Everlasting
Prólogo
Seúl, Corea del Sur
Mayo 1995
Cuando la primera bala rozo su pelaje, supo que estaba en peligro.
La adrenalina recorría las venas de Chanyeol y sus patas andaban a una velocidad vertiginosa, mientras intentaba huir junto a su mejor amigo de aquella lluvia de plata que los seguían en forma de proyectiles, ¿cómo es que la noche se había tornado en un intento por salvar sus vidas? Cuando escasos minutos atrás había estado tan feliz en compañía de su pequeño Taehyung.
Chanyeol había despertado ese día con más ánimos que nunca ya que era un día especial en su vida, era seis de mayo, el día en que Taehyung, su mejor amigo, cumplía trece años. Por días había quebrado prácticamente su cabeza en encontrar el regalo perfecto para él, quería que su obsequio fuera único, que fuera algo que ninguna otra persona de su manada pudiera darle y, después de tanto pensar, había encontrado su regalo perfecto: el mirador.
Desde que él recordaba, Taehyung siempre había soñado ir a ese lugar gracias a los relatos que los ancianos de su comunidad contaban referente a lo maravillosa, hermosa que se veía la ciudad cuando la noche caía y un delicado manto de luces se extendía hasta el horizonte, simulando el andar de las luciérnagas por el bosque en la oscuridad.
Justo era por eso que no había dudado ni un momento en llevar a su mejor amigo entre la negrura de la noche hacía ese lugar del que tanto habían escuchado, sin importar el largo camino que debían recorrer entre aquel espeso bosque de la montaña, sin importar que se suponía que ellos no debían estar ahí.
Chanyeol sabía la razón por la que Taehyung y él no debían pisar ese lugar: se encontraba en una zona prohibida. Había escuchado múltiples fábulas e historias de que el mirador de la montaña era una zona peligrosa para los de su especie ya que los cazadores acechaban el lugar con ardientes deseos de desaparecerlos, pero para él esas palabrerías se quedaban justamente en eso, palabrerías, no eran más que leyendas, pues en su vida había conocido a alguien de su manada que hubiera muerto a manos de un cazador.
No podía estar más equivocado que nunca.
Ahora por su insensatez, por su carácter testarudo, desafiante a la autoridad y en su afán de sorprender a Taehyung, ambos corrían el riesgo de morir, y él no lo quería, no lo deseaba.
No es que temiera por su propia vida, es más, si le dijeran en ese mismo instante que si se entregaba podría salvar la de Taehyung, no lo pensaría ni un segundo y se entregaría, ya que lo que más amaba en este mundo era precisamente al pequeño que corría a su lado como si la vida se les fuera en ello. Chanyeol prefería morir mil veces antes de que Taehyung le hiciera falta en este mundo porque sabía que no podría sobrevivir sin él.
Joder. Tenían que resistir más.
Chanyeol sacudió su cabeza en un intento desesperado por despejar su mente. Joder. ¡Él era el hijo del macho alfa de la manada! Tenía que pensar en algo, tenía que encontrar una manera en la que pudiera protegerle a él y a sí mismo, se suponía que él sería el siguiente en liderar a su gente, no podía darse el lujo de fracasar y mucho menos cuando Taehyung era uno de los lobos más débiles, ¿pero qué podía hacer si tan sólo era un lobo adolescente que apenas estaba empezando a desarrollar sus habilidades?
Desgraciadamente, no mucho.
Por el rabillo del ojo echo un vistazo a su mejor amigo mientras esquivaban los arbustos en un intento exasperado por perder de vista a esos cazadores, y fue en ese instante que se percató del líquido oscuro que humedecía el pelaje castaño de Taehyung sin poder distinguir que era en un inicio. Acaso, ¿eso era sangre? Su corazón se acongojo cuando su aroma a arándanos se mezcló con el olor metálico llegando a sus fosas nasales confirmando sus temores: era sangre.
«Maldición, esos malditos lo han herido», dijo en sus adentros mientras la furia emergía como la espuma en su interior. No le importaba si a él lo atravesaban mil balas. Pero con Taehyung no se metían. Con él no.
Sin tener un pensamiento coherente en su mente, detuvo su huida de una manera abrupta decidido a enfrentar a esos cazadores para que así Taehyung pudiera huir y salvar su vida, sí, eso es lo que haría, ese era su plan a partir de ahora, sin embargo era claro que Taehyung tenía otros, pues también se detuvo a unos cuantos metros de él.
— ¡Acabemos con ellos! — Chanyeol movió sus orejas al escuchar aquella desagradable voz a tan sólo un kilómetro de distancia de ellos.
Acabar con ellos… Estaban a punto de acabar con ellos.
Jadeó cansado. Chanyeol sentía como el cansancio estaba llegando de manera súbita a su pequeño cuerpo animal, había tenido que soportar mucho por esa noche, mucho más que en cualquier entrenamiento al que se hubiera sometido alguna vez con sus amigos, sentía que en cualquier momento podría desfallecer ahí mismo, rindiéndose y entregando su vida, pero cuando escuchó un leve aullido adolorido a su lado, es como si un balde de agua fría le cayera encima al darse cuenta que tenía que ser fuerte, no por él, sino por su Taehyung.
Porque aunque todo el mundo los viera como los mejores amigos, todos estaban enormemente equivocados al clasificar su relación, pues ellos no eran sólo mejores amigos, eran más que eso, eran como dos hermanos… Sí, dos hermanos que se amaban en secreto, ocultándose de los demás.
Chanyeol estaba enamorado de Taehyung, y por eso no podía permitirse el perderlo.
No podía.
«Por favor, vete. Huye.», repitió Chanyeol en su interior estando seguro que Taehyung supo interpretar sus pensamientos, y aun así permaneció ahí.
Esto no estaba bien.
Desde el principio las cosas no habían estado bien. En un inicio debió pensar en regalarle a Taehyung otra cosa, algo común y corriente, ¿por qué había querido ser tan ambicioso en querer regalarle una hermosa vista nocturna y un deseo?
Ja, sí, un deseo. Se suponía que esa era la segunda parte de su sorpresa. Esa noche estaba pronosticada una lluvia de estrellas por lo que la idea de poder regalarle a Taehyung un deseo lo había entusiasmado al punto de querer que la noche llegará a toda velocidad, pero ahora que había llegado, sólo quería regresar el tiempo.
«No te dejaré solo. Nunca.», eso fue lo que Chanyeol leyó en aquel par de orbes ámbar que lo miraban con un sentimiento tan fuerte como el suyo, mezclándose con temor, desesperación, histeria junto a la pequeña esperanza de que ambos sobrevivirían… Esperanza que se desvaneció cuando escucharon el arma de los cazadores ser accionada sin darles el tiempo a retomar su huida. En un abrir y cerrar de ojos todo pensamiento de sobrevivencia se fue al trasto cuando las balas de plata los alcanzaron, ocasionando múltiples heridas en sus cuerpos y dolía, joder, dolía como el infierno.
Chanyeol sentía como aquellos pequeños objetos de metal se incrustaban por su piel y atravesaban su interior sin piedad, quemando y destrozando lo que se encontraban a su paso sin discriminar célula alguna, sin embargo sabía que mientras sus corazones no fueran alcanzados por el metal, sobrevivirían, pero estaba asustado, ¿cuánto tiempo más? ¿Cuántas balas más podrían recibir sin ser heridos mortalmente? Chanyeol no lo sabía y tampoco quería averiguarlo.
Lo que sí sabía es que el tiempo en esos momentos era lento de una manera insoportable mientras su cuerpo caía sobre el húmedo suelo del bosque creyendo por un instante que su alma se estaba apagando, incrementando ese pensamiento cuando delante de sus ojos veía el cielo infinito ser cubierto por destellos fugaces.
Estrellas…
«Al fin llegan chicas…», pensó mirando a su costado tratando de buscar a Taehyung, esperando que él se encontrará en mejores condiciones que las de él.
Cuando lo encontró, sintió que su corazón dejó de latir en el mismo instante que las balas dejaron de ser proyectadas, quedando el bosque en completo silencio, ¿los cazadores al fin se habían ido? ¿Creían que ya estaban muertos? Eso no le importó en ese preciso instante. En ese momento ninguna otra cosa era importante para él más que ese esbelto y mallugado cuerpo que estaba transformándose frente a sus narices, Taehyung estaba cambiando a su forma humana.
Eso no era buen indicio.
Como pudo, él mismo cambio su forma animal a la humana sintiendo un dolor infernal extenderse de sus pies hasta la punta de su cabello, pero lo ignoró, ignoró todo a su alrededor cuando llegó justo al lado de Taehyung, ¿cómo lo había logrado? No lo supo, seguramente arrastrándose.
— Duele… Duele mucho… — los labios de Taehyung temblaban de manera descontrolada mientras su mirada estaba dirigida al cielo, mostrando de forma repentina una sonrisa que desconcertó a Chanyeol — lluvia de estrellas…
Chanyeol observó como Taehyung alzó su mano al cielo por lo que no dudo en alzar su propio brazo que escurría en sangre, con el único motivo de enlazar sus dedos, mirando con horror aquel orificio sobre el pecho de Taehyung. Justo sobre la zona de su corazón.
— Pide un deseo Taehyung, pide que estemos bien, pídelo… — dijo con voz desesperada tratando de que esta no se rompiera, no quería preocuparlo más — Vamos Tae, es tu cumpleaños, pide un deseo para volver a casa…
Chanyeol se estaba exasperado, sentía como si Taehyung se le estuviera escapando de las manos de una manera tan lenta y dolorosa que no sabía cómo era capaz de mirarle y dedicarle una pequeña sonrisa mientras el agarre en sus manos se afianzaba.
Tenía que salvarlo.
— Sí… — los ojos de Taehyung se cerraron ante la mirada temerosa de Chanyeol, deseaba que estos volvieran a abrirse ya — L-listo.
— ¿Qué has pedido? — preguntó tratando de mostrar una sonrisa mientras se ponía de pie con Taehyung entre sus brazos, sintiendo su propio cuerpo tembloroso ante los espasmos de dolor que lo atravesaban como cuchillas, causando que se tambaleara y que la simple tarea de dar un par de pasos fuera impensable, pero debía llegar a su hogar y pedir ayuda. Debía intentarlo. Debía lograrlo.
— Es de mala suerte d-decirlo… — Musitó posando su mano temblorosa sobre la mejilla empapada en sudor, lágrimas y sangre del rostro de Chanyeol — Pero quiero regresar… — hizo una pausa poniendo los nervios de Chanyeol de punta al darse cuenta como el cuerpo de Taehyung perdía su calidez — Chanyeol… Yo te prometo regresar en esta vida, no te libraras de mí tan fácil…
— Claro que no me librare de ti, porque tú sigues aquí Taehyung… Tú sigues y seguirás aquí conmigo, así que no hables como si fueras a morir.
Esto parecía ser una pesadilla, debería serlo, pero el dolor punzante en su cuerpo eran un claro recordatorio para Chanyeol de que esta era su miserable realidad, una en la que la persona que más amaba podía marcharse de su lado en un simple suspiro y de sólo pensarlo el dolor en él crecía, no sólo el físico, también el dolor de su alma aumentaba en creces al grado de que por un momento se olvidó de estar alerta a su alrededor.
Siendo esa la gota que derramo el vaso.
Un único proyectil más fue lo que Chanyeol necesito para terminar tirado en el suelo, con Taehyung entre sus brazos. Comenzó a ver todo borroso, el aire le empezaba a faltar en los pulmones y sintió su corazón detenerse para luego quebrarse cuando vio aquellos ojos ámbar apagarse poco a poco junto a su voz que en un hilo susurraron un te amo.
Y después de eso, todo se volvió negro para Chanyeol.