Mi nombre es Alex. Soy un hombre enfrascado en su trabajo por eso no tengo una relación estable.
Las chicas de una noche o dos, sin compromiso, son lo mío. Me encanta el sexo, creo que no podría vivir sin él. Amo las mujeres, sus caderas, sus senos, sus piernas, todo de ellas.
Pero algo sucedió que arruinó mi vida sexual, o por lo menos la cambio para siempre...
Todo comenzó un fin de semana que buscaba una mujer para tener una noche ardiente y descargar la tensión de la semana. Después del trabajo me fui a uno de los boliches que frecuentaba para tal fin. Noté que dos preciosuras que estaban en la barra me miraban con descaro. Nunca había tenido la oportunidad de hacer un trío, así que la verdad no era mala idea. Me acerqué a ellas y fueron muy sociables desde el primer momento. Nos pedí tragos para los tres. Después de un rato y varios tragos, muchos diría yo, nos fuimos a un hotel bastante alejado que ellas me indicaron.
¡Oh sí! La experiencia estaba siendo de lo mejor, eran unas gatas en celo. Las chicas sabían lo que hacían. Con el alcohol y la calentura estaba en la gloria.
Estaba en mi punto máximo sobre una de ellas, cuando sentí algo en la puerta de mi culo, pero la ignoré porque ya llegaba, ya venía y pum!.. ¡Oh Dios!.. Sentí algo grande y resbaladizo entrar en mí... el dolor y el placer se juntaron de repente. Fue una explosión de sensaciones, jamás había sentido nada igual. Fue el mejor orgasmo de mi vida y había tenido muchos, pero esa sensación superó a todas. Mi mente se volvió un revoltijo de pensamientos, pensamientos que disolví de inmediato.
Me levanté de la cama como si me hubieran puesto un palo en el culo, que digo, ¡Es lo que hicieron! Mientras me vestía les propiné los insultos más sacados que se me cruzaron en el momento, estaba consternado. Me ignoraron olímpicamente, solo se dedicaron a besarse y meterse mano nuevamente. Me quedé anonadado mirando la escena. Si no me hubiese sentido tan humillado, me hubiera unido otra vez al juego. Pero no, salí disparado como un rayo "¡Qué se vuelvan en taxi, por perras!" Me sentía violado... ¡Me habían violado! No podía creerlo ¡¿Qué demonios pasaba por la cabeza de esas locas?!
A partir de ese día algo cambió en mí, no sabría decirlo, pero algo comenzó a rondar en mi cabeza y no quería desaparecer. Recuerdos que creí que ya no existían.
"Oh, ¡sí!.. así... continúa... más, más..."
Desperté sudado, agitado y 'mojado'
– ¡Qué diablos! – "Otro maldito sueño."
Desde mi incidente con las mujeres, eh tenido dificultades para relacionarme sexualmente con otras. No es que haya dejado de buscarlas, no. Pero el problema es que no disfruto para nada del encuentro y me cuesta mucho llegar al clímax... me siento insatisfecho.
¡Por Dios! Antes jamás se me hubiese cruzado pensar en un hombre en forma sexual, ¡Mucho menos hacer! Pero aparentemente por mi frustración sexual, después de estar con una mujer, tengo estos sueños húmedos, donde estoy en la gloria, 'juega y ponga' con una hermosa rubia y ¡Saz! un hombre me penetra...
"¡Qué frustración!..." Me levanté de la cama, saqué las sabanas para lavarlas y me dirigí a la ducha. El baño quedaba en el pasillo.
– Buenos días.
Comparto el departamento, con mi mejor amigo y amigo de toda la vida, desde que ambos nos independizamos. Él es Antoni Díaz, le dicen Anto. Tenemos la misma edad, 25 años. Él es profesor de educación física y entrenador personal. Envidio su cuerpo.
– Hola... – Saludé de mala gana.
"¿Por qué aparece en las mañanas sin camisetas? ¿Acaso no se da cuenta que frustra a las personas sin forma como yo?"
– ¡Qué cara! ¿No tuvimos una buena noche?
– No me jodas. Me ducho primero – le ladré sin mirarlo.
– Bueno, bueno, bueno – me dijo levantando las manos en señal de paz.
– No, en serio ¡Mejor prepará café! – Le dije mientras ingresaba al baño.
Abrí el agua caliente y trate de relajarme.
"No puedo creer que tenga esa clase de sueños. No quiero pensar en esto. ¡¿Cómo puedo soñar que un hombre me lo hace!? Es de locos." Quería darme la cabeza contra la pared.
Me vestí rápidamente tratando de disipar todo pensamiento ¿Gay? de mi cabeza.
Me dirigí a la cocina, donde Anto me esperaba con el café preparado. Lo sabía porque el aroma exquisito inundo mis fosas nasales. El café que preparaba mi amigo, era de esos especialmente batidos en taza, con una deliciosa crema arriba. Hacía que olvidara todo por un momento.
– Mmmh, qué rico huele – me senté en mí lugar en el desayunador. Se notaba que el café me animaba de inmediato. Anto lo sabía.
– Es bueno saber que algo te levanta el ánimo en las mañanas. Porque últimamente te has levantado con un humor de perros – me dijo con una sonrisa graciosa.
– Mmmh... Sí... bueno... es que no eh podido conciliar bien el sueño.
– ¿Qué las mujeres ya no te hacen bien? – bromeó –. O acaso, ¿te picó el bichito del amor?
– No... ¿Qué dices? – Él sabía bien que las mujeres en mí vida eran de sólo una noche.
– Bien, decime – me miró expectante.
– ¡Nada!
– A mí ¡No! Te conozco cómo la palma de mi mano – se miró la palma –. Mmmh... Bueno ésta cicatriz no se desde cuando está – dijo con expresión seria –. Pero en fin, a vos te conozco mejor – me miró cómo leyendo mis gestos. Me causó gracia la acción.
No había secretos entre nosotros, nos contábamos todo y nos aconsejábamos mutuamente. No quería contarle lo que me había sucedido, era muy vergonzoso. Cuando teníamos 17 años, Anto me confesó que era bisexual, que le gustaban tanto, las mujeres cómo los hombres. Pero aun así, nunca lo vi con uno. No soy homofóbico, cada uno hace con su culo lo que quiere. ¡A mí! Los hombres no me van. "No soy marica." Por eso estaba resentido por lo que me hicieron ese par de locas. No pensaba contarle, eso sería mala idea. Pero, tal vez si le contaba, él entendería. Pero, ¿cómo iba a hacerlo? ¿Qué le diría? "Fui violado, literalmente, por un par de mujeres... ¡ni de loco!"
– No es algo para contar con un café de por medio. Más bien, es para una botella de vodka – dije apenas en un susurro.
– ¡Bien! Entonces esta noche, vos, yo y una botella de vodka – Dijo mientras se levantaba –. Vos limpias – completó mientras se dirigía hacia el baño.
Me quedé en la mesa con la mirada perdida en el café.
"¿Cómo le voy a decir? No, no le voy a decir." Limpié lo del desayuno y me dirigí a la empresa.
Tengo a cargo al personal del asfalto. Seis hombres que saben lo que hacen, muy buenos en su rubro. Pasé a la empresa por unos papeles y me dirigí a la obra, que se encontraba a cien kilómetros de la ciudad. Se estaba re pavimentando un tramo de ruta.
Cuando llegué se encontraban cada uno en lo suyo. Juan, el encargado cuando no estoy, ya tenía todo dispuesto y en orden.
– Buenos días Martín. ¡Qué cara! ¿No dormimos bien? Se tiene que buscar unas buenas piernas y verá como descasa jefe.
"¿Tanto se me nota? No me quiero imaginar la cara que traigo."
– Buenos días Juan. El trabajo, el trabajo – me excusé – ¿Todo listo? ¿Cómo vamos hasta ahora?
– Bien. Nos retrasamos un rato porque, otra vez, Luis y Nico llegaron tarde ¡Esos dos son un caso!
Dos o tres veces por semana llegan tarde. No me lo tomo tan mal porque sólo es media hora como máximo y rinden muy bien en el trabajo, pero tengo que dejar en claro que el horario de trabajo se cumple.
– ¡Luis, Nico! – Los llamé e hice seña para que se acercaran.
Lo que llama la atención de Luis es el trasero que tiene, grande y levantado. No le queda para nada mal...
"¡Pero qué me pasa! El trasero de un hombre... ¿¡De verdad!?".
– ¿Sí, jefe? Buenos días – dijeron al unísono, mientras se acercaban.
– Buenos días. A ver, no pueden darse el gusto de llegar tarde. Si no me van a empezar a echar la bronca y es su responsabilidad llegar a horario al trabajo.
– Lo siento Martín, es que me quede dormido y habíamos quedado que veníamos en el auto de Luis – se disculpo Nico.
– Bueno, espero que no se repita 'tres veces por semana' – Me miraron avergonzados –. Bien pueden volver al trabajo.
El día transcurrió normal, pudimos tirar cuatro camiones de asfalto, así que eso fue bueno.
XOXOXOXOXOXO