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Guerreros de piedra por Rider Catlanway

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Era el atardecer de un día de invierno, frío y seco, el viento soplaba des de el este. A Nikolaj le sorprendería para siempre lo bien que recordaba ese día, aunque sólo fuera como el viento se colaba entre las paredes de piedra del palacio. Era un sitio pequeño, sus hermanos habían preferido quedarse en la corte y en el palacio que su familia poseía en la capital, pero el prefería irse cerca de las montañas, además, ahora que estaban en guerra le era más fácil volver a casa. Aunque no hubiera con él nadie más. Contaba con buenos hombres y sirvientes que vivían con él, pero no podía obviar la preocupación que expresaban sus hermanos y su padre por sus ansias de soledad y su ímpetu en apartarse de los demás. 

 

Por aquel entonces se encontraban en una especie de tregua, y los altos cargos habían podido volver momentáneamente a sus casas, a ver a sus familias. Nikolaj había traído consigo parte de sus hombres, que no tenían ni los medios, ni las fuerzas para llegar a sus hogares, y el sobrio castillo parecía más vivo que nunca. En general no le molestaba la compañía de sus compañeros de batalla, pero llevaban sólo una semana fuera del campo y él echaba de menos ya la soledad, y también la acción, en el campo de batalla no había tiempo para pensar, pero en el palacio, entre conversaciones, su cabeza tendía a desear volver al silencio después del entretenimiento, ese silencio mortal. Sus hermanos ya habían expresado repetidamente que su preocupación por sus ansias de estar luchando, pero esa era una de las cosas en las que no le gustaba pensar.

 

Por eso ese atardecer se montó en su caballo y dejó el palacio atrás, la nieve cubría todos los caminos y las copas de los árboles de los bosques que rodeaban el castillo. Se adentró en el bosque sin dirección concreta y merodeo allí durante rato. Miles de cosas le venían a la cabeza, hacía unos días había visto humo en la lejanía, prueba de que la batalla continuaba para algunos desgraciados que no había sabido volver a casa lo suficientemente deprisa y que aun se encontraban dentro de los valles de las montañas Rocosas. Su hermano mayor, Narvaj, lo había visitado camino a la capital con sus hombres y le había pedido que fuera allí con él.

 

- Puedes dejar a tus hombres aquí, no te necesitan para disfrutar del vino, y más aun si tu no vas a compartirlo con ellos.

 

- Prefiero seguir cerca de las montañas, la tregua terminará pronto.

 

- Padre quiere que vuelvas, te esperan honores en la capital y yo y nuestro hermano creemos que sería lo mejor, además... - Narvaj siempre se ponía nervioso al hablar del tema.- Sería hora de que conocieses a alguien, para no estar sólo. Cuando no hay guerra sólo hablas con los sirvientes y la gente de la villa bajo el castillo Bajomontaña, necesitas a alguien...

 

- ¿De verdad crees que alguien de la capital se vendría conmigo aquí arriba? – A Nikoloj no le importaba lo que haría o no alguien de la capital, pero era más senzillo hablar en términos que su hermano pudiera comprender.- Además, de momento no necesito a nadie más. Tu ya preservarás la descendencia, padre no debería preocuparse, tampoco Razzaj.

 

- Los dioses no nos hicieron para vivir solos hermano.

 

- Si los dioses no quieren que esté solo, no lo estaré más por mucho tiempo. Pero déjaselo a ellos.

 

Nikolaj no era como sus hermanos, aunque físicamente los tres eran muy parecidos, con la piel clara, altos y fornidos, ojos grises y pelo platino parecía que Nikolaj hubiera sido tallado en otro tipo de piedra, igual por fuera pero de componentes distintos. Cuando llegó a su juventud muchos dijeron que llevaría de cabeza a todos los pretendientes de la capital, pero en lugar de eso al tener edad suficiente le pidió a su padre poder irse al palacio de Bajomontaña y sólo había vuelto a la capital si su padre lo llamaba directamente o si lo reclamaban por asuntos de guerra. Ahí no había nada para él, quizás tampoco en las montañas, pero se sentía más en casa allí que en ningún otro sitio.

 

Cuando empezó a disminuir la luz entre las copas de los árboles pensó en volver al castillo, pero la conversación con su hermano le hizo mirar hacia el monte más próximo al bosque, entre sus senderos se encontraba una cueva donde un antepasado suyo había erigido un altar a los dioses entre estalactitas y agujeros por los que corría aire dentro de la montaña, de pequeños los llamaban susurradores y recordaba, en ocasiones, haber creído de verdad que la montaña estaba hablando con ellos en voz baja. Quizás por eso mismo su antepasado creyó que ese era un lugar divino. En su cultura eran muy religiosos, y hasta alguien que se apartaba de la sociedad como él no se apartaba de sus dioses. Redirigió su caballo hacia el sendero que llevaba al monte sin darse mucha prisa, la luz caía en el oeste pero la nieve aún iluminaba el paisaje, si se hacía muy tarde reflejaría la luna y podría ver igualmente, las luces del castillo quedarían escondidas detrás del bosque.

 

Al llegar a un plano en el sendero descendió de su caballo y decidió seguir a pie, su raza tenía una gran resistencia al frío y aún sólo llevar un fina capa de piel sobre sus ropas notaba muy poco las bajas temperaturas. Cuando por fin llegó a la cueva le reconfortó ver que alguien más se acordaba de ese sitio. Habían dejado a los pies del altar una insignia del regimiento de su hermano, Narvaj había pasado por allí antes de volver a casa, seguramente recogería la insignia al volver a la batalla. La apretó un momento entre sus dedos y la dejó en su sitio de nuevo. La cueva estaba oscura, muy ligeramente iluminada por la luz de la luna que podía entrar des del exterior, pero esa noche no susurraba, aunque Nikolaj estaba convencido de que aun soplaba el viento del este cuando había entrado dentro.

 

No recordaba cuanto tiempo había pasado allí, pero cuando decidió salir la temperatura había bajado aun más y parecía que el viento si que había dejado de soplar. Fue entonces cuando oyó un susurro, pero no venía de la cueva. Clavó sus ojos más arriba, hasta la cima nevada del monte. Quizás era un animal. Se quedó en silencio un momento, pero no oyó nada más. Aún así subió más arriba por el sendero, y sin siquiera buscarlo lo vio. Un cuerpo, tendido en el suelo, entre la nieve, había sangre. Era un joven, un joven que no era de su raza, tenía la piel tostada y aún que parecía ser fuerte, no era tan musculoso como los hombres de Theíos, entre la nieve adivinaba esparcidos mechones de una larga cabellera oscura. Sus ropajes eran los de un soldado.

 

- ¿Viedajece ki brilas in tenebris?- El hombre habló des del suelo, sorprendiendo a Nikolaj, ya que al ver al cuerpo había supuesto que era un cadáver. Pero era un soldado del clan Epigeios, y estaba vivo y malherido.

 

- ¿Qué dices soldado?- Los Epigeios no eran enemigos directos en la guerra que se estaba librando pero tampoco eran aliados, habían mandado hombres al bando enemigo, no números significativos pero lo suficiente para marcar que las diferencias entre los Theíos y los Epigeios seguían allí. Nikolaj pensó en ir hasta su caballo a buscar su navaja, que obviamente no había llevado consigo al ir un lugar sagrado, y acabar con la vida de ese hombre, que tenía la cara cubierta de sangre y una herida que le cruzaba la mitad de la misma, ni siquiera podía distinguir sus facciones. Pero no llevaba ropa para la nieve que había y seguramente no podrían ni hablar. Los Epigeios eran una bandada de incivilizados que sólo vivían para el pecado y no respondían a ningún dios. Pero sus pensamientos se vieron truncados cuando el hombre habló, esta vez menos débilmente, casi como si sonriera para si mismo.

 

- ¿Sabes que brillas en la oscuridad?

 

Nikolaj lo miró expectante, no esperaba que un salvaje supiera idiomas, pero no le respondió.

 

- Al principio sólo he visto luz, he pensado que llegaba la hora, pero luego he visto que eras hombre.- El hombre abrió los ojos y Nikolaj se estremeció al ver que parecían rojos.- ¿Puedes salvarme esta noche?

 

Nikolaj se acercó al hombre que lo siguió con la mirada y se apoyó sobre una rodilla para verle más de cerca, no llevaba armas. Su mirada parecía cansada pero al mismo tiempo divertida, como si el hecho de seguir vivo y que el que lo hubiera encontrado fuera su posible asesino le resultara gracioso.

 

- ¿Eres consciente de que raza soy verdad?- Nikolaj lo miró directamente a los ojos, que le devolvieron la mirada sin miedo.

 

- Con nosotros no es muy difícil, tu oro y yo tierra.- Levantó débilmente un brazo y le señaló el cabello.- Pero quiero vivir.

 

Nikolaj no entendía que le pasaba por la cabeza, el simple hecho de estar escuchando a ese chico ya se le hacia extraño en él. Pero recordó que había ido a visitar a los dioses y que esa noche había apagado sus susurros, y se fijó de nuevo en los ojos rojos del joven.

 

- ¿Cuál es tu nombre soldado?

 

El chico pareció dejar de divertirse y le devolvió la mirada, seria y profunda, como si se pensara que de la respuesta, de su nombre, dependiera o no que el decidiera dejarlo vivir.

 

- Draven, señor.

 

Nikolaj se agachó y pasó sus brazos por debajo de la espalda del joven para levantarlo, las piernas de este parecieron no responder muy bien al estar de nuevo de pie, pero no se quejó y caminó con el sendero abajo hasta el caballo. Al llegar a este Nikolaj lo sentó en el suelo de nuevo para desatar al animal.

 

- Si intentas algo, chico, te mataré.

 

- Estoy seguro de que así será. Pero, señor...-  Nikolaj le miró y vio como los ojos rojizos se entelaban, como miraban más allá de donde se encontraban ellos dos.- Le he visto resplandecer, en la oscuridad, la montaña hablaba y ha callado para que yo pudiera verle. Creía que moría al ver algo tan hermoso pero...

 

El joven cerró los ojos sin acabar de hablar, Nikolaj se quedó en silenció mirándolo, y al cabo de unos pocos minutos lo cogió y lo subió al caballo, apoyándolo en su pecho. El chico ardía contra él, los Epigeios tenían la sangre más caliente. Y a pesar de todo, entre todas las cosas en las que podía pensar, sólo podía ver sus ojos, rojos, entre la nieve y la sangre.

 

Notas finales:

Primer capítulo que me atrevo a publicar, es quizás corto (no lo sé porque aun no sé como queda una vez publicado hahaha) y espero que no se haga pesado, pero es una introducción. Espero críticas constructivas.

Perdón si hay faltas de ortografía.

Gracias por leer!! :)


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