su tiempo dices tú.." - Kenta respondió con sarcásmo.

- "muchachos" - por otro lado, Takato ya se estaba hartándo. - "Estoy aquí y puedo escuchar todo lo que dicen" -

- "Se va quedar como el tipo de la película, virgen a los cuarenta" - a pesar de ello, ninguno de los dos le estaban prestando atención.

- "Ves demasiadas películas" - dijo el otro.

- "Esto se va para largo" - Takato pensó, no había manera de poderles llamar la atención, no cuando se encontraban en esa actitud - "De verdad parecen como un viejo matrimonio" -

Sus compañeros de clase ya estaban acostumbrados a ese tipo de comportamiento, simplemente los ignoraban y continuaban en los suyo: ya sea hablando, adelantándose de las tareas que no pudieron hacer antes o solo mirar por la ventana, deseando que el ciclo escolar terminara lo más pronto posible. Todos los ignoraban menos uno, una chica, muy amiga de los tres; una compañerista chica llamada como Jeri Katou.

- "Ahora. ¿Por qué estan discutiendo?" - Jeri les pregunta.

Y antes de Takato pudiera decir algo, Kenta es quien primero abre la boca.

- "Takato-kun tiene un nuevo galán y Hirokazu piensa estropearle la experiencia" - lo dijo en un tono, lo suficientemente alto, que todos en el salón no pudieron evitar escucharlo.

La reacción de las chicas, incluyendo a Jeri, fue un grito de emoción; era algo que todas ellas querían ver, bajo el término de que la relación entre chicos era lo más lindo y lo que llegaba a satisfacer todas las locas fantasías sexuales que poseían; eso era porque Takato les parecía homosexual, del tipo uke, lo cual era aunque el mismo ignoraba. Los muchachos tuvieron reacciones un poco más variadas, dos de hecho: los que no les importaba en lo más mínimo y siguieron en lo suyo, cuestionándose como es que a las chicas les llamaba tanto la atención; y, a los que si importaron comenzaron a morderse las uñas y apretar los puños por pura cuestión de celos.

Como se había dicho antes, Takato era popular con los sus compañeros hombres; cualquiera que lo viera sonreír se enamoraba de él al instante. Muchos de estos tenían la esperanza de invitarlo a una cita, convencerlo si llegaba a tener dudas; el caso es que ese chico sería su novio, si o si. Ya habían tramado planes con días de altelación, esperando ejecutarlos en los siguientes días. Ahora, todos ellos, deseaban romper al pobre desafortunado al cual se le acusaba de salir con el objeto de sus deseos.

En cuanto al aludido, no hizo más que maldecir su existencia mediante murmullos mientras que se encogía en su propio pupitre, en un intento vano de esconderse de todas las miradas que recibía en ese momento. Hirokazu y Kenta aun continuaban en su discusión, Jeri se había sumado a esta, por tanto Takato se encontraba solo, a merced de toda la verguenza.

Nunca se había sentido tan feliz que su maestra, la misma que había tenido en la primaria, apareciera por la puerta para dictar la correspondiente clase.

- "Al fin un poco de orden. Lee-san no es mi novio, si acabo de conocerlo" - pensó con cansancio - "No entiendo porque somos amigos, de no serlo no tendría que pasar estas cosas" -

Luego, Hirokazu comentó algo que irritó a la maestra, como siempre sucedía; era inevitable reprimir una risa en ese momento, justo cuando reprendieran a su amigo.

- "Ya me acorde, por esos somos amigos" - pensó con una sonrisa.

Entonces la clase continuó su ritmo normal.

(***)

Mitsuo Yamaki era un hombre que tenía suerte de que todos sus subordinados trabajaran como debía ser. Sus dos asistentes, dos mujeres: Riley Ootori y Tally Onodera; se ocupaban del monitoreo de las incursiones de los digimon las veinticuatro horas. Ambas se encontraban sentadas sobre una plataforma giratoria, justo en el centro de un cuarto oscuro con forma de esfera donde siempre se proyectaba una pantalla frente a ellas. La detección de los digimon siempre se daba en el tiempo preciso, incluso cuando estos estuvieran a travesando el velo que existen entre los dos mundos, el Humano y el Digital.

Mitsuo se encontraba cerca de la puerta del cuarto oscuro y, detrás de este estuvieron los tres jovénes que iban a formar parte de un mismo equipo, tres chicos que ahora trabajarían para él.

- "Para los que no se conocen" - Mitsuo dijo - "Cada uno presentese con su nombre, edad e identificación de su digimon" -

- "Makino Ruki" - comenzó una chica que no mostraba demasiado entusiasmo, es mas, preferiría estar en otra parte. Su actitud era ruda, lo cual expresaba con sus ojos violeta. Su cabello no era tan largo, pero si lo suficiente como para sujetarlo con una coleta. Estaba vestida con un jean azul, una camisa que mostraba un corazón roto y una chaqueta color azul marino - "Tengo quince años, soy el tamer de un Renamon" -

- "Jenrya Lee" - dijo el muchacho de cabello azul con una expresión mucho más amable - "Tengo quince años, mi compañero digimon es un Terriermon" -

- "¿Un Renamon?" - Takato se preguntó - "Eso significa que ella es ese tamer. La que llaman la Reina de los Digimon" -

Sin embargo, o tendría mucho tiempo como para pensar en ello.

- "Mi nombre es Takato, Takato Matsuda. Tengo quince años y soy el tamer de Guilmon" -

- "Muy bien" - Mitsuo dijo - "Ya que cada uno se introdujo, es hora de informarles acerca de su primera misión como equipo. Se trata de lo siguiente, en la ciudad de Odaiba hemos detectado desde hace algún tiempo algo como puertas que se abren y cierran y dan acceso al Digital World. Esto se trata de un simple trabajo de espionaje, queremos saber que es lo que esta pasando" -

- "En otras palabras, quieres que vallamos a Odaiba y miremos si hay alguna incursión desde el Digital World" - Jenrya dijo - "¿También crees que es posible que exista otro tamer en ese lugar?"

Takato también tenía esa duda, solo no había preguntado por la mirada que le estaba dando Ruki, pareciera como si ella lo quisiera aplastar; no por nada era conocida el mal humor de la Reina de los Digimon. Siempre daba la sensación de salir corriendo de ahí. Sin embargo, también estaba ansioso de demostrar que podía ser un miembro muy valioso del equipo.

- "Tiene sentido" - dijo - "Sabemos que hubo un grupo de niños en el pasado podían abrir portales hacia el Digital World, también se sabe que las primeras interacciones con el Digital World fueron en Odaiba" -

Por supuesto, todo tamer debía tener en conocimiento los sucesos que ocurrieron en la ciudad de Odaiba hace 5 años; desde el gran banco de niebla que aisló la metropolis japonesa y la aparición de ese gran demonio de color rojo. Tampoco podían desconocer las enormes cintas en el cielo del mundo, los cuales mostraban partes del paisaje del Digital World.

- "Exacto" - Mitsuo respondió - "Para ser específicos, es en la secundaria de Odaiba. Preferimos que lo hagan lo más pronto posible, por lo demás lleven a sus digimon por si las cosas se complican" -

- "Eso me recuerda" - Takato dijo - "Mañana habrá un encuentro entre los equipos de futbol de ambas secundarias. Un partido que se va a desarrollar en la misma secundaria de Odaiba, esa será la mejor oportunidad para investigar" -

- "Para eso necesitamos comprar entradas, Takato-kun" - Jenrya le recordó - "Además es para parejas, una recaudación de fondos para la creación de una nueva sede" -

Todos se quedaron pensando en que hacer, la oportunidad era perfecta a salvo ese pequeño detalle; venir a esa secundaria para entrar dentro de sus paredes era muy difícil para ellos, ni en fines de semana cuando no tenían clases a la cuales debieran asistir, ni hablar del resto de los días. Fue Ruki Nonaka quien se le ocurrió una solución momentos después, apareciéndosele mientras observaba de forma detenida a sus compañeros de equipo; en medio de ello, su boca se deformó en lo que sería una diabólica sonrisa, lo cual asustó a los aludidos.

Mucho más a Takato, quien inconscientemente se escondía detrás de su compañero. Eso le daba mucha más fuerza a la idea que había tenido.

- "Jenrya" - la chica dijo sin perder la sonrisa de su rostro - "Compra uno de los boletos y lleva a Takato contigo" -

- "¿QUE?" - Takato respondió totalmente indignado.

Sin embargo, la mirada de muerte que le ofreció Ruki fue más que suficiente para aplacar cualquier protesta. Algunas mujeres manejaban a los hombres con sus encantos, tal era el caso de la madre de Ruki, quien era modelo; pero ella era un caso diferente, Ruki manejaba a los hombres, y otras mujeres, por medio del miedo y estaba muy a gusto con eso.

- "Veo que ya lo solucionaron todo" - Yamaki se unió a la conversación - "Entonces partirán el día en que se lleve el encuentro de los dos equipos, es la mejor oportunidad que tenemos. Cualquier cosa, Hypnos les proporcionará toda ayuda disponible; les recuerdo que ahora son miembros que trabajan para el gobierno" -

Si, bajo la tutela de Hypnos, la vida de Takato Matsuda, Jenrya Lee y Ruki Nonaka cambiaria para siempre.

Fin del Capitulo.


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