Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fuguémonos por RyuStark

[Reviews - 157]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola bebés de chocolate, con nariz de cacahuate?) <3

Lo sé, hace mil ochocientos años sin vernos…Muchos ya tienen hasta nietos y Fuguémonos sigue “Forever Young” con actualizaciones casi nulas. Qué cosas caray >u< ¡Pero ya estoy aquí, con la familia más desastrosa del mundo! Y también la más adorable por supuesto.

Les traigo puro fluff familiar, humor tonto y lemon. Ah ¿Y sorpresas? ¬w¬ Que no se diga más, espero que lo disfruten, ¡Los amo! Y nos leemos al final ;)  

///Kagami///

¡Ahomine no utilices al bebé de balón para anotar una canasta! ¡Te juro que si no sueltas a mi hijo en este instante te reviento a golpes! Mi estúpido novio se ríe divertido mientras saca a uno de los gemelos, que tenía metido en la canasta fingiendo que anotaba con él. Suspiro muy derrotado viéndolo venir conmigo. Cuando me dijiste que tú entretendrías a los niños, no creí que literalmente los utilizarías de juego a ellos idiota.

-Pues ya que tú no juegas conmigo, decidí hacerlo con ellos.

Ya lo vi tonto. Y ya voy así que déjalos en paz. Aomine me sonríe con sorna mientras coloca a los gemelos en su carriola doble, para amarrarlos con cuidado, ya que con lo traviesos que son siempre se quieren salir. Me enternece ver que aprovecha para besarlos y fingir que les muerde las manitas haciéndolos reír adorablemente.

Y pensar que ya pasó casi medio año desde que nacieron. ¿Cuándo crecieron tanto?

Por su lado el pequeño Hine, que de pequeño ya no tiene nada corre por toda la cancha botando su pequeño baloncito.

-Hine, ¿Qué te dije de las rodillas? Flexiónalas.

No te atrevas a gritarle a mi bebé.

-Yo soy tu bebé y no seas llorón, jamás le grito. Solo le estoy ayudando, porque si quiere ser el mejor tiene que hacerlo no bien, sino excelente.

Pondría los ojos en blanco y lo golpearía, pero al ver que Hine obedece feliz de que su padre le enseñe no me queda más que suspirar. Son idénticos. O eso pienso mientras le paso un par de mamilas a los gemelos que comienzan a beber su leche como si no hubieran comido en meses, tal vez en eso se parecen un poco a mí, pero sólo un poco.

-¿No les darás pecho?

No. Bueno, no aquí con tantos mirones incluyéndote pervertido adicto a los pechos. Aomine bufa ante mi respuesta, colgándoseme y jalándome.

-¿Ya Bakagami? ¿O tengo que esperar a mi cumpleaños número noventa para que juegues conmigo?

Ja, ja. Muy gracioso. Le doy un golpe en el brazo, sólo para arrebatarle el balón que trae entre las manos y por fin comenzar a jugar.

-No creas que iré fácil contigo solo porque llevas tiempo sin jugar.

Jódete. Me enojaría que lo hicieras.

-Hine, fíjate bien cómo papá le gana a tu madre y alégrate, que cuando lo haga, como premio te haré un nuevo hermanito.

¡Quisieras tonto! ¡Si yo gano, cambiaras pañales por el resto de la eternidad!

-¡Ni en tus sueños cejas de cangrejo!

¡Te odio! Ambos nos sonreímos con ferocidad y por fin comenzamos a jugar. Apenas Aomine me arrebata el balón justo como la primera vez que nos conocimos, algo dentro de mí punza eufórico. Dios, cuánto necesitaba y extrañaba esto. La adrenalina quemándome el cuerpo, le emoción saturándome las venas y el placer recorriéndome como mil caballos desbocados haciéndome sentir tan vivo y feliz.

Juego con mi alma entera, como hacía tanto que quería hacerlo, disfrutando en grande, pero a la vez notando que en tan poco tiempo entre profesionales Aomine realmente ha aumentado su potencial.  Y eso me enloquece de la alegría, porque Aomine es y siempre será el mejor rival que podría tener en la cancha.

Sonrío triunfante cuando logro quitarle el balón en varias ocasiones para anotar sin que pueda detenerme. Y claro que como espectadores tenemos a nuestros hijos que gritan, aplauden y se ríen divertidos de vernos tan emocionados.

-¡Quiero anotar! ¡Quiero, mami, quiero!

La adrenalina se detiene por segundos para ser remplazada por ternura, ya que Hine ha entrado a la cancha y ahora corre con su baloncito, botándolo y dando pequeños brinquitos sacándome una sonrisa boba. Amar tanto a alguien tan pequeño debería ser pecado, me consume el simple hecho de verlo. Lo adoro.

-¿Ah sí? ¿Quieres jugar con los grandes, enano? ¡Tú padre te ganará! ¡Y como premio me comeré todos tus dulces mientras tú lloras con habichuelas verdes!

Y claro que Aomine compite hasta contra su hijo, el cual tampoco piensa ceder al sacarle la lengua.

-Esto ya es personal niño, ¡Tráelo! ¡Con una sola canasta se decidirá el ganador!

Al instante el monstruo despiadado de Aomine bloquea a nuestro pobre bebé, que ni así se muestra atemorizado. Hine, pásamelo. Sorprendemos a su padre en cuanto Hine no duda en pasarme el balón para anotar, lo cual hago en medio segundo. Listo, ganamos Aho. Ahora carga todas las cosas y a los gemelos, que iremos al Maji por hamburguesas…muchas hamburguesas que tú pagarás. Y aprovecha que de cena tendrás habichuelas verdes.

Aomine se queda estático como idiota, mientras yo las choco con Hine y lo cargo para comenzar a salir. ¡Muévete que tus hijos y yo tenemos hambre! Y no olvides que debemos darnos prisa, que Kuroko y Tatsuya quedaron de ir a visitarnos por la tarde. Daiki parpadea un par de veces, pero finalmente se cuelga las pañaleras y empuja a prisa el carrito de los gemelos emparejándose conmigo.

-¡Eso fue trampa Bakagami! ¡Eran dos contra uno!

Oh pobre Aomine Daiki, siendo engañado por la combinación mortal de un ex jugador y un bebé en pañales, debió haber sido tan difícil para el señor profesional. No me digas, ¿Quieres la revancha?

-Claro que la quiero tonto, y me la cobraré, ¿Sabes dónde?

¿Dónde? Daiki me sonríe de lado y se acerca para susurrarme al oído.

-En la cama tigre.

Ugh. Lo despego de un empujón, viéndolo sonreír triunfal y sintiendo mis estúpidas mejillas arder. Solo piensas en eso todo el tiempo pervertido.

-Y a cada segundo.

Daiki logra robarme un beso que me hace refunfuñar, pero a la vez sonreír. Para qué negarle lo que ambos queremos. Tal vez te deje hacerlo si te portas bien el resto del día. La mirada lasciva que me dedica me dice que por lo menos lo intentará.

Ya en el Maji Aomine deja la mitad de su cheque, oh sí. Después de todo hace mucho que no veníamos y tenía hambre. No que él coma tan poco, pero supongo que el del apetito grande soy yo. O eso dicen.

Así que un par de helados para los niños después y finalmente volvemos a casa. En donde apenas me da tiempo de recoger un poco todos los juguetes, videojuegos y revistas de Aomine, antes de tener a Tatsuya y a Kuroko sentados en mi sala, listos para discutir todo sobre la dichosa boda, mi boda, bueno, nuestra boda incluyendo a Daiki.

-Kagami-kun, ¿Qué te parece este salón? ¿O este jardín? Siento que les iría muy bien a ti y a Aomine-kun.

Kuroko no inventes, esa cosa está enorme. Quiero algo pequeño.

-Claro, pequeño como el cerebro de tu prometido, ¿No es así Taiga?

No debería reírme, pero sonrío para Tatsuya, mientras Kuroko hace lo mismo hasta que se aclara la voz.

-Entonces qué tal un lugar para…¿Doscientas personas?

¡No!

-¿Cien?

 ¡Ni siquiera conozco a cien personas! Solo quiero invitar a nuestros padres, a los hermanos de Daiki, a mis amigos de Seirin, a los de Too, Momoi, uh a la generación de los milagros más sus personas especiales o eso, ustedes incluidos obvio y tal vez a algunos compañeros del equipo de Aomine.

-Ahí van cien personas Kagami-kun. Haz cuentas, pero como sé que no eres bueno con los números yo lo hago por ti. Uno, dos…sí, cien, pero dejémoslo en ciento cincuenta, uno nunca sabe.

Ruedo los ojos pero sin más asiento. Bien, solo quiero que salga bien esta vez y de un jalón. Digo, tener que casarme con Aomine dos veces sería…woah, ya sabes…de locos. El tipo está chiflado.

-Puedo oírte cerebrito. ¡Y chiflado tú!

Daiki que está a unos pasos tras la barra de la cocina preparándose un bocadillo, me avienta una uva que me hace reír. Sabes a lo que me refiero Daiki. Así como somos terminaremos matándonos en pleno altar. Así que más nos vale que salga bien de una vez y nos ahorremos las cuentas del hospital, para cuando te golpee por si me avergüenzas demasiado.

-Ya te veo lloriqueando como un bebé obeso ese día.

¡Cierra la boca! ¡Y no ofendas a los bebés obesos, que son mis favoritos!

-Lo que sea, Tetsu  dale todo lo que quiera a este tonto, solo nada de ponys y brillitos princesa.

¡¿Quién es una princesa imbécil?! ¡Y yo odio a los ponys! ¡Y también los brillitos!

-Sí, sí…

Aomine me agita su mano como restándole importancia, para finalmente sentarse en el comedor desde donde prende la televisión, mese a los gemelos en sus cunitas portátiles y de paso observa de reojo a Hine jugar junto a Yui y su hermanito con sus carritos sobre su tapetito especial.

-Taiga, hermano. ¿Seguro que te quieres casar con…uh, eso? Míralo, tiene cara de idiota.

Es Tatsuya quién me lo susurra ahora que se ha acercado más a mí. Claramente me señala al torpe de Aomine que se carcajea y hasta la comida se le sale de la boca mientras ve su programa favorito. Pues no solo tiene la cara, es uno completo. Pero así lo quiero y nada me hará desistir. Me quiero casar con ese desastre humano.

Mi estúpido prometido se muere de la risa, inclusive casi cayéndose de la silla con todo y nuestros hijos haciéndome rodar los ojos. Este tipo no tiene remedio, pero así me gusta. Tatsuya suspira entre agotado y derrotado, tan sólo asintiendo y frotándose el puente de la nariz mientras seguimos con los planes, logrando llegar a un par de acuerdos.

Al poco rato se van y por fin todo se queda tranquilo. Claro, si es que se le puede llamar tranquilo a tener a Aomine tirado en el piso, como si le pesara el simple hecho de respirar. De nueva cuenta lo dejo de lado, yéndome a duchar y tomándome mi tiempo. Finalmente me cambio y regreso viendo que la escena sigue siendo la misma con Aomine tirado en el piso. Oh dios. Daiki…Daiki, Aomine Daiki levántate ya.

-Deja de decirme Aomine, que pronto tú también lo serás tigre. Solo no te emociones demasiado.

¿Recuérdame por qué decidí casarme contigo?

-Porque soy candente, inteligente, un semental en la cama, te compro tus gorderas a mitad de la noche, y el simple hecho de tenerme a tu lado te hace feliz. ¿Qué más necesitas saber?

Eres un estúpido.

-No me ofende viniendo de ti Bakagami.

Estoy por matarlo, pero mejor decido ir a recoger a todos los caídos de guerra, que son nuestros hijos ya desmayados y bien dormidos por haber jugado tanto. Sin mencionar que Aomine con tal de no cocinar los dejo atascarse de pan dulce y leche hasta rodarse los cuatro, incluyéndolo.

Otra cosa curiosa que he notado al tener hijos es que las horas duran menos, ¿Cómo?  No lo sé. Y también por alguna otra extraña razón ya ha anochecido totalmente y me siento cansado. ¿A dónde se fue todo el tiempo? Supongo que son los placeres de ser padre, ¿Madre? Da igual.

-Déjame ayudarte.

Me lo dice Aomine que ya se ha levantado y estirado a gusto. Qué galante eres, pero solo con eso no lograrás llevarme a la cama Daiki. Aomine chasquea la boca y se carga a ambos gemelos, aprovechando que tengo las manos ocupadas con Hine, para besarme.

-No necesito trucos baratos para llevarte a la cama Taiga.

Le gruño mientras él me guiña un ojo y se va conmigo siguiéndolo. Está bien, lo admito. Soy algo débil ante el placer. Pero es porque con niños corriendo por todos lados o llorando, no siempre tenemos tiempo para ello, así que cuando hay oportunidades, hay que aprovecharlas.

Así que una vez que los acostamos, tapamos bien y besamos en exceso, nos vamos a nuestra habitación. Aomine se mete al baño para darse una ducha mientras yo me tiro en la cama agotado, apagando las luces y tan sólo dejando una pequeña lamparita junto a la cama.

Supongo que estoy cansado, pero no cambiaría todos los momentos que paso con mi familia ni por todo el oro del mundo. Sonrío ante ese pensamiento, intentando arrancarme la ropa hasta quedar en bóxers, a la vez que me extiendo por toda la cama aprovechando que Daiki está en el baño.

Disfruto las sábanas frescas contra mi piel caliente, a la vez que descifro la manera de que el control del aire acondicionado llegue a mí sin tener que levantarme.  Y es que el calor está infernal en esta época del año, es sofocante maldición.

Lamentablemente descubro que no tengo tantos poderes de telequinesis como creí y termino levantándome para encenderlo muy a mi pesar. Amo esa sensación helada y el rico aroma, es mi pequeño placer.

-Maldición Kagami, ¡Súbele más que me derrito!

Giro listo para mandarlo al carajo, en su lugar topándome con la brutal imagen de Aomine desnudo y mojado, ahora secándose el cabello con una pequeña toalla. Mi boca se abre, sólo para volver a cerrarse por tan evocador momento.

Al instante le doy la espalda sabiendo que ya es tarde, no solo por mis mejillas ardientes, sino porque estoy seguro de que está sonriendo por mi reacción. Sabe como matarme lento y disfruta tanto hacerlo.

-¿Qué pasa tigre? ¿Viste algo que te gustó?

Huh, en lo absoluto. Mi voz sale rota al igual que mis pensamientos en cuanto siento como me abraza, asegurándose de pegar mi espalda contra su pecho y de dejar su barbilla en mi hombro. Ni siquiera puedo negarlo, el simple hecho de sentir su piel húmeda y fría por el aire contra mi piel ardiente, me ha mandado un turbio y rico escalofrío por todo el cuerpo y directo a la entrepierna.

-Me encantas Kagami. Me vuelves loco, me gustas tanto.

Mi cuerpo arde palpitante ante sus palabras mientras me giro para encararlo. Nos miramos fijo por un segundo, quizás dos, que parecen preciosas eternidades en las que decidimos cortar la distancia y besarnos. Un beso caliente, mojado y enloquecedor que me tiene abrazándome a su cuello para rasguñarle la nuca y marcarlo como mío.

Aomine me besa como si fuera la primera y última vez. Con cinismo y pasión acumulada, hasta hacerme sentir las piernas temblar y que todo desaparece a nuestro alrededor. Y estoy seguro de que podríamos seguir así la vida misma, de no ser porque el aire se nos acaba y nos despegamos apenas para jadear entre besos hambrientos.

Nos tocamos con desesperación, sintiendo el deleite del simple roce contra la piel ajena. Aomine termina arrojándome a la cama y sin resistencia alguna dejo que venga contra mí. Su boca viaja a mi cuello, para dejar pequeñas y grandes marcas mientras sus manos llegan a mis muslos, los cuales abre y estruja entre sus dedos, dejando ardientes hileras a su paso y sacándome un ronco gemido.

Mi ropa interior sale por mis piernas que son abiertas, y aunque usualmente me daría algo de vergüenza, en este momento el pudor me importa un carajo. Porque quiero a Aomine, y lo quiero ahora. Y se lo hago saber rasguñándole la espalda con rudeza, hasta sentir su piel quebrarse y oírlo gruñir. Ahora sabe que lo necesito tanto y tan mal.

-Voy a destrozarte carajo.

Sus palabras me hacen relamerme los labios con gula para él, mirando cómo me sonríe complacido aun entre la oscuridad, mientras me regala una mirada cruel, insana y lasciva que me tiene temblando por la anticipación. Es tanta que no la soporto y termino girándome para darle la espalda, sintiendo como de inmediato toma su gruesa, ya bien dura y goteante erección para meterla y tallarla entre mis muslos.

-Muero por estar dentro de ti Taiga.

Me lo susurra al oído, tentador y caliente, con esa voz gruesa y pesada en erotismo mientras se inclina para meter su nariz entre mi cabello e inhalar con fuerza mi aroma. Apenas si logro asentir y tentar torpemente con mi mano el terreno hasta la mesita de noche en búsqueda del lubricante, el cual apenas tomo le paso y él no duda en quitarme y abrir, vertiendo una abundante cantidad no sólo sobre su erección, sino también sobre mi trasero.

Vibro por la extraña sensación, a la vez que aprieto los dientes para no gemir escandaloso al sentir sus manos estrujar y frotar mi trasero, más un par de sus dedos palpando esa pequeña entrada en mi, que ya se contrae ansiosa, húmeda y palpitante por su calor. Aomine me tortura como el maldito que es, tocándome y viciándome con sus crueles caricias. Hazlo ya carajo.

-¿Hacer qué?

Me incorporo un poco, recargándome en mis codos y girando para verlo desesperado. Cógeme maldición. Aomine sonríe victorioso y no duda en besarme antes de doblegarme al pegar con rudeza mi cabeza contra el colchón.

-Voy a dártelo tan bien tigre.

Y claro que lo hace. Apenas si logro apretar los malditos dientes y los puños al sentir como me penetra sin cuidado alguno. Al instante un rico dolor tan morboso como embriagante me recorre de lleno, haciéndome gemir y maldecir por igual. Sí…sí, carajo sí.

-Estás tan apretado y suave Taiga. Se siente increíble dentro de ti.

De nuevo opta por tentarme con esa voz y aliento cálido directo a mi oído. Daiki…hah, Daiki. Todo colisiona y enloquece en mí por tener a Aomine tan grueso, duro y palpitante dentro. Y me fascina la maldita sensación. Tanto que no dudo en comenzar a mover un poco mis caderas, sintiendo como él me sigue el perverso juego y coloca sus manos a mis costados, para comenzar a tomar impulso y follarme a su antojo.

-Hah…maldición Kagami.

Aomine me folla con violencia, duro y sin sentido mandándome directo al cielo y de regreso. Grito entre dientes, sintiéndolo salir casi por completo, solo para volver a enterrarse con mayor fuerza, dejándome engullirlo entero. Más…más, más duro. Aomine sonríe contra la piel de mi cuello, depositando un par de mordidas que duelen rico y que seguramente mañana estarán purpuras y sangrantes.

Disfruto en exceso el mar de sensaciones que me abordan como mil rayos electrizándome cada vena del cuerpo. Al igual que ese obsceno roce entre nuestros cuerpos que se friccionan calientes y sudorosos, y que me tienen a la merced de Aomine.

Todo se junta, dejándome embriagado y tembloroso de placer. Placer que aumenta con mi erección tallándose con fuerza contra las sábanas, mientras Daiki se encarga de frotar ese punto dentro de mí que me hace perder la maldita razón. Voy…hah, mierda…me corro. Me…ahh.

Intento soportar, pero es inútil, es demasiado para mí. Con trabajos logro estrujar las colchas y hundir mi rostro contra el colchón para no gritar al correrme deliciosamente. En instantes hordas de placer explotan en mí como millones de dulces espasmos burbujeantes que me recorren sin parar. Se siente excesivamente bien.

-Me aprietas demasiado carajo.

Disfruto mi orgasmo, sin embargo para Aomine no es suficiente, por lo que sigue penetrándome con fuerza, moviendo sus caderas irresistiblemente y mandándonos estremecedores escalofríos que nos hacen temblar.

Daiki goza en grande de esa ráfaga de placer que lo aborda, por fin dejándose caer sobre mi espalda, mientras termina tan dentro y profundo dentro de mí como puede.

Vibro por la engañosa sensación, respirando agitado y notando que todo me da vueltas. Ni siquiera el aire frío logra combatir esa sensación estática y ardiente como lava sedosa que me envuelve el cuerpo. Dai…Daiki pesas.

-No quiero salir carajo.

Solo…ugh, maldición. Mi tonto novio intenta juguetear con mi cuerpo, pero logro hacer que se quite de mí, muriendo un poco al sentirlo salir de mi. Me giro de frente, sólo para acercarme un poco más y abrazarme a su pecho, sonriendo al sentir como sus dedos acarician tenue mi espalda.

-Espero no se te note mucho en la boda.

¿Qué?

-El embarazo.

¡¿Cuál embarazo estúpido?! ¡No estoy embarazado!

-Oh vamos, te acabo de meter montones de mini Daikis y finges demencia. No es bueno jugar con los sentimientos del bebé Kagami.

De inmediato le pellizco la nariz, casi arrancándosela, viéndolo retorcerse y reírse al igual que yo. Eres un idiota.

-Genial, por lo menos ahora nos parecemos en algo.

Ruedo los ojos mientras volvemos a reírnos, seguido de una serie de besos candentes, hasta que veo la hora. Pasa de media noche, debemos dormir.

-¿Qué? ¿Dormir? ¿Qué le pasó al Kagami adolescente, con las hormonas ardientes que me montaba hasta drenarme toda la noche?

Sueñas demasiado Ahomine. Te recuerdo que tenemos tres hijos y tu manía por llenarnos de más no se detiene. Así que no esperes acción toda la noche, que lo único que tendrás será un almohadazo y un puñetazo, y di que te fue bien.

-Me gustan tus puñetazos tigre. Y en ese caso descansa bien, que en la luna de miel después de la boda, haré que me montes toda la maldita noche, y la siguiente…y la que sigue y así durante un mes.

Sí, sí… Ambos nos sonreímos y damos un par de besos antes de sepultarnos entre cobijas. Probablemente debería cambiarlas, pero estoy muerto. Tan muerto que en apenas segundos me quedo dormido entre los brazos del hombre más desastroso y perfecto del mundo.

////Aomine////

Kagami desnudo…Kagami desnudo jugando basquetbol. Sonrío embobado ante la imagen hasta que todo se vuelve negro y difuso. ¿Qué carajos pasa? Entre abro los ojos sintiendo que algo me retumba en la cabeza mientras miro por los ventanales que aun está bastante oscuro. Kagami está abrazado a mí y duerme sin preocupaciones, pero algo ha perturbado mi sueño y lo compruebo al oír como tocan la puerta. ¿Quién mierda es?

Me levanto con mucho cuidado de no despertar al tigre, ahora si mirando en el reloj de la mesita de noche que son casi las cuatro de la mañana. Juro que voy a matar a quién se haya atrevido a despertarme. Espera, seguro que es Kise, ese tonto es el único que se atrevería a una locura así. ¡Pero ahora si lo ahorco por oxigenado!

Voy por los pasillos, asegurándome de checar que mis hijos duermen tranquilos en su cuarto antes de bajar las escaleras hasta el recibidor. Una vez ahí de nuevo el golpeteo insistente me hace gruñir. ¡Ya voy con setenta carajos! Kise maldito, que sepas que ahora si te rapo y no te la vas a acabar. Logro quitar los seguros y demás por fin abriendo. ¡Kise rubia oxige…!

-Buenas noches Daiki. Espero no interrumpir nada.

Me quedo con la boca abierta al ver que se trata de Akashi, abrazando por los hombros a Tetsu que me ve muy sonriente. ¿Qué les pasa a estos chiflados? Intento averiguarlo pero mi mente simplemente no trabaja bien. Están aquí. Ahora. A las cuatro de la mañana en mi puerta. Huh…¿Qué está pasando?

-¡Aomine-kun no vas a creerlo!

-Daiki, es una excelente noticia y queríamos que tú y Taiga fueran los primeros en enterarse. Díselo Tetsuya.

-Aomine-kun…¡Estoy embarazado!

¡Woah, genial! ¡Embarazado, lo mejor de la vida Tetsu! ¡Que bien!... Espera ¿Qué? ¿Dijiste embarazado? Ambos asienten mientras yo comprendo que algo no encaja. ¿Así como tener bebés, bebés, o bebés de juguete?

-Bebés de verdad Aomine-kun.

Woah…eso es genial. Son las cuatro de la mañana y estoy desnudo, pero es genial, en serio.

-¿Daiki? ¿Quién es?

Giro viendo que Taiga ha bajado y se cierra bien su bata mientras se talla un ojo.

-¿Por qué carajos estás desnudo Daiki?... ¿Kuroko, Akashi? ¿Qué pasa? ¿Qué hacen aquí?

-¡Kagami-kun, estoy embarazado!

-¡Oh dios mío!

Kagami gritonea al igual que Tetsu antes de correr y abrazarse el uno al otro. Supongo que esa era la reacción que esperaban de mi, pero tengo frío y sueño. Akashi tan sólo mira sonriente la escena al igual que yo. Vaya que les gusta dar sorpresas cuando nadie se lo espera.

-Regrese de mi viaje de negocios hace una hora y Tetsuya no se había dormido por esperarme. Al parecer se hizo la prueba hace un par de horas al regresar de tu casa, y ya no podía esperar para decírmelo. Sé que es tarde, pero estamos demasiado felices y quisimos que fueran los primeros en saberlo Daiki, porque son familia y porque nos gustaría que fueran los padrinos del bebé.

-¡Aceptamos encantados!

Kagami lo grita feliz, mientras sigue abrazando a Tetsu haciéndome sonreír. Este par de bobos adorables. Supongo que será un placer.

-Sería un placer aun más grande que te vistieras Aomine-kun.

¿Hah? Todos se ríen de mi, mientras a mi me importa un carajo. Digo, estoy en mi casa y me visto como quiero y eso incluye desnudo. Así que después de un par de abrazos más, la familia Akashi se despide y por fin Kagami y yo regresamos a la cama.

-Son casi las cinco. Y los niños se levantan como en dos horas, tres cuando mucho.

¿Qué es un niño? No sé de qué me hablas, estoy en negación, déjame dormir. Le doy la espalda a Kagami, sonriendo para mí mismo, al sentir como se me pega abrazándome y besándome la nuca.

-Que no se te suba el ego, pero ya muero por casarme contigo.

Este tipo tonto y adorable maldición. Me giro del otro lado para toparme con su mirada rojiza como rubíes en fuego que brillan preciosos por la luz de la luna. Le sonrío de lado antes de abrazarlo con más fuerza hasta pegar su rostro contra mi pecho. Te quiero tanto que me hace daño carajo… 

Notas finales:

¿Cómo ven? Los gemelos ya tienen medio año y no se saben sus nombres porque aun no sé cuales ponerles :’v -Se agradecen sugerencias- Por otro lado Aomine y Kagami siguen planeando su boda con ayuda de la familia (Kuroko y Himuro) Y todo marcha de maravilla. La familia Ahomine viviendo la vida loca y disfrutando en grande, ah, cuánto amorts <3

Y Tetsu y Akashi dando la noticia del nuevo bebé a mitad de la madrugada, no podía evitarlo. ¡No me arrepiento de nada! xD Y yo sé que todos extrañamos a Kise, ya en el siguiente saldrá nuestra rubia favorita de nuevo. ¡Oh sí! <3

Gente ya se viene la boda y sinceramente creo que el final. No el capítulo siguiente, pero quizás si el próximo a ese. No sé, aun no lo decido pero…la historia ya no tiene mucho plot y creo que sería bueno terminarla. Tengo que pensar esto .-. Además admito que ya tengo otra historia en mente de estos dos cabrones adorables, en la que ya tengo tiempo trabajando.

Carajo amo mucho Fuguémonos :S Muero un poco, pero bueno, por ahora quedémonos en suspenso –me incluyo- D: Y de corazón gracias por todo su apoyo y cariño a los que me siguen desde el principio y a los nuevos. Aun no me creo que este fic ya tiene más de un año que lo inicie…<3 En fin, ¡Nos vemos pronto! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).