No es que en todos estos años nunca haya sentido nada, es que desde que le conozco, siempre he pensado que es sólo mío, y que nunca nadie va a quitármelo, el siempre actúa muy infantil, y tengo que cumplir sus caprichos, pero… ¿Qué más da?, si hay alguien a quien quiero, es a él.
Kikumaru apareció en mi existencia como el símbolo de que aún estoy con vida y tengo derecho a ser feliz, porque lo cierto es que en todo el tiempo que llevamos de conocernos, al menos aligera mi pesadumbre, porque la oscuridad de mi corazón se desvanece frente a él.
-¡buenos días Oishi!-
-hola Eiji-
-¿Qué tienes? Pareces distraído-nya-
-no es nada, estaba pensando en los deberes-
Íbamos a la escuela, era temprano, y como por arte de magia ya me lo había encontrado por primera vez en el día, hoy estaba de suerte, o al menos eso pensé hasta que llegando a la escuela, como siempre, esa mujer se lo llevó, Megumi siempre que lo ve lo lleva lejos de mí, es como si ella conociera mis sentimientos.
Entré a clase y esperé que llegará, el profesor entró al aula, como siempre comenzó a pasar lista, volteé para ver si ya había entrado y mi sorpresa fue verlo sentado en su pupitre, recargado como siempre, bostezando de sueño, después de ver a esa mujer, siempre termina de esa forma, a pesar de que es muy enérgico, ¿Quién iba a imaginar esta situación en ese gato travieso y glotón?
La verdad es que me estoy engañando, llevo días y meses tratando de ocultar este sentimiento, incluso años ocultándole la verdad, le he mentido, y sé que a él no le gusta que nadie le guarde secretos en especial yo, porque somos amigos.
En este momento quisiera que mi complejo por “aquella cosa” dejara de existir, que realmente me pudiera comportar como soy, nunca hablo de ese tema con nadie porque no quiero que se hagan malos hábitos en el comportamiento de otros, pero ya va siendo hora de que ponga mi vida en orden, quiero cambiar “aquella cosa” y sacarla de raíz de mi mente.
Después de aquellas pequeñas distracciones que tuve durante la clase, salimos porque era hora del entrenamiento y en el lugar donde siempre nos cambiamos, me encontré con la dulce mirada de mi pequeño gatito.
-Oishi, otra vez estas distraído-nya-
-no es nada-
-no es cierto, ya no me pones atención-
-Eiji…-
En aquel momento entró Tezuka a los vestidores, y yo estaba completamente absorto en mi mundo, tanto que no lo noté hasta que me dijo levemente.
-llegarán tarde, les pondré un castigo-
-Tezu…ka-
-ya vamos Tezuka-nya- siempre con esa cara de gruñón, ya no me dejo escuchar
Me interrumpió en el momento más inoportuno, iba a decirle algunas cosas a Eiji, que quizá… mejor lo dejo así, podría haber sido una mala idea contarlo.
En los barrotes de las canchas que llevaron apenas la semana pasada Eiji se subió, creo que lo hizo para llamar la atención, y como siempre, ese Inui tratando de torturar a los demás.
-Eiji, baja, te vas a caer- a quien engaño, si fuera otro, me daría igual –Inui, no les des eso- en realidad, no me importa si se los da o no, es culpa de ellos
-Oishi, ¿tienes un momento? Ven conmigo unos minutos-
De nueva cuenta fui llevado a los vestidores, es increile que todos los dramas de hoy sean en este lugar
-¿Qué pasa Eiji?-
-llevas todo el día comportándote de esa forma tan extraña, es como si no estuvieras aquí-
-¿Qué dices? Estoy igual que siempre- no puedo pensar en el momento que estoy viviendo, sigo pensando en “aquella cosa”
-¡SHUICHIRO!-
-¿Qué?-
-¿ya no somos amigos?-
-claro que lo somos-
-¿entonces por qué?-
-¿Qué?-
-¿Por qué no me estas escuchando como se debe? ¿Por qué estas siendo frio conmigo?-
-no lo estoy siendo- no puedo evitarlo
-ya no te voy a amar si sigues así-
-yo…- “¿AMAR?”
-Oishi… ¡TE QUIERO!-