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Gélido amor por Dashi Schwarzung

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Notas del fanfic:

Se preguntarán por qué he estado muy desaparecida... es decir, mi último fic como one-shot fue publicado a finales de mayo... pero es que me he preparado lo suficiente para este mes, así que me verán mucho durante Agosto c:

Este fanfic es para conmemorar el cumpleaños de mi hermoso husbando Kagami Taiga, lo amo como no tienen idea!!!

En fin, este fic también va dedicado para mis niñas lindas del grupo AoKaga 5x10, con quienes paso la mayor parte de mi día y disfrutando las pics de esta linda ship que ellas comparten c: Espero que les guste.

Me inspiré un poco con esta PIC c:

Van de nuevo las advertencias:
AU
OoC (mucho tal vez)
Mención de lemmon

Sin más, los dejo leer.

 

 

..:: Gélido amor ::..

.:.

.

 

Puso su tabla en la nieve, ésta quedó parada a su lado mientras proseguía a quitarse las gafas de snow; sintiendo cómo el helado ambiente ponía frías sus mejillas. No tenía idea de cuántas chamarras especiales para ese clima traía puestas, lo único que sabía era que no se estaba muriendo de frío como en años anteriores.

Se atrevió a ver el escenario que la naturaleza le brindaba: a lo lejos lo único que podía ver era el color blanco… aquellos árboles llenos de nieve y todas esas personas que pasaban por arriba de su cabeza sentados sobre las telesillas que los transportaban al otro lado de las montañas.

 

Aspiró el aroma usual de la nieve… esa era su zona de confort, ese era su mundo, ese era su santuario, y él, después de un año se volvía encontrar frente a frente con ese lugar.

Y bueno, después de haber perdido hacía un año el título  del mejor snowboarder de los “Winter X-Games” frente a un chico pelirrojo, estaba dispuesto a dar todo por retomar ese título que le había pertenecido por 5 años seguidos  y nadie, ni mucho menos aquel tipo pelirrojo lo iba a detener.

 

Hacía dos años que había aparecido ese tal Kagami Taiga, y desde el momento en el que apareció, había resultado como una patada en el trasero para él. No podía adivinar de dónde había salido ese tipo, lo único que sabía era que si se descuidaba,  ese pelirrojo podría ganarle el campeonato.

Y hacía un año sus temores por fin habían tomado forma, Kagami se había llevado el campeonato, dejando al moreno en segundo lugar.

No tenía idea de cómo había pasado eso, él era el mejor sobre la nieve y sobre aquella tabla. ¿Cómo un novato, que incluso era tres años menor que él, había osado robarle el campeonato que era sólo para él?

 

En definitiva había odiado con demasía a aquel novato que había aparecido hacía dos años con esa tonta sonrisa en su rostro, esa mirada retadora y su gran carisma.

Suspiró, sin poder detener todos esos recuerdos que lo estaban atacando, puso su tabla de vuelta sobre el frío piso, se subió a ésta y empezó a descender.

 

Flashback::..

 

Los competidores estaban en sus puestos para la siguiente competencia, una competencia de modo individual que  tenía lugar en el medio-tubo: un escenario como zanja simulando un medio tubo de 6.7 metros de altura en el que los competidores tendrían que deslizarse y mostrar sus habilidades aéreas.

 

—Dai-chan, por favor no te confíes. —Hablaba Momoi Satsuki, la mejor amiga y representante del gran Aomine Daiki.

—Pfff, no hay de qué preocuparse, Satsuki, aquí no hay nadie que pueda igualarme. —Dio un rápido vistazo a sus contrincantes; ninguno de ellos parecía interesante. Incluso ya conocía a la mayoría de ellos, a quienes en años pasados había vencido hasta con los ojos cerrados.

—Dai-chan, escuché que hay un nuevo competidor, y tal vez este chico pueda darte pro—

—Basta, Satsuki, el único que puede vencerme en snowboard soy yo.

 

“Kagami Taiga con el número 35” Sonó el llamado para el siguiente competidor, que ajustaba sus gafas  para luego pararse sobre el borde de la tabla, esperando escuchar el sonido que le indicaba que podía empezar.

Tan pronto como sonó el pitido de inicio, el chico pelirrojo se deslizó y empezó a hacer unos increíbles saltos al llegar al borde de la nieve, sus acrobacias y vueltas eran fenomenales, y en cada uno de esos grandes saltos siempre caía de pie sobre la nieve; era un espectáculo perfecto.

 

Los ojos de Aomine se abrieron de par en par al ver volar a aquel chico que, con profesionalismo, hacía unas acrobacias estupendas. No había visto tal gracia y poder en otra persona, y se asustó… de verdad se asustó porque de seguir así, aquel novato que recién había aparecido en esos juegos podría robarle el campeonato.

 

Fin flashback::..

 

Claro que era un importante recuerdo, no todos los días conocía a alguien que parecía ser mejor que él en el snowboard. No podría olvidar el día en el que el chico pelirrojo trataba de ser el mejor.

 

Sintió cómo el viento helado revoloteaba sus cabellos azules, mientras seguía descendiendo sobre la tabla. Suspiró sin que su mente dejara de evocar recuerdos, pues aunque odiaba al chico, no podía dejar de agradecer el haberlo conocido, ya que gracias a él había tenido un rival digno de todas sus habilidades, y no sólo eso, sino que también por él tuvo que practicar más para mejorar.

 

Flashback::..

 

—Dai-chan, ahí viene el chico pelirrojo, traté de persuadirlo, pero fue bastante persistente. —Decía la pelirrosada, tratando de caminar por la nieve con sus botas y correr hacia su amigo. —Huye, Dai-chan, o tendrás que hablar con él. —Sugirió, sabiendo cuánto el moreno odiaba al otro chico.

Pero cuando Aomine quiso reaccionar, era demasiado tarde, aunado a eso estaba la densa nieve que no lo dejaría correr.

—¡¡Aomine Daiki!! —Gritó el pelirrojo, con su tabla para nieve en la mano y agitando una mano para hacerse notar, pero cuando el moreno lo escuchó lo primero que hizo fue darle su tabla a la pelirrosada y comenzar a caminar en la misma dirección, tratando de alejarse del chico, sin importarle que sus botas se hundieran en la nieve y no pudiera seguir.

 

El pelirrojo frunció el ceño cuando vio al moreno alejarse. “Tal vez no me escuchó”, pensó sin dejar de caminar.

—¡Aomine Daiki! —Gritó de nueva cuenta, sabiendo que esta vez el moreno lo había escuchado, sin embargo el nombrado no se detuvo. “¡Qué demonios!”, nuevamente se dijo en su mente, caminando ahora más rápido, notando la mirada de la chica de cabello rosa sobre ellos. —¡A-o-m-i-n-e! —Pronunció cada letra a cada paso lento que daba, pues obvio que la nieve no dejaba que caminara cómodamente, y aun así trató de apresurarse.

 

Daiki lo miraba de reojo sin detenerse, no quería entablar conversación con ese tipo. ¡Cómo lo odiaba! Si ese tipo osaba pararse frente de él, seguro que un puñetazo de parte de él sería dirigido a su rostro.

—¡Déjame, idiota! —Por fin atinó a decir, pero su petición fue ignorada, pues el pelirrojo apresuraba el paso, estaba a punto de alcanzarlo; lo único que su mente pudo formular fue “¡Corre Daiki!”, antes de llevar a cabo aquel pensamiento.

 

Sin embargo…. Fue tan torpe que al dar el primer paso para tratar de correr… cayó de cara sobre la nieve.

—¡Aomine! —El pelirrojo miró la escena y se apresuró hacia el otro, tomándolo de un brazo y levantándolo rápidamente; prosiguió a limpiar con sus manos enguantadas el rostro del moreno, pues la nieve cubría casi todo su rostro.

—¡¡Que me dejes, tonto!! —Gritó el moreno, quitando las manos del otro de su rostro y él mismo teniendo que limpiar los restos de nieve. Daba gracias porque dicha nieve se encontraba en su cara, o de lo contrario el pelirrojo notaría sus mejillas completamente sonrojadas por la situación vergonzosa que acababa de pasar.

 

—¿Qué carajos quieres? —Preguntó cuando supuso que todo rastro de nieve se había borrado de su rostro.

—Sí… bueno… yo… — Dejó su tabla enterrada en la nieve mientras él miraba fijamente a aquellos orbes zafiro. —Sólo pensaba que era una buena idea felicitarte por tu participación de hoy en el medio-tubo.  —Confesó, con esa misma sonrisa que era sumamente molesta para el moreno.

—Tch. No necesito felicitaciones de nadie, ya sé que lo hago bien, no por nada soy el mejor. —Mostró aires de grandeza mientras empezaba a caminar, ahora hacia el lobby-bar del lugar reservado para los deportistas.

—¡Espera! — Pidió e instintivamente el moreno giró el rostro para encararlo. —También… quiero preguntarte… si tal vez tengas algún momento para salir juntos, tú sabes, deslizarnos en la nieve.

 

Frunció el ceño. ¿Con qué derecho aquel novato iba y le proponía aquello? Si tan solo el pobre niño pelirrojo supiera que Aomine lo odiaba… seguramente ni siquiera se le acercaría.

—Ni en tus sueños. —Fue lo último que dijo antes de seguir su camino, sintiendo sobre él la mirada de orbes rubíes, sin siquiera voltearlo a ver.

 

~*~

—¿Cómo te fue con aquel chico, Dai-chan? —Preguntó Satsuki inmediatamente que vio al moreno entrar al lobby-bar.

—El maldito solo busca molestarme. —Se quitó los guantes y las gafas y prosiguió a sentarse en uno de los sillones disponibles. —¿Puedes creer que me invitó a ‘deslizarnos en la nieve’? Pfff que tonto.

La pelirrosada cruzó sus brazos y miró a su amigo.

—Dai-chan, Kagami sólo te admira. ¿Qué tiene de malo que te haya invitado? ¿Por qué no piensas su oferta?

—No tengo nada que pen… espera… ¿Cómo sabes que ese tonto me admira? — Cuestionó, esta vez dándole toda la atención a su amiga al escuchar ese simple comentario.

—Tal vez te diga cómo lo sé. —Una sonrisa surcó sus labios. —Pero es cierto, Kagami vino a los Winter X-Games sólo por ti.

—¿Cómo? —Incrédulo cuestionó, acomodándose en el sillón y mirando cómo la chica se sentaba en otro sofá frente a él.

—Sí. ¿Acaso no has visto los artículos de las revistas? —Hizo una mueca al notar cómo su amigo negaba con la cabeza. —Bueno, pues Kagami le dijo a los reporteros que empezó a practicar el snowboarding en el momento en el que vio a un chico moreno y de cabello azul en el campeonato de los “Teen Winter games” de hace seis años… esos mismos juegos en los que tú tenías 14 años y le ganaste al mejor.

 

Aomine desvió por un momento su mirada, tratando de recordar aquel suceso que describía su amiga, pero su mente en esos instantes estaba muy nublada, no podía recordar con claridad.

—Le dijo a los reporteros que gracias a ti había empezado a practicar el snowboarding. Y que éste año se había por fin animado a competir junto a ti. —Satsuki mostró una gran sonrisa ante su relato. —Kagami es tan lindo por pensar de esa forma.

—Nada del otro mundo, sólo un fan que cree ser mejor que yo… patético. —Mencionó, levantándose de su asiento para ir a conseguir algo caliente que tomar.

 

Fin flashback::..

 

¿Cómo habían cambiado las cosas en aquellos dos años? Se preguntaba una y otra vez ¿En qué momento ese enorme odio se había transformado en otra cosa? Ni él mismo podía explicarlo, pero sus pensamientos seguían formándose dentro de su mente sin que él pudiera detenerlos.

 

—Dai-chan. ¿Cómo estuvo el paseo?

Una voz femenina lo sacó de su ensimismamiento, giró el rostro y allí estaba su representante y mejor amiga, con esa expresión amable y llevando sobre ella muchos abrigos, puesto que la chica era muy friolenta y por supuesto que no le agradaba el frío.  

Tan absorto había estado en sus pensamientos que no se había dado cuenta del momento en el que había llegado al final del camino nevado y se había detenido en su destino.

Sin decir ni una palabra empezó a caminar hacia la chica. Se dirigían hacia el lobby-bar  exclusivo para los atletas y personas cercanas de ese evento, ya que Momoi no podía soportar el frío, al menos podía mantener su temperatura tomando un café muy caliente, ese era su mejor método para soportar el frío abrumante de Vancouver.

 

~*~

 

—Así que… ¿te disculparás con Kagamin? —Preguntó la chica, llevándose a la boca aquella taza de café caliente para sorber un poco de su bebida.

—Creo que… le debo una disculpa después de cómo lo traté la última vez. —Mantuvo la vista en su propia bebida, sin querer levantarla, aún seguía reprochándose por lo ocurrido en el evento del año pasado de los Winter X-Games.

 

Flashback::..

 

Las competencias habían terminado, los jueces y organizadores del campeonato habían decidido al nuevo ganador, un chico que a Aomine Daiki le había quitado el campeonato que por 3 años seguidos el peliazul había ganado.

 

El novato que hacía un año había debutado en esos juegos sobre nieve le había arrebatado al gran Aomine el título de “el mejor snowboarder, y se lo había adjudicado con mucho esfuerzo, siendo la envidia de los pocos novatos que habían participado ese año.

 

Daiki no podía creer que un novato le hubiera ganado en el deporte que desde niño él había amado y liderado totalmente, no podía creer cómo es que aquel chico ahora fuera el mejor; no podía aceptarlo… no quería aceptarlo… ¡el único que podía ganarle era él mismo! Parecía que aquel pensamiento debía ser olvidado, puesto que había aparecido alguien mejor que él.

 

~*~

 

Estaba a punto de irse del lobby-bar de deportistas cuando escuchó aquella voz que comenzaba a odiar aún más de lo que lo hacía.

 

—¡Aomine! — Gritó el pelirrojo justo después de que el moreno salió del lugar, tuvo que correr y disculparse con las personas con quienes estaba hablando para alcanzar al de cabellos azules.

El moreno ni siquiera se detuvo, hasta que sintió en su brazo el suave agarre de Kagami.

—¿Qué carajos quieres? —Habló ofensivamente y giró el cuerpo hasta quedar frente a frente con el otro chico.

—Hey, mi representante está pensando en hacer una fiesta, tú sabes… para festejar el final del campeonato. Irás ¿Verdad?

Una vena saltó en la frente del moreno. No… aquella fiesta no era para festejar el final de los juegos, era para festejar a Kagami como el nuevo mejor snowboarder. ¿Cómo Aomine podría ir y mostrar su rostro de perdedor frente a toda esa gente que lo había admirado por años?

—No pienso ir. —Dijo seguro y sin hacer contacto visual.

—Oh vamos, te divertirás… además tenemos mucho de qué hablar. —Cortésmente respondió el pelirrojo, con una muy pequeña pero visible sonrisa en sus labios.

—¿Hablar? —Esta vez orbes zafiro se fijaron en los rubíes del otro chico. —¡Ah sí! Hablar de cómo me arrebataste el campeonato este año. —Habló con sarcasmo, sintiendo como su ira empezaba a acumularse.

—¿Qué? Aomine… mi intención no era el qui—

—Sí, claro. Lo único que quieres es burlarte de mí.

—¡Claro que no! Jamás lo he hecho. Aomine creo que estás equi—

—¡Basta ya! —Se acercó lo suficiente al pelirrojo, con su rostro a sólo unos cuantos centímetros de distancia y con una expresión en completo enojo que incluso asustó a Kagami. —Mira, idiota. ¿Quieres saber algo? Te odio… te odié desde la primera vez que te vi y te odio más por haberme arrebatado lo que era mío. Hazme un gran favor y no vuelvas a hablarme jamás en tu vida.

 

Kagami ante las palabras tan duras quedó mudo, y cuando notó que el moreno daba media vuelta, dispuesto a irse de allí, bajó su rostro denotando dolor en su mirada.

Nunca se imaginó que el moreno lo odiaba… creyó que aquella actitud difícil la mostraba con todos; se había equivocado, no pensaba que el tipo a quien había admirado por tantos años le llegaría a hablar de esa forma… lo único que quería era hacerse amigo del mejor snowboarder para él, pero había fracasado vilmente.

 

Fin flashback::..

 

Durante casi un año, Aomine había pensado mucho sobre lo ocurrido con Kagami, no podía entender por qué aquello le afectaba tanto, por qué no había podido dejar de pensar en el pelirrojo.

Todos sus pensamientos apuntaban a la culpa que tenía acumulada dentro de él, la culpa era la que no lo dejaba vivir y dejar de pensar al pelirrojo. Una vez que se disculpara y que Kagami se atreviera a perdonarlo, sería libre para dejar de pensar en Kagami.

 

—No te preocupes, Dai-chan. — La pelirrosada habló, interrumpiendo el tren de pensamientos en la mente de su amigo. —Seguro que Kagamin te perdonará por ser una horrible persona.

—¡Cállate Satsuki! —Ordenó en voz alta al escuchar las risillas molestas de la chica.

—Lo siento, es solo que te veías tan pensativo. —Tomó la taza de café y dirigió sus labios hacia ella. —Por cierto, creo que llegamos muy temprano, muchos participantes ni siquiera han llegado. —Mencionó, prosiguiendo a beber un poco del café caliente.

Aomine no le tomó atención a las últimas palabras de la chica pero sí la imitó y tomó un poco de su café; su atención pronto se vio acaparada por un chico que recién cruzaba la puerta de entrada del lugar.

Aomine enfocó su mirada en aquel hombre que fácilmente podía atraer la atención a donde quiera que fuera, es decir, aquel cabello rojo, esa sonrisa tan linda y esa altura eran razones suficientes para poner los ojos sobre aquel chico.

Pero alguien más atrajo su atención al notar que el pelirrojo no iba solo, y que aquella sonrisa era causada por su acompañante.

 

—¿Quién rayos es él? —Preguntó a Momoi, y sin saber por qué, una pequeña punzada surcó su pecho.

—¿No lo recuerdas, Dai-chan? Ese es Kise Ryota, debutó el año pasado en la modalidad ‘free-style’ es muy bueno en ello, pero aún tiene mucho que aprender de las otras modalidades de competencia. —Sonó segura al reconocer de inmediato al chico rubio junto a Kagami.

Había escuchado las palabras de su amiga, sin embargo, por más que trataba de recordarlo no podía, no podía recordar a aquel Kise Ryota del que hablaba la pelirrosada, pero él era el causante de las sonrisas hermosas que estaba mostrando Kagami, y de aquella repentina risilla que había escapado de sus labios.

No tenía ni una pizca de idea de qué estaba pasando por su pecho, pero era una sensación que no le agradaba nada. “Es solo esa maldita culpa”, se decía una y otra vez, sin hallar otra razón para aquel dolor en el pecho.

 

Sus ojos permanecían fijos en el pelirrojo, mirando cómo llegaba acompañado hasta la barra de pedidos y ambos chicos pedían algo caliente de tomar; pudo escuchar un “Kagamicchi” en labios del rubio y su molestia creció un poco más.

—Satsuki, necesito que me golpees fuerte.

—¡¡¡¿Qué?!! ¡¿Por qué?! No puedo hacerlo, Dai-chan. —La chica se mostró desconcertada por la repentina petición.

—Creo que estoy pensando cosas estúpidas…

Momoi miró detenidamente a su amigo y en cómo éste no podía apartar la mirada del chico pelirrojo.

 

Kagami y Kise tomaron sus bebidas y prosiguieron a caminar tranquilos hacia la salida, Kise platicaba animoso sobre sus prácticas sobre la tabla de nieve en Estados Unidos, mientras Kagami escuchaba atento a la anécdota, ambos parecían pasar un buen momento.

 

—Ni siquiera notó que yo estaba aquí. —El moreno sonó decepcionado, una vez que ambos chicos habían salido del lugar.

Momoi no dijo nada, sólo siguió observando a su amigo y el cómo su semblante había cambiado drásticamente de un momento a otro…

—¡¡¡¡Auch!!!! ¡¡¿¿Qué demonios te pasa, Satsuki??!! — Gritó al sentir el fuerte golpe en su cabeza, cortesía de la chica.

—Bueno, tú me pediste que te golpeara fuerte, así que eso hice. —La voz inocente de Momoi se hizo presente, y no es que de verdad quisiera golpear el moreno, era el simple hecho de que jamás lo había visto de ese modo: tan pensativo, tan ensimismado, tan decepcionado…

—Rayos. ¿Dónde aprendiste a golpear como un chico?

Momoi no lo diría, pero rara vez había visto así a su amigo, parecía que el tema del problema con Kagami lo tenía peor de lo que ella había pensado en un principio.

 

~*~

 

—La rutina de momento es sólo conocer los alrededores, Dai-chan, así que no te sobreexijas. —Pedía la chica, quien tenía que cuidar que el peliazul estuviera al 100% de sus capacidades para la competencia que se efectuaría en un par de horas.

—Sí, sí, lo que tú digas. —Se acomodó las gafas y prosiguió a tomar su tabla de nieve, para abordar la telesilla y transportarse hasta la cima de la montaña.

—¡Ten cuidado! —Dijo por último la de cabellos rosas, siendo ya una costumbre aquella petición.

 

~*~

 

Kagami y Kise se encontraban sentados en la nieve, asegurando las tablas de nieve a sus pies para comenzar a deslizarse.

Ambos chicos se habían hecho amigos en aquella fiesta del año pasado que había sido dedicada a Kagami por su victoria. Kise había mostrado admiración hacia el pelirrojo, sabiendo que éste también era un novato en el deporte sobre nieve; desde ese momento ambos se llevaron bien e incluso se frecuentaron un par de veces para practicar juntos.

 

—¿Ese es Aomine Daiki? —Cuestionó Kise al ver cómo el moreno se aproximaba a ellos.

Kagami, en lugar de responder, giró el rostro hacia donde estaba puesta la vista del rubio, y efectivamente pudo notar a Daiki aproximándose hacia ellos; hizo de cuenta que aquello no importaba y siguió con sus acciones.

Aún recordaba las últimas palabras que el moreno le había dicho, y pensaba en llevarlas a cabo… no dirigirle la palabra a Aomine… ¿Cuán difícil podría ser eso?

—Así que… tú eres Kise Ryota… —El moreno habló justo cuando estuvo lo bastante cerca para que su voz se escuchara por los otros dos chicos y dejó su tabla sobre el piso.

—¡S-sí! —Apenas pudo pronunciar, mirando de reojo cómo el pelirrojo ni siquiera se inmutaba, lo cual fue extraño para él, puesto que había leído aquellos artículos de las entrevistas de Kagami en las que decía que admiraba al moreno.

—Bien. —Fue lo único que dijo, teniendo un objetivo fijo en mente. —Quisiera hablar con Kagami a solas… ¿Te importaría?

Tanto Kise como Kagami abrieron los ojos con sorpresa, los orbes carmesí del pelirrojo se fijaron en Kise, en una mirada desesperada que le pedía que se negara,  que no se fuera de allí y lo dejara solo, pero Kise no podía negarse, y más a aquel chico que era leyenda en el snowboard.

 

Sólo asintió con la cabeza, se quitó rápidamente los seguros de la tabla de nieve de sus pies y se levantó, llevándose consigo su amada tabla.

Kagami maldecía a su supuesto amigo rubio que había osado dejarlo a solas con ese tonto de Aomine, no quería estar con él… no quería hablar con él y ser herido por segunda vez.

El moreno dejó su tabla tirada junto a él y se sentó junto al pelirrojo, sin saber cómo empezar aquella incómoda plática, sintió el ambiente tan tenso, hasta que vio cómo el pelirrojo se levantaba de la nieve sin decir una palabra.

 

—Hey. ¿A dónde vas? —Preguntó tontamente, recibiendo una mirada fugaz del pelirrojo.

—¿A dónde crees que voy, genio? Iré a deslizarme en la nieve. — Tan pronto como dijo sus palabras, se acomodó las gafas de snow y se deslizó sobre la tabla, dejando a Aomine allí sentado.

Aomine mostró los dientes, se acomodó sus gafas, alcanzó su tabla y la colocó correctamente sobre sus pies… nadie lo dejaba hablando solo, mucho menos ese tipo pelirrojo; con rapidez se puso de pie y se deslizó sobre la nieve, y  haciendo gala de su rapidez, pudo en pocos minutos  ver el cabello rojo de Kagami que revoloteaba con el viento gélido. Cambió un poco su posición para ir más de prisa hasta que la silueta que tenía enfrente se hizo más cercana.

 

Kagami giró un poco el rostro y vio de reojo cómo el moreno se le acercaba rápidamente, no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa; no pensaba dejar que Aomine se le adelantara, ni siquiera que se pusiera a su altura…

Agachándose un poco más sobre la tabla, tomó más velocidad y fue esquivando  los pequeños montículos de nieve que sólo lo harían disminuir su aceleración.

El moreno sonrió ante el reto… Kagami quería un pequeño duelo, pues él con mucho gusto se lo daría. Con movimientos en zig-zag fue acelerando cada vez más para tratar de alcanzar al otro chico… hacía mucho tiempo que no tenía aquel cúmulo de sensaciones en su pecho… hacía mucho tiempo que no disfrutaba deslizarse de esa forma; hacía mucho que no sentía fuego en su interior ante un duelo; hacía mucho que no se divertía tanto de esa forma… y su sonrisa sincera de estar disfrutando aquel pequeño duelo no dudó en aparecer.

 

Por fin pudo ponerse al lado de Kagami quien no dejaba de sonreír, no era una sonrisa de superioridad ni egocentrismo… sólo una tierna sonrisa de felicidad y fascinación; una sonrisa que era dedicada a Aomine, quien amó ese gesto.

 

El de cabellos azules no podía despegar su vista de aquellos orbes rubíes que irradiaban fuego y de aquella sonrisa que lo tenía tan ensimismado… el camino de nieve pasó a segundo plano… lo cual en realidad había sido una muy mala idea, pues pronto sintió cómo algo golpeaba su tabla, y la primera y rápida reacción en ese momento fue tomar a Kagami de su chaqueta, y por obvias razones, provocando que el pelirrojo cayera con él.

 

Cayeron unos cuantos metros, rodando por la colina hasta que fue la espalda de Kagami la que chocó contra la valla hecha precisamente para accidentes de ese tipo. Era como si su mundo se hubiera apagado repentinamente, su mente había hecho corto circuito, pero su consciencia regresó rápidamente, sólo para notar que sus gafas estaban rotas y no sólo eso… sino que… Aomine estaba sobre él, mirándolo fijamente, con aquel sonrojo en sus mejillas a pesar del clima.

Podía fácilmente notar la mirada extraña de orbes azules sobre él a pesar de tener puestas esas gafas de vidrio grueso, no estaba seguro si habían personas alrededor observándolos, y siendo franco consigo mismo aquello ni siquiera le importó… el mundo alrededor desapareció por unos instantes.

 

El moreno se encontraba a horcajadas sobre Kagami, sin siquiera notar que su tabla de nieve se había roto y se encontraba varios metros lejos de él.

No podía apartar la vista del rostro de Kagami y aquella poca nieve que se encontraba cerca de sus labios. Sin decir ninguna palabra, llevó sus manos hacia las gafas rotas del pelirrojo, quitándolas muy lentamente y observando aquellos rubíes que lo miraban sorprendido, prosiguió a deshacerse de sus propias gafas que aún se encontraban sobre su rostro.

Quitó con sus gruesos guantes los rastros de nieve en el rostro de Kagami, quien muy posiblemente ni siquiera se había dado cuenta de que en su labio había una cortada de la cual salía muy poca sangre.

 

No sabía por qué lo hacía… por qué trataba de esa forma al pelirrojo, por qué le había encantado tenerlo de esa forma, y lo que más le encantaba era que Kagami no hacía indicios de querer apartarlo.

Sin pensarlo, fue acercándose lentamente al rostro del pelirrojo y pasar su lengua por el labio de éste, borrando el pequeño rastro de sangre visible. Kagami permaneció prácticamente congelado sobre la nieve, con infinita sorpresa en su mirada; no podía moverse, sentía que su cuerpo no reaccionaba, por más que trataba de mover sus brazos y piernas, éstos no le respondían debidamente.

 

Aomine aprisionó aún más al pelirrojo sobre la nieve, y muy lentamente fue acercándose de nueva cuenta a aquellos labios, ésta vez para posarlos sobre los contrarios en un beso, al cual se sintió correspondido levemente.

Al apartarse rápido pudo notar los ojos medio cerrados del pelirrojo, y sus dudas en ese momento desaparecieron por completo: nuevamente se acercó a los labios ajenos, ésta vez para tomarlos debidamente, notando cómo los labios de Kagami se movían al compás que él marcaba.

No tardó mucho en encontrar la lengua del pelirrojo, la cual se enredaba sensualmente con la suya, provocando que el clima gélido se olvidara por completo, abriendo paso al calor en su cuerpo.

La mente del de cabellos azules se preguntaba qué demonios estaba haciendo, pero parecía que su cuerpo ansiaba otra cosa, quería permanecer de esa forma, además de que su pecho no ayudaba mucho, pues podía fácilmente sentir cómo su corazón golpeteaba fuerte… eran sensaciones que jamás había sentido anteriormente.

 

Kagami permaneció estático, sólo sus labios eran los que se movían ante los habilidosos movimientos de los fríos labios del moreno, hasta que éste último se decidió a terminar el beso, no sin antes tomar el labio ajeno y morderlo levemente.

Cuando Kagami abrió los ojos después de ese beso, vislumbró aquellos hermosos zafiros azules que tenía  por ojos el chico frente a él, y aquel pequeño sonrojo en las mejillas morenas.

—Creí que me odiabas… —Dijo con una sonrisa traviesa, levantándose sólo un poco hasta quedar sobre sus codos.

—Tch. Sólo… tal vez no te odio como creía. — Habló apartándose lo suficiente del pelirrojo, desviando la mirada para que éste no notara ese sonrojo en su rostro.

Una sonrisa sincera y una mirada tierna se mostraron en el rostro de Kagami, había visto algunos gestos de Aomine, pero aquel sonrojo era totalmente nuevo y fascinante para él.

..::..

.:.

.

Las competencias de free-style estaban por comenzar, todos los participantes ya se encontraban en la zona designada para ellos, simplemente debían esperar su llamado y empezarían aquel concurso.

Momoi Satsuki se encontraba cerca del panel de organizadores, con el teléfono celular en mano y marcando una y otra vez un número en especial; daba vueltas de un lado a otro, pidiendo a todos los cielos porque la persona del otro lado del teléfono contestara, pero sus súplicas eran omitidas, ya que no obtenía ninguna respuesta a su llamada.

 

—Entonces. ¿Quitaremos a Daiki de la lista de participantes? No podemos esperarlo más tiempo. —Habló Akashi Seijuurou, el organizador magno del evento, la persona más importante en esos juegos de invierno y quien cada año ponía una cantidad cuantiosa de dinero para llevarlos a cabo.

—Akashi, por favor, sólo unos minutos más. Estoy segura de que contestará a mi llamado. —Pidió la pelirrosada, muy nerviosa por lo que estaba pasando, sin saber a dónde había ido Aomine y por qué no se comunicaba con ella.

—Bueno, no es el único que saldría de la competencia. —Informó Akashi, con una voz en aburrición y mirando su reloj fugazmente.

—¿A qué te refieres?

—Kagami Taiga, quien tenía la obligación de conservar el título del mejor snowboarder también ha sido descalificado por su ausencia.

—¿Eh? ¿Kagamin también? —Sonó incrédula, pues hacía unas horas que había visto al chico pelirrojo. De pronto todo tuvo concordancia en sus pensamientos: Aomine había ido a disculparse con Kagami, y éste muy seguramente no lo había perdonado. Al saber el carácter fuerte del moreno, Satsuki pensó que se habían enfrascado en alguna pelea. —Oh no…— Musitó, sin saber qué hacer o a quién recurrir.

..::..

.:.

.

La cálida mano morena se posaba sobre la suya, mientras aquellos ojos zafiro lo miraban con una ternura diferente; no pudo suprimir aquella pequeña sonrisa que estaba naciendo en sus labios.

Se encontraban en la gran cabaña que Kagami solía rentar durante esas temporadas, un lugar cómodo, del que nadie sabía, pues el pelirrojo jamás mencionaba su lugar de estancia. La chimenea encendida no provocaba el calor necesario para querer levantarse de esa cama, pero el cuerpo junto al suyo era el mejor remedio para olvidar el frió intenso de Vancouver.

El televisor se encontraba prendido, sin embargo, ninguno de los dos ponía atención a las imágenes que se transmitían, ni siquiera sabían por qué habían encendido el televisor.

 

—Fue a mis 11 años que te vi en esa competencia de snowboard. —El pelirrojo contaba, con la mirada puesta sobre la mesa, sin querer levantarla y enfocarla en aquellos hermosos ojos azules. —Al verte ganar ese torneo en el que participaste, supe que debía entrenar duro para algún día competir en el mismo escenario que tú.

 

Esta vez el moreno se sentía halagado por esas palabras, sentía que la satisfacción lo llenaba, además por fin había encontrado a aquel rival que desde su adolescencia había buscado.

Creía que aquellos sentimientos que por casi un año se habían alojado en su pecho eran producto de la culpa, pero ahora, al ver aquel rostro de ángel del pelirrojo, sabía que no era culpa… y que el pelirrojo lo había atrapado de una forma diferente, que nadie lo había logrado antes de él.

 

Aomine pasó tantos años esperando a aquel rival que pudiera ponerse a su altura en snowboard, y cuando lo encontró lo primero que hizo fue alejarlo de él…¡Qué estúpido había sido! Sin embargo, nuevamente se encontraba frente a él, y no sólo eso, sino que ambos ya habían confesado sentir algo el uno por el otro…

Soltó una pequeña risa ante sus propios pensamientos y denotó una tierna sonrisa, sin soltar la mano contraria

 

Varios besos eran dejados sobre su pecho desnudo, esos besos que se quedaban grabados en su piel, no podía evitar el suspirar al sentirse completo…el tener a Kagami en su cama completamente desnudo, enredado entre sus brazos, con sus divinas piernas entrelazadas con las suyas lo hacía sentirse el hombre más feliz sobre el planeta.

 

 

—No soy de los que acostumbran tener sexo sin siquiera haber tenido una cita. —Confesó el moreno, enredando sus dedos en los cabellos rojos, notando cómo ante su confesión Kagami lo miraba con un poco de sorpresa.

No respondió al momento, pues no quería que el moreno pensara mal de él por haber tenido sexo de esa forma.

—Yo…  jamás había hecho esto…— Confesó con un tinte rojo en sus mejillas.

—¿Hacer qué? ¿Tener sexo con un alguien sin haber tenido una cita?

Pero el pelirrojo no respondió sólo ocultó su rostro entre sus manos, sin querer decir la razón de su confesión.

Aomine frunció el ceño y se incorporó un poco, para mirar cara a cara al pelirrojo.

—Acaso… tú… —Mudó unos segundos al ver el rostro rojo del otro chico. —¡¿¿Eras virgen??!

 

Kagami se recostó boca abajo, hundiendo su rostro en una almohada, totalmente avergonzado ante la pregunta en sorpresa del moreno. Rayos, ahora se sentía tonto por haber dicho algo así.

—Kagami… si tú me hubieras dicho que eras virgen… yo… hubiera tenido más… cuidado. —Chasqueó la lengua después de sus palabras, llevando una de sus manos hacia su cabeza, simulando rascarse.

—Está bien… disfruté cada segundo de ello… —Trató de desaparecer su vergüenza y miró al moreno. —Sólo pensaba en entregarle mi virginidad a ese tipo a quien tanto he admirado y amado por años.

Los ojos en sorpresa del peliazul se abrieron y nuevamente el sonrojo en sus mejillas se hizo presente; se sentía feliz al haber sido el primero en estar íntimamente con el pelirrojo, pero también se sentía mal porque aquella había sido la primera vez y él le había hecho el amor de una forma salvaje.

 

Se abalanzó hacia el pelirrojo y se posicionó sobre él, atrapando sus muñecas y dejándolo inmóvil, la mirada de Kagami era de sorpresa pero también había un brillo diferente en sus pupilas.

—Demonios… ahora que dijiste todo eso… no puedo evitarlo. Quiero hacerte el amor toda la noche.

—P-pero… — Trató de hablar al saber que su trasero aún dolía por las ‘actividades’ previas, sin embargo, no podía negarse, deseaba en sobremanera al chico moreno. —..Sólo.. sé un poco más gentil.

Una sonrisa surcó los labios de Aomine. Por supuesto que planeaba ser gentil, ¿Cómo no podía ser gentil con aquel angel que se había entregado por primera vez a él?

Asintió con la cabeza, en el momento en el que Kagami se acercaba lo suficiente a él para  apoderarse de sus labios, en un beso demandante.

 

La televisión seguía prendida y emitiendo sonidos, de los cuales, ni Kagami ni Aomine pudieron escuchar.

“Tras un largo día de los Winter X-Games y ante la repentina desaparición de Kagami Taiga, el mejor snowboarder, y Aomine Daiki, el segundo mejor, la competencia de Free-style fue ganada por el novato Kise Ryota, quien a sus 18 años se ha convertido en uno de los mejores en la modalidad.”

 

Claro que Aomine tenía en consideración que debía comunicarse con Satsuki, pero aquello podía esperar, aunque estaba seguro que la chica de cabellos rosas le gritaría, lo insultaría y tal vez hasta lo golpearía por quedar descalificado de la competencia general, pero el título de “el mejor snowboarder” ya no le importaba tanto, había encontrado algo mucho mejor que eso, o más bien… alguien mejor que eso… y ese alguien se encontraba debajo de él, gimiendo su nombre, jadeando y pidiendo por más… por supuesto que Kagami Taiga era mil veces mejor que un tonto título de snowboard

 

 

 

 

 

Omake::..

—¡¡¡¿¿Pero qué rayos es esto??!!!! —La chillona voz de Momoi Satsuki retumbaba en el lobby del lugar, y el chico a su lado, Kise Ryota, tuvo que cubrirse los oídos ante el estruendoso grito, sin saber que los demás atletas lo hacían también.

—Momocchi, lastimas nuestros oídos. —Kise trató de calmarla, pero claro que era en vano.

—¡¡¿¿Cómo voy a calmarme cuando esto está en primera plana en los periódicos??!! —La chica, con mucho enojo aventó el periódico sobre la mesa que estaba compartiendo con el ahora ganador de una de tres modalidades de los juegos sobre nieve.

Kise enarcó una ceja y enfocó su mirada en el periódico que tenía frente a él, sus ojos se abrieron con sorpresa al reconocer a dos atletas que habían sido captados justo en el ‘momento’ por un paparazzi.

 

En ese periódico se podía observar a Kagami Taiga, tirado sobre la nieve, con  la espalda sobre el suelo gélido y las gafas de snow rotas y aventadas a un metro de él; derriba de él se encontraba Aomine Daiki, a horcajadas y besándolo como si no hubiera un mañana con el encabezado “Gélido amor”  en primera plana.

No pudo evitar sonreír al ver la fotografía en blanco y negro, no sabía qué había pasado después de que dejó a Aomine hablando con Kagami en aquella montaña, sin embargo, ahora todos podrían pensar que aquellos dos snowboarders se habían olvidado de la competencia y se habían fugado para saber quién sabe qué cosa.

Momoi sin en cambio, no estaba tan feliz por la noticia, no porque su mejor amigo tuviera una relación con otro hombre, sino porque habían entrenado por un año para que Aomine volviera a adjudicarse el título de ‘el mejor’ y que todo fuera en vano. Parecía que no tenía otra opción más que resignarse… ya tendría mucho tiempo de golpear a Daiki cuantas veces ella lo quisiera.

 

Notas finales:

Ok, les diré que soy muy rebelde, mi Beta  me dijo que le quitara el lemmon, pero no lo hice, al contrario, lo mejoré :v :v :v huehue, ok, la verdad es que no supe qué final romántico darle DD: así que mejor dejé el lemmon todo chafa (?)

En fin, espero que les haya gustado la lectura y que no se hayan aturdido con tanto flashback raro c: 


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