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Escape por Daggett

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Lyle y Diego caminaban rumbo al área abandonada del colegio, las razones por las que Lyle iban era para comprobar aquella locura. Y por que no decirlo… para probar si Diego decía la verdad acerca de Nina. Los celos nunca han sido buenos consejeros.

Las razones de Diego eran un misterio para el chico. Este era el verdadero misterio para Lyle…las razones del otro chico. ¿Por que darle explicaciones? ¿Por qué?.... la cabeza de Lyle iba a estallar.

 

Llegaron al lugar y ahí estaba la chica más rara del colegio…

 

-vaya, Diego…tenemos un invitado.

 

-lo tuvimos desde ayer, si recuerdas…

 

 

Lyle se enfurruñó…era obvio que estaban hablando de él.

 

-Yo, este…solo vine a…

 

Diego y Nina se sonrieron con diversión, parecía que algo estaba muy claro entre los dos. Lyle pudo verlo, ellos dos siempre se miraban con mucha complicidad. Odiaba que ellos supieran más…odiaba la conexión entre ellos, odiaba no ser dueño de los secretos de Diego.

 

 

-Bien, Diego…-. Nina mostró la palma de su mano…-hace rato me hice un corte y mira, ahora sé que puedo curarme a mi misma.

 

-¡vaya!- respondía el chico de cabello azul.

 

Lyle solo se mantenía cruzado de brazos…sus pensamientos cobraban vida de forma espeluznante. ¿Acaso Daniel tenía razón? ¿Nina era una extraña chica y ahora Diego le hacía segunda? Y lo que era peor…¿acaso este era un extraño club de suicidios? Ya no pudo más…-Por Dios, ¡¡ustedes están locos!! Cortándose y…

 

-vamos, Lyle…ayer te enseñé algo.

 

-si, pero…pudo ser…

 

-lo veras ahora…

 

 

Diego tomó su navaja y se cortó la palma de su mano, de inmediato miró a la chica, ella ya sabía que hacer. De nuevo, ella le abrazó como Lyle había visto antes. Se separaron luego de unos rápidos segundos. Que fueron eternos para Lyle.

Diego le enseñó de nuevo la mano, no había ni siquiera una leve cicatriz.

Después de todo era cierto. Lyle ya no pudo negarlo más. Diego y Nina no eran chicos normales, y lo más importante…ellos solo eran amigos. Bien… ¿y ahora?

 

 

 

Pasaron algunos días, Diego y Lyle hablaban poco, se suponía que ahora eran amigos, pero después de los sucesos en aquel lugar, algo había cambiado para Lyle, quien estaba acostumbrado a una vida ordenada y planeada. Pero Diego era la excepción. un chico de apariencia desobligada, sus calificaciones no eran malas, pero tampoco excelentes. Y por Dios…¡¡ese cabello azul!! Más sin embargo no podía evitarlo, cada día pensaba más en él. Se martirizaba pensando y soñando en una relación con Diego, su nuevo amigo.

El domingo llegó a su fin, ambos chicos regresaban al colegio después de un fin de semana en casa. Lyle vio como Diego se encaminaba rumbo a su dormitorio, tan lejos de él.

 

-puede que este equivocado, pero la verdad, cada día le miras más…

 

Lyle conocía esa voz.

-Daniel

 

-Lyle. ¿Estas planeando algo? Si es así quiero participar, hay que darle una lección a ese engreído.

 

-¿que dices?

 

-Diego se fue de mi habitación eso me hizo fama de “mal compañero” como el estúpido perdedor de tú compañero de cuarto. Y a ti…bueno, aún recuerdo tu equipaje volar por las escaleras.

 

Lyle y Daniel caminaban juntos rumbo a su edificio, quería saber hasta donde llegaría Daniel.

 

-¿y que pretendes?

 

-no sé…algo que involucre a esa rara de Nina.

 

-lo pensaré.

 

Lyle se alejó de Daniel y entró en su habitación, ahí estaba Víctor, siempre estudiando. Se saludaron con una sonrisa. Acto seguido Lyle se desplomó en su cama. No consideraba a Daniel un peligro, pero se sorprendió el rencor que este le guardaba a Diego.

 

El lunes por la mañana, las clases fueron tediosas. Lyle y Víctor estaban sentados en el jardín junto a Nina, pues finalmente, Víctor decidió que siempre si le daría su ayuda.

Lyle notó como el chico babeaba (literalmente) por la chica en cuestión, eso le fascinaba…puede que Víctor no fuera el chico más cotizado del colegio, pero a Nina no le molestaba. Después de todo…eso quería decir que Diego estaba libre (aunque fuera la sexta o séptima vez que lo comprobaba) siempre era bueno recordar que el par de amigos con poderes solo eran eso…amigos.

Diego venía acercándose, su rostro denotaba molestia. Se sentó junto a Lyle sin decir palabra, Nina apenas le sonrió y volvió a su tarea con Víctor.

Lyle no sabía que hacer, no quería hablarle para recibir una mala contestación producto del malestar del chico.

 

-bueno, voy a comer algo…tengo otro par de clases. Lyle se excusaba para levantarse, un tanto decepcionado, pero no quería estar presente en un lugar donde Diego no le hablaba.

 

-¿vas con tú amigo Daniel?

 

Víctor y Nina despegaron la vista de los libros, Lyle volteó para mirar a Diego y comprender su extraña pregunta. Diego notó que todos lo miraban y trató de explicarse…- es que…como los vi ayer juntos platicando.

 

 

-mis amigos están sentados en ese mesa…-señalando  a todos los sentados en dicha mesa.

 

-a vaya, es cierto, quedamos en que somos amigos-. Respondió el chico, pero con un dejo de amargura.

 

Lyle se retiró. Definitivamente algo pasaba con Diego, pero Lyle no quería hacerse ilusiones.¿que hacer? Se decía. De pronto una idea cruzó por su mente, era muy descabellada…pero se reconfortó pensando que cualquiera en su lugar haría lo mismo.

 

 

 

Al siguiente día, Lyle no se sentó junto a Víctor, se desplazó hasta quedar junto a Daniel. Este estaba un tanto aturdido por ser “elegido” se acercó para susurrarle al oído…-vaya, si que debo oler muy bien hoy-. Lyle rió ante la inconsecuencia de Daniel. Mientras un chico de cabello azul, situado detrás de ellos, arrugaba un papel con intenso odio.

 

 

En la cafetería, Lyle volvió a sentarse junto a Daniel y sus amigos. Vítor y Nina seguían trabajando (últimamente trabajan mucho) Diego estaba junto a ellos, pero era olímpicamente olvidado. Solo miraba en dirección a Lyle y su nuevo amigo, Daniel.

 

Pronto, Lyle y Diego se quedaron solos.

 

-Dime, Lyle… ¿has pensado en lo que te dije? Tenemos que fastidiar a Diego.

 

-Daniel…creo que ya lo estoy haciendo.-. Sonriendo de forma divertida.

 

Daniel devolvió la sonrisa y se acercó peligrosamente al chico…- me gusta tú sonrisa, pero…

 

-¿Qué?-. Preguntaba extrañado

 

-pues que…yo…nada, mejor olvídalo-. Apartando el rostro.

 

 

-como quieras.

 

 

Lyle estaba un poco confundido por la actitud de Daniel, al parecer, había algo más que el chico escondía detrás de su odio por Diego.

 

-hoy hay una fiesta en el edificio de las chicas, espero verte por ahí, Lyle…quizás podamos concretar algo.

 

-ahí estaré.

 

 

Daniel asintió sonriendo y se retiró. Todo bajo la atenta mirada de Diego.

 

Lyle se quedó pensativo en su lugar. Diego estaba un poco distante y  eso le preocupaba, pero al mismo tiempo le emocionaba el imaginar  que era por celos. Rápido desechó los pensamientos, se regañó por sus patéticos sueños de amor.

Estaba punto de levantarse de la mesa, cuando Diego se sentó y lo miraba de frente, con mucha frialdad.

 

-¿pasa…algo…Diego?

 

-¿somos amigos, Lyle?-. Con frialdad

 

-si

 

-igual que Daniel.

 

-no, no puedes comparar, nunca será como Daniel.- Lyle no mentía, el cariño que el sentía por Diego nada tenía que ver con el antipático de Daniel.

 

-entiendo-. Diego se levantó y se fue. Lyle se sintió de pronto tan pequeño en esa mesa.

 

 

Lyle daba los toques a su vestimenta para la fiesta en el edificio de las chicas. Por alguna extraña razón, notaba que Vítor también se arreglaba.

 

-¿piensas asistir?

 

El rubio de lentes se ruborizó…

 

-eeeh no, es que viene Nina.

 

-ah, ya veo.

 

Lyle rió divertido y dejó solo a su amigo. Al salir, se encontró con Daniel y decidieron ir juntos.

Entraron al edificio de las chicas, de inmediato Lyle percibió la figura de Diego, ese inconfundible cabello azul. Tenía en su mano una cerveza mientras platicaba con un grupo de chicas que lucían emocionadas.

 

-vaya, que patético, no se le que ven-. Bufaba Daniel.

 

-la verdad, no puedo responder.

 

 

Ada, una chica muy coqueta se acercó al par de chicos.- vaya, vaya…seré la envidia de la fiesta si ustedes bailan conmigo.

 

Daniel sonrió con suficiencia, mientras Lyle lo hizo con mucha vergüenza, no pensaba ser la atracción de la fiesta.

 

De inmediato la chica los llevó a la pista acondicionada en el salón del edificio. Se colocó en medio de ellos mientras sonaba una música muy movida.

Muchos ojos se posaron en ellos, entre los cuales estaba Diego, que fue por otra cerveza.

La música se tornaba más suave, más sensual. De pronto al calor de la noche…Diego abrazó a la chica y el abrazo alcanzó a Lyle. Los tres chicos estaban muy pegados, Ada besaba el cuello de Lyle, mientras Daniel besaba la misma parte pero de la chica. Lyle estaba fuera de si. Nunca en su vida había experimentado nada como eso. ¡¡Un trío!!

Algunos miraban con repulsión, otros con sorpresa y algunas más con lujuria. Ada metía las manos bajo la camisa de Lyle, este comenzó a agitarse. Las manos de Daniel viajaron al rostro del chico, metió un dedo en la boca del chico, Lyle ya ni sabía quien lo tocaba, solo tenía los ojos cerrados, entregado al placer, succionaba el dedo intruso, mientras la chica posó su mano en su entrepierna…

“Accidentalmente” una bocina explotó y la música dejó de sonar. Algunos gritaron por la sorpresa. Rápido y con amargura vieron el aparato de sonido arruinado. El candente trío se separó. La fiesta había terminado…

 

 

 

Lyle vio que Diego tenía los puños apretados. ¿Acaso el fue el que ocasionó eso? Ada no lo dejó seguir pensando- eeey chicos, la fiesta aún no termina, que tal si vamos a hacer nuestra propia fiesta.

 

Daniel no lo pensó mucho aceptó enseguida y con la mirada clavada en Lyle le dijo que más le valía tan bien aceptar.

Lyle no pudo ni responder, la chica los sacó del lugar.

Daniel dijo que en su habitación estarían más tranquilos, pues estaba solo.

Diego al verlos salir, fue por otra cerveza.

 

Ada iba en medio de los dos chicos, ya estaba frente a la puerta. Daniel la abrió pero Lyle se quedó congelado.

 

-lo siento, no puedo.

 

Daniel hizo una mueca de fastidio. La chica parecía no importarle mucho.

 

-vamos Dany, entremos…él se lo pierde.

 

 

La pareja entró dejando fuera a Lyle. Estuvo apunto de entrar, pero no pudo. Caminó hacía su puerta, pero recordó que Víctor estaría con Nina. Decidió salir a caminar por los jardines.

Estaba muy confundido, la noche había sido extraña y Diego estaba distante. De pronto lo vio, el chico de cabello azul, estaba sentado en una barda, con cerveza en mano. Lyle decidió acercarse. Se plantó frente a él y descubrió los ojos enrojecidos de Diego, o había llorado o estaba muy borracho.

 

-que haces aquí, Diego.

 

 

El chico se asustó un poco, no esperaba visitas.

 

-nada que te importe.

 

-eres mi amigo, me importa.

 

Diego se levantó y tomó de los hombros al chico, con violencia.

 

-¿un amigo?-. Diego abrazó a Lyle y este trató de retirarse, pero Diego era fuerte.

 

-déjame, Diego…no hagas esto.

 

El aludido le soltó bruscamente.

 

-por que no puedo abrazarte, te dejas abrazar por todos.

 

-¿todos?

 

-pareces un…

 

-eey, cuida lo que vayas a decir.

 

Diego se acercó de nuevo, esta vez suavizando su mirada…-perdona, solo quiero abrazarte.

 

Lyle nuevamente le rechazó. La furia de Diego volvió a aparecer.

 

-por que dejaste que Daniel te tocara así, y también esa chica…¡¡que tienen ellos que no tenga yo!!

 

-tú…tú eres diferente.

 

-¿por que?

 

-no podía soportarlo-. Bajando la mirada.

 

-tanto te repugna.

 

-no es eso.

 

-¡¡Dime, maldita sea!!

 

- por ti siento algo más. No quiero ilusionarme por un abrazo que me da un borracho.

 

-Lyle… yo.

 

-mejor me voy.

 

 

De inmediato Diego le tomó del brazo, no permitiendo la huida.

 

-Nada de irse…te alejaste de mí desde que te confesé mis poderes.

 

-no es cierto-. Soltándose del agarre. – yo estaba…es decir, pensaba que Nina te gustaba.

 

-ya habíamos aclarado es.

 

-Diego, me gustas-. Soltó de repente, aún sin creer lo que había dicho. –tu no das ninguna señal de que sea correspondido, por eso me alejé, un poco para comprobar y otro para…

 

-darme celos…pues déjame decirte que esta funcionando. ¡¡Me muero de celos!!-. Diego volvió a tomar de los hombros a Lyle…-me muero de celos de solo imaginar que hiciste con Daniel y esa chica.

 

-nada, los deje solos.

 

A Diego se le iluminó el rostro. Mientras Lyle continuaba…-simplemente no pude hacerlo.

 

 

Esta vez, Lyle se dejó abrazar por Diego.

 

-tu también me gustas, Lyle…me gustas mucho.

 

Lyle aspiraba el aroma de su amigo, mientras dejaba que las manos de Diego viajaban de sus cabellos a su espalda. De pronto, Diego tomó las mejillas de Lyle, acercándose…Lyle lo sabía, Diego iba a besarlo. Cerró los ojos para esperar el contacto.

Este no se hizo esperar, Diego tomó los labios de Lyle. Primero suave y luego con pasión. Lyle estaba entregado a ese caliente beso con sabor a cerveza.

Diego lo atrajo más hacía él, enroscando sus fuertes brazos en la cintura del chico, mientras este apenas lo podía tomar por el cuello. Diego dejó los labios del chico, su boca ahora exploraba el cuello del chico, mientras este ladeo la cabeza para dejar que Diego hiciera lo que quisiera.

Diego llegó a su oreja, donde la mordisqueo delicadamente. – tu solo eres mío, Lyle…-. Susurraba el chico, mientras Lyle apenas y gimió al contacto. –lo sabes, ¿verdad?- Diego se separó un poco para mirar a aquel chico…este asintió con la cabeza. Pero Diego no estaba conforme. -No, debes decírmelo…di que eres mío.

 

-lo soy, respondió Lyle en un hilo de voz.

 

Diego sonrió y pretendió volver a besarlo, pero Lyle le puso su dedo índice en los labios.

 

-espera, Diego…esto es maravilloso, pero tú estas borracho, yo no quiero que mañana tú olvides esto.

 

-no estoy borracho-. Sonriendo con picardía.

 

-lo estas, por eso me dices todo esto.

 

Diego negó con la cabeza…-el alcohol solo me dio un poco de valor, sentía que te estaba perdiendo.

 

 

Lyle quería creerlo, pero su cerebro le instaba a protegerse. Mañana no quería llevarse una decepción.

-mañana hablamos.

 

-Esta bien, pero quiero besarte de nuevo.

 

Lyle no se negó y de nuevo sus labios fueron tomados por los de aquel chico del extraño cabello azul.

 

 

Al llegar a su habitación, notó la sonrisa de su amigo Víctor, cualquier cosa que haya pasado con Nina fue muy buena. Se recostó en la cama muy feliz. Por más que tratara, esta noche no iba a dormir. Aunque la duda de si los sentimientos de Diego eran o no reales, oscurecían su felicidad.

 

 

Al siguiente día, Lyle ocupó su tradicional asiento juntó a Víctor. Antes de sentarse miró hacía donde Diego. Este no le devolvió la mirada, al parecer estaba escribiendo algo.

Lyle tomó asiento cabizbajo. El profesor se dio la vuelta para escribir algo en la pizarra.

 

Un papel en forma de avión llegó a su lugar, Lyle lo abrió con mucho cuidado para leerlo.

 

 

 

“aún me gustas…nos vemos al rato, quiero besarte hasta cansarme”

 

 

Lyle volteó a mirar a Diego y este le guiñó un ojo con complicidad. Ahora Lyle podía suspirar tranquilo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Presente

 

 

 

 

 

 

-oh, rayos…estas heridas son graves-. Decía Nina con voz preocupada.

 

 

La chica mantenía su abrazo en el herido Diego. Lyle comenzaba a  llorar de nuevo. No podía perderlo, no ahora…

 

-comienza a funcionar…

 

 

Lyle se acercó emocionado, las dos heridas mortales de su novio estaba cerrando, aunque Nina parecía estar sufriendo mucho.

Nina soltó a Diego de pronto…-esta hecho, esta curado.

 

Nina estaba apunto de caer, pero Lyle la sostuvo y le indicó que se sentara a descansar. Ahora se acercó a Diego, su respiración parecía normal. Aunque no despertaba.

 

 

-vamos, Diego…aún tenemos que irnos-. Sonreía Lyle, mientras Diego abría los ojos dificultosamente. Todo eso sucedía ante la mirada incrédula de Daniel

 

-ya estoy aquí, Lyle…- decía Diego con un poco de dificultad, estaba evidentemente recuperándose.

 

-eres un tonto, un disparo era para mi.

 

-yo debí morir, Lyle…esa mujer me quitó mis poderes…ya no soy nada.

 

 

Nina que continuaba sentada y muy cansada levantó el rostro con horror. Lyle cerró los ojos, sabía que Diego sufriría por perder algo tan suyo. Las cosas nunca serían lo mismo. Algo había muerto esa noche para Diego.

 

 

 


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