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7 Formas de amarte. por Pulxchi

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No importaba cuantas veces me he cambiado de casa, cuantas personas he conocido, ni menos cuántas canciones he oído en las habitaciones que se suponen son mías, lo únique que sé, es que lo único que siempre permanecerá allí, será ella; mamá.

Sentado en el asiento de copiloto, iba escuchando a Roy Kim - Home ¿Podía ser más mejor? No lo sabía, ya no me emocionaba cambiarme de casa, ni menos conocer gente nueva, para mi ya era como rutina, pasados ciertos meses, tomaba el mapa de Corea y con los ojos cerrados, lo giraba y colocaba mi dedo en alguna de las ciudad en donde podría vivir, pero no, mamá siempre me sorprendía.

Ahora íbamos camino a Seúl ¿Sería tan agitado como todos decían? ¿Cómo muestran en la televisón? Yo esperaba que sí, quería salir, disfrutar, fotografiar y poder ver si la universidad era tan genial como todos decían. Mamá solo pensaba en que su nuevo trabajo le dejaría mucha renta, al menos la suficiente para una casa o departamento en el cual viviríamos, que quedara cerca de su lugar de trabajo y de lo que suponíamos sería mi universidad, porque para ser sinceros, no sabía que estudiar aún.

Pasaron unas horas, me había quedado dormido y desperté porque las luces me molestaban. Abrí los ojos y el alumbrado público alumbraba bastante, cafeterías, markets, tiendas de ropa exclusivas, make up para chicas, los puestos en la calle de comida, chicas que pasaban en grupo conversando y riendo, si, eran bien guapas. Pasamos por fuera en donde trabajaría mamá, era un edificio prácticamente de vidrios, era alto y grande, con una pileta y a mi parecer, era dos manzanas completas, un abuso; pensé. Conversamos todo el camino con mamá, cantamos canciones que estaban de moda, nos reíamos de cosas que nos pasaron en nuestras otras casas, y cuales nos podría pasar en ésta. Solo me dijo mientras hablábamos que era de dos plantas, tenía un jardín y un patio en donde tal vez, podría tener una mascota, a lo que no quise, pensando de inmediato que no estaríamos mucho tiempo en aquella casa.
Por fin llegamos, era blanca, era muy distinta a las otras en donde habíamos vivido, no parecía una casa cualquiera, quizás se veía así porque era de noche, no sé. Bajamos las cosas y me instalé en mi habitación en el segundo piso, quedaba con un ventanal que daba a la calle principal y podía ver las otras casas de en frente. Me tumbé en la cama y me dormí.

Descubriendo la ciudad.


Ya habían pasado un par de días en la nueva casa, me acostumbré rápido, ya sabía llegar al centro y de vuelta a casa, fui dos días al trabajo de mamá a verla y conocí a alguno de mis vecinos y vecinas que eran de mi edad, nada mal para comenzar ¿No? Nos llevamos bien de inmediato, me dieron un recorrido por lo más popular en la ciudad, hasta de una librería en la cuál de seguro pasaría yendo. 

A los días fui a la universidad a ver la postulación que envié a la universidad de artes, al departamento de composición, esperaba con ansías quedar en esa área, me gusta escribir y componer, por lo que eso quería, mamá me convenció de que no tenía que ver por ella, que viera por mi y mi sueño, por lo que lo hice.
Llegué temprano por la mañana, bueno, no tan temprano, treinta minutos tarde porque me quedé dormido por estar conversando con los chicos por la noche. No sabía que hacer, estaba sentado afuera moviendo mis piernas, sin el valor de entrar a ver mi resultado, movía los pies, inhalaba y exhalaba un millón de veces, y creo que se podía notar mi nerviosismo desde la entrada de la universidad, porque se acercó un chico y me preguntó si estaba bien, si tenía algo mal o me había pasado algo o si me habían hecho algo. Solo escuché su voz, porque de tanto morderme el labio, en ese instante me preocupaba más que el mirarle. Fueron pocos los segundos hasta que alcé la mirada y lo vi, era un chico alto, blanco y delgado, usaba lentes de sol.
Me levanté y haciendo una venía, lo saludé y le expliqué a grandes rasgos que tenía miedo del resultado y que por eso no entraba, se rió y tomándome del brazo me levantó.

-Vamos, aquí sentado jamás lo sabrás ¿No? 

-Y rió nuevamente, yo contagiado también reí, pero de los nervios.
Entramos y me llevó a la oficina de postulantes, me indicó lo que debía decir exactamente y entré solo, me presenté y me dieron la carta, la señorita tenía una sonrisa en el rostro ¿Siempre eran así? Respiré hondo y salí, pensé que él no estaría allí fuera de la oficina, pero lo estaba. En cierto punto me sorprendió y me alivió, ya que no sabría solo el resultado.-

-Ya ¿Y ahora qué? ¿Solo lo abro? No, mejor espero llegar a casa. No, mejor lo abro aquí, o mejor voy a la cafetería de aquí cerca, no, no ah.

-Me revolví el cabello desesperado y nervioso, no quería pero si quería a la vez saber el resultado. Y él nuevamente me tomó del brazo y me llevó hasta la salida de la universidad, me indicó que pusiera un pie en la calle, y el otro dentro. La verdad es que en un principio no entendía para qué y porqué lo hizo, hasta que me lo explicó  ‹‹Tienes un pie afuera y el otro adentro ¿Que más podrías perder?›› Y ahí estaba, mirando el sobre e intercalando la mirada hacía el chico. Inhalé con fuerza y sin titubear, abrí el sobre, saqué la carta.

"Estimado Byun BaekHyun, la Universidad Nacional de artes de Corea, tiene el agrado de informarle que quedó seleccionado para ser parte de nuestra Escuela de futuros compositores..."

Y no hizo falta leer más, puse el pie que estaba en la calle junto al otro dentro de la universidad, y sonriendo, fijé mi vista en el chico, gritando que había entrado. Él sonriendo me palmeó el hombro y me dio las felicitaciones, con ambos una boba sonrisa en los labios.
Le pasé el sobre porque me di cuenta que mi zapatilla estaba sin abrochar, por lo que me hinqué y la abroché, volviendo de inmediato a erguirme y tomar el sobre de vuelta.

-Muchas gracias por lo de hoy ¿Podrías... -Y ahí me quedé, sin poder continuar hablando para pedirle el número de móvil para quizás hacernos amigos, pero no pude, el móvil comenzó a sonar, era mamá, justo en el momento indicado. Le contesté y los dos hablamos al mismo tiempo, ella preguntando: ¿Quedaste? y yo gritando: ¡Quedé! Me indicó donde nos juntaramos para comer algo en celebración, que tendría la tarde libre y que diéramos juntos un paseo por la ciudad, ya que juntos no lo habíamos hecho aún. Colgué el móvil y el chico ya no estaba, fruncí los labios y me encogí de hombros, guardando con una enorme sonrisa la carta en el bolsillo de mi jeans, caminando al restaurant en donde con mamá habíamos quedado de juntarnos.
Llegué, comimos y conversamos muchas cosas, me felicitó y tomó de mis manos tantas veces, que recordé la vez en qué papá nos dejó, ella había llegado a mi cuarto por la madrugada, yo estaba durmiendo y desperté porque sentí el calor de sus manos acariciando las mías, lucía tranquila y con una sonrisa en el rostro, me decía que me amaba y que siempre estaría conmigo, igual que ahora, pero la diferencia fue el contexto.

El día pasó muy rápido y nos fuimos a casa, ya eran apróximadamente las doce de la noche, y ambos estábamos cansados, caminamos mucho y eso nos agotó. Me recosté en mi cama y corrí la cortina del ventanal para que entrara luz natural cuando tuviera todo apagado. Saqué la carta de mi bolsillo y nuevamente la abrí, y en ése instante, cayó un pequeño papel. Extrañado lo tomé el que  decía SeHun y un número bajo el nombre. Alcé una ceja y recordé que la segunda persona después de mi que lo había tomado había sido él. Reí y guardé su número de inmediato, apareciéndome su contacto en whatsapp. Abrí su chat y no supe que decir, fue extraño, hasta que comencé a teclear:

 ‹‹Hey ¿Cómo estás? Espero que a ésta hora estés durmiendo como los niños buenos.
Gracias por lo de hoy y por adivinar que te pediría el número jajaja. A ver si un día quedamos para beber algo ¿Te parece? See ya.››  

Y ahí me quedé, mirando el mensaje aún sin enviar, dudando ¿De verdad la amistad existe? Ahora lo dudo, pero espero que acá cambie. Nueva ciudad, nueva gente, nueva vida, nuevo año.

 


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