Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mundo de Tinieblas por Sazuna

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola amores, voy poniendo por acá un fic que ya tengo en Wattpad pero yolo, lo subo porque puedo y quiero, já(?)

Tengo algunos caps ya escritos en mi pc, y los subiría si veo interés en lectorxs, así que pls, no sean lectores fantasmas, dejen comentario y les daré mucho amorz <3

Cuando uno está sólo en el mundo aprende que no debe confiar en nadie, ni en ti mismo. Que los errores te pueden valer la vida, y que mientras más alejado del peligro te encuentres, mejor estarás, y podrás seguir con tu pobre vida. Dependes de tus habilidades, de tu confianza, y tu inteligencia. Y si no tienes alguna de estas tres cosas, puedes ir dándote por muerto.


Lo peor a veces no es estar solo, lo peor a veces es estar con tus pensamientos, esas pequeñas personas que se sientan en tus hombros y te dicen que no te relajes, que en todos lados hay cazadores, bestias.


¿Alguna vez soñaste con demonios, vampiros, hombres lobo? Esos seres que atormentan las noches de cualquier niño hiperactivo que no quiere dormir, y termina bajo las manos de su hermano mayor, que describe estos seres en una historia para quitarse de encima al pequeño.


Bienvenido. Aquí, estos seres son reales.



Llevaba varios días buscando comida en la zona blanca, pero al parecer ya no quedaba mucho más y no quería alejarme mucho de mi cabaña. ¿Cabaña? Gadiel, por favor, era un maldito árbol. Siendo un poco más sinceros, el árbol tenía un agujero en el tronco lo suficientemente grande como para que yo pudiera entrar, y como ese agujero estaba alto y cerca de las ramas lo utilizaba como refugio. La zona blanca era principalmente la zona más segura para mí, y desgraciadamente debería entrar a la zona negra para buscar comida, es decir, donde había peligro y cazadores.


Mi ropa por suerte era oscura, así que no debería tener mucho problema en esconderme. Busqué entre las cosas que tenía en el árbol mi cuchillo y lo puse con cuidado en mi cinturón, asegurándome que quedara bien sujeto y no cayera en el trayecto, sería un grave error perderlo.


Me senté en una rama, tomando aire. El miedo era algo que te hace sentir vivo, y quiero sentirlo, quiero sentirme vivo.


Bajé con cuidado por las ramas con lentitud y facilidad, ya era una costumbre hacerlo. Traté de caer lo más lento posible, sin embargo el crujir de las hojas hizo un ruido fuerte entre tanto silencio y me quede quieto, mirando a ambos lados. Ni un movimiento. Comencé a caminar más decidido y me dirigí al lugar donde había más árboles, parece que ya no puedo estar sin esconderme.


Pasadas unas horas el sol se había ocultado, y la luna apareció para tomar su lugar. Llevaba al menos dos horas caminando y no había encontrado nada. Las piernas me pesaban y podía sentir como todo mi cuerpo suplicaba que parase. Haciendo caso a esa voz, me senté en las hojas secas que adornaban en la tierra húmeda. Suspiré de cansancio mientras estiraba las piernas y me recostaba en el suelo. Tomé el cuchillo que descansaba en mi cinturón, y lo elevé al cielo, dejando que fuera iluminado por la tenue luz de la luna. Aquel objeto afilado era lo único que me quedaba de recuerdo de algo que ya jamás obtendría por mucho que quisiera e intentara.


Podía ver mi reflejo en el acero. Estaba más pálido de lo que recordaba, a pesar de que por naturaleza era de tez blanca; mí pelo había dejado su color blanco asqueroso, como el de un anciano en su última etapa de vida, para quedar un gris sucio por la tierra. Mis ojos se veían más cansados que de costumbre, y se reflejaba en el azul sin vida que había en mis orbes. Era lamentable.


¿Cuándo había pasado todo esto? No lo recuerdo. Solo sé, que de un día para el otro me encontraba escapando junto a mi familia. Recordaba claramente a mi madre tomando mi mano y obligándome a correr de alguien, o algo. Una caída, mamá había tropezado y cuando me giré desesperado para ayudarla a levantarse ella me gritó que corriera. No recuerdo mucho más, o tal vez, no quiero recordar mucho más.


Me había quedado en blanco mirando el cuchillo, hasta que sentí que alguien me miraba. Bajé el brazo y lo coloqué a mi costado, apretando con fuerza el cuchillo. De reojo vi algo negro moverse. Me levanté levemente, y con lentitud me puse en cuatro patas, escondiéndome en los arbustos. Miré por todos lados, y no había nadie, pero podía sentir claramente los pasos de alguien mientras caminaba sobre las hojas. Logré escuchar una risa, chillona, como la de una niña pequeña, de esas que no desearías nunca escuchar a las tres de la madrugada. Había alguien.


Me puse en cuclillas, preparado para salir corriendo en cuanto viera de frente el peligro. Aunque el peligro en realidad ya estaba, debería estar huyendo en este mismo momento, pero por alguna razón estaba allí, inmóvil como una estatua. Tenía ese pequeño rayo de esperanza que me decía que si me quedara quieto y así no me verían. Y luego estaba mi conciencia, gritando, dando patas y golpes contra mi cabeza para que reaccionara y corriera hasta no sentir las piernas. ¿A quién obedecer? Obviamente, mi elección había sido errónea.


Una pluma negra apareció en mi campo de visión, cayendo lentamente desde el cielo, hasta descansar finalmente en el suelo. La miré con horror y curiosidad. Era un negro intenso, lo más negro que había visto en mi vida. Brillaba levemente por la poca luz que había. Subí la vista hacia arriba, siguiendo la dirección de la que había caído, y entonces pude ver aquellos ojos rojos brillando en la oscuridad desde la rama de un árbol. Una mujer estaba parada, mirándome fijamente. Podía ver claramente su cuerpo vestido de ropa completamente negra, piel blanca, sin ningún signo de vida en ella. Su rostro estaba en las sombras, pero podía ver su cabellera negra cayendo por sus hombros. Ella dio un paso adelante, y observé su boca pálida dibujando una sonrisa siniestra. Me dio un escalofrió.


Me levanté tropezando un poco y en menos de un segundo salí corriendo de aquel lugar, me negaba mirar hacia atrás, no debía... ¿¡Qué diablos era eso!? Parecía un muerto, un demonio...


Corrí y corrí hasta que comencé a bajar mi ritmo, luego de una pequeña discusión mental me gire levemente para ver si la había perdido de vista, y cuando volví la mirada, estaba allí, parada frente a mí, sonriendo. Me detuve en seco y ahogue un grito de horror. Detrás de ella había alas, alas negras como la pluma que había caído frente a mí. Ellas se abrieron, dejando ver su grandeza, su ferocidad. La mujer clavó su mirada en mí, sin borrar la curva de su boca. Yo me quedé inmóvil con el corazón en la garganta, y tomé el cuchillo entre mis manos para apuntarla con él. La mano me temblaba y apenas podía sujetarlo bien. Ella se rió al verme, y de un abrir y cerrar de ojos corrió hasta mí y en un acto de reflejo levanté mis manos para cubrirme, lo que por suerte hizo que el cuchillo se clavara en su estómago.


Comencé a sentir el cálido contacto con su sangre, ella levantó el rostro ahora seria, me miró con odio y se empezó a reír. Como odiaba esa risa...


Tiré del arma, hasta que esta salió de su cuerpo. La empujé con brusquedad y cayó al suelo herida. La sangre comenzó a manchar el marrón de las hojas, pintándolas de rojo. Levantó su rostro y como pudo intentó levantarse con una mano, mientras que la otra la llevaba a su estómago. Sus alas se recostaron sobre ella, cubriéndola como si fueran mantas. Me miró, completamente seria, llena de odio, ira, repudio, y entonces gritó, gritó de una forma tan horrible y aguda que tuve que cubrirme los oídos. Sentí la adrenalina y el miedo en mis venas y casi involuntariamente salí corriendo de allí.


No sé donde iba, no sé en qué dirección estaba yendo. Solo quería alejarme de ella, de sus ojos amenazadores, de sus alas negras.


 


No pasaron muchos minutos hasta que cayera rendido al suelo, jadeando y mirando hacia atrás para ver si aquella mujer no venia hacia a mi. Lo malo era que podía venir por cualquier lado volando y ya no tenia fuerzas para correr, lo único que me quedaba era esconderme.  Tome aire unos segundos en el piso y miré a mi alrededor.


No tenia ni si quiera una maldita idea de donde me encontraba.


Mientras iba caminando había hecho algunos tajos a los arboles para poder saber por donde volver, pero después de lo que había pasado lo que menos había pensado era regresar por el camino, ahora me arrepentía.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 


Me levanté suspirando y comencé a caminar, buscando un sitio para pasar la noche al menos. Necesitaba descansar, después pensaría como volver.


Era muy oscuro, podría suponer que seria ya alrededor de las diez de la noche. Tenia que apresurarme, cada hora que pasa es una hora que ellos están mas cerca.


De repente el piso en el que estaba parado cayó y me llevó con él. Cai fuertemente en un lugar oscuro y me levanté torpemente lo más rápido que pude. Las hojas que estaban en un momento bajo mis pies ahora caian sobre mi, junto con tierra, que fue directo a mis ojos.


-¡Mierda! – grité y me queje a causa del dolor que sentia.  Restregandolos y caminando me choque con una pared de tierra. ¿Acaso esto era un hoyo?.  Di unos pasos hacia atrás, y sentí lo mismo. Si, estaba en un hoyo.


Era una trampa, y yo había caído en ella. ¿Acaso me habían atrapado, hasta aquí habría llegado?.  No podía ser, todo lo que había hecho había sido en vano. Pero en realidad, había otra pregunta, ¿por qué escapaba? No tenia ningún motivo para escapar, en otras palabras, no tenia ningún motivo para vivir. Mi familia ya no estaba, no había nadie que me quisiera, ni yo mismo.


¿Entonces por que?


Suspiré y miré hacia arriba, a aquel agujero que dejaba ver el cielo con sus miles de estrellas y aquella luna redonda. Me deslicé lentamente por aquella pared hasta terminar sentado en el suelo. Bajé entonces la vista, cerrando los ojos para terminar en un profundo sueño.


 


- Niño - sentí una sacudida y me movi un poco, quejándome.- Oye, niño... Joder. – Senti lo mismo nuevamente, esta vez mas fuerte a lo que me rendi y abri los ojos lentamente. Pude ver una figura negra arrodillada a mi lado, me restregué los ojos y me senté, y entonces pude ver a la figura claramente. Era un chico de pelo negro y ojos miel, muy claros. Tenia un cigarro entre sus dedos y vestia completamente de negro- ¿Qué miras? – sopló el humo que tenia retenido y este fue directo a mi cara.


Comencé a toser y a sacudir la mano para intentar que el humo fuese a por otro lado que no fuera mis fosas nasales. Recibi una mirada de fastidio de su parte. Lo miré y no le respondi, solo esperaba que lo hiciera. Para mi sorpresa él rodó los ojos y se levantó, pasando a mi lado.


-¿No lo harás? – pregunté incrédulo.


-¿Qué? – Se agachó a juntar la red que había caído en el hoyo y comenzó a poner hojas y tierra sobre esta para taparla. Ahora que me daba cuenta ya no estaba metido ahí dentro.


-¿No me...- hice una pausa, tragando saliva al ver como clavaba su mirada en la mia -...matarás? –concluí en un tono bajo.


Él sonrio, llevándose el cigarrillo a los labios – La verdad, no tengo muchas ganas en este momento, niño – le dio una calada – Pero podría luego...¿Dónde crees que vas?  - Me detuve en seco y di unos pasos hacia atrás cuando se puso delante mio.


-Lejos de ti – Le respondi, enviándole la mirada más asesina que pude. Él se rió.


- Destrozaste mi trampa, entraste a mis territorios como si fuesen tuyos –  Se acercó a mi amenazadoramente. – Y como si fuera poco, trajiste un demonio contigo – Me tomó del cuello de mi remera, atrayéndome a él y me miró fijamente – Yo creo que no te irás – Podía sentir el calor del cigarrillo que tenía en su boca cada vez más cerca,  solo unos centímetros más para que me quemara, pero lo que realmente daba miedo era su mirada aterradora. - ¿Entendido?


Asentí lentamente, sin apartar mi mirada de la suya y traté de imitar su forma de mirarme. Me zafé de su agarre con brusquedad y le seguí cuando comenzó a caminar.


-Tienes suerte, pequeño– Habló finalmente entre tanto silencio.


- No soy pequeño – le respondí irritado por el apodo.


- ¿Ah, no? – Se burló sarcásticamente.


- Tengo 17 años.


- Pequeño – sentenció entre una pequeña risa.


- ¿Y tú qué? –le pregunté con un tono de exasperación.


- ¿Qué te importa? – Estaba a punto de comenzar una pelea de insultos cuando pude senitr aquella horrenda risa entrar en mis oídos. Me puse blanco y me quedé boquiabierto, paralizado. – Hey – El pelinego se giró en mi dirección al notar que había dejado de caminar. – Camin-


- ¡Corre! – le interrumpí totalmente lleno de miedo, y empecé a correr. - ¡¡Corre!! – grité más fuerte al ver que no se movía y lo tomé del brazo, obligándolo a seguirme el ritmo.


-¿¡Qué mierda crees que haces!? – Me dio un empujón que terminé cayendo al suelo, podía ver claramente sus intenciones del golpearme, hasta que se detuvo antes de llegar a mí. Algo se paró a mi lado y cuando levanté la mirada la pude ver, de pie , mirándome desde arriba con indiferencia. 


Y finalmente, sonrió.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).